¿Cómo sé si me harán la autopsia tras morir? «Es la última cosa que podemos hacer como médicos por el paciente, estudiar por qué ha muerto»

Lois Balado Tomé
Lois Balado LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp de Rembrandt, una muestra de lo importante que ha sido el estudio de los cadáveres en la historia de la medicina.
La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp de Rembrandt, una muestra de lo importante que ha sido el estudio de los cadáveres en la historia de la medicina. La Voz de la Salud

Pese a que se establece un margen de calidad del 10 %, en la actualidad menos del 1 % de los fallecidos clínicos se someten al procedimiento

01 jul 2022 . Actualizado a las 12:08 h.

Si usted tiene la mala suerte de morir envenenado por su peor enemigo, su cuerpo será sometido a una autopsia para determinar la causa exacta de su fallecimiento. El supuesto es deliberadamente rebuscado. En España, según marca la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la autopsia judicial es obligatoria en todas las muertes violentas o sospechosas de criminalidad. Pero, afortunadamente, lo normal no es morir a consecuencia de un ajuste de cuentas o en medio de un tiroteo entre dos bandas criminales, sino por algún proceso biológico. Ya sea en el hospital, en nuestra casa o paseando al perro. Y una vez muertos, ¿quién decide si debemos ser sometidos o no a una autopsia? ¿Nunca se ha preguntado si estudiarán su cuerpo al fallecer?

Las autopsias clínicas —todas aquellas derivadas de muertes no judicializadas— son un quehacer rutinario en los hospitales. El procedimiento lo lleva a cabo un médico, en concreto un patólogo, que reparte su jornada laboral entre el estudio de pruebas de biopsia y autopsias. Lo explica con mayor corrección y concreción Rafael Sánchez Sánchez, especialista en anatomía patológica en el Hospital Reina Sofía de Córdoba y responsable de las autopsias de adultos de este centro: «Un patólogo es un médico especialista en anatomía patológica que se encarga del estudio histológico de los tejidos. Ya sea de patología benigna o de patología maligna. También del estudio autópsico de aquellos fallecidos con una sospecha de muerte clínica no evidenciada por las pruebas que se le realizaron con anterioridad a la muerte». Su trabajo (y el del resto de patólogos de España) es determinar la causa de la muerte de aquellas personas que mueren en el hospital por una causa clínica. De las autopsias judiciales se encargarán los médicos forenses

En la actualidad, solo entre a un 0,5 y un 1% de los pacientes se le realiza la autopsia clínica tras fallecer. Un porcentaje realmente bajo y lejos de los estándares que marcan las asociaciones de especialistas. «Siempre ha habido un criterio de calidad establecido por el colegio de patólogos que dice que debería solicitarse la autopsia a, aproximadamente, el 10 % de los fallecidos en un hospital», explica Rafael Sánchez. Pero, ¿por qué se realizan tan pocas autopsias en los hospitales desde hace algunos años? ¿Quién pide que a una persona le hagan una autopsia?

La autopsia es un derecho que todos tenemos como pacientes

La autopsia es un derecho que tenemos como pacientes y que siempre podremos solicitar que se nos realice tras el fallecimiento. También nuestro médico puede solicitar permiso a los familiares si alberga dudas sobre la causa de la muerte. 

«La autopsia es un derecho del paciente, siempre se puede solicitar estudio de autopsia. En el caso de que sea el clínico el que la pide, se tiene que hablar con la familia y firmar una autorización, un consentimiento informado. Una vez hecho esto, el clínico se pone en contacto con anatomía patológica y el proceso se pone en marcha. En el caso de que sea el paciente —su familia—, bien porque se quiere saber por qué se ha muerto o porque la explicación del médico no ha quedado lo suficientemente clara, se solicita la petición al clínico, que está obligado a tramitarla», explica Sánchez.

Sin embargo, es cada vez más infrecuente que un fallecimiento finalice en autopsia. Lo expone con cierta inquietud el patólogo del hospital cordobés. «Muchas veces, cuando la petición de autopsia parte de la familia del paciente, es porque hay detrás un descontento al considerar que no les han explicado bien lo qué ha pasado. No obstante, la mayoría de las autopsias suelen ser solicitadas por el clínico. Es él quien tiene toda la información de la historia de los pacientes y detectará si hay algo que no cuadra. El clínico es el mayor peticionario de autopsias», explica. Argumenta Rafael que el descenso de solicitudes se debe al gran desarrollo que han experimentado las pruebas de imagen, que, sin embargo, no deberían hacer desaparecer algunos procedimientos clave: «Antiguamente había mucha tradición, pero con la aparición de las pruebas diagnósticas ha ido a menos. Pero cuando hay un conflicto en un paciente en el que no se esperaba su muerte, como muchos trasplantados de larga evolución que iban bien, es importantísimo y fundamental la autopsia».

¿Es recomendable que se le realice la autopsia a un fallecido?

Es evidente que las autopsias han sido fundamentales para el conocimiento del cuerpo humano y el desarrollo de los atlas anatómicos a lo largo de los siglos —¿recuerdan el cuadro de Rembrandt?—. ¿Cómo podía saber si no un médico del renacimiento dónde estaban ubicados los riñones, el hígado o el páncreas? —la otra opción, bastante más desagradable, consistía en abrir a los pacientes vivos—. Pero que ahora podamos ver a través de la piel gracias a rayos X o sistemas electromagnéticos no implica que las autopsias hayan perdido su sentido. «La autopsia sigue siendo clave. El diagnóstico por imagen es un diagnóstico de sospecha. Se ve algo en un TAC o una resonancia y luego hay que confirmarlo con un estudio de biopsia para confirmar qué patología hay y, aunque fallezca el paciente, habrá que confirmar que se ha muerto de eso», explica Rafael Sánchez que, ante la pregunta de si recomendaría ejercer el derecho de todo paciente de pedir la autopsia, es tajante: «Por supuesto». 

Lo habitual es que las personas no fallezcamos por una única causa, sino por varias que se suman. «Una de ellas solo es la gota que colma el vaso». Un ejemplo práctico. Imaginemos a un paciente trasplantado pulmonar que ha tenido dos rechazos agudos, pero que con el tratamiento había mejorado. Además, se le ha trasplantado un solo pulmón, con lo cual conserva el pulmón nativo, que está también enfermo. También está inmunodeprimido por la medicación. La suma de todos esos factores produce que esta persona sufra una infección respiratoria que supone un requerimiento muy importante para el corazón; el corazón fracasa y tiene un infarto. Muere de infarto, pero ¿por qué? ¿Por una infección respiratoria? ¿Porque ha tenido dos rechazos? ¿Por estar inmunodeprimido? Una autopsia ayudará a despejar estas incógnitas.

«Cuando hay dudas de por qué se ha muerto un familiar, la autopsia es el gold standard —lo que en España se conoce como la prueba del algodón— para saber la causa. Una persona con metástasis, con un cáncer terminal, evidentemente se muere por un cáncer terminal. ¿Pero se muere por un infarto? ¿Porque la metástasis le ha producido un infarto cerebral? ¿Por un tromboembolismo pulmonar? A lo mejor, gracias a una autopsia, podríamos saber qué tipo de metástasis provocan un tromboembolismo pulmonar y qué tipo de metástasis causan un infarto. Podríamos prevenir esas lesiones. Además hay muchos fármacos nuevos, algunos de ellos muy caros para enfermedades como el cáncer, pero que no sabemos qué lesiones pueden generar en los tejidos después de muertos los pacientes», apunta.

En qué consiste una autopsia: conservación del cuerpo, técnica, tiempo y resultados

Cuando se ha recibido la autorización, comienza el procedimiento autópsico que consistirá en un estudio histiopatológico —macroscópico y microscópico— de, en principio, absolutamente todos los tejidos de la anatomía del cuerpo humano. Desde la piel al cerebro, pasando por el corazón, de todos los órganos se extraerá una muestra. «El patólogo siempre intentará hacer una autopsia dirigida, aunque se estudien todos los tejidos. Nosotros tenemos acceso a la historia clínica, por lo que siempre habrá unos tejidos que se estudian más profundamente que otros porque sobre los que no se sospecha una patología. Si no se sospecha de que haya una patología de piel, sacaremos un tejido, pero no centramos el estudio ahí. Por el contrario, si el paciente ha tenido un infarto, generalmente hacemos un estudio de todos los órganos pero lo fundamentados mucho en el corazón y los pulmones. Pero debemos extraer tejido de todos los órganos porque siempre nos podemos encontrar algo insospechado. Es posible que alguien muera de un infarto, pero encontremos una metástasis cerebral no conocida», comenta el patólogo andaluz. 

Una de las principales reticencias a la hora de permitir que se le practique el cadáver a un familiar es el daño que pueda provocar en el cuerpo. Generalmente, los patólogos realizan dos incisiones: una en el tórax en forma de T para poder acceder a los órganos toracoabdominales y una en la parte posterior del cuello para la extracción del cerebro. La operación durará de media entre tres y cuatro horas. 

«El cerebro se extrae y se introduce en un líquido de fijación, que es formol —que impedirá su proceso natural de descomposición—, para poder luego hacer cortes histológicos. Pero necesitamos fijar los tejidos previamente. Hay unos tiempos, deben permanecer en formol hasta un máximo de 21 días, que es el plazo que necesita el tejido cerebral para estar fijado. Y no se podrá manipular para estudio histológico convencional hasta pasados esos 21 días», explica Rafael. Debido a esto, lo normal es que los resultados definitivos del informe de la autopsia de un adulto se demoren entre uno y dos meses. «Cuando ha pasado un tiempo prudencial —que suele ser unos tres meses—, esos tejidos se incineran y los bloques, el fragmento que hemos estudiado, permanece indefinidamente preservado». Generalmente, si el cuerpo está tumbado, la incisión en la parte posterior del cuello, no se verá.

No obstante, hay procedimientos que pueden deteriorar el aspecto físico del cuerpo y para los que será necesario obtener una autorización especial que explique a la familia que el aspecto de la persona puede ser deformado. «Si es un paciente que ha fallecido como consecuencia de un tumor ocular, debemos extraerlo para analizarlo y ver si se ha infiltrado en el hueso, pero los patólogos operamos desde dentro. Abrimos el cráneo y retiramos el cerebro para incidir en el globo ocular desde dentro. Con lo cual, a pesar de la deformidad, no se verá tanto porque el párpado no lo tocamos. También solemos poner algo que simule el globo ocular y la deformación sea mínima».

Los resultados ideales de una autopsia se obtendrán cuanto más rápido se inicie el procedimiento ya que las técnicas de estudio con tejidos frescos siempre aportan mejores resultados. No obstante, se realizan autopsias dos horas después del fallecimiento, 24 y hasta 48 horas si la persona fallece durante el fin de semana y el hospital no cuenta con patólogos de guardia. «Hemos tenido algún caso durante el covid que se nos ha remitido por vía judicial ocho días después del fallecimiento. Cuanto más tiempo pasa, más se dificulta el estudio histólogico. Hay tejidos que, aunque los conserves en frío, pierden las cualidades de mantener su estructura. Los tejidos se pudren, se necrosan, lo que nosotros llamamos autolisis. Ves la estructura del tejido, pero no te permite ver lesiones específicas», explica el especialista.

¿La autopsia siempre revelará la causa de la muerte?

En algunos casos, la autopsia no garantiza conocer el motivo de un fallecimiento. A este pequeño porcentaje de intervenciones se las conoce como «autopsias blancas». «Existe un porcentaje muy pequeño de casos en los que no podemos determinar la causa de muerte. Por ejemplo, cuando alteraciones electrolíticas del organismo provocan un infarto hiperagudo. No lo vemos, ni microscópica ni macroscópicamente porque ha sido una alteración de fluidos. Pero son muy pocos casos, porque cada vez tenemos técnicas más modernas y porque, como cada vez estamos más sensibilizados, vemos muestras de líquidos que nos permitan seguir estudiando en esa línea», asegura Rafael Sánchez.

Por precaución, no siempre se puede hacer una autopsia

Rafael Sánchez es además experto en autopsias de alto riesgo. Se les da este calificativo a aquellas muertes producidas por covid y la enfermedad de las vacas locas y es el máximo nivel de peligro por el que se permite realizar un estudio autópsico. Existen cuatro niveles de riesgo determinados por la peligrosidad de los gérmenes que causan la muerte (1, 2, 3 y 4). «La de alto riesgo son de tipo 3, porque en las de tipo 4 ya no se pueden hacer autopsias. Entran en esta escala el ébola y fiebres hemorrágicas».

Aunque resulte sorprendente, en España sigue falleciendo gente a consecuencia de la enfermedad de las vacas locas. «Hacemos cinco o seis autopsias al año», asegura. Y lanza un mensaje: «Hay un problema, porque somos muy pocos los patólogos que hacemos la extracción cerebral en España. Hay dificultades cuando alguien muere por enfermedad de vacas locas o hay sospecha de una patología cerebral, porque no hay patólogos que lo hagan. Y es un derecho del paciente. Es fundamental que ellos lo sepan».

El último servicio al paciente

El proceso de una autopsia nunca es un trago agradable. Además, en casos de muertes inesperadas, es común que los familiares, sumidos en un proceso de negación y desencanto con sus médicos, vean con reticencia el procedimiento. «Siempre hay una barrera cuando explicas lo qué vas a hacer y por qué lo estás haciendo. Lo que hace el patólogo es un trabajo que tiene que hacer alguien. Es la última cosa que podemos hacer como médicos por el paciente, estudiar por qué se ha muerto. No lo hemos podido salvar, pero sí podemos intentar averiguar por qué ha fallecido», dice Sánchez. Aunque dura, la decisión de someterse a una autopsia puede aportar datos útiles para la familia y la sociedad en general: «Es información que queda para la familia y para los descendientes».

Resume Rafael que se trata de un trabajo necesario, por mucho que existan casos a los que sea imposible habituarse. «Casi todas las autopsias tienen algo que te sorprende, pero las más impactantes, las que te dejan más marcado, son las autopsias pediátricas», dice. Él lleva muchos años dedicándose a la patología y, de cara al futuro, tiene diagnosticados los problemas a resolver en su especialidad. «Hay hospitales que tienen servicio de autopsias 24 horas al día, 365 días al año. Pero hay otros que solo tienen disponibilidad de lunes a viernes en jornada laboral, por lo que si un paciente muere el viernes, no se le hace la autopsia hasta el lunes. Ya nos gustaría a los patólogos que esto cambiase, pero los gestores son los que tienen que impulsar que si a una persona se le muere un familiar el viernes, se le pueda hacer la autopsia el sábado y no tener que esperar 3 días en una cámara frigorífica porque no hay personal. Es una cosa que hay que solucionar», zanja.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
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A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.