Todo lo que necesitas para tener una vida sexual increíble

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

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De la fantasía a la acción, te traemos una guía para explorar y compartir placer

05 ene 2022 . Actualizado a las 15:51 h.

Es hora de admitirlo: la vida sexual es un aspecto fundamental de nuestro bienestar. No solo porque los humanos somos seres sociales, sino porque, como señala la sexóloga Alexandra Crettaz, de la Asociación de Especialistas en Sexología, hablar de sexo es hablar de placer y el tener experiencias positivas en el ámbito sexual potencia nuestra capacidad de sentirnos mejor en todos los aspectos de la vida.

Información precisa

Cuando se trata de sexualidad, queremos vivirla al máximo y disfrutar explorándola, pero puede ser difícil saber por dónde empezar en el momento de intentar cosas nuevas. «Lo primero que suelo aconsejar es aumentar el conocimiento», dice en este sentido Crettaz. «El placer es nuestro; otra cosa es que lo queramos compartir. Nos hemos encontrado a menudo con personas que no hallaban satisfacción en la sexualidad compartida. Esto se debía a que no había habido un aprendizaje individual, un autoconocimiento previo. Entonces, hay que explorar este aspecto. La primera pregunta que debes hacerte es cómo te relacionas con el placer. Hay gente que está muy metida en la obligación, la moral, el deber. Y la sexualidad es puro dejarse llevar», explica.

Felipe Hurtado Murillo, ex presidente de la Sociedad Española de Sexología, coincide en este aspecto. «La vida sexual tiene mucho que ver con la satisfacción y la calidad de vida de las personas. Para tener una buena vida sexual, lo primero que tenemos que tener es información correcta. En muchas personas, la educación sexual ha sido muy negativa o con muchos mitos. Tengamos en cuenta que para mucha gente, su única fuente de información es Internet. Y las fuentes en Internet no siempre son fiables. Por tanto, la primera condición para una buena salud sexual es información correcta, para eliminar las ideas erróneas que persisten», señala.

El conocimiento nos empodera ayudándonos a alcanzar mayores y nuevos niveles de placer en las relaciones sexuales. Aquí no hablamos únicamente de información en cuanto a métodos anticonceptivos y prevención de infecciones de transmisión sexual. Para gozar de una buena vida sexual, hay que dedicarle tiempo a una exploración de la sexualidad que, como explica Crettaz, empieza por el propio cuerpo. «Muchas mujeres no tienen orgasmo en el coito porque el clítoris no ha sido estimulado adecuadamente», observa Hurtado Murillo.

De lo que se trata, entonces, es de explorar por nuestra cuenta qué experiencias y sensaciones nos producen placer para luego poder compartir esto en las relaciones sexuales de pareja. Hacernos cargo de nuestro placer sexual y tomar las riendas de nuestro deseo es el primer paso.

¿Cómo se lleva a cabo esa exploración?

Un camino posible son las fantasías. ¿Qué ideas o pensamientos estimulan nuestro deseo sexual? Hacernos esta pregunta de manera honesta y sin juzgarnos puede abrir la puerta para empezar a pensar de manera más analítica en lo que nos gusta. Si nos falta imaginación, siempre podemos servirnos de materiales eróticos, propone Hurtado Murillo. «La literatura erótica, las imágenes, algunas películas que sean adecuadas, incluso ropas eróticas pueden estimularnos y complementar las fantasías», explica. Al consumir estos materiales, sin embargo, cabe tener en cuenta que se trata de ficción y que nuestra propia vida sexual no tiene por qué parecerse a un guión o unos parámetros establecidos por estos relatos.

Aquí no hay formas correctas o incorrectas: es ensayo y error. Se trata de ir probando distintas cosas para descubrir qué es lo que más nos atrae o nos estimula. En esta instancia, es clave mantener una mentalidad abierta y no descartar ideas o prácticas antes de haberlas intentado, aunque respetando en todo momento, por supuesto, nuestra comodidad y la de nuestras parejas sexuales. «El cuerpo tiene memoria y las experiencias sexuales nos dejan un recuerdo. Vamos a intentar evitar experiencias que nos traigan malos recuerdos», expresa Crettaz.

El momento oportuno

Una buena experiencia sexual tiene que ver tanto con nuestra pareja como con el momento en el que iniciamos el sexo. «Estamos acostumbrados a que el sexo sea lo que hacemos antes de dormir. Pero, si yo me tumbo en la cama a las once y media de la noche, mi cuerpo entiende que necesito descansar. Y el sexo es todo menos descanso: es una actividad física. Requiere cierta activación. Entonces, si mi cuerpo me pide dormir y estoy buscando tener sexo, quizás no es el mejor momento», explica Crettaz. La clave está, entonces, en elegir un momento en que el cuerpo pueda responder al estímulo sexual.

Una buena opción es hacerlo por la mañana al despertar: no solo es el momento en que tendremos más energía, sino que, en general, los niveles de testosterona son más altos al levantarnos, lo que aumenta nuestro deseo.

Lo importante, en todo caso, es hacernos el tiempo de conectar con la sexualidad en nuestra vida cotidiana. La espontaneidad, aunque suena atractiva, no es nuestra mejor aliada cuando se trata de disfrutar de esta faceta de la vida, especialmente si tenemos hijos pequeños u otras obligaciones que van aplazando el momento de tener sexo. «Tengo que reservarme un tiempo, un espacio en mi mente para pensar en sexualidad, me tengo que automotivar. Normalmente esto choca un poco, pero el sexo programado funciona muy bien. No es verdad que el sexo tenga que simplemente surgir. Si programamos un encuentro por la tarde, ya desde la mañana nos vamos preparando y motivando, y la mente va calentando motores», recomienda Crettaz.

«No es verdad que el sexo tenga que surgir espontáneamente»,  Alexandra Crettaz

La magia de lo nuevo

Una vez que hemos establecido el cuándo, podemos pensar en el qué, cómo y dónde. «Al sexo le gusta mucho salirse de la rutina. Si nuestro lugar favorito es la cama, podemos variar un poco, probar distintos lugares que no sean tan previsibles. Esto enlaza con otro consejo: haz que el juego sea más divertido. Menos previsible. A veces estamos acostumbrados a hacerlo de una manera muy concreta, un poco sota, caballo, rey. Y puede ser preferible cambiar un poco. Ser creativos, jugar a diferentes cosas, activar los sentidos en formas diferentes», propone Crettaz.

Juguetes y sensaciones

Lo mejor es ir variando y probar cosas nuevas, ya que, como asegura Hurtado Murillo, «lo que mata al sexo muchas veces es la habituación, rutinizar la actividad sexual». Para lograr esta variación, el sexólogo sugiere, por ejemplo, buscar «complementos que produzcan efectos novedosos. Los juguetes sexuales con vibración se pueden aplicar no solo en genitales sino a lo largo del cuerpo, pueden activar sensaciones que no se pueden generar de otra manera».

Los juguetes ayudan a la vida sexual porque introducen esta novedad desde lo sensorial. «Todo lo que sea probar sensaciones nos ayuda a centrarnos. La concentración y la atención son muy importantes en el sexo. El juguete me centra en la zona del cuerpo que yo quiero sentir. Cuando hay una concentración en la que el cuerpo siente y la mente piensa en lo que el cuerpo está sintiendo, hay una buena experiencia. En cambio, si estoy desconectada, si mi cuerpo está borrado, es muy difícil. Tendré una desconexión. Mi cuerpo lo sentirá y mi cabeza no», explica Crettaz.

Sexo lúdico

Además de los vibradores y otros juguetes que estimulan la piel o el cuerpo, se pueden probar otros que van más de la mano de fantasías mentales: elementos restrictivos como esposas o mordazas, dados y cartas lúdicas con propuestas sensuales, prendas como corsés, lencería erótica o disfraces para hacer juegos de rol. Todo vale mientras se trate de actividades consentidas con entusiasmo.

Lubricante

Otro aliado infalible es el lubricante, y si es a base de agua, mucho mejor. «Los lubricantes hidrosolubles son ideales, porque son compatibles con el uso de condones y no los rompen. No tienen ninguna sustancia hormonal. No solo están indicados para una mujer que a lo mejor lubrica poco porque está atravesando la menopausia o porque toma algunos medicamentos como los antihistamínicos, que secan las mucosas. Estas mujeres pueden tener molestias en las relaciones sexuales. Pero los lubricantes son buenos en general. Ayudan a estimular las mucosas, lo que es importante porque, si no hay una lubricación adecuada, pueden producirse molestias. «También pueden usarse como parte del juego previo a lo largo de la piel», dice Hurtado Murillo.

Expandir la definición de sexo

Mantener una relación sexual satisfactoria no tiene por qué incluir necesariamente penetración. «Todos los juegos eróticos, los mal llamados preliminares, ya son sexo, eso ya es tener intimidad», explica Crettaz. «Hablamos de preliminares como si el coito fuera siempre el objetivo. El coito no tiene por qué ser un objetivo», coincide Hurtado Murillo.

Crettaz enfatiza la importancia de las caricias, los besos y los juegos como parte fundamental de una vida sexual gratificante, porque hacen que las parejas estén más unidas. «Muchas veces, las personas se distancian sexualmente por tener esta idea de que tener sexo es llevar a cabo el acto completo, o nada. Y hay días en que no quiero el acto completo, entonces si mi pareja se acerca, ya la rechazo. Pero los tocamientos sexuales que no impliquen un sexo que solemos llamar completo son muy buenos para mantener el deseo. Podemos darnos un beso más sexual y quedarnos con las ganas. Al deseo sexual le gusta mucho que nos quedemos con las ganas», asegura la sexóloga.

De hecho, esta puede ser una clave para reactivar la pasión. «Lo que hago con parejas que han perdido un poco el deseo es prohibirles que tengan sexo completo para que activen el deseo a través de esa picardía, de esos momentos en los que parece que está por pasar algo. Muchas veces, las parejas sienten más deseo sexual cuando están en un lugar donde saben que no pueden hacerlo. La sugerencia, la provocación, las caricias sexuales no tienen que ir siempre asociadas a algo coital o genital», señala Crettaz.

Estilo de vida

No hay vueltas que darle: si queremos tener una vida sexual satisfactoria a largo plazo, tenemos que cuidar nuestra salud y nuestros hábitos. «Muchas causas de disfunciones sexuales son hábitos tóxicos como el tabaquismo, el consumo de hachís, el uso lúdico de drogas. Eso va a alterar muchas veces o bien las hormonas, o los neurotransmisores cerebrales, afectando a la función sexual. Por esto no hay que consumir tóxicos de forma habitual», advierte Hurtado Murillo.

Al igual que los demás aspectos de la vida, lo que resiente a nuestro cuerpo terminará por afectar también al sexo. «El consejo es mantener un estilo de vida saludable. Tener una vida sana en cuanto a alimentación y hacer algo de deporte nos ayudará», recomienda Hurtado Murillo.

Cuándo acudir a un profesional

En cuanto notamos que algo falla y tenemos dificultades o problemas en la función sexual, molestias, dolores, falta de deseo o dificultad para alcanzar el orgasmo, no debemos dudar en consultar con un especialista. «Cuando una persona viene a consulta es porque ha intentado resolver el problema por sus medios y no lo ha conseguido, por lo tanto ya viene con una ansiedad y una frustración. Si la frustración es de hace mucho tiempo, puede costar más solucionarlo que si es una cosa leve o reciente», dice Hurtado Murillo.

Los problemas que quedan sin resolver durante mucho tiempo pueden tener secuelas no solo a nivel físico, sino psicológico. Recordemos que las experiencias negativas en lo sexual nos pueden dejar huellas duraderas en la memoria que afectan nuestra capacidad de disfrutar a futuro. «Si se han tenido problemas a lo largo del tiempo, la persona tendrá una expectativa muy negativa y no se sentirá segura al iniciar las relaciones sexuales. Estará anticipando un nuevo fracaso. El miedo al fracaso hace que la persona vigile su respuesta sexual en todo momento y eso lo tenemos que eliminar», explica Hurtado Murillo.

Escuchar y entender al cuerpo

Aunque tengamos la dieta más sana, hagamos ejercicio regularmente, usemos lubricantes y compremos juguetes, tener buen sexo no siempre es fácil. Puede haber períodos de la vida en los que, por estrés, enfermedades u otros motivos, no podamos hacer todo lo que quisiéramos. En estos momentos, los especialistas aconsejan tener paciencia y no exigirnos. «Un consejo general es comprender que la sexualidad evoluciona. Los cuerpos cambian, el amor madura a lo largo del ciclo vital. Nos tenemos que adaptar a esos cambios. No es lo mismo la sexualidad a los 20 años que en un posparto, en una menopausia, en una vejez. Cada etapa tiene sus limitaciones y habrá que tener una capacidad para adaptarse. Habrá momentos en los que el sexo que yo conozco no podré realizarlo porque tendré dificultades, no me sentiré cómoda», dice Crettaz.

La capacidad de adaptación frente al cambio es importante porque, muchas veces, nuestra sexualidad se puede ver afectada por circunstancias que no podamos controlar. «Una diabetes puede producir una alteración en los nervios que inervan el pene y las arterias. Eso es irreversible y es por causa orgánica. En esos casos, debemos reconducir la sexualidad a una sexualidad sin erección en la que el coito no sea el objetivo», explica Hurtado Murillo.

Hay que tener en cuenta que el sexo es, ante todo, una experiencia de búsqueda del placer. «Muchas veces estamos muy en el rendimiento, en qué tal lo hago, pero debemos fijarnos más en qué tal me siento, cuál es la satisfacción. Más que qué hago, es qué siento. Y podemos sentir de muchísimas maneras. Hay un montón de zonas erógenas para explorar», concluye Crettaz.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.