¿Cómo saber si tu hijo es superdotado? Estas señales pueden orientarte

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

Los niños superdotados son un  2 % de la población infantil.
Los niños superdotados son un 2 % de la población infantil. La Voz de la Salud | iStock

Los niños con altas capacidades tienen un desarrollo intelectual más avanzado que la media de su edad, «pero emocionalmente tienen los años reales» | ¿Es bueno que pasen de curso?, ¿cómo hay que actuar en casa? Los expertos responden

07 jun 2022 . Actualizado a las 21:46 h.

Cuando un niño comienza a hablar antes de lo normal, o aprende a leer muy pronto y sin ayuda, los padres lo notan rápidamente. Quizás por eso creemos que, si nuestro hijo fuese superdotado, lo sabríamos. Pero lo cierto es que, cuando hablamos de niños con altas capacidades, hay tantas maneras de que estas se manifiesten como personas que las tienen. Si bien un alto rendimiento académico o un interés particular en ciertas áreas del conocimiento pueden darnos pistas, las señales no siempre son tan fáciles de detectar.

«Los niños de altas capacidades normalmente son más maduros que otros de su edad. A menudo aprenden a hablar y a leer antes, o tienen facilidad con los números. Suelen escoger para relacionarse a niños mayores que ellos o más pequeños que ellos. Pueden tener un vocabulario mas desarrollado de lo normal para un niño de su edad. Y son niños que cuando empiezan la escuela infantil, avanzan rápidamente y, normalmente, van bastante por delante de sus compañeros en cuanto a aprendizaje», explica Carmen Sanz Chacón, psicóloga experta en Superdotación y altas capacidades, Presidenta de la Fundación El Mundo del Superdotado.

Los niños con altas capacidades son más de los que podríamos creer. «Cuando hablamos de superdotados, con un coeficiente intelectual superior a 130, estamos hablando del 2 % de los niños. Entonces, a nivel nacional, si hay más de 8 millones de niños escolarizados, estaríamos hablando de unos 160.000 niños», señala Sanz. Sin embargo, si a los niños con alta capacidad en inteligencia, en rendimiento escolar, sumamos aquellos que tienen altas capacidades en creatividad, deportes u otras áreas, estaríamos hablando de hasta un 15 % de los niños, aunque muchos de ellos no son detectados.

¿Desde qué edad podemos detectar si un niño tiene altas capacidades?

Aunque todo va a depender de cada caso, existen señales que se pueden establecer desde una edad muy temprana. Entre los tres y los cuatro años, estos niños ya comienzan a destacar del resto. «Hay niños que con dos años son capaces hasta de deletrear, pero estamos hablando de casos extraordinarios. En general, a partir de los tres años, ya se puede medir la inteligencia con bastante seguridad. Y, con cuatro años, sin problemas», dice Sanz.

«Partiendo de la base de que no todos los perfiles de altas capacidades son iguales, hay características a nivel de desarrollo que pueden llamar la atención. Por ejemplo, un desarrollo precoz en el área del lenguaje. Empiezan a hablar muy pronto y adquieren un amplio vocabulario rápidamente, expresándose de una manera muy fluida e incluso aprendiendo a leer a una edad muy temprana. Tienen intereses o hacen preguntas que no están acorde a su edad o empiezan a adquirir aprendizajes como el manejo de los números y el razonamiento matemático que van muy por delante de sus iguales», observa Paula Mouzo, psicóloga experta en altas capacidades.

Sin embargo, hay casos que pueden pasar desapercibidos. «Algunas veces, no se detecta, porque los padres no tienen elementos de comparación y su hijo les parece normal. Y el niño va al colegio y nadie lo detecta y llega hasta la adolescencia sin que nadie lo vea. A veces no sacan buenas notas, no tienen un rendimiento extraordinario. Son niños que intentan pasar desapercibidos o se esfuerzan poco en los estudios y no destacan, y entonces, ni padres ni profesores se dan cuenta hasta que hay algún problema», señala Sanz.

¿Cuál puede ser un problema que lleve a la familia a consulta? Generalmente, explican las expertas, se trata de dificultades en lo social o lo emocional. «A nivel emocional, viven las emociones de una manera muy intensa, tanto las agradables como las desagradables. Son muy sensibles. Quizás este aspecto es el que más preocupa a las familias y es el motivo principal por el que suelen acudir a consulta buscando respuestas a lo que llevan mucho tiempo dándoles vueltas. Las familias suelen ser los principales detectores», dice Mouzo. «Son niños a los que les cuesta adaptarse, con problemas en las relaciones sociales. A veces, les ven con ansiedad o problemas de conducta. O son niños que, a lo mejor, han sacado buenas notas durante toda la primaria, y llegan al instituto y empiezan a suspender de forma un poco inexplicable», coincide Sanz.

¿Cómo influye la genética?

«En nuestra opinión y nuestra experiencia (y yo llevo vistos más de 3.000 casos), lo normal es que en la familia haya varios casos de altas capacidades. Además, las capacidades se reproducen. Esto quiere decir que no solamente es una inteligencia en general, sino que, si un niño tiene padres abogados, por ejemplo, es normal que su hijo tenga muy buen conocimiento verbal y que tenga muy buena memoria. Si su padre es ingeniero, probablemente, ese niño también tenga una gran capacidad de razonamiento. Se hereda la inteligencia pero se heredan también las características de esa inteligencia. Si mi padre es músico, quizás yo tenga una mayor inteligencia musical que otra persona que no es de una familia de músicos. Entonces, la herencia influye de manera importantísima y el ambiente también, como es lógico», explica Sanz.

¿Cómo se identifica a un niño con altas capacidades?

Lo primero es observar al niño o la niña en busca de ciertas señales. Detectarlas nos ayudará a definir si es necesario acudir a una evaluación psicológica. «Hay criterios orientativos para identificar algunos aspectos que hacen a un niño susceptible de consulta con un especialista», indica Carla Durán García, psicóloga general sanitaria especialista en Neurodesarrollo Infanto-Juvenil y Asesoramiento Educativo en Atención a la Diversidad.

Algunos rasgos a observar, según Durán:

  • Desarrollo del habla.
  • Cuestionamientos del funcionamiento de aspectos trascendentales como la muerte, el significado de la vida, de la nada.
  • Dificultad para encontrar iguales en el colegio, o en entornos del desarrollo de ese niño.
  • Desarrollo académico atípico. Puede ser muy bueno, o puede ser un niño que vemos que tiene mucho potencial, pero hay algo que hace que no tenga esa competencia académica. Se sale de la media establecida.
  • Hipersensibilidad sensorial (táctil, olfativa, etcétera) y emocional.
  • Alta demanda del referente. Son niños que están constantemente requiriendo atención del adulto.
  • Enamoramiento con un tema a un nivel casi obsesivo. Absorben un tema en su totalidad hasta conocerlo a fondo.

Una vez detectadas estas señales, podemos acudir a consulta con un psicólogo especialista. Allí, el niño puede ser sometido a distintas pruebas para valorar sus capacidades. «Para confirmar estas sospechas, podemos evaluar las capacidades cognitivas a través de diferentes pruebas psicométricas que nos dan información sobre el perfil intelectual y además nos permiten calcular el cociente intelectual. Para completar esta información, en las valoraciones, no solo evaluamos la parte cognitiva sino que evaluamos también la creatividad, las funciones ejecutivas (cómo se planifica y organiza a la hora de realizar las tareas, toma de decisiones, capacidad de inhibición) y la parte emocional, para obtener una visión más amplia y global del niño o la niña», explica Mouzo.

La controversia de las pruebas

Si bien se suele utilizar la prueba de coeficiente intelectual para determinar si una persona es o no es superdotada, lo cierto es que ninguna prueba estandarizada puede por sí sola dar toda la información necesaria para conocer el estado de un niño, sus capacidades o su potencial. Es por eso que las profesionales no recomiendan realizar las pruebas en casa. «Los tests en realidad son peligrosos, porque la alta capacidad es un arma de doble filo. Es bastante complejo el tema de la evaluación. En Internet hay mil pruebas que puedes buscar, pero la evaluación tiene que ir en función de la familia y el niño. Yo lo que hago es evaluar el punto del desarrollo en el que está el niño y escojo las pruebas que mejor pueden dar información para poder entender a ese niño y así atenderlo», explica Durán.

«Hay unas pruebas estandarizadas básicas, que son, por ejemplo, el Wisc, para niños de primaria y secundaria. Lo que buscamos con esta prueba es el número en cuanto a competencia cognitiva, y valorar varias escalas globales. Esta es solo una base. Paralelamente, hay que evaluar la creatividad, el tipo de pensamiento, el estado de neurodesarrollo, el tipo de juego y de simbolismo. Para eso no hay pruebas estandarizadas. Hay otras pruebas como la del Centro de Jóvenes Talentosos (CTY) de la Universidad Johns Hopkins. Nos da mucha información a nivel cualitativo, pero no es un indicador claro de alta capacidad. Nos desenreda diferentes aspectos relacionados con la inteligencia, el desarrollo, la manera de entender de ese niño. Pero realmente lo tenemos que coger como algo orientativo», detalla Durán.

«Normalmente se hacen tests de inteligencia, y con eso ya sabes el coeficiente intelectual que tiene el niño. Aplicamos pruebas muy completas, como la escala de Wechsler. Además, se pueden aplicar también pruebas de creatividad. También aplicamos una batería de pruebas emocionales, para ver si tiene algún síntoma de ansiedad o depresión, si hay problemas de autoestima. Hacemos una valoración emocional completa, porque no basta con el coeficiente intelectual, sino que hay que ver si el niño está bien adaptado o no lo está de cara a poder pedir medidas educativas», precisa Sanz.

Lo importante es, ante cualquier sospecha, acudir a una valoración profesional, ya que se trata de niños muy sensibles que pueden estar experimentando frustraciones o ansiedades difíciles de comprender desde el punto de vista de un adulto, pero sustancialmente limitantes para ellos.

Cómo apoyar a un niño con altas capacidades

Ante todo, hay que entender que las altas capacidades de un niño en lo intelectual no se traducen en una mayor maduración emocional con respecto a otros. Por lo tanto, apoyarlos implica darles el espacio que necesitan para desarrollar y desplegar sus capacidades, y la contención emocional que requiere cualquier niño.

«En la población con altas capacidades existe una disincronía entre lo intelectual y lo emocional. Son personas que tienen una edad mental mayor, pero emocionalmente tienen los años reales que tienen. En la infancia y adolescencia, esto suele generar confusión en las familias, ya que pueden estar hablando de temas con un lenguaje y un razonamiento de un niño o una niña más mayor y, sin embargo, su frustración y respuesta emocional corresponde a su edad cronológica. Es fundamental trabajar la inteligencia emocional para ayudarlos a manejar situaciones y preocupaciones que aún no están preparados para gestionar», explica Mouzo.

«Lo importante es poder evitar que esa emoción tan intensa los desborde. Porque cuando los niños se desbordan por esa emoción tan intensa, lo que pasa después es que hay un retorno al ambiente de una manera desajustada. Por ejemplo, con rabietas, violencia, apego constante con un referente. Entonces, una línea de trabajo es acompañar a las familias en la gestión de esa intensidad», señala Durán.

Medidas

«Siempre recomendamos como primera medida en el colegio la aceleración de curso. Es la medida más estudiada a nivel internacional y la que más funciona. Un niño que tiene un CI de 130, por ejemplo, con ocho años, tiene una cabeza de once. Entonces, es capaz de estar a la misma altura que niños de once años, a nivel de aprendizaje. Esto es bueno, porque están con niños mayores con los que se entienden mejor, y además, porque tienen que esforzarse más y así evitamos que se aburran, se desmotiven e incluso lleguen a fracasar en el colegio. Esta es la primera medida, pero no suele ser suficiente», dice Sanz.

«También recomendamos que, si es posible, en el colegio haya un aula de altas capacidades en donde puedan desarrollar actividades de enriquecimiento con otros niños como ellos. Si un niño es muy inteligente y destaca mucho en matemáticas o en física, seguramente va a destacar en un aula de enriquecimiento con otros niños como él a los que también les interese mucho la matemática y la física. El enriquecimiento también es muy interesante. Y si, además, también puede asistir a escuela satélite o a otros centros donde haya niños como él, pues también sería estupendo, claro», propone la presidenta de El Mundo del Superdotado.

La importancia del entorno

Criarse en un ambiente estimulante y con apoyo emocional puede representar una diferencia significativa en términos del aprovechamiento de las capacidades, al igual que ocurre en el caso de cualquier niño. «Para el estudio del psicólogo estadounidense Lewis Terman, que se empezó en 1920 y todavía dura, se escogió a más de 1.000 niños muy inteligentes de California y se ha hecho un seguimiento a lo largo de toda su vida. Más del 50 % de estos niños terminaron una carrera universitaria, cuando la media, en aquella época, era del 8 %. Luego, entre ellos, ha habido personas brillantes, está claro. Hubo científicos, psicólogos y personas muy brillantes. Pero hubo otro porcentaje que no terminaron los estudios y que desarrollaron trabajos normales. Todo depende de la situación familiar, el apoyo, la motivación, los intereses. No basta con tener una alta capacidad. Hay que estar en el entorno adecuado y tener el apoyo adecuado. Si Picasso, en lugar de haber nacido en casa de un pintor, hubiera nacido en casa de un pastor, probablemente no lo conoceríamos como un genio de la pintura», sostiene Sanz.

«Un niño con altas capacidades necesita un entorno en el cual pueda desarrollar esas capacidades. Si no lo tiene, no va a dejar de ser brillante e inteligente, pero a lo mejor no va a llegar a ser una persona con una carrera universitaria. A lo mejor puede tener profesiones desarrolladas en otros ámbitos, a lo mejor son artistas o empresarios. Pero un coeficiente intelectual alto sí que suele llevar a que tengas una profesión mejor pagada» señala Sanz.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.