Xavier Montaner, psicólogo: «Nuestro cerebro no está diseñado para que seamos felices»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Xavier Montaner es doctor en Psicología de la Salud y especialista en Neuropsicología.
Xavier Montaner es doctor en Psicología de la Salud y especialista en Neuropsicología.

El experto sostiene que para alcanzar la felicidad hay que estar dispuestos a sentir también estrés y emociones desagradables, como la tristeza

02 dic 2023 . Actualizado a las 12:35 h.

¿Cómo sientes? No, la pregunta no está mal formulada. Efectivamente, no hablamos de cómo te sientes, sino de cómo experimentas tus emociones. Este metaanálisis de la emoción no es una trivialidad. De hecho, es una de las dimensiones que más información nos pueden aportar para orientarnos hacia un bienestar verdadero y profundo. Así lo explica el psicólogo Xavier Montaner. Es doctor en Psicología de la Salud y especialista en Neuropsicología. En su nuevo libro, titulado Siente bien, vive mejor (RBA, 2023), explora esta pregunta por el sentir y critica duramente a la sociedad actual que, bajo la premisa de imponer el estar bien «a todas horas y con todo el mundo», nos empuja a luchar contra nuestras emociones desagradables y rechazarlas, perdiendo así la oportunidad de aprender de ellas. En conversación con La Voz de la Salud, el experto explica con ejemplos prácticos estos conceptos y propone ejercicios para que todos podamos «sentir mejor».

—¿Por qué habla de «sentir bien» y no «sentirse bien»?

—Sentir bien y sentirse bien son dos cosas muy diferentes. Esto tiene que ver con la confusión que hay hoy en día en la sociedad entre la felicidad y el placer. Los seres humanos queremos sentirnos bien. A corto plazo, esto proporciona placer e incluso seguridad. Pero cuando pensamos en las cosas importantes que queremos de la vida, como llegar a ser padres o conseguir acabar nuestros estudios, lograrlo siempre implica sentir alguna emoción desagradable o difícil en ese camino. Mientras estás estudiando, seguramente sientes cansancio, agobio, estrés, y pones todo eso que sientes al servicio de acabar ese recorrido. Al final, te sentirás profundamente orgulloso, pero para poder avanzar en esas cosas que realmente se valoran en la vida, a menudo tenemos que estar dispuestos a sentir emociones difíciles. En definitiva, es más importante sentir bien que sentirse bien.

—Hay emociones que nos gusta sentir y otras que no... ¿Por qué nos cuesta aceptarlas?

—Desde que somos pequeños nos entrenan para definir las emociones como buenas o malas. Yo creo que esto es un error. Cuando somos pequeños nos dicen cosas como: «No tengas miedo», «No tengas vergüenza» o «No estés triste», como si esto lo pudiéramos controlar. En realidad, no podemos controlar lo que sentimos. Si te apuntaran con una pistola y te dijeran: «No tengas miedo o te mato», sentirías miedo. Pero con las emociones agradables sucede lo mismo. No te puedes forzar a enamorarte de alguien, ni aunque haya un millón de euros en juego. Y estamos en una sociedad en la que está mal visto sentir ciertas cosas. Si estás triste, estás enfermo. Si estás angustiado, no estás llevando bien las cosas. Tendemos a extinguir esas emociones. Pero a veces, las emociones intensas, como la rabia, la ansiedad o la angustia, nos están diciendo algo. Son una luz que se enciende para mostrarnos cosas que tenemos que cambiar en nuestra vida. Además, las emociones cumplen distintas funciones. La tristeza suele ser desagradable, pero sirve para conectar con otros. Cuando tú ves a alguien llorando desconsoladamente, sientes ganas de abrazarle y de estar a su lado.

—En el libro menciona que evitamos experiencias relacionadas con aquello que no queremos sentir. ¿Cómo podemos romper ese ciclo?

—Es difícil. Romper ese ciclo implica hacer algo para lo que no estamos preparados biológicamente. Nuestro cerebro no está diseñado para que seamos felices; está diseñado para sobrevivir. Y a menudo, nuestra mente está en modo reactivo para que evitemos todo aquello que implica malestar. Esto es normal, porque en nuestro pasado evolutivo, el que mejor detectaba peligros era el que sobrevivía. Tenemos toda esa herencia, pero hoy por hoy, estamos en una sociedad en la que si quieres crecer, tienes que estar dispuesto a sentir. Entonces, tenemos que aprender a desafiar a nuestra mente, a desobedecerla, a tomárnosla menos en serio.

—¿Cómo nos podemos distanciar de una emoción?

—Coger distancia significa coger un poco de perspectiva. Cuando tú estás emborrachado por la rabia, discutiendo con alguien, tienes una perspectiva muy diferente de la que tienes cuando pasa el tiempo y coges distancia. Pero no es necesario que pase el tiempo. Las técnicas de defusión cognitiva que se utilizan en psicología sirven para lograrlo. Una técnica muy sencilla es, en lugar de escuchar tus pensamientos, usarlos para rimar. Intentar hacer una rima con los pensamientos ayuda a distanciarse de ellos y esa distancia te permite actuar como la persona que quieres ser, en lugar de acabar gritando o actuando de maneras de las que no estarías orgulloso. Esto nos ayuda a tener presentes quiénes queremos ser en esas situaciones desafiantes.

—En el libro habla de la importancia de tener presente nuestro propósito y los valores que nos guían. ¿Cómo podemos encontrarlos?

—Es importante pensar en el tipo de persona que queremos ser, cómo queremos ser con los demás, con nosotros mismos y con lo que hacemos, con este tiempo que se nos ha dado. Siempre digo a mis pacientes que piensen en un buen momento que hayan tenido. Que se imaginen dónde estaban, cómo actuaban, qué sentían, quién estaba a su alrededor. Y que de ahí saquen una definición de quién quieren ser. Esas definiciones te pueden ayudar a reinventar tu vida y a que, en esos momentos de ansiedad o tristeza, puedas actuar conforme a esos valores. Cuando lo haces, sientes esa plenitud que no tiene nada que ver con el placer. Acabas conectando con cosas hermosas.

—¿Cómo podemos pensar en la ansiedad para calmarla?

—Lo que más recomiendo es pensar en una metáfora que sirve mucho para la ansiedad. Es muy sencilla. Imaginemos que yo tengo un tigre pequeñito en casa, que es inofensivo. Cuando tiene hambre, le tiro un trocito de jamón y se calma. Pero a medida que pasa el tiempo, el tigre se va haciendo más grande. Hasta que llega un punto que requiere tanta comida que tienes que dejar de trabajar para atenderlo, se puede comer a otras personas y ya no lo puedes controlar. Esto es lo que ocurre con la ansiedad. Si te da miedo ir a una cena porque va a haber gente que no conoces y dices: «Pues mejor no voy», estás alimentando al tigre. Llega un momento en el que no puedes salir de casa para que nadie te mire. Esta metáfora cala mucho.

—En el libro recomienda varios ejercicios. ¿Cuál es el que debería hacer sí o sí todo el mundo?

—Un ejercicio muy bonito que podemos hacer es el de pensar en un modelo. Puede ser, por ejemplo, un personaje de una serie o una película, o alguien a quien admiremos y que se comporte de una manera en la que nosotros querríamos actuar. Cuando estés ante una situación difícil, pregúntate: «¿Qué haría ese personaje?». Eso te va a ayudar a actuar como la persona que quieres ser. Y cuando lo haces, te sientes de un modo muy diferente de como te sentirías si te hubieses dejado llevar por tus emociones. Esto te ayuda a que tu vida funcione y que, cuando mires atrás, veas cosas que te gusten. Qué triste sería mirar atrás deseando haber sido un padre más afectuoso o no haberte perdido momentos importantes por culpa de la ansiedad.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.