¿Por qué mis uñas están frágiles y se rompen?

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

La Voz de la Salud

Entre las anomalías más frecuentes se encuentran su debilitamiento, la aparición de líneas y manchas blancas, un color amarillento o aparición de hongos

14 feb 2022 . Actualizado a las 12:20 h.

Nos encanta tener y ver unas manos bien arregladas. Hay quien dice que son un fiel de reflejo de nosotros mismos y no se equivocan en absoluto. Nuestras uñas son como un espejo y pueden delatar nuestra edad, el nivel autocuidado y sobre todo, nuestra salud. A través de su estudio y observación se puede conocer si sufrimos algún tipo de enfermedad o patología, ya sea dermatológica o no. Por eso, hay que estar muy atento a posibles irregularidades que se presenten.  

Las uñas están compuestas por alrededor de 150 capas de queratina superpuestas y unidas. «Están formadas por una proteína que es la que cubre la piel: la queratina. Hay dos tipos: la blanda, que es la que recubre en general la piel, y la dura, que es más compacta y resistente, revistiendo el pelo y las uñas», explica Manuel Almagro, especialista en dermatología médico quirúrgica y venereología. Crecen desde la matriz de manera continua y uniforme, a un ritmo medio de 0,1 milímetros cada uno o dos días, aunque existen algunos factores que condicionan este crecimiento. 

Entre los factores que influyen en el crecimiento de las uñas existen datos curiosos. El primero: crecen más rápido en verano que en invierno. ¿Por qué? Por el aumento de temperatura, que acelera su crecimiento. Otra circunstancia a tener en cuenta es que sí, tal como se suele decir, lo hacen más de día que de noche y las de las manos lo hacen más rápido que las de los pies. En concreto las de la mano dominante, ya seamos zurdos o diestros, lo hacen a una velocidad superior que la otra. Por el contrario, en la infancia y vejez el ritmo es más lento. Una dieta baja en proteínas y minerales también las ralentiza, ya que provoca que estas se debiliten, así como sufrir algún trastorno hormonal o déficits vitamínicos.

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Anomalías en las uñas

Su consistencia depende de su grado de hidratación. Es decir, unas uñas excesivamente húmedas se desgastan más rápido y son blandas, mientras que unas muy secas tienden a romperse. La clave sería encontrar el equilibrio y para eso resulta crucial conocer qué prácticas debilitan nuestras uñas. «¿Causas de uñas blandas? Hay muchas porque es un proceso multifactorial. Desde problemas exclusivamente genéticos, de gente que tiene esa constitución y eso que hace que las uñas tengan esa morfología, pero también la actividad porque hay gente que se moja mucho las manos. La humedad es un factor importante. Hay gente que utiliza muchos productos químicos como lejía, amoníaco o que utilizan de manera exagerada las lacas de uñas», apunta el doctor Almagro. 

El estrés también puede desencadenar unas uñas frágiles. «Pero hay tantas cosas que tienen que ver hoy en día con el estrés que tener una confirmación de que es la única causa de determinados problemas es muy difícil», asegura, y añade que «hay personas que por ejemplo tienen una enfermedad importante, ingresan en un hospital y se detiene el crecimiento ungueal generando un uña con una alteración morfológica que aparece a partir de una línea que llamamos de Beau».

El doctor Almagro apunta a tres problemas que cada vez son más frecuentes en consulta. Uno es el enclavamiento de las uñas «que a veces se debe a la propia morfología de la uña porque se puede tener en forma de teja, pero los zapatos muy estrechos también lo facilitan». Otro, la retroniquia, que significa que la uña, como consecuencia de algún traumatismo, «se vaya hacia atrás y se monte por encima de la que está creciendo. Suele ser frecuente en personas que juegan al fútbol, esquían o practican una actividad en la que se utilice un calzado duro, pequeño o estrecho». 

  • Uñas con líneas transversales o de Beau. Se forman unas grietas o depresiones en la superficie y pueden presentarse después de una enfermedad o «procesos como una cirugía, un déficit en la alimentación o el consumo de un fármaco». 
  • Con líneas blancas. Se deben a manicuras demasiado agresivas que pueden lesionar la zona de la matriz ungueal y la base de la uña. Sucede porque a la lámina le penetra aire que se manifiesta como estas líneas al crecer la uña. Es conocida como leuconiquia striata. 
  • Enclavadas. «A veces se debe a la propia morfología de la uña porque se puede tener en forma de teja, pero los zapatos muy estrechos también lo facilitan. Ocurre cuando la uña se clava contra el lecho, lo que coloquialmente llamamos como "carne". También lo produce el hecho de cortarse mal las uñas». 
  • Amarillentas. Pueden deberse a infecciones por hongos o bacterias, así como el contacto con determinados productos cosméticos como los esmaltes o el tabaquismo. 
  • Hongos. También llamadas onocomicosis, la forma más frecuente es por dentro de la uña y comienza por una mancha blanca o amarilla. Si la infección se hace más profunda, el hongo puede causar un mayor engrosamiento y decoloración, así como el deterioro de su borde. 
  • Con microtraumatismos. Pueden ser producidos por agresiones en el calzado o por realizar algunos deportes. 
  • Manchas blancas. No es verdad que su origen sea una falta de calcio. Estas pequeñas manchas blancas se deben a pequeños microtraumatismos cerca de la cutícula. Cuando nos referimos a manchas grandes puede ser síntoma de insuficiencia renal o incluso enfermedades hepáticas. 

Todos conocemos los beneficios de caminar y afortunadamente, es una práctica cada vez más extendida entre la población, si bien es importante saber que se debe utilizar un calzado adecuado porque «muchas veces se producen hemorragias subungueales», señala el doctor. «Aparece una especie de mancha negra y la gente se asusta mucho porque piensa que es un melanoma. Pero observándolo con el dermatoscopio, nos damos cuenta que se debe a que el paciente camina mucho o que ha sufrido traumatismos en las uña producen una hemorragia debajo de la misma. Es decir, es un hematoma», aclara.

«Las uñas son una expresión de enfermedades tanto de la piel, porque los dermatólogos somos capaces de diagnosticar una psoriasis a través de ellas, así como otras patologías sistémicas. Las hay que son expresiones de que ese paciente padece una enfermedad renal, gastrointestinal, o tiene una enfermedad del tejido conectivo», recalca el doctor Almagro. La psoriasis en las uñas puede afectar a manos y pies produciendo cambios de color, picor, crecimiento anormal e incluso el levantamiento de la misma. 

Existe la creencia popular de que el calcio interviene en la dureza de la uñas, pero no es cierto. Lo que sí es verdad es que influye la falta de proteínas, por lo que una dieta no equilibrada puede acabar afectando en el aspecto y salud de las mismas. 

Cómo cuidar las uñas

Las uñas se deben mantener cortas y limadas de manera uniforme para evitar el resquebrajamiento. La longitud adecuada de la parte «blanca» sobresaliente es de alrededor de un milímetro. «La uña crece de media 1 mm al mes, pero es variable con las personas porque hay algunos déficits que aumentan o disminuyen el crecimiento de las uñas. Cuando cede y no tienes el espacio suficiente puedes tener estos problemas en el borde libre de la uña. Entonces, si no se hace un cuidado adecuado con hidratación, con limpieza, cada vez que sea preciso, que eso es variable, porque hay gente que se deja las uñas más largas, pero si mantienes las manos hidratadas y con un corte correcto no se va a tener ningún problema», apunta el doctor. 

Al limarlas, siempre se debe hacer en la misma dirección, y no hacerlo justo después de ducharse porque se rompen con más facilidad. El hecho de secar los manos correctamente después de lavarlas también influye. Tal como se apuntaba anteriormente, la humedad debilita la uña y propicia el desarrollo de infecciones. Tampoco debe olvidarse la hidratación con una crema adecuada. 

Por la humedad y el posible contacto con sustancias tóxicas se deben utilizar guantes a la hora de limpiar nuestro hogar, y más si cabe, si nos dedicamos profesionalmente a ello: «Siempre recomendamos que, aunque no sea fácil, se utilicen unos guantes de algodón por debajo de los de goma o vinilo. Sabemos que es incómodo porque pierdes manipulación, pero un guante de goma o vinilo cuando lo sacas está muy húmedo porque entra agua, sudas... y eso para las manos no es bueno». No proteger nuestras manos ante detergentes y lejías puede provocar una inflamación en la piel conocida como eccema de manos. 

También hay que estar alerta ante posibles incrustaciones entre la uña y la carne «porque eso genera un despegamiento que le llamamos onicolisis y es un caldo de cultivo porque se meten hongos». Y si existe la mala costumbre de morderse las uñas, intentar dejarla de inmediato: «La mayoría de las veces se trata de hábitos o tics que tiene la gente que no revisten importancia, y sucede sobre todo en la infancia. Pero cuando la práctica ya implica morderse los dedos podríamos hablar de un trastorno psiquiátrico subyacente y habría que valorar. No deja de ser un factor exógeno y el problema no lo tiene la uña, lo genera la persona. ¿Puede llevar a infecciones? Sí, y a alteraciones de la lámina ungueal. Cualquier traumatismo repetitivo, que no deja de ser un traumatismo y un agente externo que te está destruyendo la estructura de la uña, puede producir alteraciones, eso es obvio», explica el doctor. 

En el caso de utilizar quitaesmaltes para retirar los restos de esmalte, como estos son muy secantes, se pueden añadir componentes grasos para contrarrestar el daño a la uña, como algunos aceites o cremas hidratantes.

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.