Pastillas de yodo por miedo a una catástrofe nuclear: los expertos advierten que no valen para nada

LA VOZ DE LA SALUD REDACCIÓN

EL BOTIQUÍN

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La guerra en Ucrania y el miedo a que se pueda llegar a utilizar armamento nuclear ha provocado un aumento en la venta de pastillas de yodo

16 mar 2022 . Actualizado a las 11:32 h.

El miedo es libre y llevamos viéndolo muchos meses. Los acontecimientos inesperados, la incertidumbre, activan todos nuestros mecanismos de defensa y tratamos de protegernos como sea. Vaciamos las estanterías de papel higiénico cuando se declaró el estado de alarma, ahora los supermercados racionan el aceite de girasol mientras el miedo a un posible uso de armas nucleares dispara la venta de pastillas de yodo, sobre todo, en los países más cercanos a Ucrania como República Checa, Bulgaria o Polonia.

El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) ya aclaró hace unos días que los medicamentos con yoduro de potasio que se venden en las oficinas de farmacia no son eficaces contra la radiactividad, y lanzó un mensaje de «tranquilidad» a la ciudadanía ya que no se ha producido una emergencia nuclear en Ucrania que pudiera justificar la ingesta de yodo.

«Transmito un poco de calma y tranquilidad. La situación es complicada a nivel internacional pero todavía no ha llegado el momento de volvernos locos. En caso de que sea necesario, las medidas las tienen que tomar las autoridades», aseguró en declaraciones a Europa Press el responsable del Área de Información del Medicamento del CGCOF, Iván Espada.

Estas pastillas se utilizan en caso de emergencia nuclear para bloquear la tiroides, de forma que no pueda absorber el yodo radiactivo que se desprende. Se dan dosis masivas de yodo normal para que la tiroides se llene y no se permita la entrada del radiactivo. Sin embargo, los medicamentos que contienen yoduro de potasio y están disponibles en las farmacias bajo prescripción médica distan mucho de estas pastillas: están destinados al tratamiento de personas que necesitan un aporte de yodo, como en casos de hipotiroidismo o como suplemento en el embarazo. Pero estas pastillas nada tienen que ver con el yodo en dosis masivas que las autoridades distribuirían en caso de incidente nuclear. De hecho, las centrales tienen dosis preparadas. Para llegar a ese nivel se necesitaría de 400 a 1.300 comprimidos del yoduro potásico que se vende en las farmacias.

Desde el CGCOF recuerdan que existen planes de contingencia desde el Gobierno en caso de que fuera necesario distribuir estas pastillas de yodo por alerta nuclear. Normalmente, este tipo de productos se almacenan en el Centro Militar de Farmacia de la Defensa, situado en Colmenar Viejo (Madrid).

La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) también ha querido dejar claro que «en este momento no tiene ningún sentido» incrementar la toma de yodo de manera indiscriminada para prevenir un hipotético accidente nuclear o nube con material radiactivo y ha advertido de los riesgos de hacerlo.

Los doctores Lluis Vila y Juan Carlos Galofré, del área de Tiroides de la SEEN, han querido aclarar algunas dudas que están llevando a algunas personas a tratar de hacerse con comprimidos de yoduro potásico para protegerse de los efectos que pudieran derivarse de la llegada de nubes con material radiactivo.

Tras un accidente nuclear se libera, entre otros, yodo radiactivo que, si lo capta la tiroides, aumenta el riesgo de cáncer en esta glándula; solo en esta situación es aconsejable ingerir comprimidos de yoduro potásico, pero a dosis muy elevadas para bloquear cualquier captación de yodo radiactivo por parte de la glándula.

«No sirven en absoluto las dosis de los comprimidos que se utilizan en las mujeres embarazadas. Las dosis de los comprimidos para la protección frente al yodo radiactivo llevan cantidades que pueden contener entre 60 y 150 miligramos de yoduro potásico, es decir, supera en más de 500-1000 veces la dosis recomendada diaria», precisan.

Por lo que, «en este momento, no tiene ningún sentido aumentar tomar dosis excesivas de yodo de manera indiscriminada para prevenir un hipotético accidente nuclear o nube con material radiactivo» y, si llegara ese momento, «se deberán seguir las indicaciones de la autoridad sanitaria competente».

Ingerir este elemento en exceso puede acarrear riesgos para la salud como una producción excesiva de hormonas tiroideas (tirotoxicosis) o incluso hipotiroidismo, por lo que «de ningún modo se pueden ingerir estos productos sin una indicación expresa de las autoridades de Salud».

Además, hay que tener presente que las dosis elevadas de yoduro potásico, cuando hay riesgo de contacto con yodo radiactivo, solo minimiza el riesgo de padecer cáncer de tiroides, no de los otros efectos que pueda ocasionar la radiactividad.

No ocurre lo mismo, aclaran, con el yodo 131 que se utiliza como tratamiento de algunas enfermedades de la tiroides; en este caso no es perjudicial tomarlo porque las dosis que se utilizan en ámbito hospitalario están controladas por especialistas.

El yodo, explican los endocrinólogos, es un elemento fundamental para el funcionamiento de la glándula que, de manera natural, lo capta para poder sintetizar sus hormonas; si su reserva está completa, la glándula captará mucho menos y el que sobra lo eliminará por la orina, pero si están vacíos o no bien repletos, tendrá más avidez por hacerse con él.

Para garantizar que los depósitos están repletos, lo más importante es que la ingesta de yodo sea la adecuada: las necesidades diarias están alrededor de 150 microgramos en población adulta, 90-120 microgramos en población infantil y 250 microgramos en mujeres gestantes o que mantienen lactancia.

Y, para cubrirlas, basta con tomar alimentos ricos en yodo de modo habitual, como la sal yodada o los lácteos; en el caso de las mujeres embarazadas, hay una mayor necesidad, por lo que en la mayoría de los casos se recomienda que tomen como suplementos comprimidos de yoduro potásico en unas cantidades ajustadas que habitualmente contienen entre 100 y 200 microgramos.

Rumanía redobla producción de yoduro potásico

El ministro de Sanidad de Rumanía, Alexandru Rafila, anunció hace una semana que la empresa rumana Compañía Antibióticos Iasi (CAI) ya ha comenzado a aumentar su producción de yoduro de potasio en 2,5 millones de pastillas cada 48 horas.

«La CAI fabricará grandes cantidades a un ritmo de 2,5 millones de pastillas cada dos días», declaró el ministro. El anuncio se produjo después del miedo por el ataque de militares rusos a la mayor central nuclear de Europa y a que se disparase la demanda de esta sustancia en todo el continente.

El pasado 4 de marzo tropas rusas tomaron la central nuclear ucraniana de Zaporiyia, la más grande de Europa, después de abrir fuego en las inmediaciones de la planta. El ataque no afectó a los reactores nucleares, pero desató una ola internacional de condenas y preocupación ante la posibilidad de que hubiera producido un desastre nuclear.

Rafila recordó que el yoduro de potasio «no se toma de forma preventiva» y confió en que no sea necesario consumirlo nunca.

Rumanía es parte de la OTAN desde 2004 y comparte con Ucrania una frontera de más de 600 kilómetros.