El tabú de la incontinencia urinaria entre los hombres: causas y tratamiento

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

La incontinencia urinaria tiene una mayor prevalencia entre mujeres, aunque los varones también se ven afectados.
La incontinencia urinaria tiene una mayor prevalencia entre mujeres, aunque los varones también se ven afectados. La Voz de la Salud | iStock

Afecta a uno de cada cuatro varones mayores de 40 años en España, que tienden a esconderla por vergüenza.

22 dic 2022 . Actualizado a las 19:04 h.

Pérdidas de orina, también llamada incontinencia urinaria, parece un mal del futuro para los menores de 40 años. Más si cabe, cuando eres un hombre. Nada podría estar más lejos de la realidad. La incontinencia urinaria no solo tiene nombre femenino, ya que también afecta a la población masculina. Eso sí, con menor prevalencia. Es de tal importancia, que el 14 de marzo se celebra el Día Internacional de la Incontinencia Urinaria. 

Un trastorno del que se sospecha que lo sufren más de 6,5 millones de personas en España. Números que superan a los de otras patologías como la osteoporosis. «Uno de cada cuatro hombres a partir de los 40 años muestra incontinencia urinaria o algún resquicio», detalla Carlos Lorenzo, enfermero y consultor clínico en cuidados de este trastorno, quien precisa que el índice en mujeres es mayor: «En torno al 24 %». 

Un porcentaje que se va equilibrando con el paso de las décadas: «La asiduidad de la incontinencia depende de los grupos de edad. Hasta los 65 es más común en las mujeres, pero a partir de este momento, sus estadísticas se igualan con las de los hombres», señala el doctor José Luis Álvarez-Ossorio, presidente de la Asociación Española de Urología y jefe de servicio en el Hospital Puerta del Mar (Cádiz). 

Esta condición trae problemas acarreados por diferencia de sexo más allá de los anatómicos. Los hombres sienten más vergüenza: «En general, hacerse pis es una conducta inaceptable desde que somos pequeños, por lo que la pérdida de orina ya comienza siendo un tabú. A mayores, todo lo relacionado con el aparato genito-urinario se tiende a esconder», destaca Lorenzo. Por el contrario, las mujeres tienen en cuenta su salud ginecológica desde que son adolescentes «y pasan a la adultez realizando consultas con el especialista de manera rutinaria. No ocurre lo mismo entre los varones», detalla. Lo que provoca que se suela detectar el problema en un estado avanzado

No solo esto, pues un problema físico como es la incontinencia puede derivar en un problema mental: «Es curioso pero hay mas estigma entre las mujeres, que siempre lo han considerado “normal” y algo secreto, que entre los hombres que, generalmente, lo llevan mucho peor, y sienten un mayor deterioro de su calidad de vida», detalla el jefe de servicio del hospital gaditano. Por ello: «Los varones reclaman mas atención sobre su problema y son más exigentes en cuanto a los resultados de los tratamientos».

El doctor considera que «vivimos en una época, en la que toda alteración de la salud se ve como algo vergonzoso», hecho que se agrava con alteraciones como la incontinencia: «En el caso de las pérdidas urinarias, añadimos el sentimiento de no poder relacionarnos con los demás si tenemos este problema, por el olor y la vergüenza de llevar absorbentes», explica el experto, que va más allá:  «Estos pacientes pueden acabar aislados socialmente, provocando un alto absentismo laboral e incluso algunos acaban por padecer una depresión», manifiesta. 

Precisamente, al ser una condición silente de la que no se habla (y por tanto no se conoce) demasiado, provoca una falta de alarmismo entre la población que puede padecerla: «Pensamos que está infradiagnosticada porque se tiende a ocultar por vergüenza, sobre todo en el caso de los hombres», señala el enfermero y consultor clínico. Como consecuencia, el problema se hace más grande y el tratamiento no acaba de ser el adecuado. 

¿Qué se entiende por incontinencia urinaria?

La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina en un contexto en el que la persona no quiere proceder a la micción. La Asociación Española de Urología destaca que puede generar un alto impacto negativo en la calidad de vida de aquellos que la sufren. Además, la incontinencia abre la puerta a otro tipo de patologías: «Puede ser un síntoma de un problema mayor. Es más, la Organización Mundial de la Salud tan solo reconoce como enfermedad a la incontinencia de esfuerzo. El resto de tipos se consideran un síntoma de una patología», destaca Carlos Lorenzo.

Entre sus acompañantes pueden figurar una vejiga neurógena, una lesión derivada de la sección parcial del canal medular (tras un accidente), o como causa de una demencia «es decir, por un deterioro en el sistema neurológico, que es el que tiene control sobre el arco-reflejo de la micción». 

Si bien, suele ser un trastorno que aparece con la edad, esta no tiene que ser un condicionante. De ahí, la importancia de las revisiones masculinas: «Entre los 45 o 50 años hay que visitar a nuestro médico de cabecera o enfermero. Si existiese algún problema, ellos nos derivarían al urólogo para realizar un estudio urodinámico», recuerda Carlos Lorenzo. 

Tipos de incontinencia

Ahora que estás alerta y puede que te sientas identificado con la situación de no llegar a tiempo al baño, no debes normalizarla. Habrá contextos en los que este fenómeno pase desapercibido para el hombre. «Por su configuración anatómica, entre varones también suele aparecer la incontinencia postmiccional», detalla Lorenzo, que explica: «Su uretra es un poco más larga que la de las mujeres, y justo en la zona de salida, se sitúa la uretra bulbar. Esta es la encargada de retornar la orina a la vejiga después del corte de la micción, ya que siempre queda una porción restante». ¿Un ejemplo? Una manguera que, al cortar el flujo de agua, sigue goteando. «No obstante, si existe un problema en la uretra bulbar, cuando el hombre vuelva a su actividad cotidiana notará que la orina se sale», explica. Aunque este no es el único tipo de pérdida. 

Otra de las causas más frecuentes es de origen posquirúrgico, que puede desencadenar en incontinencia de esfuerzo: «Cuando hablamos de este tipo de incontinencia en el varón, siempre es producida tras algún tipo de cirugía, ya sea sobre la vejiga, uretra, hiperplasia benigna de próstata o por cáncer de próstata, siendo esta última intervención la que ocasiona la mayoría de esta clase. Es más, aproximadamente el 10 % de los hombres sometidos a cirugía sobre el cáncer de próstata padecerán una incontinencia urinaria de esfuerzo», advierte el doctor Álvarez-Ossorio. Aunque, esta clasificación se considere común en ambos sexos.  

En suma a lo anterior, los expertos también destacan la incontinencia de urgencia, causada por una vejiga hiperactiva que aumenta sus contracciones y provoca que el esfínter sea incapaz de retener con fuerza la orina; la incontinencia mixta, mezcla entre la de urgencia y de esfuerzo, y finalmente, la pérdida de orina funcional, en la que existe una alteración psicológica o física de la persona (está inmovilizada) y no es permanente. 

Síntomas de la incontinencia

  • Las pérdidas de orina suelen aparecer cuando la persona realiza una actividad que aumenta la presión, situación que se agrava si la vejiga está llena. La incontinencia se podrá notar en los siguientes casos: 
  • Cuando toses o estornudas. 
  • Si levantas cosas pesadas. 
  • Al reírte. 
  • Cuando realizas una actividad física. 
  • Al mantener relaciones sexuales. 

Prevenir la incontinencia: desde comer saludable o practicar deporte, hasta no retrasar la micción y defecación

Como en todo, existen medidas de prevención que se sustentan en dos pilares básicos aptos para hombres y mujeres: seguir una alimentación saludable con el fin de evitar el sobrepeso y la obesidad (dos factores de riesgo) y la práctica de ejercicio regular. Eso sí, sin impacto.

El primero de los pasos para seguir el refrán de mejor prevenir que lamentar es mantener una actitud de contingencia: «No dejarse llevar por esa incontinencia incipiente que puede aparecer y mantener una actitud positiva y firme al respecto», explica el asesor clínico. El profesional de la salud también recomienda evitar alimentos o bebidas que puedan irritar el urotelio, «como la cafeína, el café y los refrescos de cola, el picante y el consumo de alcohol», señala. A todo esta larga lista, el presidente de la AEU añade: «Apartar el tabaquismo y poner en práctica la educación vesical. Además, cuando hablamos de la incontinencia postquirúrgica, la prevención debe empezar previamente a la cirugía, aprendiendo a realizar fisioterapia de la musculatura del suelo pélvico (los hombres también lo tienen), y continuando con la misma tras la intervención según le vaya indicando su urólogo», explica el experto.

En este sentido, el doctor Álvarez-Ossorio apoya la sanidad española: «La técnica quirúrgica mínimamente invasiva realizada por un cirujano experto, por supuesto, disminuye la incidencia de incontinencia. Afortunadamente en nuestro país tenemos grandes cirujanos urólogos y cada vez está más implementada la cirugía robótica por lo que la incidencia en nuestro país es muy reducida», tranquiliza el jefe de servicio del Hospital Puerta del Mar. 

Respecto a lo que sí deben hacer los varones, Carlos Lorenzo aconseja mantener una alta ingesta de líquidos, que oscile entre el 1,5 y los 2 litros de agua: «La gente con incontinencia tiende a pensar que si bebe menos, mejorará el problema. Pero en realidad, es un error porque se produce una reducción de la capacidad vesical, por lo que después con menos cantidad, se volverán a desarrollar otra vez los episodios». 

La actividad física también puede actuar como medicina o enfermedad: «Todo el deporte que incluya impacto tendrá relación con la incontinencia urinaria como ocurre con la carrera o el pádel, por ejemplo. También el levantamiento de mucho peso, como ocurre en el fisioculturismo», detalla Lorenzo. 

Entre las prácticas propias de la rutina, el experto aconseja no retrasar la micción ni la defecación: «No debemos retrasar el ir al baño cuando tenemos ganas de hacer pis, y hay que intentar hacer una deposición al día, ya que el estreñimiento también es una causa que empeora la incontinencia urinaria», comenta.

En resumen, los profesionales proponen una serie de medidas para retrasar (y prevenir) su aparición: 

  • Sigue una dieta equilibrada, como la mediterránea, para evitar el sobrepeso. Así, no aumentará la presión intraabdominal.
  • Evita el picante.
  • Aumenta la fibra para reducir el estreñimiento. 
  • No practiques deportes de alto impacto. 
  • Realiza ejercicios hipopresivos. 
  • No consumas diuréticos que produzcan la producción de orina
  • Limita el alcohol. 
  • Programa una rutina para evacuar el intestino y que se convierte en algo de todos los días. 

El suelo pélvico masculino, un gran desconocido

El suelo pélvico no solo es cosa de mujeres. Los hombres también lo tienen y es muy importante que lo fortalezcan. «La única diferencia entre ambos es que, en el caso de las mujeres, su suelo pélvico está atravesado por un orificio más. Aparte de la uretra y del canal rectal, se encuentra el vaginal». De ahí, que el suelo pélvico femenino sea «un poco más débil». En ambos casos, hace referencia a la zona baja de la pelvis y se trabaja con gimnasia hipopresiva, también conocida como ejercicios de Kegel. «Es importante trabajarlo porque lo que conseguimos es fortalecer esa estructura muscular. El suelo pélvico logra mantener todos los órganos abdominales en su justa posición anatómica. Normalmente, cuando no se ejercita, se arquea, y como consecuencia, tira de la uretra y provoca incontinencia de esfuerzo», detalla. Además, un suelo pélvico en forma conferirá mayor rigidez «para que no se produzca una pérdida de orina derivada de un esfuerzo abdominal». 

El tratamiento varía según el grado de afectación del trastorno

Un diagnóstico correcto y a tiempo es fundamental para que el especialista determine qué tipo de tratamiento tendrá que seguir. «Hoy en día existen muchas alternativas para que tenga solución, teniendo en cuenta que hay muchos pacientes que no piden ayuda o no saben cómo pedirla». Y a la pregunta, ¿la tiene? «Así es, en un porcentaje que oscila entre el 80 u 85 % de los casos sí. Suelen ser incontinencias de esfuerzo, por rebosamiento o de urgencia. No ocurre lo mismo si hay una afectación neurológica».

Los tratamientos variarán según el tipo de incontinencia y el grado que la persona presente. En algunos casos, se recurren a los farmacológicos, a la electroestimulación o a los esfínteres artificiales. También es posible que los profesionales opten por los tratamientos paliativos: «Pueden ser conductuales como una sonda, el colector de orina o una pinza de Cunningham o absorbentes, como la ropa interior de hombre y mujer», detalla, y concluye: «Esta podría estar rotulada en colores oscuros para que no se vea la mancha y no tenga impacto psicológico».

Y, si algo tiene claro el presidente de la AEU, es la importancia de la individualización: «En realidad el tratamiento empieza con un correcto diagnóstico. No todas las incontinencias son iguales ni están producidas por una misma causa. Por esto, saber que tipo es y barajar las expectativas y el estado de salud en nuestro paciente resulta fundamental», precisa el experto.

Por ello, asegura que el tratamiento más eficaz será el personalizado, y concluye: «En la actualidad, disponemos de múltiples procedimientos, tanto médicos como quirúrgicos, que solos o en combinación van ayudar a prácticamente todos los enfermos que la padecen», concluye el doctor José Luis Álvarez-Ossorio. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.