¿Te encuentras peor cuando hay un cambio brusco de temperatura? La salud también se ve afectada

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EL BOTIQUÍN

Cómo reforzar tu sistema inmune en épocas de cambio de tiempo. || Imagen de archivo de un día soleado en A Coruña.
Cómo reforzar tu sistema inmune en épocas de cambio de tiempo. || Imagen de archivo de un día soleado en A Coruña. Marcos Mí­guez

Galicia ha pasado de aire polar a cálido subtropical en apenas un día, los expertos recuerdan que esta situación hace que el sistema inmune esté más vulnerable

09 abr 2024 . Actualizado a las 16:22 h.

En tan solo 24 horas, Galicia ha pasado de aire polar a cálido subtropical. Del frío y los chubascos, al sol y al calor. Y lo que queda, porque se espera que el jueves, la situación todavía mejore más, si cabe. Un giro de guion en apenas cuatro días que puede tener consecuencias para la salud. 

Catarros, irritabilidad o mayores niveles de cansancio, los cambios en el exterior se hacen notar en el interior. La razón no es otra que el ajuste de tuercas que el sistema inmunitario debe hacer para adaptarse a esta nueva situación, mientras que los virus no dejan de acechar. Si las defensas están bajas, estos aprovecharán la ocasión de atacar. Por ello, no es de extrañar que en época de cambios bruscos, haya más riesgo de coger un resfriado, aumentan las alergias de tipo respiratorio e incluso, se incrementen las complicaciones cardiovasculares. Eso sí, es probable que quienes más lo perciban sean los pacientes de enfermedades crónicas como la EPOC, el asma o la diabetes. 

Y esto no es lo único. Tal y como explicaba el doctor Juan G. Soler, presidente de la Sociedad Gallega de Medicina Interna (Sogami), las personas tienen unos ritmos internos que se regulan en función del ambiente que les rodea: «Si como sucede en este caso, la temperatura aumenta de pronto, lo notaremos. Puede que durmamos menos, aparezcan dolores de cabeza o que nos sintamos peor y más cansados», detallaba. 

Come más verdura

¿Cómo se pueden prevenir las consecuencias? Nadie tiene una receta infalible, aunque existen medidas que ayudan al sistema inmunitario. El primer punto se basa en la alimentación, que siempre ha de ser saludable, con un consumo prioritario de alimentos de origen vegetal, como las frutas, verduras y legumbres, por el alto aporte de antioxidantes. Y, si el usuario puede escoger productos de temporada, mucho mejor. 

Las vitaminas son las grandes aliadas del batallón de defensas. «La C es importante para el sistema inmunitario porque aumenta los niveles de las células que nos protegen de las infecciones», indica Guadalupe Blay, responsable del grupo de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), en referencia al nutriente presente en alimentos como los cítricos, el kiwi, la coliflor y otras crucíferas. «La E nos protege de contaminantes ambientales, porque es antioxidante, y la tenemos en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y frutos secos», ejemplifica.

En la lista de imprescindibles también figuran los antioxidantes. Los carotenoides, como los betacarotenos, ayudan en la lucha contra los radicales libres. Aportan vitamina A, «beneficiosa también para la función del sistema inmune», precisa la doctora. Esta, en concreto, se puede encontrar en los alimentos naranjas, como la calzaba, el albaricoque, así como en otros como los espárragos y el brócoli. 

En materia de minerales, la experta destaca el papel del selenio, presente «sobre todo en los cereales integrales, en el atún y en la carne», y del zinc, «en frutos secos, mariscos y carnes rojas». Estos contribuyen a regular los linfocitos T, «que son los que van a identificar los antígenos cuando nos ataquen», señala Blay. 

Con ejemplos concretos, la responsable del grupo de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia recomienda la ingesta de arándanos, por ser fuente de antioxidantes, de boniato, por contener vitamina A y fibra, o champiñones, por su vitamina B. La experta recuerda que los distintos tipos de carne blanca, como el pollo o el pavo, contienen mucha vitamina B, «la cual ayuda a producir glóbulos rojos»; mientras que el ajo «es un eficaz antibacteriano, antiviral y antifúngico». 

Bebe más agua y duerme mejor

Mantener unos buenos niveles de hidratación también es de suma importancia. Por un lado, «el agua es esencial para que circulen, de manera correcta, los componentes del sistema inmune y los nutrientes que precisa», detalla Isabel Cortegano, científico titular en el laboratorio de Inmunobiología del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III. Y, por otro, se ha visto que los estados de baja hidratación hacen que las personas sean más vulnerables a los gérmenes. 

A la vez que alguien cuida su alimentación, debería hacer lo mismo con su sueño. Se ha visto que no dormir lo suficiente afecta a las defensas del organismo, lo que llega a provocar inmunosupresión por déficit de sueño. Restar 90 minutos al descanso durante un mes y medio inducía un aumento de los leucocitos —lo que sucede durante una infección vírica—. 

Y por mucho que se piense, el sueño no se recupera: «No podemos pensar que el problema se revierte con recuperar el sueño atrasado, porque no es completamente cierto», señalaba Narcisa Martínez Quiles, profesora titular en el Área de Inmunología de la Universidad Complutense de Madrid. 

En relación a lo anterior, la experta destaca el papel de los ritmos circadianos. Para bien y para mal. «Puede influir en los neutrófilos, cuyo número varía a lo largo del día», ejemplifica. Misma situación para la respuesta hormonal. «Los glucocorticoides, entre ellos el cortisol (la conocida hormona del estrés) reducen la respuesta inmunológica (inmunosupresión), aunque la relación es compleja, y es más correcto decir que se desregula», puntualiza. Así, si se produce un pico del cortisol, el sistema inmunológico presenta marcadores que indican una mayor inflamación, lo que hace al organismo más susceptible a una infección.

Sigue haciendo ejercicio

Por último, pero no menos importante, los expertos destacan el papel del ejercicio. El movimiento se asocia con la liberación de endorfinas, que favorecen a las defensas, porque ayudan a controlar la inflamación y movilizan a las células inmunes. Además, contribuye a regular los niveles de estrés, que es inmunosupresor

«Lo más importante es hacer un ejercicio moderado, porque esto puede fortalecer la inmunidad, mientras que en el caso del entrenamiento intenso y prolongado, ese beneficio no está tan claro. El ejercicio reduce la inflamación y ayuda a regenerar las células», indica la doctora Blay, que finaliza: «Caminar a paso ligero o andar en bicicleta puede ayudar mucho». Y en pleno aumento de temperaturas, el mal tiempo no puede ser una excusa. 

Si tienes un resfriado... 

El resfriado es el nombre que recibe la infección causada por un amplio abanico de virus: los rinovirus, los virus de parainfluenza o los coronavirus estacionales, que nada tienen que ver con el conocido covid-19. Si bien estos se transmiten con mayor frecuencia en otoño y en invierno, no desaparecen al completo en el resto de estaciones. Los síntomas que producen pueden asemejarse a los de la gripe, sin embargo, existen varias claves que permiten diferenciarlo. «Algo peculiar es que el comienzo de los síntomas en el resfriado es gradual, aparece poco a poco, mientras que en la gripe es repentino», explicaba el doctor Rodrigo Abad, miembro de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).

La manifestación clínica del catarro es de menor intensidad, menos incapacitante y duradera. La fiebre es poco frecuente; los dolores osteomusculares son más leves, y la fatiga o debilidad aparecen, con menor frecuencia, en este cuadro vírico. «La tos es muy leve o moderada en el resfriado. Sin embargo, la congestión nasal y la odinofagia, o dolor de garganta, son más frecuentes», añadía Abad. Todo esta sintomatología suele prolongarse de tres a cinco días. La mayoría de personas se curan por sí solas y el antibiótico nunca debe tomarse sin prescripción médica.