Varices, más allá de las piernas: cómo esta enfermedad benigna llega a ocasionar dolor menstrual y tras el coito

ENFERMEDADES

Las varices es la enfermedad vascular más común entre la población.
Las varices es la enfermedad vascular más común entre la población.

Un 15 % de las mujeres entre los 20 y los 50 años sufren de varices pélvicas, unas de las enfermedades más infradiagnosticadas que existen

25 may 2022 . Actualizado a las 11:06 h.

Una variz es una vena enferma. Ni más ni menos. Se trata de una patología con entidad propia y, de hecho, es la enfermedad vascular más frecuente. La Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) calcula que las sufre entre el 20 y el 30 % de la población con una prevalencia mucho mayor entre las mujeres. Se trata de un trastorno benigno, pero que algo sea benigno no implica que no sea doloroso. ¿Por qué aparecen las varices? ¿qué son exactamente?, ¿se pueden prevenir? Antes de todo esto, lo primero será realizar un pequeño recordatorio de cómo funciona nuestro sistema circulatorio.

La sangre fluye a través de nuestro cuerpo en dos direcciones. El corazón, la casilla de salida, bombea la sangre que aporta nutrientes a nuestros distintos órganos a través de las arterias, sangre que regresará al corazón realizando el recorrido contrario por las venas. Es decir, el camino de vuelta a 'casa' se realiza a través de las venas, mientras que el de ida circula a través de las arterias.  A su vez, el sistema venoso está compuesto por venas profundas (famosas son algunas como la ilíaca o la femoral) y venas superficiales, que asumen el 10 % del torrente sanguíneo, es la inflamación de estas últimas, también llamadas subcutáneas, la que provoca las varices.

Si les preguntan por el lugar más habitual donde puede aparecer una variz, probablemente piensan en las piernas. Efectivamente, es la zona más común y no hay que ser doctor en medicina para entender el porqué. Como hemos explicado, la sangre vuelve al corazón a través de las venas, que tienen que empujarla hacia arriba —hacia el corazón— para vencer el poder de la gravedad. Esta función es posible gracias a unas válvulas que, cuando fallan, provocan dilataciones en las venas originando las varices, visibles a simple vista en nuestra piel. Lo explica la doctora Maday Cabrero, cirujana vascular miembro de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular (SEACV):  «Las varices son dilataciones de la vena. Las venas tienen unas válvulas que trabajan permitiendo el recorrido de la sangre al corazón desde las piernas. Cuando esas válvulas fallan —ya sea porque primero la vena se dilata y provoca el fallo o al revés, fallan y por eso se dilata la vena— es cuando se origina una insuficiencia venosa y aparecen las varices. La definición como tal de variz sería la de una dilatación venosa, mayor de tres milímetros y tortuosa».

Las arañas vasculares (telangiectasia), ¿acabarán evolucionando hacia una variz?

Tal vez sea por la publicidad de cirugía estética reparadora que hemos visto durante tantos años en la tele, tendemos a meter en el mismo saco a las varices y las llamadas, muy gráficamente, arañas vasculares (su nombre médico es telangiectasias). Hablamos de esas 'venitas' de color rojizo o morado que aparecen en distintas zonas de nuestro cuerpo, ¿pero están estas marcas relacionadas con las varices?, ¿pueden ser el síntoma de una enfermedad más grave? 

Las arañas vasculares (talangiectasias) no se acabarán convirtiendo en varices.
Las arañas vasculares (talangiectasias) no se acabarán convirtiendo en varices.

Para dar respuesta a estas preguntas primero debemos tener en cuenta la clasificación clínica de este problema. Las arañas vasculares están divididas en dos subtipos atendiendo a su tamaño y su localización. «Hablamos de telangiectasias cuando la dilatación es menor de un milímetro y se encuentran en las zonas más superficiales de la piel; después están las llamadas venas reticulares que se situarían entre una telangiectasia y una variz con un tamaño de entre 1 y 3 milímetros de diámetro», detalla Cabrero.

«Aunque algunas pacientes que presentan las denominadas arañas y venas reticulares sí tienen síntomas de enfermedad venosa, estas son, fundamentalmente, un problema estético, aunque sí que hay algunos artículos que afirman que un tratamiento precoz de una insuficiencia venosa, cuyos primeros signos son las arañas vasculares, puede disminuir el riesgo de una insuficiencia venosa en un grado mayor. Pero estas arañas no se van a convertir en varices», explica la doctora que, sin embargo, matiza: «Las venas reticulares, en ocasiones, sí que pueden llegar a convertirse en varices, pero las otras no. Todo esto son grados diferentes de la misma enfermedad, que es la insuficiencia venosa crónica. La insuficiencia venosa crónica tiene varios grados de progresión y en el primer estadío (C1) están las arañas: las telangiectasias y las reticulares. En el C2 ya estaríamos hablando de las varices tronculares como tal, que sí pueden llegar a ser un problema de salud al avanzar de grado por la hipertensión venosa que se genera en la pierna. Si no tratas las varices puede ir progresando. En el tercer paso (C3) ya llegamos al edema y en el C4 aparecen los cambios dérmicos, esas piernas con manchas marrones y la piel adelgazada que es lo que denominamos dermatitis de estasis (una alteración que produce cambios dérmicos como hipermigmentación ocre, eccema y lipidodistrofia) y luego ya incluso se pueden llegar a formar úlceras por la hipertensión venosa, después de una enfermedad venosa que lleva años de evolución», explica la doctora Maday Cabrero.

Clasificación de los trastornos venosos crónicos según su clínica

  • C0: ausencia de signos visibles o palpables
  • C1: telangiectasias (<1 mm) y venas reticulares (1-3 mm de diámetro)
  • C2: varices (>3 mm)
  • C3: edema
  • C4: alteraciones cutáneas secundarias (dermatitis de estasis)
  • C5: úlcera cicatrizada
  • C6: úlcera abierta

Factores de riesgo para la aparición de varices

Dos mitos por desmontar: ni las varices son exclusivamente un problema de las mujeres (aunque sí muy mayoritario) ni las varices son un problema que surja exclusivamente en las piernas. Siempre que exista un estado de hipertensión venosa, pueden aparecer varices. Tal vez no sabías que una hemorroide es una variz, por ejemplo. «Se trata de una dilatación de los plexos perianales y aparece cuando esos plexos se dilatan por una tensión aumentada. Es algo muy típico de los embarazos, por los cambios hormonales, por la compresión uterina y también porque las mujeres embarazadas suelen tener un mayor estreñimiento. El estreñimiento implica esfuerzo, y el esfuerzo hace dilatar más las hemorroides», comenta la experta. Pero no solo las hemorroides, en algunos pacientes con problemas hepáticos surgen problemas de varices en el esófago. También, como más adelante veremos, en la zona periuterina, un problema infradiagnosticado y con un gran número de mujeres afectadas. Por el contrario, y aunque también pueden aparecer varices en los brazos, cuando surgen suelen ser la consecuencia de una trombosis venosa profunda.

¿Cuáles son los principales factores de riesgo para acabar sufriendo varices? Si en las arterias el tabaco es uno de los principales factores de riesgo para acabar desarrollando arteroesclerosis, no lo es tanto en las enfermedades venosas. Así pues, hay que encontrar otro tipo de razones como la obesidad o la bipedestación prolongada (básicamente, estar mucho tiempo de pie). ¿Qué podemos hacer para tratar de esquivarlas? «El componente hereditario es muy importante y que no podemos prevenir, también ser mujer y la edad. También facilita la aparición de varices el embarazo», explica Cabrero. Las razones hormonales están detrás de las varices, de ahí que la gestación sea un período especialmente de riesgo; causas endocrinológicas que se suman a la presión que ejerce el útero sobre las venas de las extremidades y, en ocasiones, sobre la vena cava inferior.

Cómo minimizar el riesgo de padecer varices

  • Evita estar sentados la mayor parte del tiempo
  • Mantén las piernas en alto cuando estés en reposo
  • Intenta mantenerte en el peso adecuado, la obesidad es un factor de riesgo
  • Realiza un deporte moderado varias veces a la semana, el movimiento favorece el retorno venoso.
  • Evita fuentes de calor directas (radiadores, calefactores, bolsas de agua)
  • Utilizar una media de compresión

¿Cuándo hay que actuar frente a las varices? El dolor es el factor clave

Las varices son un trastorno benigno, algo que en teoría suena bien más allá de lo puramente estético, pero benigno no es sinónimo de indoloro. «Yo siempre pongo el mismo ejemplo a los pacientes y les hablo de mi madre. Mi madre tiene unas varices muy llamativas, pero no le duelen. No tiene el síntoma del dolor. No todas las varices duelen. Hay que entender que las varices van siempre en un paquete vasculonervioso. Esto quiere decir que al lado de la vena, generalmente, hay un nervio y que ese nervio puede doler y molestar. No todas las varices son dolorosas, pero hay un tanto por ciento significativo que sí lo son. Sobre todo en las varices de las piernas, que cuanto más tiempo pasamos de pie, más se dilata», la que habla es la doctora María Sánchez Ballestín, miembro de la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (SERVEI). Así pues, como también confirma Maday Cabrero, la presencia o no de dolor dependerá mucho de cada paciente. «Al final del día la pierna está muy pesada, no sabes donde meterla, como hinchada, y aparece también el picor. Los pacientes están mejor por las mañanas y todo esto va a empeorando a lo largo del día. También se vuelve más molesto en el verano y las épocas de calor».

Así, y al tratarse de un trastorno benigno, la decisión de acabar con las varices —ya sea a través de métodos poco invasivos o con cirugía—, dependerá de cuánto afecte el problema a la calidad de vida de la persona. 

Tratamientos para eliminar las varices

Si hemos decidido poner fin al problema de las varices, ya sea por una motivación estética o de bienestar, deberemos valorar distintos métodos en función de la localización y de la anatomía de la vena afectada. «Lo más frecuente es que las varices de las piernas dependan de las venas safenas y, tanto en las internas como en las externas, los mejores tratamientos son los termoablativos (endoláser y radiofrecuencia), cirugías poco invasivas que consisten en introducir un catéter a través de la vena y quemarla. Con este método se produce una inflamación del endotelio de la vena que hará que se acabe cerrando. Provoca un resultado similar al que se obtenía en la safenectomía clásica, pero sin la necesidad de hacer una incisión en la ingle para quitar la vena varicosa y que podía causa muchos más complicaciones como infecciones, hematomas o sangrados. Ahora mismo se operan sin necesidad de abrir», explica la doctora, miembro de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular.

Pero no es el único método que existe. La escleroterapia con microespuma también es ampliamente utilizada, un material que produce una ablación química de la vena y que también trabaja inflamando la pared venosa para acabar cerrándola. No obstante, para optar por este procedimiento la vena enferma debe cumplir unas condiciones anatómicas. «Otra de las opciones pues es el cianoacrilato, un pegamento biológico que metemos a través de un catéter guiado por una ecografía Doppler y con el que pegamos las paredes de la vena entre sí. Son todas cirugías ambulantes que no requieren reposo y cuya recuperación es muy rápida, con muy poco dolor posoperatorio». Además, este pegamento tiene la ventaja de que no necesita una terapia compresiva (una media) después de la cirugía.

Las varices pélvicas, un problema infradiagnosticado y para el que existen pocos profesionales bien formados

Si bien las varices en las piernas son un problema habitual y fácilmente identificable por los médicos, las varices pélvicas, característica principal del síndrome de congestión pélvica, es una de las patologías «más infradiagnosticadas que existen» pese a que se calcula que afectan a «el 15 % de las mujeres entre los 20 y los 50 años». De ellas, aproximadamente un 60 % de estas mujeres desarrollarán algún tipo de síntoma. Así lo explica María Sánchez Ballestín: «Es un porcentaje altísimo y, además, el rango de edad es de mujeres en edad fértil, lo cual indica que también hay cambios hormonales que influyen en esta patología. Lo normal es que, después de la menopausia, no se diagnostique».

 «La prevalencia en el varicocele pélvico es sobre todo femenina; ronda solo el 2 % en el paciente masculino. Se piensa muy poco en esta patología, caracterizada por el dolor o la sensación de pesadez en la región pélvica, todavía menos en el caso de los hombres. Las causas en la mujer, generalmente, tienen mucho que ver con factores hormonales, genéticos y con el embarazo. Durante el embarazo, las venas se pueden distender hasta dos o tres veces su tamaño normal, y también hay que tener en cuenta la presión que ejerce sobre toda la zona uterina el feto, pudiendo provocar que una vena se haga insuficiente, simplemente, por una dilatación por compresión», explica Ballestín.

Características de las varices pélvicas

  • Dolor que empeora con los períodos largos de bipedestación y sedestación
  • Dolor que empeora con el paso del día
  • Dolor que se acentúa en los días anteriores a la menstruación
  • Dolor especialmente intenso después del coito
  • Dolor lumbar o de tipo ciático
  • Incontinencia urinaria en situaciones de estrés
  • Dolor durante la micción

El mayor problema del varicocele pélvico no es que se hayan producido las varices, sino que el dolor que producen sea prácticamente incompatible con llevar una vida normal para una mujer de entre 30 y 40 años. Es decir, solo se convertirán en un problema si afecta a la calidad de vida. «Si no tienen ningún síntoma, no las vamos a tratar porque el beneficio que les va a producir es nulo».

Explica la doctora Sánchez Ballestín, miembro de la SERVEI, cómo los síntomas de las pacientes de varices pélvicas suelen ser confundidos con otros procesos ginecológicos como la endometriosis. Una confusión que acaba con muchas de las afectadas derivadas —correctamente, aunque el diagnóstico sea erróneo— a ginecología. No obstante, la doctora explica que solo se podrá obtener un diagnóstico de este problema si previamente se han descartado el resto de dolencias ginecológicas, digestivas y urológicas. «No podemos acusar al varicocele pélvico, que es una entidad puramente benigna, de ser el responsable de todos los síntomas de la paciente si antes no se han descartado otros procesos. Si la persona padece endometriosis, por mucho que le resolvamos el varicocele, no mejorará en absoluto. Otros procesos digestivos como la celiaquía o la intolerancia a la lactosa pueden producir síntomas muy parecidos y cerrar las varices no servirá para mejorar la situación. Cuando se descartan todas esas patologías, sí podemos ponerle nombre y apellidos a lo que les pasa, decir que es un varicocele y proceder a cerrarlo con seguridad. Se diagnosticará a través de una ecografía transvaginal, la misma que se le hace a las embarazadas durante los primeros meses», explica María Sánchez.

Destaca la doctora que se trata de un problema muy desconocido, incluso entre los profesionales sanitarios. «Esto es algo que generalmente no se estudia en la carrera de medicina, y te lo dice alguien que ha estudiado la carrera de medicina», asegura Sánchez. A diferencia de lo que sucede con las varices en las piernas, aquí los tratamientos termoablativos no están indicados como solución por lo que habrá que optar por otros métodos.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.