Desde la primera cita hasta la jubilación: cómo mantener una vida sexual satisfactoria en cada etapa de la pareja

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Cada pareja tiene un ciclo vital que acompaña al desarrollo de la vida de las personas.
Cada pareja tiene un ciclo vital que acompaña al desarrollo de la vida de las personas. La Voz de la Salud | iStock

En el Día Mundial de la Salud Sexual varios profesionales nos dan las claves para disfrutar al máximo y sin presión

23 dic 2022 . Actualizado a las 18:38 h.

Conocer a alguien y enamorarse es una de las experiencias más significativas de la vida. No por nada el amor y las relaciones son la temática central de la mayoría de las canciones que escuchamos, la inspiración de las más célebres obras literarias y el motor de la historia que cuentan las películas clásicas de Hollywood.

Pero, más allá del enamoramiento, cada pareja tiene un ciclo vital que acompaña al desarrollo de la vida de las personas. En este ciclo vital, los encuentros sexuales y el deseo pueden fluctuar y verse alterados por otros aspectos de la vida de la pareja: la convivencia, el nacimiento de los hijos, la llegada de la menopausia, o incluso circunstancias externas como la situación profesional de cada uno. En el Día Mundial de la Salud Sexual, ponemos sobre la mesa todos estos desafíos y hablamos con expertos en sexología. Ellos nos dan las claves para superarlos y tener una vida sexual satisfactoria sea cual sea la etapa en la que esté nuestra relación.

Lo que tienes que saber antes de estar en pareja

Lo primero que necesitamos para disfrutar de una vida sexual plena es conocernos a nosotros mismos, nuestro cuerpo y nuestros gustos. Esto, que para muchas personas es algo que se va dando de forma natural e intuitiva, puede en otros casos requerir de una exploración más consciente.

«Antes de conocer a alguien hay que conocer el propio cuerpo y estar a gusto con él. Conocer nuestro cuerpo de forma erótica. Porque así, cuando alguien conoce a otra persona y comparte la intimidad, es más fácil. Conozco mucha gente que tiene su primera experiencia sexual cuando conoce a alguien. Entonces dicen: "No sabía que mi cuerpo respondía así", y todo es más complicado», explica Alexandra Crettaz, psicóloga y sexóloga de la Asociación de Especialistas en Sexología (AES).

Aquí, si bien se pueden incorporar juguetes para aumentar la creatividad y facilitar el orgasmo, tal vez no sea ideal utilizarlos siempre y por defecto. «El primer juguete sexual es el cuerpo. Los dedos, la lengua. Los juguetes intentaría guardarlos para una etapa en la que nos conozcamos un poquito mejor, un poco más avanzada la relación, cuando ya la pasión es un poco rutina. No porque el Satisfyer sea malo; es buenísimo. Pero es preferible que primero uno explore con sus propias herramientas, que son la mente sexual, las fantasías, y los dedos. Porque así es algo más propio, el cuerpo reconoce que es suyo y es más fácil. Más adelante, la juguetería sexual ayuda a hacerlo más lúdico y conectarnos con el cuerpo y con el placer y la diversión», recomienda Crettaz.

Primera cita

En un primer encuentro con alguien, lo recomendable, señala Crettaz, es hacer un acercamiento progresivo a la intimidad. «Sería algo así como hacer juegos sexuales cada vez más comprometidos. Típicamente, si se puede, hay que empezar la intimidad con el beso, que es un acto erótico. Después, progresivamente, ir profundizando en los cuerpos y que las dos personas se puedan acostumbrar y conocerse a nivel íntimo. Es difícil, porque muchas personas tienen la expectativa de tener una noche muy sexual desde los primeros encuentros, pero lo ideal sería empezar más despacio», aconseja la experta.

El motivo por el que se recomienda no avanzar bruscamente en el terreno sexual no tiene que ver con moralismos, sino con lograr crear un clima de afecto y confianza. «Si hay más confianza, si hemos establecido un vínculo más allá del sexo, eso siempre ayuda, el cuerpo va a estar más relajado. Lo que es difícil es disfrutar con una sola noche de sexo. Las expectativas son muy altas y en esa fase, donde las personas se están conociendo, tenemos ideas de lo que el otro espera. Y a veces no es tan fácil ajustarse. Hay que respetar el cuerpo en su ritmo», propone Crettaz.

El psicólogo y sexólogo Felipe Hurtado Murillo coincide en este sentido. «Cuando tú te presionas a funcionar sexualmente con alguien que no conoces, esa presión extra puede deteriorar tu respuesta natural. Por ejemplo, una mujer puede puede ser que no tenga orgasmo, cuando habitualmente lo suele tener. Porque no conoce a la otra persona y si no le está comunicando, por falta de intimidad, o por vergüenza, lo que le gusta, posiblemente no va a ocurrir lo que necesita. Además, siente que está siendo observada. En un hombre, puede ocurrir que a lo mejor tenga una eyaculación rápida, cuando habitualmente, con pareja estable, la controla. Y es porque no te conoces», explica.

Fase de enamoramiento

Al comienzo de una relación, es probable que haya una alta frecuencia de encuentros sexuales. «En esta fase, normalmente hay pasión, ganas de conocer al otro, es una cosa muy química. Hay mucho deseo sexual. Esta fase se caracteriza porque es bastante fusional. Es decir: puedo llegar a olvidar parte de mi identidad para juntarme con el otro», describe Crettaz. En este momento, la comunicación clara es clave: nos estamos conociendo con la otra persona y hay que dejar claro qué nos gusta y qué no desde el principio.

«Una pareja nueva siempre es más excitante, porque funciona la novedad. Pero también es más insegura, entonces, para que funcione bien desde el principio lo mejor sería que hubiera una comunicación y dejar claro lo que se espera o lo que se quiere, porque muchas veces por vergüenza o por la situación nueva no se habla. Entonces, es importante comentar las cosas. A lo mejor, el coito, que muchas veces es lo que se espera, no tiene por qué ocurrir, o sea que tener una relación sexual no tiene por qué acabar en un coito, sea vaginal o anal», señala Hurtado.

Fase de convivencia: cómo evitar caer en la rutina

«La convivencia es una apuesta de compromiso y es una etapa de negociación para la pareja en general y la relación. Una vez superada la fase fusional donde yo quiero enseñarte mi mejor versión, en la convivencia, hay un reajuste de expectativas», explica Crettaz.

«Yo recomiendo que en ese sentido, cuando empiece la convivencia, se sigan programando citas de encuentro. Porque cuando no convivimos, siempre quedamos. Y en esas quedadas, se da por hecho que el sexo tiene cabida. Cuando se da la convivencia, que coincide con que la pareja está más establecida, las personas se ven más, porque conviven más. Pero no hay que confundir la relación con la convivencia. Me ves cada día, pero no quedamos. Entonces, las parejas tienen que programar citas. Y dentro de la propia convivencia, hay que fomentar momentos de intimidad», aconseja la sexóloga.

En esta etapa, es clave limitar el uso de los dispositivos para distraernos. «Hay que intentar que haya presencia corporal. A veces en esta fase cenamos delante de la tele. ¿Y qué pasa después de cenar? Vemos una serie. ¿Y justo antes de dormir? Pues revisamos el móvil. En la convivencia se negocia también el sexo, se negocia la frecuencia, porque las personas en esta fase empiezan a ser ellas. Vuelve la individualidad, cada uno vuelve a quedar más con los amigos, y en el sexo también se atreven a decir: "Hoy no me apetece", "Esto a mí no me gusta mucho". Es una fase para aprender juntos. Y como hay un clima de confianza y de compromiso, puede surgir la creatividad, el cuidar los encuentros amorosos», recomienda Crettaz.

Es un buen momento para incorporar juegos, juguetes sexuales y otros elementos que introduzcan una novedad. «El deseo sexual es mucho más intenso cuando estás conociendo a una persona, pero también hay otra intensidad y otros sentimientos que ocurren luego, cuando tú estás a gusto con esa persona. No quiere decir que baje el deseo por esa persona, pero puede disminuir la frecuencia con el paso del tiempo. Para mantener viva la sexualidad, hay que trabajar en mantener la seducción, buscar compartir estímulos novedosos, puedes resolver la habituación con novedades dentro de la pareja», señala Hurtado.

«Puede ocurrir que el deseo no sea tan fuerte como lo era al principio, pero se puede trabajar creando ambientes donde puede haber estímulos que provocan el deseo. Podemos dividir el deseo de dos maneras: deseo espontáneo o deseo provocado. Entonces, cuando cuando tú ya tienes una rutinización porque llevas mucho tiempo con la misma persona, hay que provocar el deseo buscando estímulos novedosos para los dos», explica el experto.

Nacimiento de un hijo

Tener hijos siempre representa un antes y un después en la vida de las personas y, por supuesto, también marca un cambio inmenso en la vida de la pareja. En esta instancia, Crettaz aconseja dejar a un lado la presión de mantener viva la llama de la pareja y tomar las cosas con calma. Especialmente, teniendo en cuenta lo que el parto significa a nivel hormonal para la madre.

«El nacimiento del primer hijo representa una revolución, es un cambio radical en todos los sentidos. Revoluciona la estructura de la pareja, que pasa de ser una díada a ser una tríada. La atención se vuelca hacia el bebé. La individualidad se pierde y entonces la pareja de amantes se vuelca en construir la pareja de padres. Cuando el bebé es pequeño, esto es normal, sobre todo si hay lactancia. La crianza de bebés supone la atención casi exclusiva de los padres y hay que dejar que esto suceda», dice Crettaz.

«Mientras la mamá esté dando el pecho, la hormona de la lactancia, que es la prolactina, dificulta y obstaculiza muchísimo el deseo sexual. Entonces, forzar a una persona que hormonalmente no está para eso, no se puede. El cuerpo hormonalmente está enfocado hacia la crianza y hacia la lactancia, no hacia la copulación. A nivel orgánico está eso, y el posparto no es solo la cuarentena. Durante el primer año, hay que dejar que ese proceso fluya», explica la sexóloga.

Eso sí: bajar la intensidad a nivel sexual no significa que deje de haber instancias de cariño y afecto. «Si bien la sexualidad puede dejarse de lado temporalmente, la afectividad no. Tiene que haber ayuda, cariño, apoyo. Eso hace que la pareja no se distancie», aclara Crettaz.

Familia con niños

Conforme los hijos van creciendo, la pareja puede, poco a poco, volver a generar un acercamiento. Aquí el desafío es no solo el reencuentro entre ambos, sino el volver a conectarse con el propio cuerpo, que puede estar pasando por una etapa nueva si este momento familiar coincide con la menopausia o la mediana edad.

«Ahí hay dificultades sexuales que hay que cuidar. Las parejas pueden estar en dos momentos muy diferentes, el hombre puede todavía tener mucho vigor y la mujer puede estar pasando por la menopausia y tener dificultad en su deseo sexual. Conforme avanza la edad, la mayor dificultad de los hombres es el problema de erección, a menudo no es tan estable como antes, se pierde y tienen que aprender a volver a conseguirla», explica. Entonces, ante todo, tranquilidad y paciencia.

«Recibimos bastantes pacientes de más de 50 y en esa edad hay que ayudar a facilitar el deseo y la excitación. Lo que era suficiente al inicio, cuando solo con verse o solo con besarse se podían excitar, conforme avanza la relación, ya no es suficiente. Entonces, los estímulos sexuales ya tienen que ser más potentes. Leer novelas eróticas, realizar juegos sexuales, meter creatividad», propone Crettaz. Se puede potenciar la excitación al incorporar juegos o dinámicas sexuales distintas, como juegos de rol o escapadas de fin de semana sin los hijos. Es clave evitar que el guion sexual se vuelva predecible.

Lo bueno de esta etapa es que, a medida que los hijos van creciendo y ganando autonomía, «la pareja puede empezar a tener ratos de intimidad incluso en la propia casa. Los padres pueden volver a poner un pestillo en su habitación y que los niños sepan que papá y mamá también son novios y necesitan estar solos. Es una etapa de redescubrirse», señala Crettaz.

Nido vacío

Cuando los hijos se van de casa, es una gran oportunidad para el reencuentro de la pareja. Se trata de volver a descubrirse a uno mismo, al otro y rearmar un nuevo vínculo. Pero cuidado, porque puede ser un momento muy disruptivo a nivel emocional.

«Han pasado 25 años, y las personas suelen pasar por una crisis existencial que puede coincidir con los 60 años. Se acerca la jubilación y quizás no lo llevan muy bien, se asustan un poco por los cambios y lo que está por llegar. Entonces, tiene que haber un cuidado hacia ellos a nivel sexual, ver si la pareja se reencuentra, descubrir a otro hombre y a otra mujer, porque no somos los mismos, hemos cambiado, hemos estado dedicando muchísimos años a la crianza y la organización del hogar. A nivel afectivo y sexual hay que volver a citarse, hace falta ese esfuerzo. La frecuencia puede ser baja, pero tiene que haber una apuesta por esos momentos de reencuentro», dice Crettaz.

En esta etapa, puede que el sexo no sea tan pasional, puede que la respuesta sexual sea más lenta y que lo corporal sea más desafiante. Por eso, la recomendación es disfrutar de encuentros mucho más tranquilos, siendo suficientemente flexibles como para adaptar la sexualidad a las capacidades de nuestro cuerpo en el presente y viviendo esa sexualidad a un nivel más interno y maduro.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.