Guillermo M. Melgar: «A los antivacunas les debo un favor»

ENFERMEDADES

Guillermo M. Melgar, también conocido como Farmacia Enfurecida o Farmacéutico Guille, acumula medio millón de seguidores que siguen su día a día en la farmacia
Guillermo M. Melgar, también conocido como Farmacia Enfurecida o Farmacéutico Guille, acumula medio millón de seguidores que siguen su día a día en la farmacia

Conocido en redes sociales como Farmacia Enfurecida o Farmacéutico Guille, este profesional de la salud, que habla abiertamente de su vida con TDAH, se convirtió en el azote del negacionismo durante la pandemia

13 mar 2022 . Actualizado a las 17:00 h.

Unas décadas atrás «el farmacéutico» era siempre el de tu barrio. Ahora «el farmacéutico», el primero en el que piensas, puede vivir a varios cientos de kilómetros y, aún así, que le visites a diario. Ya no le das la receta que te prescribieron en el centro de salud, ahora le dejas un like y la pequeña charla (que ya no es obligada por pura cortesía protocolaria entre vecinos) se produce en la sección de comentarios. De esta farmacia del siglo XXI no te vas a llevar paracetamil de un gramo, pero al menos no haces cola, es gratis y te lo pasas bien. Por supuesto, el farmacéutico del barrio sigue existiendo, pero su cara es tan familiar como la de Guillermo Martín Melgar (Salamanca, 1990). Ese es su nombre real, bastante menos conocido que sus alter ego en las redes sociales: Farmacia Enfurecida (en Twitter e Instagram) y Farmacéutico Guille (algo más conciliador) en TikTok. Entre las tres plataformas suma medio millón de «clientes». 

«Empecé en esto de la manera menos pensada, porque me aburría en las prácticas durante la carrera y me puse a tontear con Twitter», confiesa. Esto fue «en el 2012 o el 2013» y su audiencia se disparó, y con ella su salto a otras plataformas, con distintas fórmulas pero la misma idea: «Acercar los contenidos científico-sanitarios desde el humor y compartiendo las escenas surrealistas que se viven a diario en una farmacia». Porque, ¿quién no ha tenido alguna vez un momento embarazoso delante del farmacéutico?

La pandemia le ayudó a crecer en redes. Gracias a los que buscaban información de la boca de un sanitario desde las nuevas plataformas de comunicación (TikTok, además de entretener, también puede informar), pero también por convertirse en la diana de los negacionistas, del covid primero y de los antivacunas después. No se corta en responderles de manera irónica y sin tomárselos demasiado en serio. «Siempre he dicho que a los antivacunas les debo un favor», admite entre risas.

¿Cómo lo hace? Un pequeño ejemplo. Farmacéutico Guille recibe en TikTok un comentario que le dice: «¿Cuánto te han pagado las farmacéuticas por promover las vacunas». Y él contesta: «¿Y cuánto te pagan a ti las funerarias para promocionar lo contrario?». Así se las gasta. 

-Últimamente, y a raíz de la pandemia, ha recibido muchísimo hate (literalmente «odio» en inglés, se usa el adjetivo hater para definir a aquellos que se dedican a insultar por Internet).

-Sí, como no podía ser menos, me he posicionado a favor de las vacunas. Me ha caído hate por decir que los virus existen y que las vacunas salvan vidas, vamos, por decir obviedades. No me preocupa demasiado, porque esas personas no son mi público diana. Se trata de gente que, de por sí, no es muy aficionada al tema científico-sanitario. Intento no darle mucha importancia.

-¿Antes de la pandemia vivía más tranquilo?

-Pero es que incluso durante todo esta temporada hate, la mayoría de los comentarios son positivos. La cosa es que siempre destacan más los negativos y hay que estar ahí aguantando el tirón y manteniendo el tipo. Es cierto que antes era muy raro encontrar un comentario de hate en mis publicaciones. Desde el 2012 habré tenido dos o tres problemas en diez años. De repente llega la pandemia y pasé a tener movidas cada semana o cada quince días. Sí que ha sido una época conflictiva para aquellos que nos dedicamos al sector científico sanitario en redes sociales. Ha sido una época difícil.

-En cualquier caso, usted se desenvuelve bien en ese lodazal dándole la vuelta a la tortilla y saliendo airoso.

-Sí. No es que me sienta cómodo en el lodo, pero la verdad es que intento transformar todo ese odio en chistes y en ironía. Y con ella, además, conseguir desmentir todos esos bulos. Ridiculizarlos. Lo que hace esta gente, en el fondo, es darme material. Sus creencias son absurdas y yo solo pongo en evidencia que son absurdas.

-Pero tanto insulto, tanta hostilidad, ¿no le ha llegado a dejar tocado?

-No me ha dejado tocado, pero sí que es verdad que es un poco cansado entrar en redes sociales para pasar un buen rato, que es para lo que están, y encontrarte todos esos insultos. O insinuaciones de que soy un criminal y no sé qué leches. Es verdad que acaba cansando y terminas por pasar un poco del tema. Pero la verdad es que yo he permanecido estable y, ahora que ha pasado todo el tema gordo de la pandemia, me he sabido mantener bastante bien. Siempre tendemos  a darle más importancia a las críticas destructivas que a las constructivas. Aunque tengas a 500 personas aplaudiéndote y uno insultándote, siempre te vas a preguntar por qué esa persona te insulta si no has hecho nada.

-A ver, apodándose «Farmacia Enfurecida» se puede sospechar que le va la marcha...

-Empecé con ese nombre, Farmacia Enfurecida, pero ahora soy Farmacéutico Guille. Me he vuelto menos beligerante y aún así tengo más hate. En cualquier caso, en TikTok por ejemplo, me ha venido bien. La verdad es que tuve un incremento de seguidores brutal a raíz de comentarios de antivacunas.

-Usted, además de divulgar en Internet, trabaja en una farmacia. ¿No surgen problemas para conciliar los dos mundos? Quiero decir, trabajando de cara a un público que puede saber que usted es el azote de los antivacunas.

-Sí que alguna vez en la farmacia te sueltan algún comentario un poco despectivo o alguna opinión un poco radical. Yo en la farmacia intento callarme y luego ya me desahogo en las redes sociales. En la farmacia soy más formal.

-¿Pero hay que meter en el mismo saco a los negacionistas que a las personas que no quieren vacunarse?

-A ver, hay diferencias. Pero también se debe tener en cuenta que, por lo general, toda la información negacionista y antivacunas tiene las mismas fuentes. Es muy típico que si te has pasado un negando el virus un año y medio, después te vas a pasar otro año y pico negando las vacunas. Precisamente porque las fuentes de información que utilizan son las mismas. Evidentemente, no es lo mismo, hay mucha gente que dice que el virus existe, pero que ellos no se quieren vacunar. Sí que hay un solapamiento de cierta parte del negacionismo que también niega las vacunas, pero no se puede confundir una cosa con la otra.

Crecer con TDAH en los noventa

Aunque a la población española le queda bastante por mejorar, Melgar opina que la pandemia, pese a todo el ruido, ha servido para consolidar la figura de la farmacia como referente informativo del ciudadano. «Somos un país con mucha tendencia a automedicarnos y a hacer muchas locuras con los medicamentos, pero la verdad es que poco a poco vamos consiguiendo que la farmacia sea un referente de formación. Sobre todo desde la pandemia. Que se confíe en nosotros y que antes de tomarse cualquier cosa que le dé su vecina nos pregunte. El conocimiento de medicamentos es un tema muy específico, aunque hoy en día en las redes sociales todo el mundo hable, opine y se viralice, pero creo que nosotros estamos dando buena información», identifica el farmacéutico.

La conversación versa sobre los tópicos que el responsable de una botica está condenado a escuchar a diario. «Cinco años de carrera para acabar vendiendo condones», sin duda puede ocupar el podio. «Es algo que me ha tocado escuchar bastante», reconoce. «Es más, me viene gente que se piensa que farmacia no es una carrera. A saber qué se piensan que es, algo en lo que no se estudia nada. Hay en un desconocimiento sobre la carrera de farmacia que luego se traduce en no saber qué es la farmacia como tal. Es una carrera complejísima, pero como estamos en una farmacia metidos parece que no compensa o que en la facultad no aprendemos nada», expone.

Compleja o no, Guille Melgar se licenció. No fue un problema el hecho de padecer Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) para lograr su objetivo de terminar sus estudios. O tal vez sí, pero fue capaz de superarse en una sociedad que no estaba preparada para entender a estos niños.

«Tardaron un poco en diagnosticarme y son siempre cosas complejas que no acabas de saber cómo te afectará en tu día a día o hasta qué grado», recuerda mientras relata su proceso. «Llega el día en el que alguien te dice: 'Oye puede que tengas esto'. Es una cosa que se debería estudiar más y dar más formación dentro de los colegios. Se aprende a vivir con ello, no es una cosa incapacitante ni mucho menos, pero requiere un tipo diferente de educación y de conducta en muchos casos».

Le preguntamos, claro, si él dispuso de esa figura en el ámbito escolar que ahora reclama. «No», dice. «No había esa figura, el TDAH se estaba empezando a conocer. Se identificaba mucho con niños muy activos y no es lo mismo. Eso de que si un niño no se mueve mucho no puede ser TDAH es mentira. Es importante no hacer sentir a estas personas que son raros, sino que tienen otra forma diferente de ver las cosas. Había mucho desconocimiento en aquella época. Pero me ha ido bien y no me quejo, he tenido suerte», asegura.

«Me piden Santa Cristina y tengo que entender que quieren Talquistina»

Aficionado a la banda diseñada, su anecdotario personal del día a día en la farmacia le ha dado material para escribir dos libros (Esta farmacia es una cruz y Esta farmacia necesita receta, Grijalbo) donde aúna sus dos pasiones. La verdad es que las situaciones cotidianas en su día a día, muchas compartidas en su cuenta de Twitter, dan para compartirlas. 

«El otro día vino un señor con un vaso con un líquido transparente que podía ser perfectamente agua diciéndome que se le había roto el colirio y que, a ver si viendo el líquido, podía saber qué era», comenta. Y así todos los días. Destaca que últimamente le han pedido la «Santa Cristina», que no es otra cosa que la Talquistina. ASegura, sin embargo, que el clásico entre los clásicos son los que acuden al mostrar diciendo: «Vengo a por mis pastillas pequeñas y redondas». «Eso es todos los días», dice. Normal que ya lleve dos libros.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.