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Todas las claves para trabajar la autoestima y rebajar la ansiedad en un periodo de muchos cambios

Pilar Iglesias del Hospital Quirónsalud A Coruña

Posiblemente, tras el primer año de la vida de un niño, es en la adolescencia, cuando se producen un mayor número de cambios que van a afectar a nivel físico, emocional y cognitivo a las personas. La adolescencia es un período de tránsito entre la niñez y la edad adulta y, como todo período evolutivo, transcurre en un espacio variable de tiempo y afecta de forma muy diferente a cada individuo, teniendo en cuenta que hablamos de un espacio de tiempo que va desde los 11 años (preadolescencia) hasta los 16 o 17.

A nivel psicológico y emocional las transformaciones físicas que se producen van a determinar importantes cambios en su conducta, sobre todo porque como ese desarrollo físico no será uniforme dentro del grupo de edad, las diferencias en el aspecto  van a influir en su aceptación personal y en la del grupo del adolescente, además:

  • La aparición de los caracteres sexuales secundarios conlleva la conciencia de su identidad sexual.
  • La importancia del grupo como elemento de referencia y de aceptación, con el aumento de su necesidad de intimidad respecto a la familia, que pierde influencia.
  • La aparición de conductas más rebeldes y extremistas, como medio de autoafirmación.
  • La necesidad de tomar decisiones respecto a sus estudios que van a afectar a su futuro.

Estos, y otros factores, que caracterizan a una etapa tan compleja en el desarrollo evolutivo del ser humano repercutirán de forma decisiva en su autoestima y en su seguridad personal. Es importante potenciar la autoestima y la seguridad personal en los adolescentes, como componentes básicos de su bienestar emocional y psicológico.

¿Cómo podemos trabajar la autoestima de los adolescentes?

  • Fomentar una comunicación abierta y clara entre adolescentes y familia, estableciendo un ambiente en el que se sientan seguros para expresar sus pensamientos y sentimientos. Realizar una escucha activa y buscar soluciones cuando no estemos de acuerdo en que las dos partes estén implicadas.
  • Establecer metas realistas y alcanzables, así como celebrar sus logros.
  • Animarlos a que tomen decisiones autónomas, apropiadas a su edad y nivel de madurez.
  •  Fomentar la autoaceptación, es decir, ayudarles a que acepten sus errores como parte del proceso de crecimiento personal.
  • Enseñarles a afrontar la crítica, tanto constructiva, como destructiva, canalizando su control de impulsos.
  • Animarlos a que participen en actividades extracurriculares, deportes, arte o voluntariado para que puedan descubrir sus fortalezas y habilidades.
  • No caer en actitudes catastrofistas, buscar soluciones, puntos de encuentro y de comunicación activa.

Pero qué ocurre, si esto no funciona, si el adolescente ya presenta altos niveles de ansiedad, bien por su falta de integración en el grupo, por falta de aceptación entre sus iguales, por problemas de identidad sexual, por miedo a los exámenes, o por inseguridad ante el fracaso. ¿Cómo podemos ayudarle? Como ya hemos mencionado es importante fortalecer su autoestima. Ayudarle a mejorar sus habilidades sociales, que aprenda a no centrarse únicamente a través de las redes sociales, está claro que no podemos prohibir su uso, pero sí aconsejarle en el tiempo y contenido que le dedica. Podemos ayudarlos acompañándolos en la búsqueda de sus potencialidades.

  • Además, hay que identificar el problema, la ansiedad no siempre aparece con idénticos síntomas, puede ser que el adolescente relate:
  • Frecuentes dolores de cabeza, molestias gástricas, mareos, síntomas que le permiten no tener que afrontar aquellas situaciones que le generan ansiedad: ir a clase, los exámenes, salir con amigos…
  • Problemas para afrontar el sueño, pesadillas recurrentes. 
  • Cambios en su conducta, mal humor, enfados continuos, conductas desafiantes, rebeldía, aislamiento social o familiar.
  • Desinterés por actividades que antes le gustaban. 

¿Ante esta situación de ansiedad, que podemos hacer?:

  • Evitemos una comunicación con él basada en «no es para tanto». Hay que prestar atención y poner interés en lo que nos comunica.
  • No hacer descalificaciones, ni juicios o expresiones despreciativas, para ellos su problema es importante.
  • No centrarnos en el futuro, vamos a buscar metas y objetivos que puedan cumplir, no nos quedemos centrados en el problema, vamos a buscar soluciones.
  • Hacerles entender que nos preocupa su bienestar emocional, y no solo sus resultados académicos.
  • Ayudarle a buscar alternativas que puedan motivar, sin compararlo con los logros obtenidos por otras personas cercanas a ellos.
  • Ayudarle a que aprenda a realizar ejercicios de relajación y animarle a participar en alguna actividad física que le permita desahogar su malestar emocional.
  • Medir el uso de las redes sociales y fomentar conductas más participativas.

Por último, si es necesario, debe buscar ayuda profesional, pero el paciente debe entender que ir a terapia no es la justificación, la huida o el aplazamiento ante sus problemas, sino la forma de poder aprender a resolverlos.

Pilar Iglesias Souto. Psicóloga Sanitaria Hospital Quirónsalud A Coruña. Licenciada en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Especializada en Clínica y en Psicología Social y de las Organizaciones. Doctorada en la Universidad de Santiago de Compostela, centrado en Personalidad y Psicopatología. La mayor parte de su desarrollo profesional ha sido en la Psicología Sanitaria de Adultos. Su especialidad terapéutica es Racional Cognitiva y Psicoterapia breve centrada en soluciones. Es también especialista en terapia sexual y sexología. Actualmente ha incorporado a su consulta la psicoterapia virtual, como instrumento muy eficaz para los trastornos de la ansiedad.