Primer caso humano de virus B registrado en China: ¿qué es y cómo se contagia?

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Un paciente en la uc.
Un paciente en la uc. Luis Tejido

Se trata de un virus transmitido por monos, que en humanos puede afectar al cerebro y llegar a causar la muerte

10 abr 2024 . Actualizado a las 21:10 h.

China ha registrado el primer caso de infección por el virus B en humanos. El paciente es un hombre de 37 años que fue atacado por un mono salvaje durante una excursión al parque Kam Shan en Hong Kong. A raíz del incidente, el hombre sufrió heridas y comenzó a mostrar síntomas por los que debió ser ingresado a finales de marzo, como una fiebre alta y una disminución del nivel de consciencia. En el hospital, una prueba realizada con una muestra de líquido cefalorraquídeo arrojó el resultado positivo por virus B, una enfermedad que se transmite a través del contacto directo con monos salvajes.

Actualmente, el hombre se encuentra en un estado extremadamente delicado, según comunicó el gobierno de la región, y está recibiendo tratamiento en la UCI del hospital. La enfermedad es muy poco frecuente, pero puede causar daño cerebral grave y tener consecuencias fatales. De hecho, el 70 % de los casos no tratados pueden desencadenar una encefalitis fatal. De todos modos, todavía no se conoce el pronóstico de este paciente.

Qué es el virus B

El virus B, conocido también como herpes B o virus del mono B, es una infección extremadamente poco frecuente que causa daño cerebral o incluso la muerte si el tratamiento no se realiza de manera inmediata. Se trata de un virus similar al HSV-1, o virus del herpes simple. De hecho, en el huésped natural, el virus presenta una patogenia similar a la del herpes labial en los seres humanos. Por el contrario, cuando los seres humanos están zoonóticamente infectados con el virus B, los pacientes pueden presentar una encefalitis grave, lo que resulta en una disfunción neurológica permanente o la muerte.

La enfermedad se contagia a través del contacto directo con monos macacos infectados en forma de heridas, mordeduras o rasguños. También puede transmitirse a través del contacto con la nariz, la boca o los ojos del animal. La transmisión entre humanos es poco frecuente, con un solo caso conocido a día de hoy, según detallan los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC).

La enfermedad, que se identificó por primera vez en el año 1932, es asintomática en los monos, que suelen portar la infección por el virus B y pueden transmitirla a otros primates, como los chimpancés o los capuchinos. En humanos, la infección es sumamente infrecuente. Desde que se describió el primer caso a principios del siglo XX, solo se han registrado 50 casos de infecciones, de las cuales 21 personas fallecieron. La mayoría de estos pacientes adquirieron la enfermedad tras haber sido atacados por un mono, o al entrar en contacto con fluidos corporales de estos animales.

Si un mono está infectado, el virus puede estar presente en su saliva, sus heces, su orina o su cerebro. Se trata de un virus que tiene la capacidad de sobrevivir durante horas en superficies húmedas, de ahí que la recomendación ante el contacto con estos animales sea lavar meticulosamente la piel o las heridas durante varios minutos. Hay que tener en cuenta que el virus también puede sobrevivir hasta 7 días a 37 °C o durante semanas a 4 °C, y es estable a -70 °C.

Síntomas

Los primeros signos de una infección por el virus B suelen ser similares a los de la gripe. Entre ellos se incluyen la fiebre, el dolor muscular (mialgia), la fatiga y el dolor de cabeza. Posteriormente, se desarrollan una especie de ampollas alrededor del área de la piel en la que se encuentra la herida causada por el animal, o bien en la zona que ha estado en contacto con él. Otros síntomas menos frecuentes incluyen la falta de aire, náuseas y vómitos, dolor abdominal o hipo.

De manera típica, los síntomas aparecen alrededor de un mes después de la exposición al mono infectado, pero existen casos en los que las manifestaciones comienzan al pasar apenas tres o siete días desde el encuentro.

A medida que progresa la enfermedad, el virus llega al cerebro y la médula espinal, causando inflamación. Esto puede provocar síntomas neurológicos que van desde el dolor hasta problemas en la coordinación muscular o en la respiración.

Cómo actuar

Lo más importante es realizar una primera higienización del área afectada o que ha estado en contacto con el animal. Esto se debe hacer de manera inmediata. Primero, hay que lavar la piel y la herida con jabón o iodina tópica, frotando durante 15 minutos. A continuación, los CDC indican que se debe dejar correr agua sobre la zona durante otros 20 minutos.

En las superficies externas, el virus B es susceptible al hipoclorito de sodio al 1 %, etanol al 70 %, glutaraldehído al 2 % y formaldehído, sustancias que pueden utilizarse para la desinfección. El virus también puede inactivarse mediante tratamiento térmico a 50 °C o 60 °C durante al menos 30 minutos, mediante disolventes lipídicos, mediante exposición a pH ácido y mediante detergentes. Por esta razón, la higiene es fundamental.

La confirmación del diagnóstico se puede realizar al aparecer los primeros síntomas, a través de una prueba de PCR con una muestra de saliva. Se debe acudir inmediatamente al médico para una evaluación, ya que es posible administrar medicamentos antivirales para frenar el avance del virus. Si estos tratamientos se realizan de manera oportuna, el pronóstico de esta enfermedad mejora significativamente.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.