Dormir como nuestros antepasados podría ser la clave para un buen descanso

VIDA SALUDABLE

iStock | La Voz de la Salud

El sueño polifásico, fragmentado en varios ciclos a lo largo del día, puede ayudarte a superar el insomnio

24 ago 2022 . Actualizado a las 14:24 h.

Si sueles sentir fatiga durante el día, pero luego, al caer la noche, das mil vueltas en la cama sin poder dormir, puede que tengas un desequilibrio en tus ritmos circadianos. El cerebro regula la actividad del organismo en base a un reloj cuyos ciclos duran aproximadamente 24 horas, cerca de un día solar. Estos ciclos, denominados ritmos circadianos, pueden variar de un individuo a otro y descifrar el propio ritmo es la clave para saber cómo deberíamos dormir.

«Se tiende a ver el sueño como algo improductivo o una pérdida de tiempo, cuando en realidad es todo lo contrario. Está estudiado que dormir mal afecta al rendimiento cognitivo e inmunológico de las personas, lo que ocasiona pérdidas económicas a nivel de la sociedad por dos razones. Por un lado, las personas que duermen mal, se enferman más. Y por otro, el cansancio contribuye a que se produzcan más accidentes, errores y descuidos que podrían evitarse con un buen descanso», señala Mari Ángeles Bonmatí Carrió, Investigadora posdoctoral de Cronobiología en el CIBERFES (Centro de Investigación Biomédica en Red Fragilidad y Envejecimiento Saludable del Instituto de Salud Carlos III).

En este sentido, el dormir bien debería de ser una prioridad para todos. Sobre todo, teniendo en cuenta que hasta un 48% de la población adulta española sufre dificultades para iniciar o mantener el sueño, según informa la Sociedad Española de Neurología. Pero saber cuál es la manera más indicada de descansar puede ser difícil, ya que nuestros patrones de sueño están delimitados, en gran medida, por horarios y esquemas socialmente impuestos.

De hecho, a lo largo de la historia, los patrones de sueño de las sociedades se han ido modificando. Antiguamente, se solía dormir de forma polifásica, es decir, repartiendo las horas de sueño necesarias a lo largo de períodos más amplios del día, en lugar de comprimir todo el sueño en 7 u 8 horas por la noche, como se hace convencionalmente en la actualidad. En estos procesos de transformación, la modernización y la Revolución Industrial han sido grandes responsables.

En su libro At Days Close. A history of nighttime, el historiador estadounidense A. Roger Ekirch examina los patrones de sueño de la población en la Europa preindustrial. Un hallazgo de su estudio es la descripción de la forma de dormir por la noche, que era ciertamente distinta a lo que hoy entendemos como un descanso reparador. Y es que, antes de la Revolución Industrial, era habitual dividir las horas nocturnas de sueño en dos bloques. En el período que quedaba en medio de ambos ciclos de sueño, que podía ser superior a una hora, las personas leían, fumaban, tenían relaciones sexuales, o realizaban actividades varias.

De forma similar, en el libro The Slumbering Masses, el antropólogo Matthew Wolf-Meyer, de la Universidad de California, Santa Cruz, traza una genealogía del sueño de los estadounidenses. «Los americanos comenzaron a dormir del tirón (unas ocho horas cada noche, de media) en el último siglo. Antes de eso, la mayoría probablemente dormían en dos o más períodos y completaban sus horas de sueño con siestas diurnas», conjetura.

Por su parte, el reino animal refleja estos patrones de sueño polifásico. En un artículo publicado en el libro Why we nap, el investigador Nigel J. Ball plantea que, aunque parezca que lo natural es desarrollar las actividades durante el día y dormir durante la noche, este patrón es muy poco común en la naturaleza. «Menos del 14% de los mamíferos duermen de forma monofásica», señala el autor.

A raíz de estos descubrimientos, se han propuesto experimentos que buscan probar si el sueño «fragmentado» que se documentaba en estadios anteriores al tendido de redes eléctricas es, en realidad, la forma natural de dormir. Thomas Wehr, doctor en psiquiatría del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, ha replicado las condiciones de la antigüedad en su laboratorio, privando a los sujetos de luz artificial por varios días consecutivos y halló que, tras cierto tiempo, las personas presentaban un patrón de sueño fragmentado. Esto, sumado a la evidencia documental histórica, sugiere que el sueño polifásico es la tendencia natural de nuestra especie. 

Según Ekirch, el período de vigilia entre un ciclo de sueño y otro es importante, porque permite al cerebro procesar los sueños ocurridos durante cada ciclo. El sueño fragmentado se asocia además a una reducción del estrés.

¿Cómo lograr un ciclo de sueño más natural?

Si lo que queremos es aproximarnos lo más posible a la forma polifásica de dormir, la mejor manera de hacerlo es limitar nuestra exposición a la luz artificial. Se trata de intentar recrear las condiciones en las que viviríamos en un medio completamente natural, donde, inevitablemente, nuestros horarios de sueño estarían regidos por los momentos de luz y oscuridad del día. «Dormir es un hábito y está muy influenciado por lo que hacemos a lo largo del día. Exponerse a la luz solar por la mañana es una buena forma de darles indicaciones a nuestros ritmos circadianos», explica Pablo Vicente, neurólogo en el Hospital Álvaro Cunqueiro en Vigo y miembro de la Sociedad Española del Sueño. De hecho, según Ekirch, la luz artificial es en gran medida responsable de que se modificaran los patrones naturales de sueño polifásico a lo largo de la historia.

Pese a todo, lo más importante para tener una buena calidad de sueño sigue siendo intentar cumplir con las horas de descanso que requiere nuestro cuerpo. Para lograrlo, debemos prestar atención a cómo nos sentimos al despertar, pero una buena regla general es no dormir menos de 7 horas diarias. «Hay que tener en cuenta que las horas de sueño no empiezan a contar a partir del momento en que nos acostamos, porque no nos dormimos inmediatamente, sino que hay un período de latencia que puede durar hasta media hora», explica Bonmatí Carrió.

En definitiva, la respuesta es estar atentos a las señales que nos da el cuerpo. «La forma más natural de dormir sería hacerlo cuando uno está cansado y levantarse cuando el cuerpo se despierte por sí solo», observa Wolf-Meyer.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.