El semen también tiene fecha de caducidad: ¿cuál es la mejor edad para ser padre?

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

La elaboración ininterrumpida de millones espermatozoides cada día hace que se produzca un envejecimiento progresivo en las células del tejido testicular.
La elaboración ininterrumpida de millones espermatozoides cada día hace que se produzca un envejecimiento progresivo en las células del tejido testicular. La Voz de la Salud

Aunque hasta ahora se creía que no existía ningún riesgo, a día de hoy sabemos que una paternidad avanzada se relaciona con posibles problemas en su descendencia y en el pronóstico de embarazo

01 may 2022 . Actualizado a las 16:50 h.

Debido a factores socioculturales y económicos, en los últimos años se ha retrasado cada vez más la edad en la que las parejas deciden tener descendencia. La inestable vida laboral de los jóvenes y su consecuente retraso de emancipación provoca que estos también pospongan el momento de ser padres. Así, en el 2020 la edad media de nacimiento del primer hijo era con 32 años. Y aunque la mayoría de la gente sabe que el reloj biológico de la mujer es limitado, se suele desconocer que en los hombres también sucede lo mismo. Existe la creencia popular, y más con Papuchi en mente (padre del cantante Julio Iglesias), de que como los varones pueden seguir teniendo erección y capacidad de eyaculación hasta edades muy avanzadas, no pierden fertilidad. Nada más lejos de la realidad. Sí, los hombres pueden estar toda la vida produciendo espermatozoides, pero, ¿son de calidad?

La ovogénesis o fabricación de óvulos maduros en los ovarios, funciona de forma diferente que la espermatogénesis -producción de espermatozoides maduros en los testículos-. Miguel Ruiz Jorro, andrólogo clínico, director del departamento de Andrología Reproductiva de la clínica Crea de Valencia y vicepresidente de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), resume de esta forma el proceso que tiene lugar en el aparato reproductor femenino: «Podemos imaginar que los ovarios son como una caja llena de óvulos que recibes al nacer. Con el tiempo van quedando menos y los que están pierden calidad, hasta llegar el punto de que no queda ninguno. En general, las mujeres tienen un pico máximo de fertilidad entre los veinte y los treinta. A partir de ese momento, especialmente a partir de los 36 o 37 años, su capacidad reproductiva se va reduciendo y aumentan las probabilidades de que los óvulos que tiene, no sean euploides, es decir, no tengan el número de cromosomas que les corresponde». 

Por esa razón, cuando una mujer se queda embarazada en la década de los cuarenta, tiene más probabilidades de que el feto presente cromosomas de más o de menos, como es el caso de las personas que padecen síndrome de Down, que presentan dos cromosomas del par 21. «Esta mayor incidencia de alteraciones genéticas en el embrión y feto también se relaciona con una menor probabilidad de quedarse embarazada y una mayor incidencia de aborto en caso de gestación», comenta el andrólogo. 

¿Y en el caso de los hombres? Al igual que en la mujer, la edad avanzada en los varones «también se relaciona con un peor pronóstico de embarazo, una mayor tasa de abortos, así como riesgos para la salud de la madre y de la descendencia», asegura Ruiz.

¿A qué se debe el riesgo de una paternidad en edad avanzada?

«Hasta ahora creíamos que como teníamos espermatozoides toda la vida, no había ningún problema. Pero no es una cuestión de si los hay o no, o de si son móviles. Lo importante es el ADN que llevan en la cabeza, que resulta esencial para que se produzca un embrión. Con el paso de los años, es más probable que exista daño en él», explica Juan Álvarez, vocal de la Asociación Española de Andrología, Medicina Sexual y Reproductiva (ASESA) y andrólogo en la clínica Androgen de A Coruña.

Así, el doctor Ruiz enumera tres circunstancias que determinan el riesgo de una paternidad a edad avanzada: «La disminución progresiva de la testosterona, el peor funcionamiento de la próstata y, precisamente, la fabricación continua e ininterrumpida de espermatozoides desde la pubertad hasta prácticamente la senectud». Con relación a la primera, la testosterona, conocemos que es «la hormona masculina por excelencia». Producida por los testículos, resulta importante tanto para la función sexual y reproductiva del hombre, como para su apariencia física. «Los testículos deben producir suficiente cantidad de esta sustancia para que la espermatogénesis funcione de forma adecuada. Pero con la edad, se va produciendo una reducción progresiva de sus niveles, que con frecuencia implica el establecimiento de lo que se conoce como un hipogonadismo de aparición tardía», especifica el doctor Ruiz. Esta última patología, que se debe a la reducción lenta de testosterona que se produce a partir de la década de los cuarenta en la vida de los hombres, se caracteriza por un conjunto de síntomas y signos relacionados con la pérdida de deseo sexual, erecciones menos frecuentes, orgasmo menos intenso, pérdida de masa muscular y aumento de la grasa abdominal.

Esos niveles bajos de testosterona conllevarán, a su vez, «una menor cantidad de espermatozoides en el semen, pérdida de consistencia y masa muscular, reducción de la libido y de la potencia sexual, un empeoramiento del estado de ánimo, y especialmente, con un mayor riesgo de padecer un accidente cardiovascular como un infarto de miocardio o ictus», detalla Ruiz. 

Aumento de probabilidades de que la descendencia sufra diversidad de trastornos

A diferencia de las mujeres, que al nacer ya cuentan la dotación de ovocitos que dispondrán a lo largo de su vida reproductiva, en los hombres la fabricación de espermatozoides es continua y constante desde la pubertad. Paradójicamente, esa elaboración ininterrumpida de millones y millones de espermatozoides cada día hace que se produzca un envejecimiento progresivo en las células del tejido testicular. Según indica el doctor Ruiz, esta parece relacionarse con variaciones en la expresión o lectura de la información genética que contienen esos espermatozoides, conocidos como cambios de tipo epigenético. «Estos últimos engloban la propensión a sufrir ciertos tipos de enfermedades como pueden ser trastornos del espectro autista (TEA), esquizofrenia u otro tipo de enfermedades como un cáncer», apunta Álvarez.

Con los años también es frecuente que empeore el funcionamiento de la próstata. Su cometido es producir el líquido que forma parte del semen, y con lo cual, también de proteger la información genética que se encuentra en el núcleo de los espermatozoides, que deben transportar hasta el interior del óvulo. «Es importante conocer que la función principal del espermatozoide no es moverse y llegar a la zona tubárica, si no de activar el ovocito con una enzima que lleva la membrana nuclear y depositar en él genoma paterno», aclara el andrólogo Álvarez. «Se ha evidenciado que, con la edad, aumenta el porcentaje de espermatozoides que presentan roturas en la cadena de ADN», añade Ruiz. 

Los espermatozoides con ADN roto presentan una «peor movilidad», pero pueden fecundar igual y que se produzca una gestación. El ovocito puede ser capaz de reparar correctamente el ADN del espermatozoide, y si lo hace, el embrión evolucionara sin problema. Sin embargo, «esta capacidad de reparación depende directamente de la calidad de este ovocito y estará mermada, en la mayoría de los casos, en mujeres que tengan también una edad avanzada», precisa el vicepresidente de la SEF. 

Las roturas en el material genético del espermatozoide pueden ser de cadena sencilla o doble. «El daño de cadena sencilla lo repara el ovocito con facilidad, pero si es de doble cadena es prácticamente imposible. También dependiendo de la edad, el ovocito de una mujer joven repara mejor ese tipo de daño que el de una de cuarenta», comenta el andrólogo Álvarez. Por esa razón, existe un mejor pronóstico reproductivo de los hombres que se encuentran en la década de los cincuenta o los sesenta años si su pareja reproductiva es mucho más joven que él, «o cuando se realiza una técnica de reproducción asistida utilizando óvulos de una donante de gametos joven», amplía Ruiz. 

¿Dónde se podría producir ese daño en el espermatozoide? Álvarez apunta a un lugar concreto: «Los espermatozoides pasan de los testículos al epidídimo. Durante el paso por el mismo, que viene a ser como unos siete u ocho días, es donde se puede producir esa rotura de cadena por daño oxidativo debido a la producción de radicales libres».

¿Y que pasa si llega a término un espermatozoide con alteración de ADN? Ruiz indica que «se relaciona con una mayor probabilidad de que el desarrollo del embrión se detenga antes o después, con una mayor incidencia de abortos espontáneos». 

«Aunque en principio parecía observarse una mayor incidencia de descendientes con síndrome de Down y otras enfermedades cromosómicas tanto en el hombre como en la mujer que son padres en edad avanzada, cuando se analizan esas parejas en las que los óvulos tienen una edad biológica inferior a 35 años, ya sea de la propia pareja o de una donante, no se observa incremento alguno en la tasa de cromosomopatías en los recién nacidos, por lo que no parece que exista esa relación entre edad avanzada del varón y riesgo de aneuploidía (número incorrecto de cromosomas) en su descendencia. Por el contrario, sí se ha observado una mayor incidencia de otras enfermedades, especialmente de tipo neurológico, relacionadas con la edad paterna avanzada», asegura Ruiz.

Los trastornos genéticos en la descendencia asociados a una edad de la paternidad avanzada resultan uno de los puntos más controvertidos del tema, tanto por las graves repercusiones que conllevan este tipo de patologías como la gran controversia que suscita la incidencia real y su relación causa-efecto. Y por esa razón, se siguen estudiando. 

Entonces, ¿hasta que edad se recomienda ser padre? 

El doctor Álvarez considera que el impacto de la edad paterna en los resultados reproductivos y neonatales se ha subestimado, ya que la atención en los estudios se suele centrar en la mujer. No obstante, esto no quiere decir que no sea relevante. 

Una paternidad a partir de los cuarenta años se relaciona con un mayor riesgo de empeoramiento de la salud del propio varón, al aumentar con la edad la probabilidad de sufrir hipogonadismo tardío, patología prostática o enfermedades cardiovasculares; el posible desarrollo de diversas patologías en la descendencia, como un trastorno del espectro autista o esquizofrenia; así como un peor pronóstico del embarazo por la posible fragmentación del ADN de los espermatozoides y una mayor incidencia de aborto. Por eso, «se recomienda realizar un estudio andrológico específico de estos riesgos en hombres que buscan descendencia a partir de los 45 o los 50 años», aconseja el andrólogo Ruiz.

Además, el vicepresidente de la SEF considera fundamental que se lleven a cabo campañas divulgativas que informen a la población de los riesgos que puede acarrear en la salud el hecho de retrasar la paternidad y de la posibilidad de criopreservar los gametos lo antes posible, tanto en los hombres como en las mujeres, en caso de que consideren tener hijos después de los cuarenta años. «Las mejores opciones para tener descendencia sana se consiguen con una edad inferior a los 35 años», remarca.

Por todo esto, se podría decir que la edad ideal para ser padre estaría por debajo de los cuarenta. A partir de este momento empiezan a disminuir las posibilidades de concebir de forma natural y habrá un incremento, aunque mínimo, de los riesgos genéticos para la descendencia. Sin embargo, esto no significa que se desaconseje o que un hombre no se pueda ser padre por encima de esta edad. En la actualidad, las técnicas de reproducción asistida pueden compensar esa disminución de la fertilidad. 

Riesgos de una paternidad a partir de la década de los cuarenta: 

  • Posible deterioro de la salud del propio varón, al aumentar con la edad la probabilidad de sufrir hipogonadismo tardío, patología prostática o enfermedades cardiovasculares. 
  • En la descendencia, posible desarrollo de patologías como un trastorno del espectro autista (TEA) o esquizofrenia. 
  • Peor pronóstico de embarazo por la posible fragmentación del ADN de los espermatozoides y una mayor incidencia de sufrir abortos espontáneos. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.