¿Fue culpa de la monotonía?: las fases del amor y factores que influyen en cada una de ellas

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

La Voz de la Salud

Desde el enamoramiento al amor «compañero», no todas las parejas pasan por todas ni en la misma duración, pero sí existen patrones comunes

06 nov 2022 . Actualizado a las 20:21 h.

«No fue culpa tuya, ni tampoco mía, fue culpa de la monotonía». Para aquel que todavía no la haya escuchado, es el nuevo tema de Shakira con Ozuna. Más que una canción, y sin contar la cantante colombiana con este nuevo cometido, la letra bien podría utilizarse en una clase de Psicología para explicar las diferentes fases por las que pasa una persona cuando inicia una relación sentimental. Conocidas como las fases del amor, no siempre se dan todas, ni de la misma forma o duración. Pero sí se podría hablar de una serie de pautas comunes y elementos que pueden dinamitar la unión. ¿Es la monotonía uno de ellos?

«Se podría hablar de diferentes fases según diferentes autores. Por ejemplo, Sternberg habla del triángulo del amor y de tres componentes que van variando a lo largo de las diferentes fases. Primero una más pasional, después el compromiso y la pasión se reduce. Esta sería como una teoría simplificada que no habla de fases en sí pero dice que el amor evoluciona y sus ingredientes van variando en función de la relación», comenta Rebeca Lajos, psicóloga y terapeuta de pareja en el centro Aidé Psicología. 

La atracción y la pasión: los primeros en entrar en acción 

«En primer lugar, yo hablaría siempre de la atracción, que son esas ganas de conocer a la persona, donde predomina más la pasión, sientes esas mariposas en el estómago. Que por cierto, no son más que nervios por ver a esa persona. Se te acelera el corazón por quedar con ella, sientes que es atractiva y te apetece arreglarte para conocerla porque realmente estás nervioso», indica Silvia Vidal, psicóloga experta en ansiedad, parejas y divulgadora de contenido en Instagram.

Partiendo de una base neurocientífica, Juan Pérez, investigador en el Centro de Investigaciones Biomédicas (CINBIO) de la Universidad de Vigo, explica que en esta fase, la del enamoramiento, «nuestro sistema de recompensa se activa». Este está controlado por un neurotransmisor que se suele relacionar con las adicciones, la dopamina: «Lo que hace es codificar recompensas. Tenemos expectativas sobre una cosa o después de hacer una acción y si eso resulta mejor de lo que esperábamos, sufrimos un pico de dopamina. Y al contrario, si resulta peor de lo esperado, vamos a tener una reducción de esta secreción». Es lo que explica que queramos estar cada vez más con esa persona. 

A partir de ahí se pasaría a una segunda fase (o incluso una continuación de esta misma) que Vidal describe como enamoramiento «pasional». «Un momento en el que quiere estar mucho con esa persona, reina el deseo, tienes muchos encuentros sexuales y tienes las hormonas revolucionadas. Te apetece mucho ese contacto físico», asegura la psicóloga. 

En la misma línea apunta Pérez: «Otro sistema que se activa de manera muy marcada cuando nos enamoramos es el sistema simpático. Una parte del sistema nervioso autónomo que acelera respuestas corporales para prepararse ante situaciones que tenemos que responder de manera rápida. Es un sistema que conocemos cuando sufrimos situaciones de estrés. Padecemos sudoración, se dilatan las pupilas, se nos acelera el ritmo cardíaco...». Pero no solo eso. También hay una alteración muy fuerte del balance de serotonina. «Otro neurotransmisor que provoca sentimientos de ansiedad, de necesidad extrema de estar con la otra persona», añade Pérez. Esto explicaría la necesidad de contacto físico a la que apunta Vidal. 

¿Cuánto dura ese enamoramiento? Depende de la persona y de la relación. «Puede durar seis meses, un año, incluso puede ser que no aparezca», apunta la psicóloga. Si bien recalca: «Siempre se debería tener cuidado a la hora de tomar decisiones importantes en esta fase, como decidir casarse, porque aún no estás conociendo a tu pareja. Estás en esa parte en la que todo nos gusta y todo lo de la otra persona nos resulta maravilloso. Es un pico, como un chute en el que no podemos vivir siempre porque es imposible». 

«Las sensaciones del sistema simpático como son las sudoraciones, que se acelere el corazón y todo eso, es una cuestión de semanas o meses. No dura mucho en una relación», recalca el neurocientífico. No obstante, también matiza que a partir ahí empiezan a entrar en juego otro tipo de neurotransmisores como la oxitocina, que sí que se mantiene a lo largo de una relación: «Esta, lo que hace, es potenciar las relaciones personales». 

El enamoramiento «maduro o consciente» y el crecimiento

Aunque los sentimientos siguen a flor de piel, aquí ya se empezaría a conocer mejor a la otra persona. «De repente ya no eras el mismo», entona la cantante colombiana. «Puede que empieces a ver detalles que no te gustan, alguna forma de pensar que no te convence, alguna manía. Ya no hay tanta idealización como al principio y por eso es importante lo que se mencionaba antes de no tomar decisiones precipitadas», considera Vidal.

Una opinión con que la concuerda Lajos, que denomina esta etapa como una lucha de poder: «Es un momento crítico porque ya no ves a la persona con ese halo de idealización. Muchas veces aceptamos, pero con condiciones, o con la expectativa de que la persona se acabe convirtiendo en quien yo quiero que sea. Eso un error». 

A pesar de ser consciente de esa «cara B» de la moneda, si la relación avanza porque el amor que sientes hacia la otra persona es más fuerte que todas aquellas cosas que no te gustan, Vidal señala una nueva fase: el amor «maduro de crecimiento». Creces como pareja, pero también a nivel individual. «En el sentido de que tú tienes tus proyectos y apoyas a tu pareja para que haga los suyos. En una relación sana hay que ver ambas cosas: tú apoyas y tu pareja te apoya. Aunque uno de los dos se pueda ver tocado, porque imaginémonos, uno se va lejos. Es una fase muy bonita en la que es un amor más maduro», apunta Vidal. 

Se trata de una fase en la que además, Lajos considera que nos sirve para crecer también gracias a la otra persona: «En el sentido de que tendemos a elegir como pareja a alguien que nos complementa y que nos saca de nuestra zona de confort. Es un punto o una etapa muy enriquecedora». 

La relación empieza a estar más asentada y se activa el sistema parasimpático. «Esa persona hace que nos sintamos más tranquilos, nos proporciona paz y relajación. Existe como una transición del tipo de neurotransmisores y hormonas que se secretan, al igual que la cantidad. Por ejemplo, la dopamina de la que hablaba antes, ya no tenemos esos picos de principio pero la seguimos generando el resto de nuestra vida cuando estamos con la persona que nos gusta», apunta el neurocientífico. 

Llega el compromiso y la creación conjunta

«Cuando se mantiene en el tiempo llegamos al compromiso. Que es cuando las fases están asentadas y somos equipo, familia y vamos a una», considera Lajos. En realidad no habría un tiempo establecido en el que tiene lugar, si bien «aquí la pareja ya se asienta como tal y es un crecimiento de los dos, en equipo». Dejaríamos de lado el querer cambiar al otro (que sucedía en la anterior fase), lo aceptamos y aprendemos de él. 

«Es tu compañero de vida, pero hay que hacer hincapié en luchar por esa relación. Porque vemos estas fases y en todas hay un trabajo detrás. No es algo que fluya solo. En el amor compañero hay que seguir trabajando, haciendo actividades juntos, para que de vez en cuando surja esa pasión que hemos dicho al principio que era tan importante», recalca Vidal. 

Esos planes diferentes provocan, una vez más, secreción de dopamina. Esta se genera en circuitos de recompensa, pero también con la novedad. «El hecho de hacer cosas nuevas con la pareja es una manera de estimular estos picos de dopamina que nos generan una reacción placentera. Con el tema amoroso y con muchos otros. Cuando vemos una película que nos gusta, por ejemplo, también generamos dopamina», considera el neurocientífico. Eso sí, precisa que si repetimos lo mismo una y otra vez, lo que hacemos es saturar el sistema. 

Fases del amor (no tienen por qué darse todas):

  • Atracción y enamoramiento pasional
  • Enamoramiento consciente o lucha de poder
  • Crecimiento o amor maduro
  • Compromiso y creación conjunta

«Fue culpa de la monotonía»: las claves de una relación que perdura

En estas últimas fases es donde entra la monotonía y el posible desgaste de la relación. «Ya no es lo mismo» o «me aburro con esa persona», son algunas de las temidas frases. No obstante, considera Vidal, «tenemos que ver qué está ocurriendo para que sientas esa monotonía y diferenciarla de la rutina». Así, esta última sería totalmente normal viviendo con la pareja, mientras que la monotonía tendría más que ver con no hacer planes diferentes juntos. 

Por su parte, Lajos apunta a que «lo suyo es no perder el foco. Ya está todo construido… hay que reforzar las cosas que tienden a desaparecer con la llegada del compromiso y de la estabilidad».  

«Nunca dije nada, pero me dolía», canta Shakira. Otro de los puntos que Vidal considera imprescindibles: la comunicación. «Explicarle cómo te estás sintiendo, qué es lo que necesitas, qué te aburre, qué te sienta bien y mal», asegura.

Otro imprescindible: cuidarse. «El apoyo entre equipo. Tengo mis proyectos por individual pero mi pareja es la que me está apoyando y siento que es una parte muy grande el proyecto», dice la psicóloga. Además, «es importante saber qué es lo que queremos de la relación, si tenemos, o no, proyectos en común. Cómo te estás sintiendo, si estáis buscando lo mismo, si tenéis proyectos en común a parte de estos individuales». 

Por último, pero no por ello menos importante, la resolución de conflictos. «Aprender y entender que en todas las parejas los hay y que hay que resolverlos», recomienda Vidal. La cual finaliza diciendo que en una relación sana siempre hay muchas conversaciones incómodas. 

Claves para cuidar una relación para que esta puede perdurar en el tiempo:

  1. Comunicación 
  2. Hacer planes en común fuera de la rutina
  3. Cuidado
  4. Tener proyectos en común y saber qué queremos de la relación
  5. Resolución de conflictos

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.