Celibato voluntario, ¿por qué vivir sin sexo?: «Sentía que mantener relaciones perdía sentido»

Laura Inés Miyara
laura miyara LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Muchas personas eligen la abstinencia sexual debido al desencanto con los encuentros fríos e impersonales que se concretan desde las redes sociales.
Muchas personas eligen la abstinencia sexual debido al desencanto con los encuentros fríos e impersonales que se concretan desde las redes sociales. iStock

Analizamos la moda del celibato voluntario con un sexólogo y los testimonios de dos personas que han elegido la abstinencia tras años de vida sexual activa

19 jun 2023 . Actualizado a las 09:10 h.

Las formas de relacionarnos han cambiado en los últimos tiempos. Si hasta hace diez o quince años las maneras más frecuentes de conocer a una pareja eran a través de amigos en común, en fiestas, eventos o bares, hoy Internet es prácticamente el casamentero por antonomasia. Y las relaciones sexuales se modifican a la par de estos cambios. En un mundo que ha convertido a las potenciales parejas sexuales en productos de consumo que podemos «adquirir» a través de apps, la seducción diluye gran parte de su atractivo. Ante esto, muchas personas están optando por bajarse del tren del deseo. En TikTok, el llamado celibato voluntario se ha convertido en un movimiento y quienes se suman a él no lo hacen por motivos religiosos ni moralistas: la razón se halla en un desencanto que, en época de soltería, muchos llegan a experimentar. Pero dejar de tener sexo, especialmente en este contexto de abundancia de opciones disponibles a través de Internet, es una elección que requiere convicción y firmeza. ¿Qué hay detrás de esta decisión?

Los motivos que llevan a alguien a dejar de tener sexo son totalmente personales y difieren de individuo a individuo. En muchos casos, se trata de una búsqueda interior que el ruido de la vida sexual puede obstaculizar. «Intuyo que en el fondo es un desencanto o frustración con la forma actual de las relaciones sexuales. Ahora mismo, fuera de los vínculos de pareja, el sexo es muy esporádico, es rápido, poco implicado, poco afectivo. Lo que la gente echa en falta es esa implicación, que no es lo mismo que amor ni enamoramiento. Es que no sea una simple relación sexual sin más, con una persona de la que nunca más se supo», observa el sexólogo Roberto Sanz.

«A veces hay frustración y ansiedad que suelen estar relacionados con la imagen personal. En un encuentro sexual con alguien que no conoces mucho, la situación puede ser satisfactoria pero puede ser un frío, distante. No sabes si la persona te va a volver a llamar, si llamar tú, si quedar o no quedar. No se logra conectar, entonces, a veces uno se retrae o se echa para atrás. Se suele dar prioridad al atractivo físico y después se comprueba si hay afinidad personal. Eso da lugar a tener relaciones que te hagan sentir vacío. Si tú le das más prioridad a la vinculación y a estar a gusto con la persona, a la complementariedad, la sexualidad puede venir después», señala el experto.

El deseo de conseguir una satisfacción más profunda y duradera que la que el sexo puede dar es lo que llevó a Andrea, de 31 años, a dar este paso. Ella, que pide relatar su experiencia de manera anónima, pues se trata de «cosas muy íntimas que dan, obviamente, vergüenza», en realidad no se llama Andrea. Lo que sí es cierto es que lleva todo el 2023 sin concretar un encuentro sexual.

«Llevaba más de cuatro años soltera y tomé una decisión para mí misma: hasta que no pueda encontrar a alguien con quien esté dispuesta a tomarme una cerveza y que no pase más nada, porque la persona me interese realmente, voy a dejar de estar con hombres», cuenta. Esta decisión tiene que ver, en su caso, con el momento en el que se encontraba su vida sentimental tras pasar cierto tiempo sin una relación estable. «Fueron unos años en los que, por la soltería y por lo que sea, me daba cuenta de que me liaba mucho con tíos, estando yo con algunas copas encima, y después, cuando tenía que liarme con esa persona sobria, me quería escapar. Ni siquiera quería hacerlo», confiesa Andrea.

Entonces, se propuso reservar el espacio de la sexualidad para compartirlo únicamente con alguien que le pareciera, en sus palabras, «100 % interesante, no necesariamente para tener una relación, pero para salir y conocernos. Y, evidentemente, no apareció nadie desde enero».

Esta es una perspectiva que reflejan muchas personas. Es, también, el caso de Gustavo. Tiene 25 años y es científico de datos en el sector financiero. Es un profesional joven y exitoso. Y hace más de tres años que no tiene relaciones sexuales. «Tomé la decisión a finales del 2019, porque sentía que mantener relaciones perdía sentido. Se había convertido en algo superficial y monótono», cuenta.

Para él, el cambio ha sido totalmente positivo. Esto se debe, en parte, a que la dinámica que tenían sus relaciones y el momento que estaba atravesando su vida sexual no lo hacían feliz. «Era sexualmente activo y estaba soltero. Me liaba con unas dos personas al mes. Cuando decidí parar, fue porque estaba en relaciones que no quería y cuando cambié pude enfocarme más en mí, en las cosas que realmente me gustaban, comencé a hacer más ejercicio y a ocuparme de otros asuntos», dice Gustavo.

Este punto de inflexión que Gustavo describe es similar a lo que le ocurría a Andrea hacia finales del año pasado. «Anteriormente, solo buscaba suplir la necesidad básica de decir: "tuve sexo". Pero al final, me daba cuenta de que acababa con personas que sí, me parecían atractivas, pero que no me interesaban más que para eso. Y no solo a mí no me interesaban, sino que ellos tampoco tenían interés en mí. Y al final, todo lo que hacemos mucho nos cansa un poco. Estaba empezando a sentir que, la verdad, no me estaba haciendo bien hacer eso. Estaba en una situación tóxica de verme con esos hombres por querer suplir esa necesidad, hasta que lo dejé de pasar bien», recuerda.

Del mismo modo que Gustavo, ella notó cambios positivos al dejar a un lado el sexo. «Aumentó mi amor propio. Es un poco fuerte decirlo, pero sí. Y ahora pienso tres veces cuando me cruzo con un hombre. Por ejemplo, si estoy en un bar con mis amigas me lo pienso mejor, no quiero gastar energía en eso. He revalorizado mucho la relación conmigo misma y también la relación que establezco con los hombres heterosexuales. Ya no los pongo en el lugar inmediato de "posible" o "no posible" pareja sexual», explica Andrea.

¿Se extraña el sexo? La respuesta unánime es que no. Para Gustavo, es algo que no hace falta para ser feliz. Andrea se mantiene firme y dice que alentaría a otras personas a probar la abstinencia si sienten que no lo están pasando bien en su vida sexual. «Con todas las cosas que uno hace y que siente que no le están haciendo del todo bien, siempre lo mejor es alejarse un poco, verlo con otra perspectiva y después ver si volver. No juzgo la otra perspectiva ni la vida que tenía yo antes, tiene que ver con el momento en el que estoy de la vida. También creo que sin dudas, esto es producto de que antes he aprovechado mi soltería. He tenido una buena vida de soltera y ahora ya me aburrí», dice.

Sin embargo, Andrea confiesa que en alguna ocasión se ha tenido que reprimir. «Muchas veces me ha pasado. Es mítico estar de fiesta y pensar en escribirle a alguien para ir un ratito a verle y después irme a mi casa. Pero siempre contuve ese pequeño impulso y después, cuando me iba a mi casa, dormía tranquila y me despertaba bien, pensaba: menos mal que no fui. Así que veo muchas más cosas positivas que negativas», asegura.

Para muchos el no tener relaciones en las primeras etapas de una relación ayuda a mantener la objetividad mientras todavía están conociendo a una nueva persona. Durante el sexo, al igual que en el enamoramiento, se libera oxitocina, también conocida como la hormona del amor. Se trata de una sustancia que facilita el apego. Bajo sus efectos, es más probable que pasemos por alto conductas y tratos que no queremos aceptar de parte de aquellos que se relacionan con nosotros.

Nada es eterno

En ambos casos, la decisión de no mantener relaciones sexuales está abierta a modificarse. Es decir: no se plantea como algo que vaya a durar para siempre. Pero hay condiciones que no se pueden negociar y una vez que se decide priorizar otras cuestiones, señalan Andrea y Gustavo, no hay vuelta atrás. «Volvería a tener sexo, pero solo si conozco a alguien que realmente me guste, que no solo me atraiga físicamente, sino con quien me sienta 100 % cómodo», dice Gustavo.

Para Andrea, la idea es similar. «Voy a terminar con esto cuando conozca a alguien con quien pueda ir a tomarme un café algún día sin tener que terminar teniendo sexo. Simplemente poder conversar y tomarnos un café, y tal vez el fin de semana escribirnos. Quizás en el fondo es que me he vuelto una romántica», dice entre risas.

¿Te aburrió el sexo?

Es posible que te encuentres, en algún momento, en ese terreno árido en el que las relaciones ya no son satisfactorias y no sepas bien qué cambiar para volver a encontrarte con tu sexualidad. «Antes de dejar de hacerlo, conviene tener alguna reflexión de por qué no te está gustando, cuál es la parte que te está haciendo sentir incómodo. Acudir a terapia para consultar qué está pasando, aclarar dudas. Porque esta pausa en las relaciones tiene más sentido cuando hay ese proceso de cambio o aprendizaje de por medio. Si no hay nada de esto, pierde utilidad», propone Roberto Sanz.

«Otro elemento muy importante es la comunicación. Estamos acostumbrados a hablar lo estrictamente necesario, y cómo me siento, qué quiero y qué expectativas tengo, todo eso se oculta y se crea una situación incómoda. Romper ese hielo de la comunicación, hablar sinceramente puede ayudar bastante. Tener prácticas sexuales menos ritualizadas podría ayudar también. Se trata de tirar un poco más por lo que te gusta, lo que disfrutas, más que por lo prototípico», recomienda el experto.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.