¿Eres o estás feliz? Las claves detrás del estado con el que todo el mundo sueña

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SALUD MENTAL

Nos hemos acostumbrado a «ser o no ser» felices, pero ¿y si cambiamos el verbo por «estar»?
Nos hemos acostumbrado a «ser o no ser» felices, pero ¿y si cambiamos el verbo por «estar»? La Voz de la Salud

La felicidad cambia de verbo: ya no es «ser», es «estar»

22 mar 2024 . Actualizado a las 13:43 h.

«Estado de grata satisfacción espiritual y física». Esa es, literalmente, la definición de felicidad. Pero la literalidad se queda corta para un concepto que puede tener tantos matices como personas hay en el mundo. Este 20 de marzo se celebra el Día Internacional de la Felicidad y qué mejor ocasión para reflexionar sobre ella. 

Una de cada tres personas dice que no es feliz. El dato no se extrae de una gran encuesta; no está publicado en Nature, Science ni en el New England Journal of Medicine; la muestra no es científica ni tampoco pretende serlo. Simplemente se basa en las respuestas que los lectores de La Voz de la Salud dieron en nuestras distintas redes sociales a una pregunta que, aunque planteada de manera muy sencilla, es de las más complejas que puede recibir un ser humano: ¿eres feliz? Un punto arriba, un punto abajo, en todos los foros en los que planteamos la cuestión, el porcentaje de infelices se acercó a ese 33 %.

¿Pero sabemos de lo que hablamos? El debate sobre lo que es ser feliz e infeliz lo llevamos arrastrando desde la Grecia Clásica —sino desde antes— y no parece estar cerrado. La medicina, la biología o la psicología no han logrado resolverlo, sino que han planteado escenarios todavía más complejos. Fenómenos modernos como la depresión, ¿representan la antítesis de la felicidad? ¿Puede una persona deprimida ser o estar feliz?, ¿alguien que no esté deprimido puede ser infeliz? La universidad de Harvard fue una de las instituciones más ambiciosas a la hora de tratar de aportar un marco teórico sobre la felicidad con un potente estudio que tardó ocho décadas en ser completado y sobrevivió a los investigadores que lo iniciaron. Tampoco es que sus conclusiones hayan logrado aportar respuestas definitivas. 

Es obvio que la felicidad es multifactorial. Y tal vez todo sea una cuestión lingüística; de que nos hemos equivocado de verbo. Los anglosajones no diferencian en su 'to be' entre el ser y el estar; ser feliz y estar feliz viene a ser lo mismo si eres londinense. En España, es diferente: podemos ser felices o podemos estar felices. Y se nos ha animado a serlo. Pero si ser feliz es casi una obligación, ¿en qué lugar quedan sentimientos como la tristeza? No es ningún secreto que si el mandato es que debemos ser felices, quedará confinada en un cajón. Un error de primero de psicología. «No existen emociones buenas o malas. Es lo que hagas con ellas lo que shará que se convierta en algo bueno o malo para ti. De entre todas las emociones, la tristeza es la única que nos permite parar y replantearnos las cosas», explica Raquel Rodríguez-Carvajal, profesora de psicología en la Universidad Autónoma de Madrid y codirectora de la unidad clínica del centro.

Pero es que además de diferentes en el idioma, somos diferente en lo cultural. Y eso importa. «Vivimos en una sociedad muy orientada al hedonismo en la que se considera que las emociones negativas hay que eliminarlas, que son malas, cuando tienen una función fundamental para muchas cuestiones del ser humano. Pero la sociedad no nos enseña a parar y a sentir. Nos dice que hay que tirar p'alante», comenta la académica que resalta la mala interpretación que se ha hecho de la psicología positiva. Esta corriente plantea el uso funcional de las emociones, dice que no las hay ni buenas ni malas, «no que tengamos que ser happy flowers», reivindica Raquel. Y a todo esto súmenle frases del tipo «no sabía que ponerme y me he puesto feliz». Culturalmente, este tipo de marketing llegado desde Estados Unidos está teniendo un impacto mucho más negativo del que tuvo en su país de origen. «Ellos, debido a sus raíces protestantes, tienen esa creencia a ver el trabajo como una vía para desarrollarte y crecer como persona. Incluso a sentirte bien. Aquí eso no encaja, tenemos una concepción muy hedonista de la vida, tenemos ganas de que suene la corneta para ir a tomar unas cañas», explica la experta. En una sociedad con poca cultura emocional, alguien llegó para decirnos cómo debíamos sentirnos. Y se montó el lío. 

El mayor estudio del mundo

La mayor investigación sobre la felicidad que se ha realizado a día de hoy es el Estudio Harvard del Desarrollo en Adultos, una recopilación de datos de tres generaciones de participantes a lo largo de más de ochenta años. El estudio, que continúa en la actualidad, examina los factores que contribuyen al bienestar de las personas. 

En el 2023, Robert Waldinger y Marc Schulz, directores de este extenso estudio, publicaron Una buena vida (Planeta), el libro en el que revelan algunos de los principales hallazgos de las más de ocho décadas que lleva activa la investigación. Concluyeron que, una vez cubiertas las necesidades básicas de salud y bienestar material, el mayor predictor de la felicidad son los vínculos que establecemos con otras personas. 

De la fortaleza y consistencia de estas relaciones va a depender, en gran medida, nuestra capacidad de experimentar ese bienestar, no solo a nivel anímico, en términos de la felicidad como sensación, tal y como la entendemos de manera cotidiana, sino también más allá de este sentimiento superficial. «Hay un factor crucial que ha destacado por su consistencia y por el poder de sus vínculos con la salud física y mental y con la longevidad», observan. «Hay algo que demuestra una y otra vez su amplia y duradera importancia: las buenas relaciones», señalan los autores.

No se trata de cuántos amigos tengamos. Lo que importa es la calidad de estas relaciones. «Hablando claro, vivir rodeado de relaciones cariñosas protege nuestro cuerpo y nuestra mente», afirman Waldinger y Schulz. Porque, como explican los expertos, «el número de personas que conoces no determina necesariamente tu experiencia de conexión o soledad. Tampoco lo hacen tus condiciones de vida ni tu estado civil. Puedes sentirte solo en medio de una multitud y puedes sentirte solo en un matrimonio. De hecho, sabemos que los matrimonios muy conflictivos y con poco afecto pueden ser peores para la salud que un divorcio». 

En el 2023, en La Voz de la Salud tuvimos la oportunidad de entrevistar a Robert Waldinger. El autor explicó por qué las relaciones son tan importantes: «Cuando tenemos un desafío durante el día, el cuerpo cambia. Hay mucha actividad del sistema cardiovascular y hay niveles más altos de hormonas de estrés. Hay más inflamación. Y cuando termina ese desafío, el cuerpo necesita restablecer el equilibrio. Pero creemos que, cuando uno está muy solo y no tiene nadie en quien pueda confiar, con quien poder quejarse de un problema, no puede restablecer ese equilibrio».

¿Cómo podemos potenciar esas relaciones? Los autores destacan la importancia de dedicarles a nuestros seres queridos momentos de atención plena, aunque sean breves, en los que podamos fortalecer el vínculo a través de una conversación guiada por la curiosidad. Otra idea clave en este sentido es el afecto físico. En varios estudios con resonancia magnética se vio que, cuando los participantes le daban la mano a alguien con quien tenían una relación cercana, esto no solo calmaba la actividad de los centros del miedo en su cerebro y reducía su ansiedad, sino que disminuía el dolor que los participantes sentían al recibir una pequeña descarga. 

Ahora bien, tampoco hay que descartar las interacciones a través de redes sociales. Estas pueden ser beneficiosas si se realizan de la forma correcta. «Un estudio muy influyente mostró que quienes usan Facebook de forma pasiva, solo leyendo y deslizando la pantalla, se sienten peor que quienes interactúan activamente, poniéndose en contacto con otros y comentando sus publicaciones». Así que ya es oficial: dejar un comentario, siempre que sea en tono amigable, es buena idea.

 Lo que dicen los expertos

Desde hace más de dos años, en La Voz de la Salud hemos hablado con miles de expertos en diferentes ámbitos. La felicidad, como no podía ser de otra manera, ha formado parte de muchas de esas conversaciones.

Anders Hansen, psiquiatra

«Si "felices" significa sentirnos bien todo el tiempo, mi respuesta es que simplemente no estamos hechos para eso. Si te sientes bien, vas a bajar la guardia. Y durante el 99,9 % de la historia de la humanidad, no podíamos permitirnos eso. Si los humanos estuviéramos felices de manera constante, habríamos dejado de buscar recursos y nos habríamos muerto de inanición. El punto es que no estamos buscando la felicidad. Buscamos lo que nos hace sentir bien, y ahí está la trampa. La mayor mentira acerca de nuestra naturaleza es esta idea que nos hemos creído de que, si seguimos nuestros instintos y hacemos lo que nos hace sentir bien en cada momento, seremos felices. Nuestros instintos nos han permitido sobrevivir en un mundo lleno de peligros en el que las calorías y los recursos eran escasos, pero no nos harán felices en un mundo seguro en el que los recursos abundan. Una forma de escapar a esta lógica es practicar la meditación o el mindfulness. Personalmente, he podido aprender a través de la meditación cómo funciona mi cerebro y he observado cómo crea una cantidad infinita de ideas».

Patri Psicóloga

«Hay un mensaje que se ve mucho en las redes: "Hay que ser feliz". Es como si me pusiera a escribir artículos como «10 Consejos para estar triste» o «10 consejos para estar celoso». Al igual que los celos, la envidia o la tristeza son emociones y como emociones, pues son pasajeras. Entonces, cuando tú le dices a la gente que tiene que estar feliz siempre, hay que pensar que, en realidad, es un estado emocional que aparece de vez en cuando. Claro, cuando te llegan emociones como la ansiedad y la tristeza, lo que haces es tratar de evitarlo a toda costa, porque no es normal. Y ese es el mensaje erróneo. Sí es normal sentir cualquier emoción y lo que hay que hacer es aceptarla y entender por qué está ocurriendo en ese momento. Si yo cuando estoy feliz entiendo que es porque estoy a gusto con mi marido y con mis niños y sé por qué, pues trataré de tener más momentos a gusto con mi marido y con mis niños. Y si cuando estoy triste sé porqué es, pues igual lo puedo cambiar. No se puede perseguir la felicidad todo el día, porque cuando llegan las otras emociones pensamos que están equivocadas».

Joaquín Fuster, neurocientífico

«Yo tenía un amigo que decía que la felicidad es tener buena salud, mucho dinero y una mala memoria».

Enrique Rojas, doctor en Psiquiatria

«La felicidad consiste en dos cosas. Primero, tener una personalidad equilibrada, de cierta madurez. Y en segundo lugar, tener un proyecto de vida, coherente y realista, con cuatro grandes notas dentro: amor, trabajo, cultura y amistad. Cuatro elementos que saltan, suben, bajan y se arremolinan formando un bloque. Pero no hay felicidad sin alguno de ellos».

María Gómez. psicóloga

«El término felicidad está muy idealizado. Se piensa que es un sentimiento muy intenso, pleno, con unas emociones muy altas y viviendo de una forma extrema. Para mí, la felicidad o el bienestar está más relacionado con la tranquilidad, la serenidad, simplemente el hecho de no tener miedo. Igual algo tan simple como no estar preocupada por el dinero, por lo laboral. Todas estas cosas que, desgraciadamente, son una utopía. Creo que hay tantos casos de felicidad como personas. Caer en «tengo este método para ser feliz y te lo cuento», a veces es muy contraproducente. Con esta idea de cuánto más intentes algo, al final caes en una trampa de control de que menos lo consigues. Tanto buscar la felicidad que se te olvida un poco el vivir o procesar todas las emociones y aceptarlas. Vivir con mucha más autocompasión».

Luis Gutierrez Rojas, psiquiatra

«Todo el mundo busca la felicidad pero, de alguna manera, el plantearnos estar contentos y alegres en todas las circunstancias de nuestra vida es una definición bastante falsa e inasumible. Creo que la felicidad tiene mucho más que ver con esa sensación que uno tiene de estar haciendo lo correcto, con tener una vida plena, poniendo nuestro talento y nuestras capacidades al servicio de nosotros mismos y de los demás. Una persona feliz es aquella que se conoce bien, se acepta tal y como es, y que intenta vencerse a sí mismo para ser mejor persona. Y sobre todo, para mejorar la vida de aquellos que le rodean. Creo que esa definición es más completa, plena, humana, sincera y asequible que una felicidad basada en alcanzar todo lo que quiero en la vida, porque es poco probable que uno lo consiga».

 Sara Teller, neurocientífica

«Sobre la felicidad, normalmente, en neurociencia, se habla mucho sobre el bienestar personal. Dentro de la felicidad existen dos componentes: un componente más relacionado con esos placeres inmediatos y otro más relacionado con el bienestar subjetivo, con sentirnos bien con nosotros mismos. Esta última es la que a mí me parece más interesante. Es la que se ha visto, por ejemplo, en los últimos estudios».