Estos son los errores que van a empeorar la resaca de Año Nuevo

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Te damos todos los consejos para evitar la resaca de Fin de Año.
Te damos todos los consejos para evitar la resaca de Fin de Año. iStock

Desde lo que comemos hasta el color de las bebidas y cómo las mezclamos, todo influye en el desarrollo de la temida resaca del 1 de enero

30 dic 2023 . Actualizado a las 18:32 h.

Todos los días 31 de diciembre se repite la misma historia. Salimos de fiesta, nos pasamos con el alcohol y, al día siguiente, despertamos con náuseas, ardor en el estómago y esa sensación de presión en la cabeza, como si fuésemos una naranja en un exprimidor. ¿Quién quiere empezar así el 2024? Nadie, y sin embargo, cada año volvemos a caer en los mismos errores que causan esa desagradable resaca. Empezamos a beber temprano, sin nada en el estómago, y seguimos así hasta que acaba la noche. Pero mucho de esto se puede evitar tomando algunas precauciones.

Bebe despacio

Ante todo, hay que aclarar que lo único que está comprobado que evita la resaca es, por supuesto, no beber. «Lamento decepcionar, pero no hay estrategia preventiva más eficaz que no consumir alcohol. En algunas personas, incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden tener efectos perjudiciales. Lo mejor es la moderación en el consumo de bebidas alcohólicas de baja graduación con las comidas, y evitar consumir bebidas de alta graduación como los licores destilados», recomienda el doctor José Manuel Fernández García, Coordinador del Grupo de Nutrición de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).

Pero si vamos a despedir el año con una copa (o varias), hay que tener en cuenta que en muchos casos, como si de una ecuación física se tratara, basta con controlar dos variables: la velocidad y el tiempo. En eso coinciden todos los expertos. «No es lo mismo tomar tres bebidas tipo cubata en una hora, que tomar una por hora. Hay que darle tiempo al hígado de procesarlo. Si estás tomando algo que es tóxico y que tiene que metabolizarse en el hígado, al menos tienes que darle tiempo de hacerlo», insiste la doctora Juliana Cabrera, de la Semergen. En la misma línea, el doctor Jesús Sueiro, de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria, observa que «beber la misma cantidad de alcohol a lo largo de una hora o de ocho horas es totalmente distinto en cuanto a los efectos que puede tener esta sustancia en el cuerpo».

No bebas con el estómago vacío

Comer algo antes de empezar a beber alcohol es un punto que no podemos pasar por alto si lo que queremos es despertar bien al día siguiente. «Si estás comiendo y tomas una copa de vino, luego una de champán con los turrones, se absorbe menos alcohol debido a esos alimentos. En cambio, si empiezas a beber antes de haber comido, es mucho peor», señala en este sentido Sueiro.

¿Qué se recomienda comer? En realidad, no importa tanto, porque no hay un alimento que tenga propiedades demostradas a nivel científico en este sentido. Sin embargo, observa Fernández, «las comidas con alto contenido en grasas ayudan a reducir la absorción del alcohol», y aclara que, si bien «no hay alimentos que reduzcan los efectos de la resaca ni que se recomienden especialmente, las comidas con alto contenido en calorías y grasas para disminuir su efecto parecen ser más adecuadas». Se trata de productos que probablemente estén presentes en la mesa de Fin de Año: frutos secos, carnes, quesos o pan. Siempre debemos tener en cuenta, al igual que con el alcohol, que la clave está en limitar la ingesta y no sobrepasarnos.

Para evitar complicaciones, Cabrera sugiere recurrir, aunque siempre con moderación, a alimentos dulces o a los panes, «porque el alcohol baja el azúcar y causa hipoglucemia. Entonces, hay que tomar pan, o algún carbohidrato, porque el efecto no es solo de toxicidad hepática, sino también de hipoglucemia».

Un vaso de agua con cada copa

Uno de los principales efectos nocivos del alcohol en el organismo es la deshidratación que causa, porque se trata de un compuesto diurético. En otras palabras, al beber expulsaremos más líquido a través de la orina del que absorberemos, por lo que el riesgo de que nos deshidratemos es elevado. Esta es la causa del típico dolor de cabeza que acompaña a la resaca.

«Nuestro hígado está trabajando muchísimo para metabolizar todo el alcohol, y una de las consecuencias es esa deshidratación. Hace que tengamos esa sensación de irritabilidad, de pesadez, esa cefalea y esa fatiga», explica la doctora Guadalupe Blay, responsable del grupo de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Por esta razón, la nutricionista y experta en dermofarmacia Paula Martín Clares recomienda siempre poner un vaso de agua al lado de la copa de vino en la mesa. Especialmente durante las fiestas.

«Yo lo que hago cuando no bebo es ponerme agua con gas con dos rodajitas de limón. Estoy hidratándome y tengo esas propiedades del limón también en el agua, pero no da esa sensación de no estar bebiendo», propone la experta. Otras alternativas para hidratarnos sin caer en el consumo de refrescos pueden ser los zumos naturales, aunque el agua debe ser siempre la estrella. Debemos tomarla antes, durante y después de beber alcohol, por lo que conviene tener una botella de agua en la mesita de noche para no olvidarnos de la hidratación al llegar de la fiesta.

Lo que no debemos hacer bajo ninguna circunstancia es mezclar el alcohol con bebidas energéticas. «El alcohol es un depresor del sistema nervioso y estas bebidas energizantes levantan el ánimo y te ponen alerta. Eso hace que acabes bebiendo más alcohol, porque no notas esos efectos depresores y sientes que no has bebido tanto. Vas a beber mucho más alcohol porque sigues despierto a pesar de haber bebido mucho. Al disminuir esos efectos de la intoxicación, el riesgo de tener un coma etílico es mucho mayor», señala el doctor Manuel Anguita, presidente de honor de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Evita los destilados y las mezclas

Un factor que contribuye a la resaca es el tipo de bebida que ingerimos. «Las bebidas de baja graduación, como el vino o la cerveza, aportan menos alcohol al organismo, aunque depende de la cantidad que se consuma. Las bebidas destiladas con alta graduación aportan mucha cantidad de alcohol aunque se beban en pocas cantidades. Son diferencias apreciables en la gravedad de la resaca para la misma cantidad ingerida, especialmente si el consumo es mucho mayor en el caso de las segundas», explica Fernández.

En este sentido, el experto desaconseja especialmente las bebidas destiladas. «Los licores destilados son los que causan resacas más intensas según la cantidad que se ingiera. A mayor cantidad, mayor resaca. El coñac, los aguardientes, el vodka, el whisky y la ginebra aportan mucho alcohol porque presentan más de 40 º de alcohol», señala. También es mejor no mezclar bebidas ni preparar cócteles con varios líquidos. Estas mezclas «multiplican los efectos y la absorción del alcohol porque se potencian sus cantidades», dice Fernández.

También es buena idea alejarse de todo lo que tenga un color oscuro. La resaca es causada, en parte, por unas sustancias químicas llamadas «congéneres», que se generan durante el proceso de fermentación en la producción de distintos licores. Los congéneres determinan el sabor de las bebidas alcohólicas y pueden contribuir a causar resaca o aumentar su gravedad. Las bebidas alcohólicas oscuras, como el brandy, el whisky, la cerveza negra o el vino tinto, tienen una mayor cantidad de congéneres que otras.

Con todo, sigue siendo importante no pasarse, incluso con aquellas bebidas menos propensas a causar resaca. «Para el consumo responsable y moderado, el limite recomendado es de tres unidades de bebida estándar al día en varones y dos en mujeres. Una Unidad de Bebida Estándar (UBE) de alcohol en España equivale a 10 gramos de alcohol, que es, aproximadamente, el contenido de un vaso de vino de 100 mililitros de 13 grados, o un vaso de 300 mililitros de cerveza de 4 grados», indica Fernández.

No te saltes el desayuno

La comida que ingerimos es tan importante a la hora de beber como lo es al día siguiente. Aunque podamos tener náuseas y sentir que no entra nada en el estómago, es mejor no dejar pasar mucho tiempo sin comer al despertarte. La clave estará, nuevamente, en incorporar carbohidratos, para que el cuerpo recupere energía, pero hay otros grupos de alimentos que pueden beneficiarnos, como lácteos y huevos. Estos productos son altos en cisteína, un aminoácido que contribuye a eliminar el acetaldehído, una sustancia tóxica producida por el cuerpo a medida que metaboliza el alcohol.

Las bebidas isotónicas son útiles para reponer las sales y el potasio que se pierden con el consumo de alcohol, pero tampoco actuarán como soluciones mágicas. Fernández recomienda asimismo tomar algo con azúcar para paliar la hipoglucemia provocada por el alcohol. Un zumo natural de naranja puede ser una buena opción, por ejemplo.

Ojo con los medicamentos

En lo que refiere a suplementos naturales o medicamentos que permitan «curar» la resaca, lo cierto es que no existe nada que tenga una eficacia demostrada. Lo único que podemos hacer es tomar un analgésico para aliviar el dolor de cabeza, pero en caso de hacerlo es importante asegurarnos de que sea ibuprofeno y no paracetamol.

Hay que evitar este último, ya que puede agravar el daño que el alcohol le está causando a nivel hepático, debido a su vía de metabolización. Para procesar el paracetamol, el hígado se puede servir de una de las mismas enzimas que necesita para metabolizar el alcohol. Esto conlleva un exceso de metabolitos que, si no se llegan a eliminar, pueden provocar ese daño hepático.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.