Rafael Gómez, experto en obesidad: «Tenemos el páncreas de Pedro Picapiedra y estamos tomando dónuts industriales»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

El doctor Rafael Gómez es endocrinólogo y especialsita en obesidad.
El doctor Rafael Gómez es endocrinólogo y especialsita en obesidad.

El endocrinólogo ha desarrollado una dieta flexible y adaptada que permite bajar de peso de manera sostenida, sin el riesgo de un efecto rebote y sin complicaciones

30 abr 2024 . Actualizado a las 14:19 h.

La obesidad es una condición tan prevalente que, entre los expertos, está considerada como la pandemia de este siglo. Si bien el sistema español no la reconoce como una enfermedad, la obesidad está relacionada con numerosas patologías, entre ellas, alrededor de doscientos tipos de cáncer. Esta falta de reconocimiento dentro de la lista de enfermedades supone un obstáculo para los tratamientos. Pero no es el único. La gran dificultad a nivel médico ha consistido en diseñar una estrategia terapéutica basada en hábitos de alimentación y actividad física que las personas puedan sostener a lo largo del tiempo. Una dieta que tenga en cuenta cómo es el día a día de los pacientes, que no esté pensada como una intervención a corto plazo, sino como un estilo de vida que se ajuste a las necesidades de las familias.

Esto es lo que se proponen el doctor Rafael Gómez y Blasco y su equipo. Gómez forma parte de la junta directiva de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), es director académico de la Federación Centroamericana y del Caribe, México, Colombia y Ecuador de obesidad y metabolismo (FECCOM) y representante para Europa de la Federación Latinoamericana de Sociedades de Obesidad. Lleva tres décadas desarrollando lo que hoy se conoce como dieta FAFO (Flexible and Friendly For the Overweight, por sus siglas en inglés). Un enfoque basado en la flexibilidad y la facilidad para que el paciente pueda llevarlo a cabo. Ahora, el equipo liderado por Gómez ha publicado una guía para adoptar este patrón alimentario de precisión y personalizado.

—¿Qué características tiene la dieta FAFO?

—Su particularidad es que es una dieta contextualizada, que se preocupa por la situación del paciente a nivel socioeconómico y familiar y de dónde provienen, para poder hacerse muy a medida. Si la persona tiene poco dinero, planteamos alternativas que cuesten poco dinero. Si no te puedes permitir una merluza o un bacalao, igual puedes comer más sardina o caballa. Todo esto aumenta las probabilidades de que el paciente se adhiera a la dieta.

Qué es la dieta FAFO

«Podemos definir la dieta flexible FAFO (Flexible And Friendly For the Overweight), como el conjunto de medidas que abarcan, en el paciente, varios de los cambios fundamentales en su vida diaria, no solamente el aspecto nutricional, aunque el acrónimo de su nombre, así lo puede parecer», explica la guía. Esta dieta permite a una persona perder aproximadamente entre medio y un kilo a la semana; su flexibilidad y accesibilidad aumentan el cumplimiento por parte del paciente y también incrementan la adhesión de todo su entorno familiar.

—¿Qué resultados se consiguen con esta dieta?

—Fue evaluada por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y la consideraron la mejor dieta del mundo, porque se logra una pérdida de peso formidable, duradera, una mejora en los valores no solamente de peso y medida de cintura, sino en todos los valores bioquímicos: glucosa, colesterol, triglicéridos, resistencia a la insulina e hipertensión arterial. Y los pacientes quedan agradecidos por poder mantener sus costumbres y porque es muy económica.

—¿Qué ventajas tiene con respecto a otras dietas?

—Yo soy un defensor de una alimentación natural, como la mediterránea o la atlántica, pero hay dos aspectos en los que la dieta FAFO es absolutamente imbatible. Uno es la adherencia. Si una persona quiere hacer una dieta para adelgazar, pero tiene que hacer para toda su familia una comida diferente, es complicado. Entonces, aquí, lo que se propone es una alimentación ajustada a toda la familia, adaptando las calorías a las necesidades de cada uno. En segundo lugar, es una dieta que cualquiera puede mantener, desde el punto de vista económico. Hay que tener en cuenta que el gran problema de dietas como la mediterránea o la atlántica es que son costosas. El aceite de oliva se ha vuelto difícil de pagar, el pescado también. Entonces, poder adaptarlo es importante.

—A pesar de la flexibilidad, la dieta FAFO recomienda evitar determinados productos...

—Sí. Sin ser demasiado dogmáticos, se tiene que intentar evitar todo lo que sea ultraprocesado, que tenga azúcares añadidos, que sea molido o licuado. Hay que tener en cuenta que nosotros tenemos el páncreas de Pedro Picapiedra y estamos tomando un dónut que ha sido industrialmente procesado. Entonces, el páncreas no está preparado para eso. Sigue siendo el mismo que hace 500.000 años, está hecho para cortar enzimas y digerir una raíz, no un dónut que se absorbe de manera inmediata y produce un pico de glucosa enorme con un disparo de la insulina. Ese es el problema. Por eso, los ultraprocesados hay que eliminarlos y en esta categoría encontramos las bebidas azucaradas, los refrescos, las galletas, las patatas fritas congeladas, las hamburguesas. No están incluidos en esta lista procesados como los botes de legumbres, que pueden solucionar la alimentación cuando la persona no tiene tiempo. Es decir, no hace falta que vayas al mercado y compres todo natural de la huerta.

—¿Cómo ve el panorama de la obesidad actualmente?

—El crecimiento de la obesidad en los últimos años es exponencial. Esto quiere decir que en algo nos estamos equivocando. No encontramos la fórmula para que esa pandemia deje de crecer. Hemos hecho bastante, pero nos toca romper algo para cambiar el panorama. En el caso de España, si contamos los pacientes que tienen sobrepeso y obesidad, llegamos a más de un 40 % de las personas. Casi una de cada dos tienen sobrepeso u obesidad. Tenemos que hacerles más fácil la pérdida de peso. Creemos que acercándonos al terreno del paciente, entendiendo cómo son sus costumbres, su alimentación y el ejercicio que realiza, lo estamos consiguiendo.

—¿Cómo se ha llegado a esta situación en la que tantas personas tienen sobrepeso?

—Con diferencia absoluta, la principal causa es la ambiental. El ser humano tiene que alimentarse de pequeños mamíferos, de bayas o de raíces para ir manteniendo su combustible, porque la evolución le llevó a hacerse resistente a la insulina y, por lo tanto, su cuerpo acumula grasa para momentos difíciles. Pero desde la industrialización, en la mayoría de países hay una gran producción de alimentos. Entonces, el ser humano se acostumbra a comer de más y empieza a acumular grasa. El problema está en que en este momento, no necesitamos ese acúmulo de grasa ni esa resistencia a la insulina. Lo que produce es obesidad y sobrepeso, porque la insulina es una hormona que favorece el apetito, y el acúmulo de grasa a nivel visceral y abdominal, generando muchísimas comorbilidades que la acompañan, entre ellas, 200 tipos de cáncer. Luego, existe el factor genético, pero no tiene tanto peso en nuestro entorno.

—¿Qué consecuencias tiene la obesidad en la salud?

—La obesidad debería reconocerse como una de las enfermedades no transmisibles que son las responsables del 70 % de las muertes en el mundo. Son las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la diabetes, entre otras. La obesidad debería estar incluida, porque genera diabetes, problemas cardiovasculares, problemas del aparato locomotor, problemas psicológicos, digestivos, de autoestima y cerca de 200 tipos de cáncer.

—En el último tiempo, medicamentos como Ozempic han sido una revolución para los pacientes. ¿Cuál es el rol de la farmacología en el tratamiento de la obesidad?

—El tratamiento farmacológico es, para muchas personas, fundamental. El problema es que estos tratamientos no están subvencionados para pacientes con obesidad. Estos inyectables son tremendamente costosos y muchas personas no se los pueden permitir. Pero juegan un papel determinante y pueden ayudar muchísimo. De todos modos, se requiere de un apoyo nutricional y psicológico para que esta pandemia de la obesidad se resuelva. Con liraglutida o semaglutida sola, no hacemos nada, porque el paciente va a experimentar una pérdida de peso espectacular, de diez o quince kilos, pero los va a recuperar inmediatamente después del tratamiento. Lo que se busca es que esto esté en el contexto de un cambio de hábitos.

—¿Cuáles son algunos de los errores que los pacientes cometen al intentar bajar de peso?

—Uno de los errores importantes es buscar que haya una pérdida de peso demasiado rápida. Esto puede ser agradable para la persona que lo necesita, puede ser motivador, pero tiene problemas añadidos. Uno es que esas pérdidas rápidas suelen tener efecto rebote y otro es que se produce una falsa creencia de que uno domina la situación y que se puede permitir comer comida rápida porque va a seguir perdiendo. Pero el organismo tiene mala memoria. Si has perdido durante unos meses 15 kilos y abandonas la dieta, luego, cuando quieres retomar el estilo de vida saludable, el organismo ha generado una defensa con la resistencia a la insulina que impide la pérdida de peso. Eso ocurre en obesidades refractarias al tratamiento.

—¿La dieta FAFO es aplicable en el caso de los niños?

—Sí, perfectamente. La idea es que un niño en momentos determinados pueda tener una flexibilidad extra, en el cumpleaños de sus amigos o en el fin de semana. Pero se puede reeducar a toda la familia y esta dieta tiene una ventaja muy importante que es que mejora mucho todo el ambiente familiar. Eso es muy reforzador desde el punto de vista psicológico.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.