Gonzalo Oñoro, pediatra: «Antes de que empiece el colegio, hay que ir adelantando poco a poco la hora de acostarse»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

Gonzalo Oñoro es conocido en redes bajo el pseudónimo Dos pediatras en casa, que comparte con su mujer.
Gonzalo Oñoro es conocido en redes bajo el pseudónimo Dos pediatras en casa, que comparte con su mujer.

El experto asegura que, en estos primeros días, «es completamente normal que los niños se queden a disgusto en los colegios»

04 sep 2023 . Actualizado a las 17:12 h.

Gonzalo Oñoro es pediatra. Al igual que su mujer, la doctora Elena Blanco. Juntos son conocidos en redes sociales por el nombre de su blog, Dos pediatras en casa, y han publicado varios libros como Dos Pediatras en Casa: una guía sobre salud infantil (Zenith, 2021). Además de doctor, Oñoro también es papá de dos hijos. Una doble «titulación» que le otorga mucho conocimiento en la vuelta cole. Esa para la que quedan pocos días y que, según advierte, ya debemos ir instaurando con algunos cambios de rutina. 

—¿Disfrutar hasta el último momento de las vacaciones, o ir adaptando a los niños a la nueva rutina con tiempo?

—A veces es difícil tomar una decisión u otra. En el fondo, las familias tenemos las vacaciones que tenemos... A nosotros, por ejemplo, nos pasó el año pasado, que volvimos de las vacaciones el día antes de volver al colegio. No pudimos llevar a cabo ninguna estrategia (ríe). Pero sí que es verdad que, si queremos plantear una vuelta al cole un poco más tranquila a nuestros hijos, sí deberíamos intentar ir adaptando un poco la rutina unos días antes. En verano los niños se levantan más tarde, se acuestan más tarde y los horarios de comida también son diferentes. No tienen tan organizado el día como lo van a tener en el momento en el que empiece el colegio. Con lo cual, sí que es verdad que si queremos que el niño lo lleve un poco mejor, deberíamos empezar a anticiparnos una semana o unos días antes la vuelta al cole.

—La técnica de irse a la cama y despertarse antes, ¿es una buena opción?

—Sí, desde luego. Por lo que veo en los niños de mi entorno, tanto como pediatra como padre, el horario al que se levantan no suele modificarse mucho respecto a todo el año escolar. Sin embargo, sí se suelen acostar más tarde. Hay niños que se acuestan habitualmente entre las 20.30 y las 21.30 horas, una hora bastante adecuada para un niño pequeño. Pero en horario de verano, que tenemos más horas de luz, puede que se retrase hasta las 22.30. No es nada malo que lo hagan en verano, porque en el fondo, las cosas que van a hacer a lo largo del día, no suelen ser a primera hora de la mañana. A diferencia de cuando hay escuela o colegio, que sí que es necesario madrugar.

—¿Cómo hacerlo?

—En estos días antes de que empiecen las escuelas, ir adelantando poco a poco la hora de acostarse. Con quince o veinte minutos cada día, es suficiente. El objetivo es ir adaptándonos un poco al horario objetivo que tenemos, el de las 20.30 o 21.30 horas en cama. 

—Cada niño, como los adultos, tendrá unas necesidades de sueño diferentes. 

—Sí. Hay quien puede dormir ocho horas y con eso es suficiente, o quien necesita diez o doce horas de sueño. Normalmente ahora en verano dejamos que los niños se despierten a la hora que quieran, sin meterles ningún tipo de presión, digamos. Pero claro, cuando estamos hablando de niños que entran en el colegio a las 7.30 o a las 8.00, dependiendo de las necesidades que tengan los padres con respecto a su horario laboral, está claro que si no lo acostumbramos a despertarse poco a poco antes, los primeros días le va a costar mucho. 

—¿Si el niño no se levanta por la mañana, debemos obligarlo?

—Claro, es ley de vida. Porque si dices: «No le obligo ahora porque todavía estamos de vacaciones», cuando empiecen los primeros días de colegio o de escuela infantil... No sería lo más adecuado obligarlos a levantarse por las mañanas, pero muchas veces es imprescindible. Me gustaría añadir que si al niño por las mañanas le cuesta mucho levantarse, seguramente sea porque no ha dormido lo suficiente. Habrá que adelantar un poco la hora de acostarse por las noches. 

—«No me apetece volver al colegio». 

—Los más pequeños, es muy raro que verbalicen que no les apetece volver. Sí va ser un poco más difícil esa etapa de segundo de infantil, cuatro o cinco años, que ya cuentan muchas más cosas. Creo que ahí lo más importante es dar seguridad a los niños de las cosas que van a ocurrir y anticiparles: nos vamos a levantar por la mañana, a desayunar, ir al colegio, nos despedimos y tú te vas a quedar aquí con amigos y profesoras. Es muy importante darles una estructura mental de las cosas que van a ocurrir, porque, aunque la mayoría se adaptan muy bien a todos los cambios, viven con mucha más seguridad si tienen bien construido un andamiaje de lo que va a ocurrir día a día.

De todas formas, si el niño manifiesta que no le apetece ir al cole o que le pone triste, que los padres lo tomen con total tranquilidad. Eso es muy normal y seguramente el niño vaya a necesitar varios días de estar en contacto con esa novedad para irse dando cuenta de que tampoco es para tanto, por así decirlo. Mencionar también a los profesores de los colegios y escuelas, que nos van a guiar mucho en el proceso. El período de adaptación, en el fondo, también está pensado para eso. Para que el niño, de golpe, no se vea ocho horas fuera de su casa y sin sus figuras de apego principales. Que poco a poco, pueda tener otra figura de apego que, normalmente, son los profesores. 

—Siguiendo con el «no me apetece ir al cole», ¿hasta qué punto influye escuchar a sus papás que tampoco les apetece volver al trabajo?

—Claro, reflejan un poco lo que ellos están viendo. Ahí sí que es muy importante, con lo que te decía de mostrarles seguridad. Un padre no puede decir: «No me apetece mucho volver, qué rollo que se nos acaban las vacaciones». El niño, al igual que imita para otro tipo de actitudes en la vida como hacer deporte o comer saludable, va a manifestar un poco lo que escucha de sus padres. Aunque dentro lo lleves mal, debemos decir «qué bien la vuelta al cole, que vas a ver a tus compañeros», por ejemplo. O también: «Qué bien que vas a aprender a leer». Darles motivos para que estén alegres. Debemos guardarnos un poco nuestro síndrome posvacacional para que los niños no vivan mal la vuelta al cole.

 —En ese primer día de cole, es muy frecuente que el pequeño llore porque su padre o madre se va, mientras él se queda en el colegio. ¿Cómo se podía gestionar esa situación?

—Primero, decir que es completamente normal que los niños, en los primeros días, se queden a disgusto. Es algo nuevo, aunque el año anterior hayan ido a la escuela infantil. A los de primaria no les suele pasar y a los muy pequeños, tampoco. Porque su cerebro todavía no tiene desarrollado un hito neurológico que se llama ansiedad de separación. Suele aparecer a partir de los 10 meses, hasta los 12 o 15 meses. Es ese hecho el que provoca que cuando un niño se separa de sus figuras principales de apego, muestren enfado o lloren. Lo vemos mucho nosotros, en las consultas de pediatría.

En los pequeños, es difícil gestionarlo porque hasta que no vean ellos, con sus propias carnes por así decirlo, lo que va ocurriendo, poco les vamos a poder anticipar. En los niños que son un poco más mayores, sí que es importante mostrarles seguridad en el momento de la despedida.

—¿Cómo se les podría mostrar esa seguridad?

—Si empieza a llorar cuando lo dejo en la escuela infantil y yo, como padre, me pongo a llorar con él, lo único que le estoy enseñando al niño es que algo malo está ocurriendo. Hay que hacer de tripas corazón. Nos pasa a todos los padres, cuando nuestro hijo va cumpliendo etapas. El primer día lo pasará fatal, el segundo un poco mejor y el tercero ya… Casi te olvidas del asunto. Es muy importante, en esos momentos, mostrarles seguridad de que no va a ocurrir nada. Si no conocen la escuela, ir a verla unos días antes o intentar haber hablado con la futura tutora para enseñarle cuál es esa profesora. O decirle, si es una escuela de la zona, que va a ver a tal amigo que tiene en el barrio. Se trata de que ellos sepan un poco esos apoyos que pueden llegar a tener en ese momento. 

—¿La despedida debe ser corta o es mejor que nos quedemos allí con ellos?

—Las despedidas, a mi forma de ver, creo que tienen que ser sentidas. Darle un beso, un abrazo. Pero deben de ser cortas. Cuanto más prolonguemos dejar al niño en el aula, más ansiedad le va a generar. Vas a crearle la expectativa de que papá o mamá se va a quedar con él. Eso, al final, no va a ocurrir. Lo ideal es estar unos segundos, despedirle y, sobre todo, contarle muy claramente cuando vas a ir a buscarle. Sobre todo aquellos niños que son un poco más mayores. Esos niños que tienen tres o cuatro años, que miden el tiempo diferente a los adultos, no saben lo que son las tres de la tarde o las once de la mañana. Si eso es mucho o poco. Por eso, es mejor decirle: «Voy a venir después de la siesta» o «estaré aquí antes de la hora de la comida». Eso les da mucha seguridad porque van a ir viendo cómo pasa el día y van ocurriendo ciertas cosas. Entonces, cuando llegue el momento, lo van a tener mucho más claro. También muy importante, si le decimos al niño que lo vamos a ir a buscar en un momento concreto, que no nos retrasemos en ir a buscarle porque lo van a vivir con mucha ansiedad. Sobre todo esos primeros días de escuela.

—¿Cuánto duraría, más o menos, ese proceso de adaptación a la vuelta al cole?

—Es muy variable. Hay niños que se adaptan muy rápido, desde el primero o el segundo día, y hay otros que se prolonga más y que puede durar una semana, quince días o incluso un mes. Lo importante ahí es ver que el niño, poco a poco, lo va llevando mejor. En el caso de que se vea que es una conducta muy prolongada, que el niño no se termina de adaptar, hablarlo con la profesora o tutora para que haga un poco de apoyo en ese sentido, que de las instrucciones a seguir a esos padres. 

—Las rabietas pueden ser frecuentes en esta etapa. 

—Están en una etapa, entre comillas, muy mala. Entre los dos y cuatro años es la etapa de las rabietas. Con escuela o sin ella, es un momento en el que la personalidad de los niños se está formando. Quieren dejar muy claro lo que les gusta y lo que no. De ahí vienen los estallidos emocionales que tienen. Es muy importante que, aunque sabemos como padres que al día siguiente tienen que ir a la escuela, hacerles un acompañamiento emocional de las cosas que están sintiendo. Preguntarles qué es lo que sienten o por qué creen que les ocurre. Incluso integrarlos un poco preguntándoles cómo creen que se puede solucionar.

—¿Qué tipo de estrategias funcionarían?

—Los niños son cortoplacistas. Funcionan muy bien las recompensas, pero que sean adecuadas a lo que consigue el niño, porque tampoco hay que intentar cambiar sus emociones. Es bueno que tengan emociones con respecto al colegio. Pero le puedes decir: «Si vamos al colegio estos días, en el fin de semana podemos ir a dar un paseo a ver a los abuelos, hace un montón que no les vemos». Objetivos y recompensas de ese tipo. No regalos.

—¿Cómo elegir las actividades extraescolares?

—Si los peques tienen jornada intensiva, a la mayoría de los padres no nos da tiempo de ir a recoger a nuestros hijos a la hora de la salida de los colegios y las escuelas. Creo que una actividad extraescolar en un niño siempre debe ser que elijan un deporte. Vivimos en una sociedad muy sedentaria.  

Veo las extraescolares como un vehículo más para que aprendan algo nuevo. Ofrecerles esos estímulos que a lo mejor no le podemos ofrecer los padres. Eso siempre va a ser bueno. De todas formas, hay que intentar no cargar a los niños. Tampoco es necesario estar apuntado a mil cosas. Y después que los padres también podemos ser suficientes a la hora de proporcionar estímulos estando con ellos, sin necesidad de apuntarlos a una extraescolar. 

—Una merienda que recomiende para los recreos.

—Esta es muy fácil de responder: fruta. Esa sería la merienda perfecta. Vivimos en un país que tiene muchas frutas y muy variadas y esta siempre va a ser un buen snack tanto para media mañana, como para la salida del colegio. También podemos llevarles un trozo de pan con la fruta. Eso es maravilloso. Si alguien me preguntara, es lo que diría. Por cierto, los zumos no son fruta. Siempre van a ser una carga de azúcar añadido que no es saludable. 

—¿Un último consejo para esta vuelta al cole?

—Si los padres pueden ir andando con sus hijos a la escuela o al colegio, sería ideal. Eso va a activar el cerebro de los niños y van a estar mucho más preparados para la entrada al colegio. Si son padres que llevan a sus hijos en el vehículo, merece la pena que aparquen un poco más lejos para que, por lo menos, caminen unos metros. Lo que pueda hacer cada uno. El objetivo es que ya desde ese momento el niño empiece a ponerse en marcha y llegue activado. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.