Entiende el colesterol: ¿Qué es y cuándo es preocupante?

ENFERMEDADES

El colesterol se considera preocupante cuando el total supera los 240 miligramos por decilitro de sangre.
El colesterol se considera preocupante cuando el total supera los 240 miligramos por decilitro de sangre. La Voz de la Salud | iStock

Se considera elevado cuando los niveles en sangre sobrepasan los 200 miligramos por decilitro | Esta sustancia no es igual de alarmante entre embarazadas, pues los valores se pueden incrementar entre un 30 y 50 %

13 oct 2022 . Actualizado a las 11:24 h.

Según la Fundación Española del Corazón, el colesterol es una de las sustancias grasas más importantes que se encuentran en el cuerpo. Es fundamental para la vida, o dicho de otra forma, es imprescindible para el normal funcionamiento del organismo. Además, ayuda a dar el estirón: «Su utilidad se incrementa en época de crecimiento. Por ello, los valores de colesterol en niños (hasta los 12 años) tienden a ser bajos, porque producen mucha cantidad con una finalidad», explica el doctor Carlos Macaya, presidente de la Fundación Española del Corazón (FEC) y cardiólogo de profesión. Si bien la mayor parte de esta molécula se produce en el hígado, no se debe descuidar su obtención a través de algunos alimentos. Para bien y para mal. De ahí la importancia de unos hábitos de vida saludables. 

Esta molécula esencial participa en la formación de membranas celulares, interviene en la creación de ácidos biliares (vitales en la digestión de las grasas), y además, actúa como materia prima en la síntesis de hormonas sexuales y tiroideas. Para ponerle la guinda al pastel, el colesterol también se transforma en vitamina D gracias a los rayos solares. Cuando esta molécula lípida circula por el torrente sanguíneo e interactúa con la luz solar, se altera y forma una nueva molécula denominada colecalciferol o vitamina D3. Así, este lípido en sangre se vuelve clave para defender la piel ante la acción de agentes químicos y evitar la deshidratación. 

El tipo de colesterol, según qué lo transporte

El colesterol de por sí «es necesario», indica el doctor Macaya. Su efecto, y por tanto, el daño o beneficio sobre la salud dependerá del tipo de lipoproteínas a las que se una para circular por la sangre. Precisamente, estas lipoproteínas (complejos macromoleculares formados por proteínas y lípidos) son fundamentales para transportar una sustancia cerosa como el colesterol, que se considera hidrofóbica por lo que no se lleva bien con el agua. «El colesterol en sí es el mismo, por ello deberíamos hablar de si es bueno o malo cuando se vincula a una de estas macromoléculas», explica el cardiólogo. 

Existen dos tipos de lipoproteínas. Su nombre resultará familiar pues son las que figuran en los análisis rutinarios. 

  • De baja densidad (LDL): Transporta el nuevo colesterol desde el hígado a todas las células del organismo. Da lugar al conocido colesterol malo. «Se dice que son de baja densidad porque flotan al circular por el torrente sanguíneo. Así, penetran en las células, se oxidan y producen un efecto inflamatorio en la pared del vaso. De ahí, que cuantas más tengas, más entrarán y taponarán esa arteria», señala el presidente de la FEC. 
  • De alta densidad (HDL): Recoge el colesterol no utilizado, lo conduce de nuevo al hígado, para que este lo almacene o lo elimine al exterior a través de la bilis. Por ello, se considera el colesterol bueno. «Al ser de alta densidad, pesa más y en lugar de penetrar en las células, saca las lipoproteínas de colesterol malo», detalla el experto. 

Para una mejor compresión, una metáfora. Se debe pensar en las arterias como un árbol con ramas. Estarán las ramas más grandes (vasos de conductancia) y las más pequeñas (vasos de resistencia o arterias de resistencia). «Las grandes son las que se enferman. Cuando una sustancia “tóxica” como el colesterol u otras presentes en menores cantidades (nicotina) circulan por la sangre y penetran en las células, producen una inflamación. Después, estas se enferman y derivan en una hinchazón», detalla el doctor Macaya.

Para reparar este proceso inflamatorio en los vasos conductores, acuden las células blancas que producen una fibrosis alrededor de la célula espumosa (con lípidos), «que a su vez se hinchan, rompen y dan lugar a dicha inflamación (taponamiento). Así, se va produciendo una placa de ateroma y se forma la aterosclerosis» añade el cardiólogo. 

¿Por qué el LDL es el malo y el HDL, el bueno?

En el primer caso, el colesterol se une a la partícula LDL y se almacena en la pared de las arterias. De ahí, que se considere el colesterol malo. En cambio, el segundo de ellos transporta el exceso de colesterol hacia el hígado o tubo digestivo para que sea eliminado. 

En las analíticas, también figurará el tipo No-HDL (resultado de la resta entre el colesterol total y el bueno más otro tipos de lipoproteína de muy baja densidad), y los triglicéridos, un tipo de grasa que aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca, especialmente en mujeres. Los triglicéridos funcionan como un problema extra. Obligan al cuerpo a producir más partículas de LDL-P, ya que forman parte de ellas. Así que, si reduces la cantidad de triglicéridos en sangre, tendrás menos partículas LDL-P que los transporten, minimizando el riesgo. «Puede causar hipertrigliceridemia o una pancreatitis, porque lo que hace es espesar el suero lechoso de la sangre», indica el doctor Macaya. 

¿Qué ocurre si una persona tiene el colesterol elevado?

Si los niveles en sangre de colesterol se elevan por encima de los valores recomendados se producirá una hipercolesterolemia. En cambio, cuando las células no logran absorber todo el colesterol que circula por el torrente sanguíneo, el restante se acumulará fundamentalmente en las paredes de las arterias, contribuyendo a su progresivo estrechamiento y dando lugar a la arteriosclerosis. Dicha acumulación se producirá, sobre todo, en las arterias coronarias, las que riegan los miembros inferiores, e incluso las que alimentan el cerebro. Su crecimiento gradual acabará produciendo la aterosclerosis, una enfermedad degenerativa cuyo primer paso es el almacenamiento de colesterol. 

El síntoma más común, sobre todo del depósito de colesterol en las arterias coronarias, es el pinchazo agudo en el pecho al realizar un esfuerzo físico. Aunque esta sea la manera más habitual en la que se produce, no es la única. En ocasiones también podrá darse cuando la persona esté en reposo. En el otro lado de la balanza, si la obstrucción de arterias es completa podría derivar, incluso, en un infarto agudo de miocardio. Y, si las placas se forman en las paredes de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro, su resultado podrá ser un accidente cerebrovascular

La hipercolesterolemia, una enfermedad silenciosa

Un exceso de colesterol en sangre, o lo que es lo mismo, una hipercolesterolemia, no traerá síntomas asociados o señales físicas. A su vez, su origen puede deberse a diversas causas, algunas de ellas relacionadas con los hábitos de vida como la dieta, el ejercicio o el consumo de tabaco. En cuanto a su diagnóstico, la única forma de concretarlo será mediante un análisis de sangre que saque a la luz los niveles de colesterol y de triglicéridos. 

Entender una analítica de colesterol

Esta molécula se mide en miligramos por decilitro de sangre. En su lectura sobre el papel, los valores de colesterol (bueno y malo) se buscan en sentidos contrarios. ¿La razón? Cuanto más bajo el malo y más alto el bueno, mejor. Las anomalías en los niveles que reflejan las analíticas pueden deberse a causas genéticas (con carácter familiar hereditario), y a causas secundarias (hábitos de vida y otras enfermedades).

Precisamente, la hipercolesterolemia familiar se expresa desde el nacimiento de una persona y «cursa con un aumento en las concentraciones plasmáticas de colesterol, principalmente, del transportado por las lipoproteínas de baja densidad», señala la Fundación Hipercolesterolemia Familiar, que añade: «En España se calcula que unas 100.000 personas la presentan». En cuanto su tratamiento, la entidad indica que la mayoría de pacientes requiere el consumo de fármacos, «puesto que necesitan reducciones de colesterol de al menos un 40 o 50 %». También incide en las medidas higiénico dietéticas, «como la supresión del tabaco, el control del peso corporal y el hábito de una dieta mediterránea», concluye. 

Chequeos de colesterol según edades

Aquí se deben diferenciar dos etapas en la vida. Durante el crecimiento, cuando la producción de colesterol es mayor, y una etapa adulta, en la que es preciso llevar un mayor control de sus valores. «Conviene hacerse una analítica de vez en cuando. Por ejemplo, la asiduidad de los chequeos laborales anuales es una buena referencia», dice el cardiólogo. Aunque esta frecuencia podrá variar si el paciente tiene factores de riesgo: antecedentes familiares de enfermedad coronaria, hipertensión, diabetes o es fumador.  

No obstante, para no recibir el aviso de una hipercolesterolemia será conveniente poner en marcha los dos «pilares básicos de la prevención»: «Una dieta cardiosaludable y la práctica regular de actividad física», detalla el doctor. Sobre la primera indica que esta debe ser equilibrada en base a dos aspectos: «Un aporte ajustado de calorías y una ingesta variada y equilibrada de hidratos de carbono, grasas y proteínas». Para ello, dibuja una pirámide de importancia: «En el primer piso deberían estar las verduras, las hortalizas, las frutas y las legumbres con un consumo diario. También los frutos secos, que a pesar de su alto aporte calórico tienen muchos minerales o ácidos grasos como el omega-3 o el omega-6».

Después, sería el turno para los lácteos, «que dependiendo del objetivo de la persona se podrán consumir enteros, semidesnatados o desnatados con un buen aporte de calcio y vitaminas». A continuación, en el siguiente eslabón los procedentes del mar: «El pescado azul, por su aporte de ácidos grasos buenos, y el pescado blanco, porque no tiene prácticamente grasa». En cuanto a las carnes, plantea una diferencia entre la carne blanca (como el conejo, pollo o pavo) cuyo consumo puede ser habitual, y la carne roja (cerdo, vacuno o cordero), «que debería aparecer en la dieta de forma moderada».

Lo mismo para los quesos, «que si son frescos se consideran más saludables que uno curado». Y por último, el alimento de la controversia: el huevo. Según el doctor, «se ha descubierto que no es tan perjudicial para el colesterol como se creía, pero aconsejo que se tome de dos a tres veces por semana». Otros profesionales difieren de esta recomendación y elevan su ingesta semanal. 

El colesterol durante el embarazo

La producción de colesterol aumenta durante el embarazo porque, junto al ácido graso DHA, es imprescindible para el desarrollo del cerebro del bebé. Es más, tal es la importancia de está molécula lipídica, que forma parte de la composición de la leche materna. Así, los valores en sangre de la madre empiezan a elevarse hasta superar los 200 miligramos por decilitro, para después reducirse una vez haya dado a luz. Pero, ¿por qué se produce este incremento?

El embarazo exige de por sí un aumento de lípidos. De esta forma, el cuerpo de la mujer obtiene una fuente de energía capaz de alimentar su metabolismo basal, y el crecimiento del feto. Es un proceso fisiológico y se debe, en gran medida, a variaciones hormonales. De ahí que la producción de colesterol aumente hasta un 43 %, y a partir del segundo y tercer trimestre se sitúe en valores que ronden los 250 miligramos por decilitro. 

Al igual que el colesterol es importante para el correcto funcionamiento de un cuerpo adulto, también resulta imprescindible para el desarrollo del bebé. Participa en la producción de las hormonas esteroides (andrógenos, estrógenos, progestágenos, glucocorticoides y mineralocorticoides), forma parte de todas las células del cuerpo, está involucrado en la creación de membranas celulares, vitamina D y ácidos biliares. Además, es necesario en las funciones neurológicas y en la formación de recuerdos. 

El aumento de los valores del colesterol en sangre comienza a hacerse visible a partir del segundo trimestre. Puede que en la analítica estos se sitúen en los 250 miligramos por decilitro de sangre (aproximadamente), y no sea motivo de preocupación o riesgo. No existe una cifra de aumento fija, sino que depende de cada mujer. Así, el incremento puede oscilar entre un 30 y 50 % más durante la gestación. En lo que respecta a los valores, estos pueden evolucionar desde los 150 mg/dl durante las primeras semanas, hasta los 300 en las últimas. 

¿Cuándo supone un peligro?

Si bien dentro de los niveles especificados, el colesterol es un proceso natural, excederse o por el contrario, no producir suficiente podría derivar en riesgos para el feto. Más allá de 300 mg/ dl puede causar un parto prematuro, alteraciones en la placenta, aterosclerosis en el bebe, preeclampsia si se une a la tensión arterial alta o lesiones en los vasos sanguíneos del feto. En el otro lado de la balanza, tener el colesterol bajo puede dar lugar a infrapeso en el bebé o problemas de desarrollo y aprendizaje. De ahí, que las grasas en la dieta de una embarazada nunca deban reducirse (consulta cómo debe comer una mujer a la espera de un bebé). 

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.