Anna Estapé, pediatra: «El mayor error de los padres está en la gestión de las expectativas»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

Anna Estapé, pediatra y divulgadora.
Anna Estapé, pediatra y divulgadora.

La profesional considera que «nos cuesta entender las rabietas como una fase del desarrollo del niño»

01 mar 2024 . Actualizado a las 14:03 h.

Anna Estapé se define como madre de corazón y pediatra de vocación. Además de llevar su propia consulta de pediatría, se dedica a la divulgación, tanto a través de redes sociales como escribiendo cuentos para ayudar a las familias. Uno de los temas que más le apasiona es la crianza, por lo que los títulos de algunos de ellos, no sorprenden: Leo tiene una rabieta (B de Block, 2022) y Lía deja el pañal (B de Block, 2022).

—¿Crees que muchos padres y madres pueden llegar a sentirse confundidos ante tanta información sobre crianza y pediatría en redes sociales?

—Cuando empecé en redes sociales en 2018 aún éramos pocos. A lo largo de estos años, sobre todo con la pandemia, cada vez hay más creadores de contenido relacionados con la medicina y la crianza. Creo que la clave es intentar recurrir a las fuentes correctas. Es decir, si buscamos información de salud infantil, intentar recurrir a especialistas sanitarios que divulguen sobre esta información. Pero hay que tener en cuenta que eso nunca sustituye a una visita médica. Al final, lo que hacemos en consulta es personalizar esa recomendación o tratamiento. Quien tiene la última palabra es nuestro pediatra o enfermera. 

—¿Cuáles suelen ser las principales dudas que tienen los padres?

La alimentación está en el top tres. Cada vez somos más conscientes de la importancia de llevar una saludable y todo lo que se relaciona con el inicio de la alimentación complementaria, que también genera muchas dudas. El tema sueño (ríe), preocupa sobre todo a los padres, no tanto a los pediatras porque sabemos que su sueño es evolutivo y va cambiando con el tiempo.

—¿En qué sentido?

—Es normal que existan despertares o que necesiten el contacto para dormir. Tengo preguntas sobre el sueño en casi todas las revisiones.

—¿Y dentro de las enfermedades, cuál es la duda más repetida?

—Sin duda lo que más preocupa es la fiebre. La gente se sabe la teoría de que es normal que aparezca y la función que tiene esta, pero siempre nos asustamos mucho. 

—¿Qué suele llevar a los padres a elegir entre leche de fórmula o lactancia materna?

 —Todos sabemos los beneficios que tiene la lactancia materna, tanto para el bebé como para la mamá. Ya sabemos que es maravilloso siempre que la madre quiera y pueda. Pero hay familias que no pueden optar por ella y aquí lo diferenciaría en dos partes. Por un lado, aquellas que, por decisión propia, deciden optar por el biberón. Puede ser por experiencias personales que hayan tenido, experiencias familiares, creencias, la relación con el sueño que pueda tener la familia, miedos como si le dolerá o no, incluso falta de información o de apoyo pensando en una incorporación al trabajo más precoz. Todo esto, a veces, son motivos que a las madres les puede llevar a optar por el biberón o por la lactancia en fórmula.

—¿Y la otra parte?

—Madres que sí les gustaría hacer esa lactancia materna pero que, por distintos motivos, al final optan por el biberón. Porque les falta apoyo, les duele y no saben el motivo… Es cierto que, a nivel de los profesionales sanitarios, a veces no tenemos el tiempo para dedicarnos a esto último, aunque deberíamos.

También por agotamiento, porque los bebés hacen tomas muy frecuentemente y hay mamás que prefieren priorizar un poco su descanso. Y por último, creo que hay otro tema de: «Mi bebé no se está alimentando lo suficiente o lo encuentro con dificultades para la lactancia». Todo esto se tiene que valorar. La lactancia no debe doler, las grietas en un pezón se debe valorar cuál es la causa. 

—¿Sería posible saber, según cómo llora el bebé, qué nos está demandando?

—Esto es muy interesante. Sabemos que durante los primeros meses el llanto es la única forma que tienen los bebés para comunicarse. Existen muchos motivos por los que un bebé puede llorar: porque tiene hambre, sueño, frío, calor, pañal sucio, dolor, quiere que le cojan en brazos, etcétera. Descifrar ese lloro y sus razones, es difícil. Muchas veces las familias lo consiguen interpretar con el paso del tiempo. Con todo, sí que es verdad que el Hospital Clínic de Barcelona hizo un estudio a finales de 2023 que era muy interesante.

—¿En qué consiste?

—Hicieron varios análisis de los llantos de los bebés, la sonoridad y la acústica. Se dieron cuenta de varias diferencias. Cuando los bebés lloraban por hambre, era un lloro más intenso, más corto y ruidoso, pero no tan agudo. Y en cambio, cuando se trataba de un llanto porque al bebé le molestaba algo o por angustia, era más agudo. Cuando tenía sueño, era un llanto más prolongado pero no tan ruidoso o agudo como cuando tienen hambre. Pero es algo muy sutil y, a veces, muy difícil. Creo que lo más importante es la intuición de la familia. Y en ocasiones, simplemente haces una checklist: llora, lo coges en brazos, no se calma, quizás tiene hambre, lo pones en el pecho a ver si quiere o te das cuenta de que hace tres o cuatro horas que no hace la siesta. Con prueba y error se puede ir detectando. 

—¿Cómo saber si el niño o niña está preparado para dejar el pañal?

—Importante que nos fijemos en si el niño está preparado y no lo invoquemos desde fuera. El momento de dejar el pañal es un tema de maduración del bebé, un hito del desarrollo. No podemos forzarlo. Sí podemos fijarnos en diferentes señales que nos muestran que está listo. Pueden ser a nivel físico: camina, corre, tiene equilibrio y sabe saltar con los dos pies juntos. Todo esto lo suelen hacer alrededor de los dos años. Asimismo, sabe subirse y bajar los pantalones, esto quiere decir que puede ser autónomo en el momento de ir al baño; tiene el pañal seco durante un rato, mínimo una hora y media, que eso quiere decir que es capaz de retener el pipí en su vejiga. Luego hay otras señales más a nivel de lenguaje.

—¿Por ejemplo?

—El niño entiende cuando tú le dices algo o le das una orden simple, al igual que es capaz de verbalizar que está mojado si se hace pis. Es una lista muy larga.

—¿Debe evitarse en alguna circunstancia?

—Sí, puede que lo cumpla todo, pero estamos en otro momento de cambio en el niño. Por ejemplo, un cambio de adaptación en la escuela infantil o ha nacido un hermanito. También tenemos que ver que a nivel emocional esté disponible. Otro ejemplo: estas últimas semanas está a tope de rabietas, quizás no sea el momento más apropiado y podemos esperar unas semanas a ver si baja la intensidad. Lo que es importante saber es que quien controla el esfínter del niño es él. Nosotros lo podemos acompañar al váter y animarle a que haga un pis, pero nunca podremos controlar más.    

—¿Antes o después del chupete? 

—En principio, tienen que ir por separado. El chupete normalmente recomendamos poder retirarlo antes o alrededor de los dos años. No es que tenga que irse antes que el pañal sí o sí, sino que a veces, por tiempos, están listos más tarde. Es probable que hayamos retirado antes el chupete por la recomendación a nivel odontológico.

—¿Crees que tenemos una mala imagen de las rabietas? 

—Sí, desde siempre. Sobre todo con la crianza más tradicional, se han asociado las rabietas a un acto de desobediencia: «Lo hace aposta», «está mal acostumbrado», «te quiere manipular». Todavía nos cuesta entenderlas como una fase del desarrollo del niño. La mayoría, el 95 % de los niños, las tienen en algún momento de sus vidas, son normales. Deben aprender a gestionar todo eso que sienten dentro de su cuerpo cuando se enfadan, se frustran. No saben hacerlo de otra forma que no sea una rabieta.

—Entonces no se deben ignorar. 

—No, porque justamente el niño nos está pidiendo ayuda. Si la ignoramos, al final lo que le estamos diciendo es que cuando siente esas emociones en su cuerpo, no estoy ahí para ayudarte. Es un amor condicionado a cómo está el niño. No un amor incondicional, que es el que deberíamos de tener todos los papás. No le estoy enseñando herramientas para la próxima rabieta que tenga, para poder gestionarla, sino que le estoy enseñando que a la próxima el niño va a reprimir esas emociones o no las querrá explicar porque sabe que si hace eso, su familia le ignora. No le estamos dando herramientas su gestión emocional futura. 

 —¿Cómo se debe actuar?

—Tengo un acrónimo que cree hace unos años: «CONREAR». Para mí es como poner una semilla para que en un futuro crezca una flor, que simboliza la habilidad emocional para el futuro. El primer «CON» viene de conectar: primero conecto conmigo y luego con el niño. ¿Cómo estoy yo para atender una rabieta? ¿Estoy en disposición de hacerlo? A lo mejor he tenido un día horrible, estoy nerviosa, agotada, tomo conciencia de cómo estoy, hago unas respiraciones. Luego, conectar con el niño. Quiere decir mostrar disposición a escucharle, sin juicios. Una vez que he conectado conmigo y con el niño, ya viene la «R» de responder. Tenemos que hacerlo con calma porque si tengo una rabieta que es fuego y respondo con nervios, gritos y castigos, estoy poniendo gasolina en ese fuego, estoy avivándolo mas. Muchas veces la rabia, que es lo que solemos sentir cuando sentimos rabietas, se calma o se disipa cuando nos sentimos escuchados. Por eso es importante tener una voz calmada y atender a esa rabieta, pero también conectar. Cuando demos respuesta con palabras, con empatía verbal, pero también con la no verbal: como está mi cara, la cara arrugada, los ojos, mi postura… Todo esto es importante porque los niños perciben mucho esta empatía no verbal. 

—Y llega la «E».

 —De emoción. Tenemos que poner en palabras lo que estamos sintiendo porque él no sabe lo que es y tenemos que validarla. Por ejemplo, si el niño está montando una pataleta en el parque porque están jugando y le he dicho que nos tenemos que marchar: «Pablo, entiendo que querías quedarte más tiempo en el parque». Aquí estoy mostrando empatía. Ahí él, que seguramente esté eufórico, cuando le dices que lo entiendes es como: «¡Sí, sabes lo que es esto!». Luego, evidentemente, le puedes nombrar la emoción: «Querías quedarte más tiempo jugando y por eso estás enfadado». Le explicas qué es lo que siente, porque se siente fatal un niño cuando tiene una rabieta. Ningún niño quiere tener una. Le explicas que eso se llama enfado. Y poca cosa más le vamos a decir. Evidentemente, vamos a mantener el límite, tampoco debemos ceder: «Ahora es hora de irnos a casa, a cenar». Eso no quiere decir que esté cediendo al límite.

—¿La «A»?

—De acompañar esa rabieta sin prisas, el tiempo que haga falta y la rabieta durará lo que tenga que durar. Estando a su lado, a veces solo necesitan eso. Sin dar muchas explicaciones, sin hablar mucho, porque en ese momento no están para hablar mucho más. Esto es lo que haríamos en el momento más agudo de la rabieta, pero hay otra «R»: la final. Esa será como una segunda fase. Cuando el niño está más calmado, más tranquilo, quizás es más tarde porque ya nos hemos bañado, hemos cenado y, en la hora del cuento, podemos retomar esa «R».

—¿Un repaso por la situación? 

—Exacto, hay una parte de repasar y reflexionar y, otra, de reparar. ¿Qué quiere decir esto? Hacer un recordatorio de lo que ha ocurrido para que sepa a qué nos referimos. «Recuerdas antes que estabas en el parque y te he dicho que nos teníamos que ir, tú te has enfadado…». Luego reflexionar: «Vamos a pensar sobre lo que ha ocurrido. ¿Cómo podríamos mejorarlo la próxima vez? ¿Qué te parece si yo te aviso cuando te queden dos bajadas por el tobogán y anticipamos un poco el momento de irnos? ¿Qué te parece si ponemos una alarma que nos avise?». Intentar poner soluciones y evitar que vuelva a ocurrir. 

Reparar quiere decir que si nos hemos equivocado en el momento de la rabieta, pedir disculpas. Si en ese momento en el parque me he abrumado, le he chillado, sobornado, lo que sea, es el momento de repararlo. «Estaba muy cansada, nerviosa, perdóname, la próxima vez lo haré de otra forma». Lo importante es dar ejemplo. 

—Por último, un error que veas mucho en consulta. 

—En temas de crianza, el que hemos hablado hasta ahora: las rabietas. También forzar quitar el pañal cuando es verano simplemente por la practicidad de que sea verano. En el tema sueño, ajustar las expectativas de las familias. No podemos pretender que un bebé pequeño de seis meses vaya a dormir toda la noche; a nivel de su desarrollo, del cerebro y del sueño, no suele ocurrir porque no está preparado.Un bebé pequeño necesita despertarse constantemente para hacer sus tomas. Diría que el error más común es la gestión de las expectativas en general: saber qué debemos esperar. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.