El peligro de la gordofobia: «Muchas niñas hacen su primera dieta a los 9,10 o 12 años»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

La gordofobia influye negativamente en la calidad de vida de las personas.
La gordofobia influye negativamente en la calidad de vida de las personas. La Voz de la Salud | iStock

La «cultura de la dieta» es una forma de ver el mundo que discrimina a las personas con sobrepeso y les impide desarrollar una vida plena

07 mar 2022 . Actualizado a las 10:10 h.

¿Alguna vez has usado la palabra «gordo» como insulto? ¿Piensas que adelgazar te haría feliz? Cuando ves a una persona gorda, ¿crees que tiene una mala salud? Responder con un sí a estas preguntas es un signo de que tu forma de pensar está sesgada por la gordofobia. Esto quiere decir que el peso o el aspecto físico de las personas condiciona, al menos en cierta medida, tu manera de verlas. Pero la gordofobia no es un problema individual, sino una serie de creencias extendidas a nivel de la sociedad que, lejos de ayudar a las personas con obesidad a mejorar su condición de salud, les afectan de manera negativa.

La gordofobia se define como «una discriminación que está cimentada sobre prejuicios respecto a los hábitos, costumbres y salud de las personas gordas, los cuales se nutren de la creencia de que el cuerpo gordo responde a una falta de voluntad o de autocuidado, de no hacer el esfuerzo suficiente para ser delgado, motivo por el cual merece “castigo” o rechazo. Esta perspectiva, que piensa que el cuerpo gordo es producto de pereza o vagancia, no atiende a los contextos que producen o afectan a los cuerpos, ni a todos los factores que inciden en que una persona sea gorda o flaca, enferma o sana. Las condiciones económicas, culturales, genéticas, educativas y sociales son invisibilizadas u obviadas, así como la propia condición de enfermedad y tratamiento médico que pueden tener efectos en los cuerpos y en su peso», explica la Guía básica sobre gordofobia elaborada por el Instituto Canario de Igualdad.

«Los prejuicios vienen de un sistema económico. Lo que hay detrás de la estigmatización de los cuerpos gordos es un negocio increíble, que es la cultura de la dieta. La cultura de la dieta está sostenida por el índice de masa corporal, que clasifica los cuerpos en infrapeso, normopeso, sobrepeso, etcétera. Y desde ahí se dan pautas de lo que se considera salud que están basadas en el peso. Esto no es válido, porque prejuzgar que un cuerpo solamente por no estar dentro de unos parámetros, no es saludable, la ciencia dice muy claramente que no es correcto», señala Mireia Hurtado, psicóloga y dietista especialista en la psicología de la alimentación.

«La salud se puede dar en todos los cuerpos. Sobre todo, si ampliamos el enfoque de la salud. Porque si la salud está puesta solo en el peso, nos basamos en algo totalmente limitado que no tiene en cuenta un montón de otros factores que están influenciando la salud, como el estrés, el contexto socioeconómico, el ambiente. Tiene mucho más impacto en la salud, por ejemplo, la soledad que el estar gordo», asegura Hurtado.

El acceso a una atención médica de calidad puede estar obstaculizado, en muchos casos, por la gordofobia: según Hurtado, es frecuente el relato de pacientes cuyos síntomas son adjudicados por los profesionales al sobrepeso sin que se realicen pruebas o exámenes que permitan descartar otras causas, lo que deriva en complicaciones por las demoras en la atención a los verdaderos problemas.

«Basar el concepto de salud en la masa corporal no refleja la realidad, lo que hace es alimentar el estigma que sufren las personas gordas. Lo que dicen las investigaciones es que es mucho peor para la salud esa estigmatización que el propiamente estar gordo. La experiencia diaria que pueden vivir las personas gordas por el trauma del rechazo les afecta en múltiples niveles. Ir al médico y que haga una evaluación simplemente por tu tamaño corporal sin que te haga un buen diagnóstico es una de las consecuencias de este enfoque gordófobo, también ir a comprar ropa, o muchas otras experiencias que rodean el no tener un cuerpo normativo», detalla la especialista.

Asimismo, la gordofobia contribuye a desencadenar trastornos de la conducta alimentaria. «Por un lado, hay investigaciones que dicen que el primer detonante de un trastorno de la conducta alimentaria es que en algún momento les dijeron que su cuerpo era obeso o no era correcto. Entonces, a partir de ahí, se involucran en dietas que acaban derivando en trastornos de la conducta alimentaria. Y luego, cuando una persona tiene un trastorno activo, una de las cosas que dificultan la superación del trastorno es el contexto gordófobo, porque no quieren perder la posibilidad de encajar», explica Hurtado.

«Los trastornos de la conducta alimentaria son multicausales. Hay muchos factores implicados, pero las dietas restrictivas pueden suponer un detonante de este tipo de trastornos», aclara el dietista-nutricionista Daniel Ursúa.

Usar «gordo» como insulto

Utilizar la palabra gorda o gordo como insulto supone en sí mismo un acto gordófobo. Así lo afirma la Guía básica sobre gordofobia. «Mientras que la gordura debería ser considerada una cualidad física más, como cualquier otra (la altura, el color de pelo, el color de ojos…), la gordofobia impregnada en nuestra sociedad convierte esta condición física en un insulto. La Real Academia define insulto como una acción que ofende o humilla a una persona. Es decir, para que algo sea considerado insulto, debe ofender o humillar. Si creemos que llamar gorda a una persona es humillante o se debería sentir ofendida por ello, significa que consideramos despreciable a la gente gorda. Y despreciar a la gente es gordofobia», explica el documento.

Un problema con pronombres femeninos

En general, la gordofobia es un fenómeno que suele afectar en mayor medida a mujeres que a hombres. Así lo observa Hurtado, en gran medida, porque es más intenso el mandato social de mantenerse dentro de ciertos parámetros estéticos en el caso de ellas. «Hay un mucho más alto porcentaje de trastornos de la conducta alimentaria en chicas que en chicos y en mujeres que en hombres, porque la cultura de la dieta pone el foco siempre en la mujer. Esta es una conversación que tiene que ver con el sistema: con poner el foco en que la mujer esté guapa, disponible para el hombre. La industria de la moda, de la estética, siempre han estado enfocadas en las mujeres», dice.

Para ellas, la etapa más crítica es la adolescencia. «Para muchas mujeres con las que trabajo, su primera dieta ha sido a los 9, 10, 12 años. Ahí ya se les empezó a decir que sus cuerpos eran incorrectos. Es la época en donde el grupo es lo más importante. Los adolescentes lo que quieren es formar parte del grupo. Y cuando reciben estos mensajes, que les llegan por redes sociales, por TikTok, por series de televisión, es muy dañino. Por ejemplo, una serie para adolescentes como Élite tiene representadas todas las minorías y todo lo diferente, menos la diversidad corporal. Todos son delgados. Esto hace que ellos vean el mundo desde este prisma en el que no está representada la diversidad corporal que existe en el mundo real. Entonces, quieren eso que ven en las series», señala Hurtado.

Cómo combatir la gordofobia

Lo primero que debemos entender, subraya Hurtado, es que hablar de gordofobia no es hablar simplemente de vivencias o experiencias a nivel individual. «La cultura de la dieta es una forma de ver el mundo que parte de la base de que los cuerpos delgados son los correctos y sanos, y los cuerpos gordos son incorrectos y no sanos. Esto lo impregna todo. La gente conecta la salud con el bajar de peso y esto tiene un montón de consecuencias. Se pone el foco en los cuerpos gordos como cuerpos enfermos. Eso hace daño a nivel colectivo. Desde la perspectiva de la alimentación consciente, en vez de poner el foco en el peso, lo ponemos en la conducta y trabajamos de la misma manera con una persona de cuerpo delgado, mediano o grande. No cambia el enfoque. Todo está basado en escuchar y respetar al cuerpo, independientemente del tamaño corporal», explica Hurtado.

«Una de las principales labores en la consulta es romper mitos y creencias que todo el mundo tiene aprendidos. Respecto a la gordofobia, lo mismo. Es importante que los pacientes entiendan que su apariencia física y su peso no dicen nada de su valía como personas y que lo verdaderamente importante es conseguir mejorar su salud global», dice Ursúa. A pesar del trabajo que se lleva adelante para erradicar la idea de que la salud tiene que ver con la forma del cuerpo, estos conceptos continúan siendo prevalentes. «Por suerte hay cada vez más personas que entienden el papel de la alimentación en su salud independientemente del peso, pero sigue habiendo una gran mayoría de personas que buscan la pérdida de peso por cuestiones estéticas», observa Ursúa.

«El mensaje viene de la sociedad en general. Simplemente hay que ver cómo son los maniquíes en las tiendas y cómo se ven los personajes de las series. ¿Tú has visto alguna serie donde toda la gente sea gorda? No, a lo sumo hay uno o dos personajes, e igual si es gordo, es alguien triste que no está satisfecho con su cuerpo, muy estigmatizado directamente», observa la psicóloga Laura Pérez, del centro Júlia Farré. «Es un tema social, es decir, colectivo. Es el contexto el que lleva a que hagamos dieta. Esto se debe cambiar de forma colectiva», señala Hurtado. Sin embargo, esto no quiere decir que no podamos tomar decisiones y orientar nuestras acciones individuales hacia una solución. En este sentido, es clave cultivar una relación sana con nuestro cuerpo y nuestra alimentación, especialmente desde edades tempranas.

«Cuando, por bajar de peso, intentamos dietas milagro muy restrictivas, podemos acabar con déficits nutricionales o entrar en un ciclo de temporadas de restricción versus temporadas de atracones que acaben pasándonos factura en cuanto a nuestra salud mental. No debemos olvidar que la salud mental también forma parte de la salud. Nuestro objetivo debe ser mejorar nuestros hábitos globales de vida y eso no tiene por qué ir acompañado de una pérdida de peso. Debemos entender la salud mental y la física como un todo y preocuparnos de cuidar ambas», insiste Ursúa.

Para incorporar estas conductas saludables con respecto a la alimentación y el cuerpo, tenemos que cambiar el enfoque desde la restricción y la prohibición de ciertos alimentos hacia el permitirnos disfrutar de aquello que nos gusta. Hurtado señala que es importante «que el foco esté puesto no en el peso sino en cómo la persona puede cuidar su salud, y cuando hablamos de salud hablamos de que la alimentación sea nutritiva, sin renunciar al placer de comer, porque la restricción no es sostenible a largo plazo». «El placer es necesario para que un autocuidado sea sostenible. Entonces, ponemos el foco en una alimentación respetuosa, en un movimiento placentero que la persona disfrute, en mejorar parámetros sanguíneos como los niveles de glucosa y colesterol, pero sin restringir. Modificando hábitos de vida, de alimentación, de movimiento, de descanso, de estrés, todo eso tiene un impacto en la salud. El foco está en la conducta, en el hábito», explica.

Si sufres de discriminación gordófoba, también podría ayudarte asistir a terapia y trabajar para aceptarte y quererte, aconseja Pérez. «Lo que hay que reforzar es la autoestima. Me he encontrado con pacientes en consulta que me dicen: "Yo creía que bajando de peso iba a ser feliz, y en las etapas de mi vida en las que he conseguido ese cambio, no he sido feliz". Entonces, lo que hay que cambiar no es el peso, sino la aceptación del cuerpo, trabajando la autoestima y creyéndose que uno es válido con el cuerpo y con el peso que uno tiene», asegura.

En algunos casos, esta autoaceptación puede llevarte a distanciarte de personas que no estén dispuestas a dejar de lado su forma de pensar influenciada por la gordofobia. «En casos concretos, a veces la persona tiene que poner límites. Yo me he encontrado con pacientes cuyos propios padres son gordofóbicos con ellos, y la única forma es poner límites y decirles: "Mamá, papá, este es mi peso. Esto es lo que hay, soy feliz así, no me tienes por qué juzgar ni infravalorar"», dice Pérez. En este sentido, el núcleo familiar también tiene que estar preparado para modificar su manera de relacionarse con la persona. «Sucede mucho que las personas que tienen normopeso infravaloran a las personas con sobrepeso. Hay un sentimiento de superioridad en pretender salvar a la otra persona y darle consejos, aunque no me los haya pedido, para que pierda peso. Y a lo mejor esa persona no está buscando perder peso», señala Pérez.

En definitiva, hace falta entender que la forma del cuerpo de una persona no nos aporta necesariamente datos sobre su salud ni, mucho menos, sobre sus hábitos. «Está la idea de que una persona que es gorda no cuida su salud, es vaga, perezosa, tiene malos hábitos. Y no tiene por qué ser así. Una persona se puede estar cuidando, pero quizás no puede o no quiere cambiar su cuerpo, quizás es feliz así. Hay gente delgada y gente gorda, y tú puedes aceptar cómo es tu cuerpo para ser feliz», enfatiza Pérez.

«Es muy importante que entendamos que no sabemos la lucha que cada persona tiene en su interior, por lo tanto, debemos evitar a toda costa comentarios sobre el cuerpo de los demás, tanto en positivo como en negativo, o sobre lo que come o deja de comer», concluye Ursúa.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.