Laura de Paz, jefa de oncología del Chuf: «La idea de ''tengo un cáncer, ¿me voy a morir?" es lo primero que se les pasa por la cabeza»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Laura de Paz, jefa de Oncología en el Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol (CHUF).
Laura de Paz, jefa de Oncología en el Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol (CHUF). CESAR TOIMIL

La profesional recuerda que se trata de una enfermedad «asociada fundamentalmente a la edad. Ahora ganamos en supervivencia, lo que hace que los tumores tengan más tiempo para desarrollarse»

04 feb 2022 . Actualizado a las 09:50 h.

Laura de Paz es la jefa de sección de Oncología del Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol (CHUF). Carga con casi 30 años de experiencia a sus espaldas, en los que mezcla dosis de estudio y dosis de realidad a la par que responsabilidad. Dos premisas reinan en su consulta: «Siempre digo la verdad y nunca miro el reloj», señala. Recibe cada 4 de febrero con una enorme carga simbólica, es el Día Mundial contra el Cáncer, y este año lo aprovecha para reivindicar: «Siempre insisto en que la gente participe en los sistemas de diagnóstico precoz. Hay un porcentaje de mujeres, no desdeñable, que no acuden a la campaña de screening del cáncer de mama, o que cuando les llega la participación para el programa de screening para el de colon, no lo hacen. Hay que perder el miedo y usar el sistema sanitario y las posibilidades de diagnóstico a las que da acceso», precisa la doctora. 

—Usted ha sido una de las autoras de la guía Seis razones para hablar con tu oncólogo, ¿cómo de importante es la comunicación entre este especialista y su paciente?

—Tan importante como vital. El paciente es muy dependiente de su oncólogo por todas las situaciones vitales complejas que atravesará. En la medida que esa comunicación sea buena y fluida, será mejor para nosotros, pues estaremos más cómodos para manejar el caso, y sobre todo para el paciente, que se encontrará mejor atendido, conocido y controlado. 

—Una buena relación permite que la atención sea más precisa y personalizada en todos los sentidos. 

—Más precisa y más personal. Como jefa de servicios siempre he luchado porque los pacientes tengan un oncólogo asignado. Es más, tal y como está el mundo de la oncología, nadie puede saber de todo y por ello, cada uno de los miembros de nuestro servicio está más dedicado a un tipo de tumor. 

—Entiendo que tener un oncólogo de referencia puede facilitar el proceso de la enfermedad. 

—Siempre intentamos que sea así, que haya un profesional que se encargue del mismo caso, y que sea a este experto a quién se visite en la mayoría de veces. De esta forma, el paciente sabe en todo momento quién es su responsable, quién toma las decisiones, y sobre todo con quién tiene esa relación para que no tenga que contar cada vez la historia a una persona diferente. El oncólogo conoce su situación personal y familiar, más allá de la enfermedad. Todo esto importa. No es lo mismo una persona que está sola, que una que tiene buen apoyo familiar, que una persona que vive lejos o más cerca. Son cosas que se van conociendo con el paso de las consultas y que evitan que el paciente vuelva a repetir una situación violenta o difícil de verbalizar. 

—Supongo que un común denominador entre los pacientes será un estado de shock, sobre todo al principio. ¿Cuáles son sus preocupaciones iniciales?

—La verdad es que cuando nosotros lo recibimos, el paciente ya sabe que tiene cáncer. Nunca somos el primer impacto a la hora de tener este diagnóstico de enfermedad. Sus dudas son muchas. Fundamentalmente, si esto tiene tratamiento, si se puede curar, a qué se enfrenta, y de que manera les vamos a ayudar. Es decir, qué deben esperar ante una situación vital como es una enfermedad. 

—En la guía mencionan que la primera consulta es uno de los momentos centrales de todo el tratamiento, ¿por qué?

—Es muy importante. Es el primer contacto del paciente con el mundo de la oncología, en un momento en el que está lleno de dudas, de miedos y de incertidumbres. Le tienes que dedicar mucho tiempo porque tienes que conocer su situación laboral, familiar y social. Es tan fundamental la primera consulta como la segunda, porque en la primera le darás un montón de información, y eso le va a generar muchas dudas, que tendrás que aclarar posteriormente. 

—Y ojo, porque el diagnóstico del cáncer sigue siendo fuerte. 

—Sí. El cáncer tiene una connotación social que no siempre es real, porque no todos los tumores y situaciones son iguales. Aunque la verdad es que el primer impacto inicial es de miedo. La idea de «tengo un cáncer, ¿me voy a morir?» es lo primero que se les pasa por la cabeza. Nuestro trabajo en este sentido es centrarlos, explicarles todo lo que podamos y qué es lo que podemos esperar y hacer. 

—Claro. Tratar de poner los puntos sobre las íes. ¿Con qué datos otorga esperanza?

—Nuestra medicina está basada en la evidencia y puede demostrar que en una determinada situación, tiene una expectativa de vida de tantos años. Lo que no hay que hacer nunca es engañarle, y eso es fundamental. La importancia de una buena comunicación se basa esencialmente en sinceridad. Yo a mis pacientes siempre les digo que tengo dos manías: una es que siempre digo la verdad, y otra que nunca miro el reloj. Van a tener el tiempo que necesiten, porque hay personas que para entender una cosa requieren cinco minutos, y otra diez. 

—Las comparaciones que un paciente se puede hacer respecto a otro caso son odiosas, ¿no?

—Hay que dejarles claro que hay cosas que no les van a pasar. Los comentarios de verdulería a veces son muy negativos, y cada uno tiene que vivir su historia. El paciente no se tiene que ver en el caso de fulanita que también le operaron de lo mismo, porque puede que esa persona no tenga nada que ver. 

—El paciente es ahora el núcleo de la medicina, que entiende a la persona como un conjunto y no solo se centra en la enfermedad, ¿cómo se tiene en cuenta a un paciente con cáncer?

—Sí, el paciente es el centro de todo, y nosotros trabajamos con equipos multidisciplinares. Nadie toma una decisión de manera individual. Es más, en los hospitales están muy desarrollados los comités de tumores donde todos los profesionales implicados en un tipo de patología discuten los casos. Por ejemplo, en el comité de mama está el radiólogo de mama, los cirujanos de mama, el patólogo que ve la mama, la rehabilitadora que se encara de los problemas del linfedema, o el oncólogo que hace mama. Valoramos en conjunto y evitamos que el paciente vaya rebotando como una pelota entre un servicio y otro.  

—Como oncóloga, ¿cuál es el tipo de cáncer que más le preocupa por el tiempo que tarda en diagnosticarse?

—Todos son importantes. Pero hay tumores que por su historia es muy difícil que se diagnostiquen en etapas precoces. Los cánceres de páncreas, o los de ovario, son tumores en los que no hay ningún método de screening de diagnóstico precoz que sea válido. Por lo que generalmente cuando llegan a dar la cara, se suelen diagnosticar relativamente avanzados. 

—La alimentación saludable y el ejercicio físico son dos pilares fundamentales en la prevención, pero también son importantes una vez la enfermedad ha sido diagnosticada. ¿Cuál es el peso de los hábitos saludables en un paciente?

—Los hábitos saludables son fundamentales en todo individuo. Tienen su parte de prevención, pero una vez que la enfermedad está presente y ha sido diagnosticada, es fundamental que tengamos una buena nutrición y alimentación, porque eso nos va a dar un aporte de proteínas, de vitaminas, e hidratación adecuadas para sobrellevar los tratamientos. Además el ejercicio físico también es muy importante porque en primer lugar, siempre es bueno. Después, facilita el desarrollo muscular, el desarrollo cardíaco o la función pulmonar, y precisamente, muchos de nuestros tratamientos producen atrofias musculares, u otras series de problemas que tienes que intentar contrarrestar con el deporte.

—¿Y a nivel mental?

—A nivel psicológico también es muy importante que ellos vean que pueden seguir haciendo ejercicio. Nosotros los animamos mucho a seguir manteniendo sus actividades físicas y de recreo habituales, porque hay que intentar que la enfermedad transforme lo menos posible sus hábitos y ritmos de vida

—El reclamo de más información por parte de los pacientes, sobre todo en lo relativo a cómo dará un vuelco su vida, está ahí. ¿Cómo lo afronta siendo jefa de la sección de oncología de un hospital?

—Esa información es fundamental. No hay cosa que genere más incertidumbre que el miedo a lo desconocido. Y aunque no puedas controlar todos los aspectos que le van a ocurrir, es muy importante que al paciente le digas cuales son las situaciones más habituales en las que se va a encontrar, y cómo afrontarlas y superarlas. 

—La información es poder. 

—Sí, siempre lo he pensado, y cuanto más informado esté el paciente, mejor va a llevar las cosas, porque el miedo a lo desconocido es muy desestabilizador. Hay que ir aclarando en la medida de los posible, e ir adaptándonos al nivel de comprensión de la persona que hay delante, facilitándole las cosas al tener una visión a medio y largo plazo. 

«Los largos supervivientes son una preocupación del mundo de la oncología. El sistema sanitario debe acogerlos y darles un seguimiento»

Laura de Paz, jefa de Oncología en el Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol (CHUF).
Laura de Paz, jefa de Oncología en el Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol (CHUF). CESAR TOIMIL

—¿La atención sanitaria de por vida a sus pacientes es para ustedes una preocupación?

—Claro, de hecho en el mundo de la oncología tenemos un problema o preocupación que son los largos supervivientes. Estamos muy centrados en el momento del diagnóstico inicial o del tratamiento, pero los largos supervivientes pueden tener secuelas derivadas que hay que atender. Y es un problema, aunque bendito problema. 

—Claro, son supervivientes. 

—Exacto, pero al mismo tiempo es una población a la que tenemos que dar más soporte, de manera que cuando deja de estar en contacto directo con el servicio de oncología, el sistema les acoja, y tengan ese seguimiento y solución a los problemas que puedan aparecer a medio o largo plazo. 

—Me habla usted de supervivientes, el tratamiento del cáncer está avanzando a pasos agigantados. 

—Totalmente. Yo que llevo casi 30 años en esto, no tiene absolutamente nada que ver con la oncología de los 90. Afortunadamente es un mundo súper cambiante, en el que cada vez conocemos mejor la enfermedad, y su biología. Tenemos tratamientos más y mejor dirigidos y con menos efectos secundarios de zonas evitables. Es un mundo en continuo efervescencia y ebullición. Por ello, cada oncólogo se encarga de una patología, pues es tal la avalancha de información que es imposible estar al cabo de la calle de todos los tumores. Hay que hacer una oncología de calidad, y la calidad te la da el estudio continuo.  

—Uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres padecerá un cáncer. Es tremendo. ¿Por qué estos datos?

—Hay una cosa que tenemos que valorar y es que el cáncer es fundamentalmente una enfermedad asociada a la edad. Hay cánceres en personas jóvenes, pero el gran porcentaje de los tumores aparecen en mayores. Antes, la expectativa de vida de una persona española era mucho menor y conforme vamos ganando en calidad de vida, ganamos en supervivencia, lo que a su vez hace que los tumores tengan más tiempo para desarrollarse. Antaño lo hacían menos porque las personas fallecían antes. Hoy en día es muy fácil encontrar a octogenarios con una vida capaz. 

—¿El paciente de cáncer sigue rodeado de un estigma y de un «pobre»?

—Sí, sigue sucediendo y es muy importante que no lo haga. Yo siempre les digo lo mismo, que no tienen nada de lo que avergonzarse, ni ocultar. Pero el ser humano es así, y nuestra enfermedad está muy estigmatizada. Por ejemplo, cuando ves alguien sin pelo, que es lo más conocido a nivel popular y piensas: «Pobrecito, tiene cáncer». En verdad, hay otras enfermedades que pueden ser tan o más incapacitantes o mortales que las nuestras. Por ejemplo, un respiratorio o un cardiópato muy pasado tiene una calidad de vida mucho peor que muchos de nuestros pacientes en una situación incurable. 

—Es una etiqueta que les persigue. 

—Sí, tenemos la etiqueta y el condicionante de: «Pobre, tiene cáncer», lo que hace que empiecen a tratarlo diferente. Eso al paciente le molesta mucho, muchísimo, porque ya está luchando con sus propios miedos como para encima añadir una connotación social de dar pena. Es algo que llevan francamente mal. 

—Para terminar, ¿qué le gustaría recordar en este 4 de febrero?

—La gente tiene que concienciarse de que hay una serie de hábitos saludables, como dejar el alcohol y el tabaco, y hacer ejercicio físico que son muy importantes para prevenir la enfermedad. Lo mismo ocurre con los sistemas de diagnóstico precoz y la gente que no acude a su cita. El miedo no les lleva a ningún sitio. Si tenemos un problema de cáncer, cuanto antes lo diagnosticamos mejor. Estamos aquí para ayudarles. Porque miren a otro lado no desaparece el problema. 

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.