Sofía y Víctor, matrimonio con TDAH: «Para parecer un ser humano funcional ante la sociedad, tapas muchas cosas»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Sofía y Víctor se conocieron en el 2015 y llevan un año de casados.
Sofía y Víctor se conocieron en el 2015 y llevan un año de casados.

La pareja se conoció hace siete años y ambos recibieron el diagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad durante la pandemia, cuando ya vivían juntos

27 oct 2023 . Actualizado a las 09:04 h.

Sofía y Víctor se conocieron en Tinder hace siete años. Se enamoraron, se mudaron juntos y, en el 2022, se casaron. Y en el medio, durante la pandemia, los dos recibieron el diagnóstico de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Un trastorno del neurodesarrollo que, en la mayoría de casos, se diagnostica en la infancia. Ahora, gracias a la visibilidad que los pacientes han logrado en los últimos tiempos, gracias también a las redes sociales, cada vez más adultos están llegando a la conclusión de que lo que toda la vida han creído que eran rasgos de la personalidad, como ser «descuidado», «holgazán» o «distraído», eran, en realidad, síntomas de TDAH. Sofía y Víctor son dos de ellos. En el Día Internacional del TDAH, cuentan su historia.

El punto de vista profesional

Quizás uno de los datos más curiosos de esta historia no sea que dos personas se hayan encontrado y enamorado sin saber que tenían el mismo trastorno. Lo más curioso es, en realidad, el hecho de que Sofía es psicóloga. Y su interés en la mente humana fue lo que la llevó, en última instancia, a su diagnóstico. Tenía 25 años.

«Yo ya tenía la carrera terminada y ejercía. Un día estaba en TikTok y vi a una psiquiatra hablando del tema en uno de esos vídeos de "Baja un dedo si...". Dije: vamos a hacerlo, por qué no. Y bajé todos los dedos. Pensé: ¿por qué me identifico tanto con esto? Y como profesional de la salud mental, siempre hablo mucho de no autodiagnosticarse. Entonces, busqué a una psiquiatra que fuera especialista en temas de neurodivergencia. Tres citas de evaluación después me dijo: "Tienes TDAH, tienes una calificación muy alta y lo que pasaba en tu vida era que enmascarabas"», cuenta Sofía.

El enmascaramiento de los síntomas es un fenómeno muy frecuente en personas que padecen este trastorno, sobre todo las mujeres y niñas. Se trata de comportarse de forma tal que la patología pase desapercibida para el entorno, ocultando los síntomas, gestionando las expresiones e imitando la conducta del resto de las personas. Este uso del término «enmascarar» fue acuñado por el psicólogo Russell Barkley en el año 2015 y rápidamente fue adoptado por miles de personas que se identifican con esta experiencia. «Enmascarar significa que para parecer un ser humano funcional ante la sociedad, tapas muchas cosas», resume Sofía.

Tras el diagnóstico, Sofía empezó a observar situaciones en su hogar a través de las gafas del TDAH. «Esto es algo que ya veníamos viendo en nuestra relación muchísimo. Por ejemplo, se nos complica mucho la organización de la casa. Pero cuando íbamos a tener visitas, era impecable, el lugar más limpio del planeta», cuenta, citando otro ejemplo de enmascaramiento.

Eran síntomas que percibía no solo en sí misma, sino en su pareja. «Después de mi diagnóstico, le dije a Víctor: ¿Tú no lo tendrás?», recuerda la psicóloga. Fue así como él llegó, con 27 años, al diagnóstico.

«Con su ojo clínico, obviamente, encontró ciertos puntos de mi vida de los que yo no era consciente. Por ejemplo, las actividades del día las hago como si fueran relevos. Tengo que limpiar el baño, pero para limpiarlo tengo que mover el mueble y me pongo a moverlo, entonces parece que empiezas a hacer una serie de cosas y no terminas avanzando, no haces lo que te habías propuesto al principio, pero al final acabaste nueve tareas, hilando una con la otra. El diagnóstico nos hizo más conscientes de esas situaciones», describe Víctor.

Releer el pasado con ojos nuevos

Uno de los aspectos más interesantes que tiene el recibir un diagnóstico de TDAH en la edad adulta es que, como muchas personas relatan, las experiencias pasadas de la infancia y la juventud adquieren un sentido nuevo. Así les ocurrió a Sofía y a Víctor. Para él, la experiencia fue transformadora.

«Uno piensa que la realidad en la que vive es la de todos, pero vives en un mundo diferente. Tú tienes una narrativa construida de cómo es tu vida y una vez que tienes este diagnóstico, puedes entender ese gran sesgo y todo cobra sentido. También eso te permite utilizar esa información a tu favor. Puedes hacer un mapa de los lugares donde eres más fuerte y aquellos donde no. Te permite ser menos severo con los juicios que haces de ti mismo y de la otra persona», cuenta Víctor.

Para Sofía, el reconocimiento del trastorno en sus conductas de la infancia fue inmediato. «A mí me aportó muchísimo sentido. Ir al súper me resultaba insoportable cuando era pequeña y mis padres me tenían que obligar. Muchos colores, olores, formas, texturas. Era lo peor. Y yo nunca entendía por qué. Y las emociones eran muy grandes y yo tampoco entendía el motivo. En el colegio, siempre estaba jugando con mis lápices y no era por estar nerviosa, sino porque me aburría», recuerda.

Y no fue solo la infancia la que adquirió estos nuevos sentidos. Apoyándose en el diagnóstico, pudieron comprender ciertos aspectos de su relación de una manera sana. «Entendimos por qué los dos necesitamos mucho espacio. Nos encanta pasar tiempo juntos, pero, en algún momento del día, necesitamos no hablar con nadie durante tres horas. Al principio, le echábamos la culpa a ser hijos únicos y no estar acostumbrados a compartir tanto tiempo con nadie. Pero en realidad, lo que pasa es que tenemos mucha información en la cabeza y necesitamos tiempo para procesarla. Entender eso fue muy bueno», dice Sofía.

Sofía y Víctor se casaron en el 2022.
Sofía y Víctor se casaron en el 2022.

Dejar de pelearte con tu cerebro

Así describe Sofía el alivio que representó para ella contar con un diagnóstico que le ayudara a explicar por qué es como es sin disculparse por ello. Porque a pesar de tener una carrera, una pareja estable y un reconocimiento en redes sociales (su cuenta de Instagram tiene casi 110.000 seguidores y su TikTok, 216.000), la presión social de ser una adulta ordenada y organizada le resultaba, por momentos, agobiante.

«Lo que más me ayudó fue dejar de pelearme con mi cerebro y entender que no voy a ser la tiktoker que tiene el cuarto divino y recogido, porque mi cuarto está desordenado y mi cerebro funciona de otra manera. Lo que más me funciona es ser amable conmigo, saber que mi cerebro funciona diferente y que no tengo que cambiar cómo soy. Si pienso que tengo que hacer las cosas de determinada manera y no me sale, me voy a frustrar mucho. Quizás no me voy a despertar y hacer la cama, pero me puedo despertar y ponerme a trabajar y en algún momento hacer la cama. La herramienta que más me ayudó fue, entonces, dejar de pelear con cómo mi cerebro funciona y más bien encontrar cosas que le ayuden a estar bien», dice Sofía.

La psicoterapia es la gran aliada en estos casos. Víctor lo explica así: «Mi mayor problema es que me cuesta darle continuidad a los proyectos de largo plazo. Puedo actuar de forma muy asertiva bajo presión. Sin embargo, algo que no pueda solucionar en un mes o que requiera un poquito más de tiempo me cuesta llevarlo a cabo. En terapia me han dado herramientas para la planificación de tareas y el seguimiento de una rutina. Básicamente, es no seguir el primer impulso de lo que quiero hacer y más bien pensar en qué tengo que hacer. Lo que hago es llevar agendas y libretas para las tareas. Ponerle nombre a todo lo que tienes que hacer, para que no se te olvide».

Cuando puedes ponerle palabras a eso que te pasa, se abre un mundo de posibilidades. Para él, la revelación fue aprender a sacarle provecho a sus momentos de abstracción o atención extrema, algo que en la jerga del TDAH se conoce como «hiperfoco» y Víctor asegura que ha logrado convertirlo en un recurso. «Es una herramienta que puedes utilizar para profundizar. Una vez que te llegó el hiperfoco de la limpieza, no lo quieres perder. De no hacer en la semana ni 40 minutos de limpieza, en un día pasas a hacer nueve horas. Eso lo puedes aprovechar de una u otra forma y son como olas que tienes que aprender a montar sin que decidan las emociones», dice.

Vivir con TDAH en pareja

La vida conyugal siempre supone aprender a convivir con los hábitos y las costumbres de la otra persona. Pero cuando ambos tienen un trastorno por déficit de atención, las gestiones del día a día requieren un esfuerzo especial. Al mismo tiempo, tener a alguien que esté pasando por lo mismo que uno ayuda a la comprensión.

«Parte de lo interesante es también entendernos. La empatía que nos da padecerlo hace que yo sepa perfectamente de qué pie cojea ella y que ella sepa de qué pie cojeo yo. Nada es perfecto, ningún aspecto es como Pinterest lo indica, pero más bien se trata de ir buscando el equilibrio y lo que funciona para ambos», dice Víctor.

«Creo que nos complementamos. Yo dejo todos los cajones abiertos y Víctor es el que va detrás y los cierra. Y la ropa para él es súper agobiante y yo, doblando la ropa, me divierto. Víctor se sobrestimula al planificar viajes y no puede con eso, y yo soy feliz haciéndolo. Yo empiezo a pintar una pared y nunca acabo, y él es el que se pasa tres horas acabándolo. Es lo que te imaginas de un matrimonio: "Ay, no recogió la ropa", multiplicado por mil. Pero luego entiendes que realmente le cuesta recoger la ropa porque es demasiado procesamiento mental. Gracias al diagnóstico ya no nos juzgamos cuando el caminito no va tan perfecto», añade Sofía.

El diagnóstico en adultos

Desde su experiencia profesional, Sofía da cuenta del aumento de casos de TDAH que se está viendo en adultos en distintas partes del mundo. Esto es posible gracias a la visibilidad del trastorno: lo que no se nombra, simplemente no existe. «Los niños son mucho más diagnosticados de pequeños porque son los típicos niños que van corriendo de aquí para allá o que molestan en el aula. Pero las niñas internalizamos todo para comportarnos mejor. Vas guardando y guardando y llegas a la edad adulta y estalla todo porque ya has guardado demasiado. En nosotras está menos diagnosticado justamente porque los síntomas no se ven de la misma manera», dice.

«Creo que gracias a toda la información que hay en redes, muchas personas se han identificado y conseguido el diagnóstico, pero todo esto lo llevas desde niña, porque es un trastorno del neurodesarrollo. Naces con eso, y luego a lo largo de tu vida puede que seas más hiperactivo, más distraído, pero muchas veces no se ve tanto hasta edades avanzadas», señala Sofía.

TDAH, instrucciones de uso

Si has leído todo esto y te has identificado con la experiencia de Víctor o la de Sofía, es importante que evites llegar a una conclusión por tu cuenta. «Primero, no te autodiagnostiques. Si algo te mueve a sentir que te identificas con esto y tienes la oportunidad de acudir a un psiquiatra o psicólogo, adelante», recomienda Sofía. «Pero el autodiagnóstico existe porque no todos tenemos la oportunidad de ir a consulta, la salud mental sigue siendo un privilegio», reconoce.

Si has recibido recientemente el diagnóstico, la psicóloga aconseja tomarte un tiempo para procesar qué significa esto para ti y para tu vida. Cada experiencia es única y no necesariamente vas a experimentar la sensación de alivio que Sofía y Víctor refieren. En muchos casos, puede que te replantees ciertas cosas. «Para muchas personas es como decir: "No tenía ni idea y ahora no sé quién soy". Pero hay muchas cosas que puedes trabajar para no sentirte tan frustrado. Si no eres feliz y no te deja tranquilo el diagnóstico, al menos puedes llegar al punto de aceptarlo para que no vivas peleándote con tu cerebro y avanzar», propone.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.