Coronasomnio, la pandemia que ha traído la pandemia

La Voz de la Salud

VIDA SALUDABLE

Los problemas de insomnio entre los profesionales de la salud alcanzaron el 40 % durante la pandemia.
Los problemas de insomnio entre los profesionales de la salud alcanzaron el 40 % durante la pandemia. La Voz de la Salud

En países como Francia o China los problemas de insomnio crónico se elevan ya hasta el 20 %

06 abr 2022 . Actualizado a las 16:17 h.

Dos años después de que la pesadilla comenzase, podemos decir sin miedo a equivocarnos que la pandemia nos ha quitado el sueño. Y ojalá fuese una metáfora. Los datos que llegan desde países tan distintos como China o Francia hablan de que un 20 % de la población está sufriendo insomnio. Es toda una paradoja; estamos agotados, pero no dormimos. Y plantados en la sociedad que nos ha dejado el covid, una sociedad que no duerme, este viernes se celebra el Día Mundial del Sueño. Una fecha para concienciar de un problema que es ya de todos los días.

La importancia de dormir bien

Lo han apodado como coronasomnio. No se contagia por aerosoles, pero se extiende más y más. No dormir tiene consecuencias. El descanso es una parte fundamental en nuestro bienestar, pero en estos dos años hemos pasado tanto miedo y angustia que nos han arrebatado el sueño. Nuestras rutinas se han alterado, muchos se han enfrentado a estrechuras económicas o profesionales, nos hemos tenido que preocupar por la salud de aquellos que están bajo nuestros cuidados y eso ha pasado factura.

«La insuficiencia de sueño es un fenómeno globalizado por nuestro modo de vida y que ya estaba empeorando», asegura el neumólogo Carlos Egea, jefe de la Unidad Funcional de Sueño en el Hospital Universitario Álava y miembro de la Sociedad Española de Sueño. Los datos se desprenden de encuestas realizadas durante lo más duro del confinamiento. La relajación de las medidas de control del virus tal vez haya aligerado un poco la estadística, pero Egea asegura: «La pandemia ha desencajado aún más nuestros ritmos circadianos, no solo en esos períodos». «Existe el riesgo de que muchas de estas personas desarrollen un insomnio crónico, muy difícil de recuperar», advierte el experto.

Más datos, el portal especializado en descanso Encuentra Colchón revela que la peor parte se la han llevado los sanitarios. En ellos el insomnio se disparó hasta afectar al 40 % de este colectivo, según datos recogidos entre una muestra de 2.000 profesionales. Antes de la pandemia, la prevalencia oscilaba entre el 10 y el 15 %.. 

Dormir bien es fundamental para nuestra salud

Una buena alimentación, bienestar emocional, ejercicio físico... ¡Y dormir! El descanso ha sido obviado durante años cuando se hablaba de los pilares de un buen estado de salud. Fuese porque el problema no era tan acuciante como ahora o por omisión, el descanso empieza a ocupar el lugar que merece. Tal vez, porque ahora que el sueño es un bien escaso, lo apreciamos más. «Las repercusiones de un sueño inadecuado van mucho más allá del cansancio en el día posterior».

David Gozal, investigador y catedrático en la Universidad de Missouri, apunta a que «si el sueño no tuviera una función vital, sería un error enorme de la evolución. Si no lo tratamos como una parte esencial, pagamos un precio». Porque las repercusiones de un sueño inadecuado van mucho más allá del cansancio en el día posterior. Estas son algunas de las consecuencias sobre la salud de la población que los expertos creen que pueden manifestarse en un futuro no muy lejano a causa de las alteraciones provocadas por la pandemia:

  • Depresión y ansiedad: numerosos estudios han mostrado que los problemas de sueño aumentan el riesgo de enfermedades mentales, entre ellas depresión y ansiedad. Además, el problema circula en los dos sentidos en un círculo vicioso, porque los problemas mentales también dificultan la calidad del sueño.
  • Salud cardiovascular: la alteración del sueño aumenta el riesgo de diabetes, obesidad, hipertensión y enfermedades cardiovasculares como infartos de corazón e ictus. En general, los problemas aparecen tanto con la falta de sueño como con el exceso, por debajo de 7 horas y por encima de 9, respectivamente. «Aunque algunas personas pueden funcionar bien con 6-7 horas, de ahí que a veces haya que ser más laxos», puntualiza Egea.
  • Cáncer: la relación no está aún tan clara como con las enfermedades cardiovasculares, pero algunos estudios han levantado sospechas. La fragmentación del sueño (como en las personas que sufren de apnea del sueño) parece aumentar la frecuencia de algunos tipos de tumores. Y la ruptura del ciclo circadiano, como sucede en el trabajo por turnos, podría incrementar el riesgo de cáncer de mama.
  • Productividad: una hora más de sueño (sin sobrepasar las 9) se ha relacionado con un incremento de productividad del 16 %. Y algunas investigaciones han calculado que el sueño insuficiente de la población genera pérdidas de miles de millones de euros en los países: hasta un 1,56 % del PIB en Alemania o un 2,92 % en Japón. «Cuando grandes directivos e influencers hablan de que pueden dormir solo cuatro horas cometen un tremendo error», asegura Gozal. «Que gente con tanto éxito pueda decir tonterías tan grandes implica una ignorancia tremenda respecto al sueño».

¿Qué puedo hacer para poder dormir?

Cuando el insomnio se vuelve crónico, la solución se complica. Pocas situaciones pueden ser tan angustiosas como ese «tengo que dormir, pero no puedo». La presión, unida al temor, son aliadas del insomnio. En cualquier caso, se puede trabajar. «El sueño es una cuestión de hábitos, el sueño se puede preparar. Y cambios pequeños consiguen grandes beneficios», tranquilizan los expertos.

«Las recomendaciones tienen que ir más dirigidas a evitar lo que no hay que hacer», asegura Egea, porque «el problema es que muchas personas no se generan las condiciones adecuadas para dormir bien. El sueño es una cuestión de hábitos, el sueño se puede preparar. Y cambios pequeños consiguen grandes beneficios».

Consejos para preparar el sueño

Evitar ver la televisión, elementos electrónicos y consultar el correo electrónico, así como el ejercicio físico una o dos horas antes de ir a la cama. 

Dosificar el consumo de noticias relacionadas con temas que nos provoquen malestar. Aunque es necesario estar informado, el bombardeo continuo de noticias puede dificultar la relajación.

Optar por la lectura antes de dormir. La lectura contribuye a frenar el nivel de ansiedad y de estrés.

Evitar el autoconsumo de fármacos: «Vivimos en una sociedad en la que lo queremos todo ya, y eso incluye también el sueño», comenta Egea. Sin embargo, estos fármacos tienen que estar pautados, ya que pueden dar lugar a problemas de dependencia posterior.

«Estos consejos pueden servir para conseguir reiniciar el reloj biológico que ha sido alterado por el coronavirus», asegura Egea. Un problema que no tiene demasiados visos de remitir viendo que, cuando se empieza a atisbar el final de la pandemia de covid, la guerra en Ucrania aparece en el horizonte. Otra razón de peso para que nuestro sueño se sienta amenazado.