El largo camino para dejar un psicofármaco: «Lo que no se puede hacer es ponerte una receta y que te citen en tres meses»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Los psicofármacos no pueden abandonarse de un día para otro.
Los psicofármacos no pueden abandonarse de un día para otro. iStock

El proceso para dejar de tomar la medicación es prolongado y requiere de una desescalada progresiva de la dosis para evitar el síndrome de abstinencia

21 oct 2023 . Actualizado a las 13:35 h.

España es el primer país a nivel mundial en consumo de benzodiazepinas. Una familia de fármacos conocidos comúnmente como «tranquilizantes», que en realidad se utilizan para tratar distintos problemas de salud mental, desde la ansiedad hasta el insomnio. Y no se trata solo de ellos. Según datos del Ministerio de Sanidad, el grupo de psicofármacos más dispensado es el de los antidepresivos, seguido de los ansiolíticos y, en tercer lugar, los sedantes, siendo mayor el uso de todos ellos en mujeres que en hombres. ¿Por qué ocurre esto?

Aunque son múltiples los factores que explican este elevado consumo, uno de los puntos clave para entenderlo es la capacidad que tienen estos medicamentos para generar dependencia y tolerancia. Esto hace que abandonar o dar por finalizado un tratamiento, incluso una vez que el paciente ya se encuentra bien y estabilizado, sea complejo.

Los fármacos que tratan problemas de salud mental se suelen pautar, salvo en determinados casos, para un período limitado. Una vez que mejoran las condiciones del paciente, el proceso para dejar de tomar la medicación es prolongado y requiere de una desescalada progresiva de la dosis, es decir que no se puede abandonar el tratamiento de un día para el otro. De lo contrario, hay un alto riesgo de que aparezca el temido efecto rebote. Aunque esto sucede con diversos medicamentos, como los corticoides o ciertos los fármacos para la hipertensión, en el caso de los psicofármacos, el síndrome de abstinencia es particularmente acusado.

Esto se debe a que muchos psicofármacos modifican los receptores de distintos neurotransmisores, volviéndolos más sensibles de lo habitual o, por el contrario, desensibilizándolos. Con el tiempo, los receptores se acostumbran a este nuevo estado y la retirada repentina del medicamento puede causar la reaparición de los síntomas de manera aguda. Si, por ejemplo, se estaba tratando un trastorno de ansiedad, esta se podría intensificar provocando ataques de pánico. Por eso, las estrategias para finalizar el tratamiento tienen que estar bien controladas por un especialista.

Benzodiazepinas, antidepresivos y antipsicóticos

Lo primero que hay que saber es que hablar de psicofármacos, en palabras de la doctora B. Vanessa Déniz Saavedra, médico de familia perteneciente al Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), es como hablar de bebidas. Y así como un refresco no tiene nada que ver con una infusión y un vaso de leche no tiene los mismos efectos en el cuerpo que una copa de vino, lo mismo ocurre con estos medicamentos, lo que significa que no todos van a tener las mismas complicaciones a la hora de dejarlos.

Así lo explica la experta: «Cada familia terapéutica tiene indicaciones muy concretas en cuanto a la forma de administrarlo, la duración, la escalada del tratamiento hasta conseguir la dosis óptima y luego, la retirada. Todo eso es diferente para cada fármaco, para cada familia terapéutica, para cada enfermedad y, sobre todo, para cada paciente».

Esto permite entender por qué a dos personas que tienen depresión se les pueden recetar dos medicamentos de familias completamente distintas y que actúan en receptores diferentes. «Todo depende del paciente que tengo delante y de las comorbilidades que presente. No es lo mismo un paciente de 30 años que uno de 75. El paciente de 75 probablemente tenga alguna alteración en la absorción del fármaco, en la distribución y la metabolización, probablemente tenga insuficiencia renal. Eso significa que además de la depresión, puede que sea diabético o hipertenso y para cada uno de esos problemas tendrá su tratamiento correspondiente. Así que me tengo que asegurar de que lo que le ponga se pueda mezclar con esas otras cosas», detalla Saavedra.

Qué ocurre en tu cuerpo cuando dejas la medicación

Los psicofármacos actúan sobre distintos receptores en el cuerpo y se suelen tomar durante períodos prolongados. «Hablamos de meses. Entonces, esos receptores pueden estar desensibilizados. Al retirar el fármaco, los neurotransmisores que tenemos en el cuerpo de forma natural no actuarán de la misma forma sobre esos receptores, porque ellos han estado más o menos estimulados, dependiendo del mecanismo de acción del fármaco. Cuando los neurotransmisores como la serotonina empiezan a actuar sobre esos receptores, estos van a responder de forma distinta», explica Pablo Caballero, farmacéutico del área de Divulgación Científica del Consejo General de Farmacia.

«Por ese motivo, se debe retirar gradualmente, para que esos receptores se vuelvan a acostumbrar a los niveles normales de neurotransmisores que tenemos en el cuerpo», añade.

Así, por ejemplo, «las benzodiazepinas tienen efecto en la ansiedad. Son unos fármacos que pueden producir tolerancia. Quiere decir que es un medicamento que si se toma de forma continua, el organismo va adaptándose, de forma tal que para conseguir el mismo efecto va a ser necesario incrementar la dosis. Con las benzodiazepinas también hay riesgo de dependencia, lo que no ocurre con los antidepresivos», apunta el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, Manuel Martín Carrasco. En cambio, «los antidepresivos no producen tolerancia y no tienen un mecanismo de acción que produzca un síndrome de abstinencia tan claro como las benzodiazepinas. A pesar de eso, se aconseja una retirada progresiva en el caso de los antidepresivos», añade.

A nivel farmacológico, las diferencias se explican fundamentalmente por la duración de la vida media de cada principio activo o, en otras palabras, el tiempo que permanecen haciendo efectos en el organismo tras la toma. «Esto es distinto según el medicamento. Hay algunos que sí se pueden dejar bruscamente porque tienen una vida media muy larga. Entonces, cuando lo dejas de tomar, todavía se mantiene en el organismo y va bajando de forma natural progresivamente. Con otros medicamentos hay que tener más cuidado y hacer reducciones progresivas durante más tiempo para poder eliminarlos», señala Carrasco.

En otros casos, cuando hablamos de medicamentos que tienen un tiempo de vida corto, «estos van a dar más fácilmente síntomas de retirada, también conocido como síndrome de abstinencia. Porque el fármaco se elimina más rápidamente del cuerpo», observa Caballero.

¿Cuáles son los síntomas más frecuentes al retirar un psicofármaco? Esto dependerá del tipo de medicamento que se retire. «Con los ansiolíticos habitualmente se generan síntomas contrarios a los que pretende tratar el medicamento: inquietud, nerviosismo, ansiedad o convulsiones. Con los antidepresivos pueden aparecer estos síntomas, pero es más frecuente sentir dolor de cabeza, nerviosismo, una vuelta al estado depresivo. De todos modos, en el caso de los antidepresivos suele ser bastante más leve», describe el farmacéutico.

De todos los psicofármacos, las benzodiazepinas se encuentran entre las mayores culpables de estos estados de abstinencia. «Dependiendo de la dosis y de la sustancia, puede haber un aumento importante de la ansiedad e incluso hay que tener en cuenta que las benzodiazepinas son fármacos que tienen acción anticonvulsiva, o sea que si se dejan repentinamente puede aparecer una crisis convulsiva. Por ejemplo, se utilizan mucho para el insomnio, y al dejarlas puede aparecer un insomnio de rebote», señala Carrasco.

Con todo, afirma Saavedra, «no hay que demonizar las benzodiacepinas. El fármaco funciona. El problema es cuando lo usamos de manera no adecuada. No se debería poner más de seis semanas, incluido el período de retirada. No se debería usar pacientes pluripatológicos, porque puede empeorar los procesos, y no se debería poner en pacientes de más de 65 años. Porque pueden tener más problemas que beneficios».

Cómo dejar un psicofármaco

Aunque la pauta del tratamiento en salud mental debe estar administrada por especialistas en psiquiatría, el que hace el seguimiento longitudinal del paciente a lo largo de toda su vida es el médico de atención primaria. «Así que, aunque el paciente tenga una enfermedad mental grave y tenga además seguimiento por psiquiatría, el psiquiatra no tiene un contacto tan estrecho como el médico de atención primaria», señala Saavedra.

Por eso, son los médicos de atención primaria los que van a encargarse de controlar que esa reducción progresiva de la dosis vaya bien. Esto se puede hacer por diferentes vías. «Hay que hacer una pauta de desescalada individualizada. Hay muchos medicamentos y cada uno tiene su forma de reducirse. También dependerá de la dosis que esté tomando y del estado clínico de la persona», apunta Carrasco.

«Se puede optar por hacer una retirada gradual y, si hay síndrome de retirada, tratarlo de forma sintomática, o volver a tomar la dosis de antes, esperar e intentar nuevamente. También se puede cambiar el fármaco por otros como diazepam o fluoxetina, que tienen una vida media más larga y pueden servir, si no están contraindicados en ese paciente, para hacer un ajuste gradual de la otra medicación evitando que vuelva a aparecer el síndrome de retirada», explica Caballero.

De todos modos, el farmacéutico insiste en que, en general, es seguro retirarlos, solo hay que tener la precaución de hacerlo de manera gradual, poco a poco a lo largo de unas semanas. ¿Y si reaparecen los síntomas? En ese caso, indica Caballero, «puede haber distintas estrategias. En el caso de los ansiolíticos, se puede hacer de manera gradual con el mismo fármaco que el paciente ya estaba tomando, es decir, volver a la dosis e ir reduciéndola nuevamente, o se puede usar el diazepam, que es de vida media más larga y es un fármaco muy seguro que puede ayudar con esos efectos. También se puede no utilizar ninguno si el síndrome de retirada es leve, y esperar a que el organismo se adapte».

En todo este proceso, el rol de la atención primaria es fundamental a la hora de explicar detalladamente cómo se realizará la desescalada. Esto parte desde el momento en el que se pauta la medicación. «Esas cosas hay que explicárselas desde la primera consulta y si no tenemos tiempo para hacerlo, hay que volver a citarle en otro momento en el que se lo pueda explicar. La no explicación da lugar a malos entendidos y es muy complicado reconducir la situación. Yo tengo que hacerte ver por qué te propongo un tratamiento y la decisión se toma de forma consensuada entre paciente y médico. Si no se llega a consenso, no se puede hacer una receta», asegura Saavedra.

«Por ejemplo, si tienes que tomar un comprimido cada ocho horas y tú has decidido que, como te sienta bien, te vas a tomar uno cada cuatro horas, yo tengo que hacer un seguimiento que me permita averiguar si estás haciendo eso. Lo que no puedo hacer es ponerte una receta y citarte en tres meses. En ese tiempo pueden pasar muchas cosas y más cuando el paciente se siente mal», observa la experta.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.