Disfunciones sexuales: cómo reencontrarse con el placer

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Las disfunciones sexuales se pueden superar con un cambio de perspectiva sobre nuestra vida sexual.
Las disfunciones sexuales se pueden superar con un cambio de perspectiva sobre nuestra vida sexual. La Voz de la Salud | iStock

Te explicamos cuándo buscar ayuda profesional y cómo acompañar si tu pareja es quien tiene dificultades

01 feb 2022 . Actualizado a las 13:43 h.

Desde que existe Internet, encontrar información sobre distintos temas se ha vuelto cada vez más simple. Pero no todo lo que podemos hallar es fiable, especialmente cuando se trata de temas como la sexualidad, que, hoy por hoy, sigue siendo en muchos sentidos tabú. Las barreras que impiden el acceso a información precisa y legítima sobre el sexo nos ponen en peligro de múltiples formas. No solo nos dejan expuestos a infecciones y embarazos no buscados, sino que hacen que sea difícil saber qué fuentes de ayuda son confiables cuando tenemos un problema. En esto, la sexología ofrece algunas pautas clave.

«En muy pocos lugares de España hay servicios de sexología clínica. Hay una parte de la población que, lamentablemente, tendría que recurrir a una atención privada. Luego, es posible no sepas que existe la posibilidad de asistir a asesoramiento y atención sexológica. Puede que lo evites, que intentes resolverlo por ti mismo. Vivimos en una cultura en la que es muy común encontrarse tips para muchas cosas. Pero en caso de encontrar una dificultad mayor que ya la pareja ha intentado resolver a través de sus propias herramientas, la recomendación sería ir a terapia sexológica», aconseja Norma Ageitos, sexóloga de la Asociación de Especialistas en Sexología (AES). «Buscamos información y a veces encontramos incluso en Internet técnicas que se utilizan en esos casos, pero no tenemos un conocimiento profesional e igual nuestra dificultad va en otro orden», advierte.

De qué hablamos cuando decimos «disfunciones sexuales»

La sexóloga Faith Harper, miembro del Colegio Internacional de Sexólogos Americanos (ACS), clasifica en su libro Unfuck your intimacy las disfunciones sexuales en cuatro tipos. En primer lugar, están los trastornos del deseo, que ocurren cuando no hallamos interés en actividades y prácticas sexuales. En segundo lugar, existen trastornos en la fase de excitación, entre los que se encuentran las dificultades en la erección del pene o la lubricación vaginal. En tercer lugar, hay trastornos en la fase del orgasmo, que ocurren cuando a una persona le cuesta alcanzarlo o cuando hay eyaculación precoz. Por último, Harper menciona los trastornos sexuales por dolor, entre los que son frecuentes la dispareunia (dolor genital durante el coito) y el vaginismo (una contracción involuntaria de los músculos perineales durante la penetración).

«En sexología, por lo que más nos consultan es por problemas en la función sexual. Es decir, disfunciones sexuales en hombres y mujeres. Para las mujeres, el mayor motivo de consulta suele ser una falta de libido o dificultades para tener deseo sexual. También son frecuentes los problemas para alcanzar el orgasmo, y el dolor en las relaciones sexuales. En el caso de los hombres, el primer motivo de consulta suele ser la disfunción eréctil, el segundo suele ser la eyaculación precoz y el resto de motivos suelen ser la eyaculación retardada o dolor en las relaciones sexuales», detalla Felipe Hurtado Murillo, sexólogo clínico y ex presidente de la Sociedad Española de Sexología.

Ante estos y otros problemas, Ageitos recomienda no sacar conclusiones apresuradas ni buscar compulsivamente un diagnóstico. Aunque podamos creer que esa será la solución, indagar a partir del síntoma puede ser contraproducente en ciertos casos. «Muchas veces, la persona se agarra a un síntoma y a partir de él busca información. Por ejemplo, no tengo erección. Busco "dificultad erectiva", encuentro disfunción sexual, y ya está. Tengo una etiqueta. Y muchas veces, el trabajo está en desmontar la etiqueta. Olvídate de ese diagnóstico que te has hecho y háblame un poco de qué te pasa, de cómo lo vives, cuándo lo notas, cómo lo afrontas. Igual has utilizado técnicas que son comunes pero que, sin ningún otro aprendizaje, no tienen mucho sentido», explica.

Causas

«Los problemas de disfunción pueden tener motivos diversos. Las disfunciones pueden tener causas físicas, psicológicas o combinadas. En las mujeres, la falta de deseo sexual la mayoría de las veces no tiene causas orgánicas. Los problemas suelen ser derivados de una insatisfacción en su vida sexual o en su relación de pareja que conduce a una falta de apetito sexual. Es decir, no tienen deseo, bien porque no tienen orgasmo, bien porque cuando llegan a las relaciones sexuales no se excitan adecuadamente, o bien porque tienen dolor. Entonces, la disfunción sería un efecto secundario de otro problema», explica Hurtado Murillo.

«Si hablamos de disfunción eréctil, por ejemplo, en hombres de mediana edad, a partir de los 40, suelen aumentar las causas orgánicas. Cuando hablamos de hombres jóvenes, suele haber causas psicológicas. Las causas orgánicas pueden ser bien derivadas de otras enfermedades como la hipertensión arterial, la diabetes, o temas de salud mental como depresión o ansiedad. También pueden deberse a efectos secundarios farmacológicos, como por ejemplo los antiandrógenos, que disminuyen la testosterona, provocando en muchos casos disfunción eréctil», dice el experto.

«Una causa orgánica puede a veces ser irreversible. Una diabetes puede producir una alteración en los nervios que inervan el pene y las arterias. En esos casos, debemos reconducir la sexualidad a una sexualidad sin erección y lograr que el coito no sea el objetivo», señala Hurtado Murillo.

Cambio de perspectiva

«A veces no hablamos tanto de disfunciones, que es un término más clínico. Preferimos hablar de dificultades. Son situaciones que se presentan en la pareja. De hecho, hay personas que presentan los síntomas de lo que podríamos considerar disfunciones, pero no les suponen un problema, porque su sexualidad se ha desarrollado de otra manera y tienen otros impulsos eróticos. Si desmonto la idea de que para disfrutar necesito un pene erecto o una vagina en la que penetren cosas, puede que ya no tenga un problema o que mi dificultad ya no sea la misma», señala Ageitos.

«Una forma clara de verlo es cuando hablamos de la que antes era conocida como impotencia masculina. En realidad, estamos hablando de un pene no erecto, o con una erección que va y viene. Desde lo simbólico ya suena fuerte decir "impotencia", implica que no puede. Pero tu visión de tí mismo como amante no tiene que depender de eso», observa Ageitos. En este sentido, los expertos recomiendan efectuar un cambio de perspectiva que nos permita alejarnos de la mentalidad del rendimiento, del desempeño, a la que estamos, generalmente, acostumbrados cuando pensamos en el sexo. Esta expectativa puede ser muy nociva si se tiene en cuenta que, como asegura Faith Harper, «en algún momento de nuestra vida, casi todos experimentaremos algún trastorno sexual».

¿Cómo se trabaja sobre esa expectativa de desempeño?

«Primero, hay que encontrarse con los propios deseos. Vivimos en una sociedad en la que se nos dice que hay que tener sexo porque hay que tener sexo. Y que esto se hace a través de la penetración de la vagina o todo lo que se le parezca. Estamos muy centrados en esto. Pero lo primero es ver qué deseos hay. Hay situaciones de parejas que se llegan a alejar del todo porque hay algo que no pueden realizar como antes y entonces dejan de hacer todo, a veces pensando que al otro le genera ansiedad el tema. No se le quiere pedir al otro algo que no puede dar, y se acaba desnutriendo la pareja completamente», dice Ageitos.

La sexóloga recomienda entonces «no solo centrarnos en resolver el problema, sino ampliar el campo de juego. Por regla general, si hay una dificultad, es alimentada por lo emocional. La mayoría de estas historias comienzan por uno o dos encuentros en los que no ha salido todo según las expectativas, y ya al tercero vamos con el miedo de que vaya a volver a pasar. A niveles fisiológicos, este miedo impide que los mecanismos que promueven y facilitan la excitación se activen».

Acompañar el proceso cuando la otra persona es quien tiene una disfunción

Cuando una persona atraviesa una situación de disfunción sexual, el comportamiento de la pareja frente al tema puede hacer una gran diferencia en cómo se viva esa experiencia. «Tenemos una mentalidad bastante individualista en cuanto a dificultades sexuales. Algunas dificultades se presentan indistintamente de la pareja o dependen más de mí. Pero siempre hay una otra parte. He oído a gente decir: "Tiene que ir ella a terapia porque ella es la que tiene poco deseo". Pero su poco deseo lo estás diagnosticando tú desde tu lugar. Estás hablando en términos de cantidad de deseo y no de que se active ese deseo, de cómo se activa, y de si tenéis activaciones compatibles o no», observa Ageitos.

«La gran apuesta en esas situaciones es entender esto. No somos yo, mi pareja y sus problemas, sino que somos una persona y yo, y nuestra relación. Y en esa relación estamos frente a ese obstáculo. Vamos a ver qué hacemos con este obstáculo. Si yo me desentiendo de algo que viene de la otra persona pero que repercute en el proyecto que tenemos, no tiene mucho sentido. A veces, lo hacemos desde la ignorancia, queriendo dar privacidad, pensando que si se manifiesta en su cuerpo es su asunto. Pero esto puede acabar por distanciarnos», advierte la sexóloga. ¿El consejo? «Intenten no patologizar, no diagnosticar. Acompañen. No es un problema de la otra persona, sino algo a lo que os enfrentáis como pareja», reitera.

Hurtado Murillo coincide en destacar la importancia de implicarse en la búsqueda de una solución, aun cuando el problema no venga de nuestro lado. «Si una persona tiene una disfunción y tiene una pareja que no colabora, que no participa en la terapia, pues difícil solución tiene. Porque muchas veces lo que se tiene es miedo a fallar o ansiedad anticipatoria, y una pareja poco comprensiva no ayuda con eso», explica.

Lo importante, como en toda cuestión de salud, es reconocer lo más pronto posible el problema o la dificultad, para no demorar el tratamiento. Muchas veces, puede ser clave el ser capaces de entender que se trata de una situación que podemos llevar a un profesional. En su consulta, Hurtado Murillo también atiende a personas que sufren efectos negativos de métodos anticonceptivos o a parejas con problemas de fertilidad que buscan un embarazo, como a quienes han perdido un embarazo o han decidido interrumpirlo. En general, en cuanto notamos una molestia, dificultad o insatisfacción, por el tema que sea, vale la pena abordarlo.

En definitiva, toda inquietud es válida cuando estamos en búsqueda de mejorar nuestra vida sexual. Una barrera muy frecuente que frena a las personas a la hora de buscar ayuda, señalan los expertos, es el hecho de considerar nuestra vida sexual como un asunto trivial, o creer que no existe tratamiento disponible para nuestro problema. Sobre todo en tiempos de pandemia, puede que no prioricemos este aspecto de nuestra salud. Sin embargo, la sexual es parte fundamental de nuestra vida. Siempre es preferible acudir a consulta a quedarse con la duda.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.