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Realizar cribados en grupos de riesgo resulta clave para diagnosticar la enfermedad renal con prontitud y frenar su progresión

La Sociedad Española de Nefrología calcula que en nuestro país hay cerca de siete millones de personas que padecen enfermedad renal. ¿El motivo? Existen muchas patologías que pueden originar o agravar una insuficiencia renal. Y, si no se toman medidas al respecto, en el 2040 esta afección podría convertirse en la quinta causa de muerte.

Aunque es considerada un factor de riesgo cardiovascular muy importante, el verdadero peligro reside en lo negativo que puede ser su pronóstico. Los pacientes hospitalizados con fracaso renal agudo presentan una mortalidad del 23 %. Un porcentaje que se eleva hasta el 65 % en el caso de aquellos ingresados en UCI. En ambos casos, un tercio de los supervivientes padecerá insuficiencia renal crónica.

María Isabel Rodríguez Lozano, especialista en Nefrología del Hospital San Rafael de A Coruña, responde a algunas de las inquietudes más comunes sobre esta patología.

—Doctora, ¿qué podemos hacer para frenar la enfermedad renal?

El primer paso es la prevención. Hacer ejercicio físico, evitar el alcohol y el tabaco, tener hábitos alimenticios saludables, hidratarse bien, disminuir el consumo de sal, mantener el peso que nos corresponde, evitar todos los fármacos que no sean imprescindibles…

Además, hay factores que aumentan la posibilidad de daño renal: la edad (ser mayor de 60 años), una historia familiar de enfermedad renal, un bajo peso al nacer, una masa renal disminuida, la hipertensión arterial, la raza negra y asiática, la diabetes o la obesidad.

—Doctora, ¿cómo identificar esta enfermedad?

Esta patología apenas produce síntomas hasta que se encuentra en un estadio avanzado. Estos son muy inespecíficos, como levantarse varias veces a orinar por la noche, hinchazón de pies y de párpados, orina con espuma con o sin cambio de coloración, cansancio, mal sabor de boca, calambres, insomnio...

Los grupos con factores de riesgo deberían someterse a un cribado: recoger su historia clínica, medir la tensión arterial y hacer análisis de sangre y de orina básicos. Cuanto antes se diagnostique la enfermedad, antes podremos actuar para frenar su progresión.

—Doctora, ¿qué tratamientos disponibles hay?

El objetivo es conocer la causa para tratarla y eliminar o disminuir los factores de progresión modificables. Disponemos, además, de medicamentos llamados «renoprotectores» que logran ralentizar el deterioro de la función renal.

La forma más conocida de la enfermedad renal es la insuficiencia renal avanzada. Y su tratamiento pasa por la diálisis o el trasplante, que sustituyen la función de los riñones y evitan, por tanto, la muerte. Hemos progresado mucho en cuanto a la tolerancia y eficacia del tratamiento, el control de la anemia, las alteraciones óseo-minerales… Pero queda mucho por hacer para mejorar la calidad de vida y el pronóstico de los pacientes.