Leo el testimonio de Sofía Pérez, diagnosticada de TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad): confiesa que sufrió bulimia, que le costaba estudiar, concentrarse, incluso no era capaz de tener una relación larga porque se aburría de la gente. Nadie la diagnosticó de pequeña. Hoy tiene 22 años.
De niño tampoco le diagnosticaron déficit de atención a Luis Rojas Marcos, uno de los psiquiatras reconocidos a nivel mundial. De las garras del TDAH lo salvó su madre y una profesora, que nada tenía que ver con aquella otra que se atrevió a decir «yo no creo en el TDH» y se quedó tan ancha. Mantuvo la misma actitud que aquel docente para quien «ahora los niños están sobrediagnosticados». ¿De qué van estos profes? Sería muy positivo que se lo hiciesen mirar.