«Las personas con migrañas o cefaleas se beneficiarán del fin de las mascarillas en interiores»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

La cefalea afecta a casi la mitad de los adultos, y el uso de mascarilla podría ser un factor agravante.
La cefalea afecta a casi la mitad de los adultos, y el uso de mascarilla podría ser un factor agravante. La Voz de la Salud | iStock

La reducción del oxígeno que provoca el uso de mascarillas es un factor que desencadena dolores de cabeza

19 abr 2022 . Actualizado a las 17:05 h.

La cefalea, un dolor de cabeza recurrente que afecta a un 50 % de los adultos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha tenido un notorio crecimiento a raíz de la pandemia. Desde el inicio del covid-19, hace algo más de dos años, los casos de dolor de cabeza han aumentado y no solo debido a la tensión emocional que ha conllevado, para millones de personas, el atravesar una crisis sanitaria mundial. Investigaciones recientes apuntan al uso de mascarillas como un factor clave que ha contribuido al aumento de casos de cefalea. Esto se ha relacionado con la falta de oxigenación y la presión que ejercen las mascarillas en la zona del cráneo. En el marco del Día Mundial de la Cefalea, el fin del uso obligatorio de estos elementos ayudará a prevenirla.

Según explica la OMS, la cefalea «no solo es dolorosa, sino también incapacitante». La migraña representa la sexta causa mundial de los años perdidos por discapacidad. Entre la mitad y las tres cuartas partes de los adultos de 18 a 65 años han sufrido una cefalea en el último año y el 30 % o más han padecido migraña, un desorden neurológico que se manifiesta con un dolor de cabeza intenso o grave.

Se trata de una dolencia que varía en grado e intensidad según cada persona, pero que afecta, sin lugar a dudas, a la calidad de vida de los pacientes. «Las cefaleas frecuentes, así como el temor constante con respecto al siguiente episodio, dañan la vida familiar, las relaciones sociales y el trabajo. Los esfuerzos prolongados que supone vérselas con una cefalea crónica pueden asimismo predisponer a la aparición de otras enfermedades; por ejemplo, la depresión y la ansiedad son significativamente más frecuentes en las personas aquejadas de migraña que en las sanas», señala la OMS.

El dolor de cabeza y las migrañas son el efecto secundario del covid-19 persistente que más afecta a pacientes sin antecedentes: un 20 % de pacientes de covid-19 con dolor de cabeza desarrolla cefalea crónica diaria y la mitad de ellos no la habían padecido nunca antes. Además, la mayoría de pacientes que han tenido coronavirus ha sufrido un empeoramiento en su dolor de cabeza, tanto en intensidad como en frecuencia, según observan desde el Centro de Neurología Avanzada (CNA). Una cefalea es crónica cuando los pacientes experimentan dolor de cabeza más de 15 días al mes y, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), más de un 4 % de la población española, es decir, más de 2 millones de personas, sufren algún tipo de cefalea primaria de forma crónica.

La mascarilla: para muchos, un auténtico dolor de cabeza

«Fundamentalmente, las cefaleas se asocian a las mascarillas por dos motivos. El primero de ellos es que la mascarilla, al estar cubriendo nariz y boca, produce una falta de oxigenación. No hay una correcta oxigenación por motivos evidentes. Hay una barrera que genera una mayor concentración de dióxido de carbono y eso aumenta la frecuencia y la intensidad de la cefalea y, en concreto, de la migraña. Y la otra causa principal es que, el hecho de tener la mascarilla en la cara, esa presión del elástico, de la mascarilla, del alambre que va sobre la nariz, todo eso produce una hipersensibilidad periférica que puede dar dolor de cabeza», explica Antonio Parralo, neurólogo del Centro de Neurología Avanzada.

¿Cómo limitan la oxigenación las mascarillas? Todo se reduce a que la mascarilla provoca que haya una menor concentración de oxígeno en el aire que respiramos. «Con la mascarilla, obviamente, podemos respirar. Eso está claro. Pero sí es verdad que, al espirar, ese aire va con mayor concentración de dióxido de carbono. Y luego volvemos a inspirar otra vez y ese dióxido de carbono no ha tenido tiempo de irse al exterior correctamente, porque está la mascarilla delante. Entonces, volvemos a aspirarlo y al final, el dióxido de carbono se va concentrando allí», detalla Parralo.

Por supuesto, no todas las mascarillas son iguales. En este sentido, «cuanto más hermética esté, pues peor. Por ejemplo, las FFP2 son más herméticas y permiten menos paso de aire. Y el tiempo que se la lleva es directamente proporcional a este problema. No es lo mismo el efecto en personas que se la ponen y se la quitan porque, por su trabajo, no están siempre en interiores en contacto con otra gente, que personas que la tienen que llevar permanentemente, como aquellas que trabajan en supermercados, por ejemplo. A más tiempo de mascarilla, peor», asegura Parralo.

Cuándo acudir al médico

Existen más de 200 tipos de dolor de cabeza, que se dividen en tres grandes grupos: cefaleas primarias, en las que el dolor no está asociado a ninguna lesión en el sistema nervioso; cefaleas secundarias, que se deben a lesiones en el sistema nervioso o a otras enfermedades; y neuralgias, en las que el dolor se localiza en el territorio de un nervio. «La migraña y la cefalea tensional son los tipos de cefalea primaria más frecuentes. La neuralgia más conocida es la neuralgia trigeminal, que se produce por la irritación del nervio trigémino que se ocupa de la sensibilidad facial. Y entre las cefaleas secundarias se podría destacar el dolor de cabeza que se produce como consecuencia de que la persona padece una hemorragia cerebral o una sinusitis», explica el doctor Pablo Irimia, Coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Puesto que la mayor parte de los dolores de cabeza son benignos, cuando se trata de un dolor de cabeza ocasional, no es necesario acudir al médico, pero sí cuando es recurrente e incapacitante para la vida diaria o cuando pueda tratarse de un síntoma que señale a una urgencia médica.

«Cuando una persona presenta dolor de cabeza que se inicia de forma repentina, es un dolor explosivo, de gran intensidad, produce una gran incapacidad, o se inicia por primera vez cuando el paciente tiene más de 50 años, debe ser valorada por un médico, porque puede tratarse de una cefalea secundaria, que a su vez sea una urgencia médica», aconseja Irimia. «En más del 90% de los casos, el dolor de cabeza se debe a una cefalea primaria, es decir, se trata de un dolor benigno que no está asociado a ningún tipo de lesión en el cerebro. Pero si alguien necesita tomar analgésicos con mucha frecuencia, aunque se controle bien el dolor, o por el contrario el dolor les limita su calidad de vida, también es momento de acudir al médico», recomienda el experto.

Precaución ante todo

Si bien la normativa que entra en vigencia el miércoles 20 de abril permitirá a las personas permanecer en espacios cerrados sin llevar mascarilla, quitársela no siempre es aconsejable. «Esta es una medida que, a la gente que tiene migrañas, los neurólogos sabemos que va a beneficiarlos mucho. Pero hay que tener en cuenta que la gente que tiene cefaleas crónicas, migrañas, o cefaleas tensionales suelen ser personas jóvenes en su mayoría. Por tanto, la mayoría de estas personas, quitando el problema de cefaleas, normalmente están sanas y están vacunadas. Es decir que, en estas personas, la infección de coronavirus va a producir o bien una enfermedad sin síntomas, o con pocos síntomas, oligosintomática. Para ellos, esto va a ser una ventaja, porque en ellos, el beneficio de las mascarillas es corto», señala Parralo.

«Ahora bien, esta medida no quiere decir que ahora haya que tomársela a la tremenda. La recomendación de llevar mascarilla sigue estando. Aunque no sea obligatorio, sí es recomendable, sobre todo para proteger a personas vulnerables que tengan enfermedades crónicas que las puedan hacer más vulnerables a la infección por covid. Lo mismo para personas que vayan a estar encerradas en espacios pequeños durante un tiempo prolongado, por ejemplo, en el transporte público como el tren, donde hay acumulación de gente en poco espacio. Siempre hay que tener precaución y mucho respeto al virus», aclara el neurólogo.

Hay que tener en cuenta, además, que la mascarilla no es el factor determinante para el desarrollo de las cefaleas. En muchos casos, se trata de problemas que surgen por malos hábitos, como una mala higiene del sueño o el sedentarismo crónico. También pueden influir factores genéticos o ambientales. «La migraña, por ejemplo, es un tipo de cefalea que tiene un perfil genético importante. Es muy hereditario. Es muy típico que una persona que tiene migraña tenga a su madre, su padre, su tío o algún hermano con migrañas. Luego, además de la predisposición genética, hay factores desencadenantes que la pueden causar. La poca oxigenación es uno de ellos. El estrés y la ansiedad son otros, así como algunos alimentos como el queso curado, los embutidos, el chocolate. También, por ejemplo, los cambios de tiempo influyen en algunas personas. Los días de mucho viento pueden desencadenar crisis de migraña en personas predispuestas», señala Parralo.

En este sentido, tratar y prevenir las migrañas y, en general, las cefaleas, requiere de un abordaje más profundo que el solo uso o no uso de mascarillas en la vida cotidiana. El problema «se trata evitando los factores desencadenantes con una vida tranquila, un ritmo de sueño adecuado, y luego, con medicación. Hay tratamientos para el propio dolor, que son antiinflamatorios o tratamientos específicos. Para la gente que tiene dolores de cabeza muy frecuentes, tenemos tratamientos preventivos. Medicación que evita las crisis, que se toma diariamente durante meses. Esto está indicado en personas que tengan dolor frecuente. Y también hay tratamientos de segunda línea como las inyecciones de botox en el cuero cabelludo y la estimulación magnética transcraneal», explica el neurólogo. 

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.