Me tiembla mucho el pulso, ¿es preocupante?

ENFERMEDADES

El temblor esencial es hereditario y para toda la vida, pero no implica acabar desarrollando Parkinson
El temblor esencial es hereditario y para toda la vida, pero no implica acabar desarrollando Parkinson La Voz de la Salud

Enfermedades como el Parkinson presentan el temblar como un síntoma, pero tener mal pulso no significa que la acabes padeciendo

08 abr 2022 . Actualizado a las 13:28 h.

Temblar de frío, no es temblar. Si Sergio Dalma fuese neurólogo, así explicaría las diferencias entre temblar y tiritar. Dos cosas que, aunque puedan parecer lo mismo, no lo son. «Ese temblor de cuando pasamos frío es más una tiritona que un temblor. No deberíamos incluirlo en los tipos de temblores. Tiritar parece que es un temblor, pero no lo es. Y con el miedo, tres cuartos de lo mismo», explica Javier López del Val, neurólogo y jefe de la Unidad de Trastornos del Movimiento de la Clínica Montpellier de Zaragoza, uno de los mayores expertos en España en el campo del temblor. 

Sin embargo, si siempre te han dicho eso de «qué mal pulso tienes, tú para cirujano no vales», te adelantamos que eso sí es temblar. Se de denomina temblor esencial y, en algunas personas, se manifiesta de manera muy acusada. Y no necesariamente en gente mayor, porque temblar no es sinónimo de vejez (aunque es un síntoma común a medida que pasan los años por diferentes razones).

Seguro que conocen a alguna persona joven que le tiembla el pulso de una manera que puede llegar a asustar. ¿Significa ese temblor que ese individuo es más propenso o que acabará desarrollando la enfermedad de Párkinson? No, no te agobies, aunque es conveniente analizar si ese temblor va acompañado de otros síntomas para descartar algún problema mayor. 

 ¿Por qué temblamos?

Empecemos por el principio entonces. Si lo que hacemos ante el frío o el miedo no es temblar, sino tiritar... ¿Qué es temblar? 

«El temblor no es ni más ni menos que una pequeña descoordinación entre la actitud flexora y la actitud extensora. El temblor se produce por una irregularidad en el control central-cerebral entre la flexión y la extensión de nuestros músculos», detalla López del Val.

¿Significa eso que temblar es un «defecto» de nuestro cuerpo? ¿O que hay algo que nuestro cerebro no sabe hacer del todo bien? Bueno, no lo llamaríamos «defecto», pero desde luego es una anomalía que la neurología tiene muy estudiada. «Temblar es una anomalía que se produce en la neurotransmisión», explica Javier López del Val: «Dentro de nuestro cerebro hay muchas sustancias: unas nos hacen pensar, otras nos hacen sentir, otras nos hacen emocionarnos y otras condicionan nuestro humor, como la serotonina. Y luego está la dopamina, que controla el equilibrio de nuestros movimientos. Cuando quieres coger un vaso, si no te pasas de largo es porque la dopamina coordina ese movimiento. Esa dopamina y todos los neurotransmisores añadidos se regulan en una parte del cerebro que se llaman los ganglios de la base, que son unos pequeños núcleos (el caudado, el estriado, el putamen y el pálido) que están en la parte profunda del cerebro. El temblor siempre se produce como respuesta a una anomalía en la neurotransmisión».

Estos ganglios de la base, mediados por el sistema nervioso autónomo, son los encargados, además de que temblemos, de que empalidezcamos y sudemos cuando nos golpeamos el dedo con un martillo o de que nos pongamos rojos cuando nos hacen un cumplido (en el primer caso, liberando una sustancia química vasoconstrictora; en el segundo, una vasodilatadora). No obstante, temblar de frío o temblar porque tenemos miedo no es un temblor. Quizás sí para el diccionario, pero no para su estudio clínico. 

Soy joven y tiemblo, ¿tengo que preocuparme?, ¿puede ser el principio de algo peor?

Eres una persona a la que le tiembla mucho el pulso, ¿debes preocuparte? Lo primero que debes saber es que el temblor esencial es una herencia genética que se transmite a aproximadamente entre un 20 y 30 % de la descendencia. Una lotería genética para la que tienes una probabilidad entre tres de que te toque. «No debes preocuparte si sabes que tu padre temblaba, que tu hermano tiembla y que el abuelo temblaba, por ejemplo. Si encuentras un patrón similar, para nada es preocupante. Por eso es importante, cuando diagnosticas un temblor a un adulto, preguntarle: ¿cuántos hijos tienes? ¿Tres? Pues tienes que saber que, proporcionalmente, a uno de los tres les va a tocar la china. Tienes que hablar con ellos para que no se angustien y que sepan que, cuando sea (en edad juvenil o adulta), pueden empezar a temblar. Y el temblor se hereda, no tiene que ser en la misma parte que temblaba el padre o el abuelo. Puede darse en cualquier parte del cuerpo», explica el neurólogo Javier López del Val.

Si alguna vez te has agobiado pensando que ese poco pulso podría ser el primer síntoma para acabar desarrollando Párkinson, respira. No, no es un síntoma prematuro de la enfermedad ni tiene nada que ver, siempre que no se acompañe de otros síntomas. Así que, categóricamente, no tienes más posibilidades de cara al futuro de padecer Parkinson. Del mismo modo, tener un temblor esencial tampoco exime que, en un futuro, acabes por desarrollar una enfermedad degenerativa como el Parkinson

Una última aclaración, la persona que tiembla va a temblar durante toda la vida. Temblar es para siempre. No tiene cura.

Si el temblor se acompaña de otros síntomas, aunque sean muy débiles o escasamente visibles y no hay antecedentes familiares, debe solicitarse una visita con el neurólogo. 

Tipos de temblor

Hay, básicamente, tres tipos de temblor

Temblor esencial. El temblor esencial es un temblor genético y hereditario, una anomalía cromosómica que se va transmitiendo a, aproximadamente, el 20 - 30 % de la descendencia. Esa anomalía hace que se produzca una mala coordinación flexoextensora que puede manifestarse en un temblor de las extremidades superiores, en un temblor de las extremidades inferiores, en un temblor del cuello o un temblor de la cabeza. «Está genéticamente determinado, aunque no se ha podido estudiar en la descendencia al no haberse encontrado todavía la anomalía cromosómica. Sí se sabe que se transmite de forma autosómica recesiva y que es una de las principales causas de temblor», comenta el neurólogo de la Clínica Montpellier. Este tipo de temblor puede aparecer también en zonas como el labio (temblor labial) o en la barbilla (temblor mentoniano).

Temblor por una enfermedad degenerativa. Con este tipo de temblor llegamos al territorio de la temida enfermedad de Parkinson. Su origen está relacionado con la progresiva degeneración de los ganglios de la base y no por una herencia genética. Pero temblar no siempre es sinónimo de Parkinson. Es más, la enfermedad puede ser diagnosticada sin la presencia de este síntoma. «En esos pacientes, no solo hay temblor. Hay lentitud de movimientos, hay rigidez, hay inestabilidad postural y una lentitud corporal generalizada. No siempre es imprescindible que haya temblor para tener un diagnóstico de Parkinson. Dentro de esa mala función de los ganglios de la base, puede afectar más al movimiento, al temblor, a la rigidez. O a los tres», asegura López del Val.

Temblor por una enfermedad del cerebelo. Existe un tercer tipo de temblor que se caracteriza por ser mucho más amplio durante los movimientos de flexoextensión y que se suele acompañar de una mala coordinación motora en la extremidad que tiembla. Este puede estar causado por una enfermedad en el cerebelo. El envejecimiento del cerebelo cursa con dificultad en la coordinación. Es un temblor cerebeloso que no debe confundirse con el temblor esencial, cuyas características clínicas son diferentes.

¿El tabaco hace que tiembles menos y el alcohol más?

Factores externos pueden afectar al temblor. ¿Tóxicos como el alcohol, el tabaco o el cannabis ayudan a reducirlo? ¿Han notado que después de tomarse una copa tiemblan menos? Mucho cuidado con esto. «Muchos pacientes con temblor esencial se dan cuenta de que, cuando toman una copa de vino, de cava, una cerveza o de cualquier otro alcohol, el temblor se reduce rapidísimamente. Pero este efecto es fugaz en el tiempo», advierte Javier López del Val, que expone los riesgos de buscar una solución a un problema por un atajo que no lleva a ninguna parte: «Hay personas que a veces lo utilizan en situaciones socialmente estresantes, para que sus próximos no vean tanto el temblor. Esto es así, pero se corre el riesgo de convertir un temblor esencial en un temblor alcohólico por exceso continuado de bebida. Y hay que explicárselo muy bien al paciente».

Con respecto al alcohol y el tabaco, en La Voz de la Salud ya hemos explicado por qué fumar funciona como una fuente para aliviar estrés de manera rápida a personas con tabaquismo (dejar el tabaco no solo hará que no seas dependiente de un tóxico para reducir el estrés, si no que te hará mejorar una larga lista de síntomas fisiológicos y psicológicos). No está de mas recordar que el tabaco está detrás de 52.000 muertes al año en España. Algunas personas utilizan fumar para reducir de manera temporal y fugaz el temblor, pero es obvio y está sobradamente demostrado que el cigarrillo mata.

Tratar de buscar formas para reducir el temblor y que no lo noten los demás, también está desaconsejado. «Ante cualquier tipo de temblor, si el paciente intenta sujetarlo o tensar la extremidad para cambiar o esconder su postura y que no sea visto, lo que está haciendo es aumentar el temblor y añadir (por ejemplo en la enfermedad de Parkinson) un incremento de la rigidez muscular que puede llevar a error diagnóstico al neurólogo», explicar López del Val.

¿Se puede operar un temblor?

Ante todo, hay que destacar que no existe una pastilla que haga que una persona que tiemble pueda dejar de hacerlo. Los fármacos que existen solo van encaminados a reducirlo o disminuirlo, nunca a curarlo. «No podemos engañar al paciente diciendo que se va a tomar la medicina tal o cual y se va a curar, porque el paciente piensa que se curará y a los tres meses volverá diciendo “oiga, que esto no se me ha ido”. Claro, es que no se le va a ir. Está indicado solo para reducirlo, para hacer que su vida pueda adaptarse a las necesidades de la vida diaria sin que derrame el agua del vaso», sintetiza el neurólogo de la clínica aragonesa. 

A diferencia de lo que ocurre con otras enfermedades neurológicas como la epilepsia, el ajuste del tratamiento farmacológico no consiste en sustituir un medicamento por otro. Sino que se añade un segundo (y si es necesario un tercero) sobre el inicialmente prescrito. 

Dicho esto, y cuando el temblor adquiere dimensiones graves, sí existen desde hace tiempo tratamientos quirúrgicos para atajarlo. Algunos más invasivos que otros, con su consecuente riesgo.

Tipos de intervenciones para eliminar el temblor

  • Talamotomía
  • Estimulación cerebral profunda
  • HIFU (ultrasonidos)

«Para pacientes con un temblor muy acusado, preferentemente unilateral, comenzaron a hacerse hace ya mucho tiempo cirugías contra temblor. Es lo que se llamaba talamotomía y consistía en introducir un hilo o alambre al rojo vivo a través un agujero de trépano en la cabeza del paciente y, gracias a la alta temperatura, se lesionaba el tálamo. Por ejemplo, si temblaba la mano derecha, se hacía en el hemisferio izquierdo», detalla Javier López del Val, aclarando que las vías cerebrales van cruzadas.

«Después se pasó a no lesionar el tálamo y hacer el mismo tipo de tratamiento que se hace en la cirugía del Parkinson, que es lo que se llama estimulación cerebral profunda. Esta técnica consiste en introducir un cable conectado a una pila con el que se modifica el funcionamiento bioquímico de los ganglios de la base y del tálamo», comenta el profesional.

Tras los últimos avances, la investigación ha introducido en nuevos procedimientos y que también analiza el médico de la Clínica Montpellier. «En los últimos años se ha desarrollado esa misma técnica de estimulación cerebral profunda, pero que de nuevo vuelve a ser lesional. Se lesiona el territorio cerebral del temblor con ultrasonidos. Se llama HIFU (High Intensity Focused Ultrasound). El HIFU se inició siendo autorizado únicamente para tratamientos del temblor unilateral. Tiene la ventaja de que no hay que anestesiar al paciente, se le pone un casco dentro del equipo de la resonancia para poder analizar la neuroimagen de su cerebro. Se le pide levantar la mano que tiembla y disparas el haz de ultrasonido a ese territorio talámico que produce una lesión irreversible. Y de repente ves que deja de temblar. Y se mantiene. Y desaparece el temblor», relata López del Val.

Pero es importante recordar que este tratamiento solo está indicado para pacientes muy concretos y el doctor López del Val lo sintetiza de una manera muy gráfica. «Mucho me tendría que temblar la mano derecha para someterme a un tratamiento lesivo con ultrasonidos, porque tiene el riesgo inherente de que, cuando les disparas el haz ultrasónico, la necrosis produzca una hemorragia y que, además de salir sin temblor, salgas paralítico».

Conclusiones

  • El temblor es la consecuencia de una descoordinación (malfunción) entre la actitud flexora y la actitud extensora producida en los ganglios de la base del cerebro.
  • Tiritar por frío o por dolor no está relacionado clínicamente con el temblor del pulso (temblor esencial).
  • El temblor esencial es hereditario, no tiene cura y es para toda la vida. Esta aseveración es válida para cualquier tipo de temblor cuando aparece.
  • Tener un temblor acusado no es un indicio de que se acabe desarrollando una enfermedad neurodegenerativa como el Parkinson.
  • Los fármacos están destinados a estabilizar el temblor, no a que desaparezca.
  • Existen métodos quirúrgicos para hacer desaparecer el dolor, pero solo para pacientes con un problema incapacitante.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.