Todo sobre las infecciones de orina: «Las relaciones sexuales tienen una gran influencia en las cistitis»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

La cistitis es la infección que con más frecuencia afecta al aparato urinario.
La cistitis es la infección que con más frecuencia afecta al aparato urinario. La Voz de la Salud | iStock

¿Ayuda el consumo de arándanos?, ¿cómo se puede evitar?, ¿sabías que existe una vacuna?

24 jun 2022 . Actualizado a las 10:51 h.

Ante la primera gota de micción, son varias las cuchillas que acribillan (en el sentido más metafórico) a su huésped. Ardor en la vejiga. Quemazón. Una sensación por la que la orina no acaba de vaciarse, y que hace que la persona que lo sufre vuelva sin control al cuarto de baño.

Quienes lo padecen no encuentran palabras exactas para describirlo, pero cuando llega, lo saben. «Tengo cistitis, y más de una vez he acabado en urgencias», dirán. Tanto que se considera una de las infecciones más frecuentes en el ámbito hospitalario. Según el Centro de Información de Cistitis, «se calcula que casi la mitad de las mujeres padecen episodios a lo largo de su vida. De ellas, un 20 % repite», apunta. 

La cistitis es una infección urinaria que afecta a la vejiga, y que con mayor asiduidad se ceba con el aparato urinario. Hasta aquí, nada nuevo. Sucede más en las mujeres por una razón anatómica: «Tienen el tracto intestinal mucho más cerca del periné, y una uretra mucho más cortita. Eso hace que los microorganismos del tracto digestivo pasen con más facilidad y colonicen la vagina. Si en esta zona no están las defensas que tocan de forma natural, es más probable que los microorganismos asciendan por la uretra, colonicen la vejiga y si se dan las condiciones óptimas, sobrevenga la infección de orina», detalla la doctora Rocío Jiménez, uróloga en la Fundación Puigvert, que añade: «Por otra parte, los varones tienen el periné más alejado, y una uretra mucho más larga. Además, el fluido seminal funciona como un elemento protector. Algo que ellas no tienen», explica la experta. 

A partir de los 50, los casos de cistitis en hombres y mujeres empiezan a igualarse

Eso sí, los hombres tampoco pasan desapercibidos. Es más, a partir de los 50, la cifras entre sexos empiezan a igualarse: «Comienza un crecimiento benigno de la próstata, obviando el tema oncológico. Según cómo vaya aumentando este órgano se puede comportar de forma obstructiva, dificultando la salida de orina y haciendo que, si las bacterias tienen las condiciones idóneas, se convierta en un caldo de cultivo», precisa la profesional de la institución catalana. 

Más allá de la cistitis

La infección de orina puede complicarse. Aunque esto no es lo más frecuente. «Cualquier infección que afecte a la vejiga es potencialmente peligrosa y puede afectar a un órgano nombre. En la mujer podrá atacar a los riñones, lo que se llamará pielonefritis. En los varones, a la próstata (prostatitis), riñones y testículos (orquitis)», precisa la doctora Jiménez. 

El cuadro clínico característico de la cistitis es quizás uno de los más conocidos en el saber popular: dolor miccional, más ganas de ir al baño con escasa micción (polaquiuria), constante deseo miccional (tenesmo) y en ocasiones, sangre al orinar (hematuria). A mayores, fiebre, especialmente si otro órgano está afectado. 

Con todo, lo que más se suele ver, es la infección del riñón (pielonefritis). Un cuadro caracterizado por fiebre, escalofríos, malestar general y dolor lumbar: «En mujeres es algo más habitual porque primero se origina una cistitis que posteriormente puede empeorar. El tratamiento es muy eficaz y no suele ser necesario el ingreso. En cambio, si se produce en los varones, siempre hemos de tener la sospecha o asociación de algún problema obstructivo o renal, por lo que el tratamiento es más complicado. Casi siempre exige ingreso hospitalario y tratamiento intravenoso», precisa Jesús Sueiro, portavoz de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria (Agamfec).

El principal responsable de esta infección son los gérmenes procedentes de las heces, conocidos como enterobacterias. De ellos, el protagonista indiscutible es el Escherichia Coli, presente en casi todos los casos: «Produce entre un 75 y 85 % de las infecciones de orina», precisa la doctora Jiménez. 

Prácticas sexuales muy frecuentes y falta de micción: factores de riesgo

Por lo que una vez asegurado el microorganismo infectante, empiezan a contar todos los factores que influyen en la aparición de una cistitis. Existen aquellos que se consideran demográficos como la pobreza, el ambiente nosocomial, o el embarazo; los urológicos causados por sondas, anomalías, cálculos o una obstrucción, y los médicos como la diabetes o la inmunodepresión. 

Sin embargo, los principales factores de riesgo son los considerados de comportamiento. Hablamos de prácticas sexuales y hábitos higiénicos correctos. «La humedad o el frío pueden ser algo más discutibles. Pero en muchas ocasiones, las relaciones sexuales tienen una gran influencia en las cistitis de las mujeres jóvenes», detalla el doctor Sueiro, que añade: «La práctica sexual es más frecuente, y como el tubo digestivo está tan cerca de la uretra, cualquier caricia o manipulación puede hacer que los gérmenes del intestino colonicen la vejiga», detalla el experto en medicina familiar. 

De igual forma, Rocío Jiménez, de la fundación Puigvert, destaca como posibles factores de riesgo una escasa ingesta hídrica, los antecedentes familiares de primer grado, cualquier malformación como puede ser la dilatación de la vía urinaria, y sobre todo, una mala higiene local. Y ojo, porque esto no significa falta de limpieza: «Hay mujeres que piensan que una buena higiene implica lavar y frotar con miles de jabones específicos. Y la verdad es que podemos ahorrarnos bastante dinero en ese sentido. Yo hablo de una buena salud vaginal», explica la uróloga. 

En primer lugar, los controles ginecológicos importan. Después, la vagina debe permanecer hidratada. Y por último, tener un buen estado microbiano, «sobre todo, de los bichitos que nos protegen que son los lactobacillus». Para ello, «la higiene debe ser sin jabones, solo con agua y con el grifo de la ducha. De delante hacia atrás, sin el uso de bidé. Lo mismo para la limpieza después de hacer pis», ejemplifica la uróloga. En la dirección contraria, los patógenos de la zona anal se transportarían hacia la vaginal. 

No solo esto. Todos los pacientes, y especialmente las mujeres, deben cuidar sus hábitos miccionales. Nada de quedarse con las ganas: «Hay que orinar cuando lo pida el cuerpo, o cada tres o cuatro horas», señala. 

Más común en etapas como la menopausia

Con todo, la doctora Jiménez recuerda que hay etapas en la vida de una mujer en la que, debido el baile hormonal, las cistitis pueden convertirse en algo más frecuente: «Los cambios hormonales pueden ser un factor de riesgo en la infección. Esto se da, sobre todo, cuando comienza la menstruación, con la ovulación, en el post parto, y sobre todo, en la menopausia, que es cuando se ve un aumento de las infecciones», precisa la experta. Los niveles de estrógeno y progesterona descienden, y con ello llega la sequedad. 

¿Cómo prevenir la cistitis? 

  • Ingerir, al menos, un litro y medio de agua al día, para conseguir reducir la concentración de bacterias en el aparato urinario. También ayuda evitar bebidas carbonatadas y excitantes como el alcohol, la cafeína y el tabaco. 
  • Orinar cada dos o tres horas pues el crecimiento bacteriano es mayor cuando la orina permanece en la vejiga, sobre todo, antes y después de haber mantenido relaciones sexuales. 
  • Lavar la zona con jabones neutros y de delante hacia atrás. Igualmente, el secado debe realizarse en la misma dirección.
  • Cambiar el bañador después del baño. 
  • Utilizar ropa interior de algodón y evitar prendas ajustadas. 
  • Evitar el estreñimiento y no posponer la evacuación de las heces. De esta forma, los gérmenes tendrán más difícil colonizar los tejidos cercanos al tracto urinario. 
  • Ducha en lugar de un baño. 
  • Ingerir arándanos rojos americanos. 

Fuente: Instituto de Medicina Sexual (IMS)

Hueco para los arándanos rojos en el botiquín

El tratamiento es antibiótico que varía según la edad, la localización, el tipo de infección e incluso la recurrencia. Sin embargo, los arándanos rojos americanos siempre deben estar en el botiquín: «Tienen proantocianidina, que es un componente que se ha visto que tiene evidencia, sobre todo, para el e-coli. Si lo damos acompañado de manosa, que es un tipo de azúcar, evitará que el microorganismo se enganche a la pared de la vejiga y suba hacia el riñón», explica la doctora Jiménez, a lo que Jesús Sueiro añade: «Ese germen intestinal tiene flagelos que se pegan al epitelio de la vejiga urinaria y de la uretra. Una vez ahí, resulta más difícil eliminarlo. Parece que los extractos naturales del arándano disminuyen la sensibilidad de este microorganismos», indica. Con todo, calma, porque la recomendación se sigue considerando débil. 

En cualquier caso, la ingesta debe ser en formato comprimido: «Para llegar a la dosis mínima, que serían unos 32 miligramos de las proantocianidinas, hay que darlos de esta manera. Si tuviésemos que comerlos como fruta o zumo, lo cual en sí es recomendable ya que es un alimento con muchos antioxidantes, habría que tomar cantidades ingentes para llegar a la cantidad que hace efecto en las infecciones urinarias», recuerda la uróloga. 

Hablando de flora vaginal, muchos podrían pensar que consumir productos como el kéfir o yogures, de por sí probióticos, ayudaría. Nada más lejos de la realidad: «Hay alimentos que contienen lactobacillus, pero no son los mismos que los presentes en la flora vaginal. Por eso, damos probióticos mediante óvulos, que es lo que mejor funciona», cuenta Jiménez. 

Infecciones urinarias de repetición

Las cistitis pueden suponer un impacto en la calidad de vida de los pacientes, especialmente, cuando se repiten en el tiempo. Se considera una infección urinaria recurrente en mujeres si se dan tres episodios de infección no complicada en los últimos doce meses. También, en aquellas que tengan al menos dos episodios en los últimos seis. El criterio cambia en el varón. A ellos les basta una vez para que el término de «complicada» figure en el parte médico. 

Vacunas, también para la cistitis

Con todo, hay esperanza para solucionar las cistitis recurrentes. Una vacuna contra la infección de orina. En España están disponibles las denominadas autovacunas. Son personalizadas, pues se extraen de la flora microbiana que está produciendo la cistitis del paciente en un momento determinado. Se ha visto que utilizarla reduce la frecuencia de infecciones hasta en el 75 % de las mujeres durante los 18 meses siguientes a su administración, lo que mejora la calidad de vida de las afectadas.

¿Cuándo es recomendable?

La figura del urólogo será quien considere y recomiende el uso de esta vacuna. Como regla general, está resultando efectiva cuando el paciente presenta más de tres cistitis cada seis meses, pese al uso de antibióticos, desinfectantes urinarios, medidas higiénicas y comprimidos de arándanos rojos. 

Eso sí, la vacuna no es definitiva. Conviene repetirla cada tres o seis meses. El precio es de casi 300 euros. 

De igual forma, existen pacientes que después de obtener un diagnóstico, vuelven a la consulta quince días después con el mismo problema. Hablamos de infección urinaria recidivante, «la cual no se ha acabado de curar» explica la doctora Jiménez. Existen varias posibilidades: «Que el antibiótico no sea correcto, que no lo hayamos dado los días suficientes, o que la persona sea resistente», concluye. 

Lucía Cancela
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Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.