Jesús Mariñas muere a consecuencia de un cáncer de vejiga: ¿Cómo detectar este tipo de tumor? ¿Cuáles son sus síntomas?

Lois Balado / Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Jesus Mariñas, durante una cobertura de prensa en el año 2002.
Jesus Mariñas, durante una cobertura de prensa en el año 2002. César Quian

El tabaco es el principal factor de riesgo para acabar desarrollando una enfermedad que suele curarse en tres de cada cuatro casos | Al periodista gallego le habían diagnosticado la enfermedad hace seis meses

11 may 2022 . Actualizado a las 15:07 h.

Siempre existe el riesgo de ser diagnosticado de un tumor, pero pocos tipos de cáncer tienen fórmulas tan sencillas para evitar el riesgo de llegar a padecerlo como el cáncer de vejiga. Su aparición —mucho más frecuente a partir de los 70 años de edad— está íntimamente ligada al consumo de tabaco. Tiene sentido si lo piensan, ya que la mayoría de sustancias tóxicas que contienen los cigarrillos y que introducimos en nuestro cuerpo al fumar se metabolizan en la sangre para ser posteriormente eliminados por la orina, orina que se mantiene en contacto directamente con la vejiga antes de que nuestro cuerpo nos advierta de que debe ser evacuada. 

El periodista gallego, Jesús Mariñas (A Coruña, 1942), ha fallecido a los 79 años en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid a consecuencia de un agresivo cáncer de vejiga que le había diagnosticado hace seis meses.

¿Qué es la vejiga?

La vejiga es el contenedor de nuestro sistema urinario. En ella se almacena la orina, procedente de los riñones a través de los uréteres, a la espera de ser evacuada a través de la micción por la uretra (solemos hacer pis cuando se alcanzan entre los 250 y 500 centímetros cúbicos de líquido en ella). La vejiga tiene forma de globo y se sitúa en la pelvis. En las mujeres se localiza justo por delante de la vagina; en los hombres, guarda una estrella relación con la próstata. La vejiga se compone de tres capas: la primera de ellas y, en consecuencia, la que está en contacto con la orina, está formada de mucosa; la intermedia es el músculo detrusor, cuya contracción provoca la micción; la tercera es la serosa, que es la que conecta a este órgano con el cuerpo a través de nervios y permitiendo la llegada del riego sanguíneo.

Capas de la vejiga:

  • Mucosa (en contacto con la orina)
  • Músculo detrusor (capa intermedia)
  • Serosa (capa externa)

¿Cómo detectarlo? Síntomas del cáncer de vejiga

La aparición de cáncer de vejiga está directamente relacionado con la edad, aunque diversos factores ambientales favorecen su aparición. Por ejemplo, y como recuerda el doctor Juan Francisco Rodríguez Moreno, miembro de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en su manual sobre esta enfermedad «existen diferencias geográficas marcadas, siendo los tumores de la vía urinaria mucho más frecuentes en el oeste europeo (incluida España) y América del Norte, que en Asia o Europa del este». Hablamos de un tumor relativamente frecuente (ocupa la novena posición en el ránking de diagnósticos a nivel global), que suele aparecer a pacientes en torno a los 70 años de media y, afortunadamente, suele lograr detectares en fases precoces. No obstante, si el diagnóstico se realiza tarde, el pronóstico se complica. La tasa de supervivencia a cinco años del cáncer de vejiga se cifra en un 73,8 % de los casos en varones y alcanza el 75,9 % en mujeres. Es decir, tres de cada cuatro personas sobreviven a la enfermedad.

El síntoma más común y definitorio para alertarnos de un cáncer de vejiga es un sangrado en la orina. No obstante, este síntoma puede confundirse con otras enfermedades. Sin ir más lejos, la sangre en la orina es también una señal frecuente del cáncer de próstata.También otros procesos no tumorales como los cálculos de la vía urinaria pueden presentar sangrado. Pese a que la sangre en la orina (hematuria) es fácilmente detectable a simple vista, el cáncer de vejiga puede presentar también dolor al orinar, dolor de espalda, dolor pélvico y necesidad de acudir al baño con mayor frecuencia de la normal. Siempre ebe consultarse con un profesional porque este cuadro clínico podría producirse por otras afecciones.

Síntomas:

  • Sangre en la orina o hematuria (muy común)
  • Orinar con frecuencia y en poca cantidad
  • Dolor o escozor al orinar
  • Dolor de espalda
  • Dolor pélvico

«Al contrario de muchos tumores que no presentan síntomas, el tumor de vejiga produce sangrado en la orina. Y al tratarse de una cosa tan escandalosa, normalmente sí que es algo que te crea alerta y motivo de consulta. Genera atención si a un médico de atención primaria le llega un paciente que le ha dicho que tiene de repente un sangrado en la orina y ha sido fumador; hay que hacer ya indagaciones porque, al menos, debe descartarse», explica Méndez que matiza: «Se suele diagnosticar más en una enfermedad localizada, lo malo es que a veces se diagnostica y ya es una enfermedad muy agresiva. Si el tumor consigue traspasar la barrera de la mucosa y llegar a la capa muscular, logra escaparse fácilmente y puede dar metástasis. Es muy agresivo».

En caso de que el tumor alcance una fase metastásica, los lugares más frecuentes son los huesos y el pulmón, pero no exclusivamente. El hígado, el cerebro y casi cualquier órgano pueden verse afectados.

El tabaco es el principal factor de riesgo para padecer cáncer de vejiga

Por muy lejos que se encuentren los pulmones de la vejiga, la mitad de los casos detectados de cáncer de vejiga se deben al tabaco. Esto se debe a que una buena parte de los componentes cancerígenos del tabaco se expulsan a través de la orina. La cotinina (el metabolito que produce la nicotina) tarda unas 72 horas en viajar desde la sangre a la orina para ser expulsada y junto a ella otras 60 sustancias tóxicas que están presentes en el tabaco. Su presencia daña las células de la pared de nuestra vía urinaria convirtiéndose así en el principal factor de riesgo para padecer este tipo de tumores.

«Es verdad que la gente relaciona el cáncer de pulmón con el tabaco. Pero se suele desconocer que también lo es del cáncer de vejiga. El tabaco sería uno de los factores de riesgo de muchos tumores, otro sería la obesidad», explica María José Méndez, vocal de la junta directiva de la SEOM y oncóloga médica en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba: «El cáncer de vejiga está claramente relacionado con el tabaco porque los carcinógenos que tiene el tabaco se eliminan no solo por la vía respiratoria, sino también por la orina. Y esa es la causa de que el epitelio de la vejiga, que es muy sensible a esos cambios, con el paso del tiempo en pacientes fumadores causan mutaciones en el epitelio de la vejiga. Mantener el hábito tabáquico durante muchos genera daños y daños que no se pueden recuperar, mutaciones, tumores que acaben degenerando y acaben produciendo un cáncer que puede ser más o menos localizado, pero no deja de ser un carcinoma».

El tabaco es el principal factor de riesgo, pero no el único. «Algunos estudios defienden la relación entre la infección por HPV (virus del papiloma humano) y el cáncer de vejiga. Se estima que hasta un 17% de estos tumores podrían deberse en parte al hecho de ser portador de serotipos del HPV de alto riesgo». Existen otros factores de riesgo menos comunes que se asocian a una mayor probabilidad de padecer cáncer de vejiga como la exposición a sustancias químicas de uso industrial (ciertos metales, tintes y gomas); también el consumo de ciertos fármacos de quimioterapia, la presencia de arsénico en el agua potable o ser infectados un trematodo (o duela sanguínea), un gusano parasitario presente en aguas infestadas. Existe cierta discusión sobre si los antecedentes familiares de cáncer de vejiga suponen un factor de riesgo; la American Cancer Society sí incluye la herencia genética como un factor a tener en cuenta, sin embargo Juan Francisco Rodríguez Moreno (SEOM) advierte de que «no se ha demostrado de forma clara que la presencia de antecedentes familiares de cáncer de vejiga aumente el riesgo de desarrollar la enfermedad en otros miembros de la misma familia». Advierte, eso sí, de que «el diagnóstico en pacientes menores de 60 años debería considerarse con especial atención». Con lo cual, la mejor y principal manera de prevenir el cáncer de vejiga es dejar de fumar.

Estadios del cáncer de vejiga y tasa de supervivencia

  • Estadio 0: tumores no invasivos (90 % de tasa de supervivencia a cinco años)
  • Estadio I: el tumor está presente en la capa más superficial de la vejiga sin llegar al músculo detrusor, que es la capa intermedia (75 % de tasa de supervivencia a cinco años)
  • Estadio II: el tumor ha invadido el músculo de la vejiga (55 % de tasa de supervivencia a cinco años)
  • Estadio III: el tumor ya invade el tejido que radia a la vejiga o ha logrado invadir órganos vecinos como la próstata o el útero (20-35 % de tasa de supervivencia a cinco años)
  • Estadio IV: el tumor invade la pared de pelvis o del abdomen, afecta a los ganglios linfáticos o presenta metástasis a distancia (<5 % de tasa de supervivencia a cinco años)

«La tasa de supervivencia, cuando los tumores que infiltran la capa muscular —que son los más agresivos— ronda el 50 %, es decir, el otro 50 % 'se caen' y pueden fallecer de la enfermedad. Es mucho más mortal que el de próstata, en líneas generales. Pero si son localizados pueden ir genial, claro», explica la oncóloga de la SEOM.

El 75 % de los casos de cáncer de vejiga diagnosticados se encuentra en un estadio 0 o I. Solo uno de cada cuatro casos ha alcanzado el estadio II o superior al ser descubierto. La evolución del paciente también dependerá de las características del tumor (su grado tumoral), una característica que podrá ser medida al microscopio. «Actualmente, los tumores uroteliales se dividen únicamente entre alto o bajo grado. Los tumores de alto grado son más agresivos y tienen mayor riesgo de volver a aparecer después del tratamiento», explican desde la SEOM. 

El diagnóstico de un cáncer de vejiga

Para confirmar si estamos ante un cáncer de vejiga existen una serie de pruebas que deberán ser realizadas al paciente y que comenzarán con una analítica de sangre y de orina. Es muy común que aquellas personas con problemas en la vejiga presenten funciones alteradas en sus riñones por lo que se deben controlar los niveles de creatinina; el sangrado en la orina también puede generar otras alteraciones como la anemia, fácilmente detectables en una analítica se sangre corriente. Complementar con datos de un análisis de orina ayudará a centrar el tiro al profesional.

Si la sospecha de un tumor persiste los siguientes pasos serán realizar una ecografía abdominal y de la vía urinaria, un TAC y, principalmente, una citoscopia. La citoscopia suele funcionar como la prueba del algodón y consiste en introducir un tubo con una cámara por la uretra y se realiza sin la necesidad de recurrir a la anestesia general. 

Tratamiento del cáncer de vejiga

El tratamiento que se le administrará al paciente con un cáncer de vejiga dependerá mucho de lo avanzada que esté la enfermedad: Es decir, en que estadio se encuentre el tumor en el momento de ser diagnosticado. Si el tumor se encuentra en un estadio entre el 0 o el I, el tratamiento puede consistir únicamente en extirpar el tumor mediante cistoscopia (en los hombres, introduciendo un tubo por el pene que acceda hasta la zona afectada; en el caso de las mujeres se realiza también a través de la uretra a través del orificio uretral) o una resección transuretral. En otros casos, puede ser necesario un tratamiento complementario de inmunoterapia o quimioterapia.

Si el cáncer ha avanzado hasta el estadio II puede optarse por un tratamiento conservador que consiste en eliminar el tumor evitando extirpar la vejiga, aunque no todos los pacientes son aptos para este tratamiento. Posteriormente deberá hacerse un seguimiento completo del paciente para evitar una posible recaída utilizando alternativas como la quimioradioterapia, la resección transuretral o la terapia trimodal.Un tratamiento similar al que se desarrollará en el estadio III. Si el tumor ha alcanzado el estadio IV, el objetivo será centrarse en prolongar la supervivencia del paciente a través de la quimioterapia, la inmunoterapia, la terapia dirigida y la radioterapia.