La psicooncología, un apoyo frente al diagnóstico del cáncer de mama: «Son libres de contar que están padeciendo la enfermedad a quienes deseen»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

En España se diagnosticaron alrededor de 34.740 nuevos cánceres de mama en el año 2022, según las estimaciones del Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer.
En España se diagnosticaron alrededor de 34.740 nuevos cánceres de mama en el año 2022, según las estimaciones del Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer.

En el Día Mundial del Cáncer de Mama, una psicooncóloga aborda las principales problemáticas que se dan, tanto en el momento del diagnóstico, como a lo largo de la enfermedad

19 oct 2023 . Actualizado a las 10:33 h.

Se calcula que una de cada ocho mujeres españolas recibirá el diagnóstico de cáncer de mama en algún momento de sus vidas. Para afrontar tanto este, como todo el proceso de la enfermedad —e incluso la vida posrecuperación—, entra en juego la psicooncología. Una disciplina que aplica la psicoterapia a las necesidades de las pacientes de cáncer. La idea es proporcionar recursos para que las mujeres puedan disminuir su sufrimiento, así como guiarlas en todos los procesos que conlleva la enfermedad. 

El diagnóstico: la incertidumbre 

«En un primer momento, las pacientes lo que más suelen expresar es incertidumbre», asegura Rosalía Fernández, psicooncóloga de la Asociación Española contra el Cáncer de Ferrol. Muchas todavía se encuentran a la espera de resultados, porque aunque existe una sospecha de que puede tratarse de un tumor de este tipo, todavía no se ha confirmado a través de una biopsia. «Afortunadamente, contamos con un sistema sanitario en el que entras en un protocolo y todo va bastante rápido, pero como es lógico, a muchas se les hace eterno ese tiempo», añade. 

Cuando ya existe la confirmación, «es lo que llamamos primer impacto», indica Fernández. «Ahí se puede dar la incredulidad y, a veces, el "¿y ahora, qué?". Los médicos suelen decir que tienen que ponerle nombre y apellidos, porque dentro del paraguas del cáncer de mama, tenemos diferentes tipos». A partir de ahí, se decide qué tratamiento se va a llevar a cabo. «Suele ser lo que más preocupa a las pacientes, porque existe la posibilidad de que primero pasen por una quimioterapia para reducir el tumor y luego una cirugía, o que sea al revés... Hay varias opciones. Y ahí ya pasamos a trabajar la imagen corporal», amplía. 

«¿Por qué a mí?»

«Suele ser una pregunta bastante habitual en los pacientes de oncología, ya no solo las de mama», asegura la psicooncóloga. «También se puede dar cierta incredulidad e incluso negación: "Pero si yo me encuentro bien", "¿Será cierto el diagnóstico?". Hasta que empiezan con el tratamiento y a ser más conscientes», indica la psicooncóloga. 

La preocupación por la imagen corporal

Según datos de la AECC, hasta el 55 % de las mujeres con cáncer de mama presentan distorsiones de su imagen corporal por las secuelas del tratamiento quirúrgico. Además, la enfermedad también puede provocar una baja autoestima en las pacientes y el 60% de ellas sufren sintomatología depresiva. 

«Muchas de ellas se sienten incomprendidas, porque la sociedad puede llegar a pensar: "Pero si te van a salvar la vida, ¿cómo te preocupa la imagen corporal? Pero claro que sí, es muy importante. Sobre todo, teniendo en cuenta que cada vez nos encontramos pacientes más jóvenes. Obviamente, lo primero es la supervivencia, ver cuál va a ser el tratamiento, pero en el caso de tener que someternos a una mastectomía o una reconstrucción, porque luego la paciente también es libre de elegir si la quiere o no, claro». La profesional remarca que, en este punto, es importante que las mujeres soliciten ayuda si así lo necesitan, «porque a veces les cuesta mirarse al espejo y verse las cicatrices». 

El impacto por los cambios corporales no solo se da en el caso de que se realice una cirugía, también si la paciente necesita otros tratamientos, como la quimioterapia. «La caída del pelo, que a veces también nos puede parecer un tema superficial, no lo es. Cuando te miras al espejo, este lo que refleja es enfermedad. Te ves sin pelo, sin cejas y sin pestañas. Y si reciben tratamientos de corticoides, también la cara y el cuerpo más hinchado», explica. Esta dificultad de reconocerse en un cuerpo que ha cambiado, es un añadido al malestar que pueden sentir por los efectos secundarios de la terapia, como cansancio, malestar en el estómago, náuseas y mareos. «No todas las personas lo viven igual, cada caso es diferente», añade. 

Cómo tratar el proceso de la enfermedad con el entorno

Aunque es cierto que los efectos adversos del tratamiento pueden ser visibles para el ojo ajeno, «yo siempre les digo que ellas son libres de contar que están padeciendo la enfermedad a quienes deseen», subraya la profesional. 

En el caso de que sí que se quiera contar, Fernández comenta que propone a sus pacientes que se realicen una especie de guion. Así, la situación, puede llegar a ser más llevadera. «Afortunadamente en el año en el que estamos, ya no existe tanto tabú. Lo bueno es contar y hablar sin tapujos sobre el tema. Que no se convierta en un intratable en nuestro entorno porque eso nos puede hacer más daño».

Con todo, Fernández remarca que el cáncer tampoco debe monopolizar todas las conversaciones. «Que tengamos un familiar enfermo de cáncer no quiere decir que tengamos que estar hablando constantemente sobre eso. Si necesita desahogarse y hablar, que lo haga con naturalidad». 

Y a la inversa: por qué frases como «no estés mal» o «anímate», no son la mejor opción 

Puede que este tipo de expresiones se verbalicen con la mejor de las intenciones, pero Fernández recalca que lo ideal, sería no utilizarlas. «Imaginemos, cuando estamos enfadados o alterados, que alguien nos diga: "Tranquilízate, no pasa nada". Te enfada todavía más. Lo mismo sucede en este caso. Cuando alguien te dice: "No pasa nada, no te preocupes". ¿Cómo no vas a hacerlo? El cáncer es una enfermedad grave. Eso no quiere decir que me vaya a morir, pero sí que me va a provocar unas consecuencias en mi vida». 

¿Cómo actuar? La psicooncóloga cree que lo más importante, es la validación. «Dar cabida y valor a lo que está sintiendo la otra persona. Es normal que tenga miedos, pero vamos a acompañar. Y lo más importante, si somos familiares cercanos, sin agobiar, porque a veces nos encontramos que, este tipo de pacientes oncológicas, debido a los tratamientos, no tienen el mismo apetito o no les apetece hacer las mismas cosas. Por eso hay que encontrar el equilibrio entre animarle a que siga con su día a día, a insistir, porque esto último tampoco ayuda». 

De esta forma, la profesional confiesa que las grandes preocupaciones de los familiares de una paciente de cáncer de mama abarcan desde esas más básicas (alimentación y descanso), a los posibles cambios en las relaciones: «Muchas tienen un enfado con la vida, de por qué a mí, o ese sentimiento de injusticia que existe a veces. Todo esto puede desembocar en que estén más irascibles y cambiar la relación que tienen con personas de su entorno».

Los hijos

Muchas pacientes oncológicas reciben el diagnóstico en proceso de crianza. «Depende mucho de la edad, pero sí que se tiende a sobreproteger a los menores. Pero ellos se dan cuenta de cualquier cambio que hay en casa, sobre todo, si una de las principales figuras de apego (en este caso, la madre), es la paciente. Igual pasa períodos de tiempo hospitalizada, ya sea por una cirugía o por el tratamiento, y ellos son conscientes». 

Por eso, la profesional aboga por contar, en la medida de lo posible, lo que está ocurriendo. «De forma adaptada, debemos explicarle que igual mamá pasa períodos largos en los que no va a estar en casa. Pero si se puede, lo ideal es mantener el contacto con llamadas o videollamadas, para que ellos no vean que de repente su mamá desaparecen sin saber el porqué». 

Además, los familiares de una paciente oncológica también pueden acudir, si lo necesitan, a terapia psicológica en la AECC. En este sentido, los profesionales pueden ayudar a contárselo a los menores, siempre que los tutores legales así lo consideren. «Con ellos tenemos que estar atentos a cualquier cambio, porque los niños no expresan igual. Se suelen poner más irritables, les apetece jugar menos, o sufren más rabietas. Este tipo de signos pueden indicar que hay un problema emocional detrás. Es importante que ellos sepan lo que está pasando, pero adaptado. Obviamente, igual no les podemos decir la palabra 'cáncer' o 'quimioterapia', porque no lo entienden, pero sí que hay formas de contárselo». 

¿Vuelta a la normalidad?

«Una frase típica puede ser: “Ya es la última sesión de quimio, mañana vuelve todo a la normalidad”. No es verdad», afirma Fernández.. «Por un lado, en caso de que estuvieran trabajando fuera de casa, esa reincorporación al mundo laboral, necesita acompañamiento. Hay que ajustar expectativas porque, aunque parezca que no, a veces quedan secuelas funcionales, como dificultades en la movilidad de los brazos».

Asimismo, Fernández apunta al temor a la recaída: «Una vez que acaba el proceso oncológico de tratamiento, viene ese miedo a las recidivas. Se tienen que enfrentar a las revisiones, y cada vez que se acerca la fecha para ello, aumenta la ansiedad y la preocupación; por eso, es importante acompañarlas y ajustar las expectativas». 

La muerte: el gran tabú

«Nuestra sociedad no está preparada ni educada en que la muerte forma parte de la vida, pero cuando irrumpe un diagnóstico de cáncer, sí que es cierto que empezamos a pensar más en ello», apunta Fernández. 

La paciente debe, en palabras de la psicooncóloga, cambiar esa asociación que solemos tener «de que padecer un cáncer es igual a la muerte, porque existe tratamiento. Tenemos que vivir en el día a día, porque, aunque es normal que se pongan a pensar en el futuro, realmente hay que estar en el aquí y el ahora, en el tratamiento, su efectividad y efectos». 

Sin embargo, algunas pacientes llegan a un momento en la enfermedad en el que sí que son conscientes de que ese momento va a llegar. «Aunque son pocos, sí hay casos en los el equipo médico traslada a la paciente que el tratamiento no está haciendo efecto. En ocasiones, pasan a la consulta de paliativos. Pero hoy en día, es cierto que se cronifican algunos cánceres. Incluso con metástasis. Y hay que pensar que igual el fallecimiento no es a corto plazo». 

No nos educan para ello, pero ¿cómo afrontar la muerte? «El objetivo es que la paciente fallezca en paz. Ni pensando en lo más frívolo, como pueden ser temas notariales o herencias, que lo ideal es que se dejen arreglados; a cualquier tipo de asunto pendiente. Que se pueda despedir de su familia y amigos. Es importante tanto el legado que nos deja esa persona como el que nosotros le dejamos también. Y con esto no me refiero a cosas materiales, sino a todo lo que podemos inculcar y enseñar, los valores». Así, aunque esa persona no se encuentre físicamente, el legado sí que se queda de por vida. «Por eso también nos gusta trabajar el duelo antes de que se produzca esa pérdida, porque nos ayuda a que esta sea menos dolorosa». 

La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) busca reducir el impacto del cáncer en la sociedad:

  • Apoyando a los pacientes y sus familias, con los programas y servicios totalmente gratuitos como atención psicológica, social, logopedia, fisioterapia y nutrición, así como acompañamiento mediante voluntarios. 
  • Trabajando en prevenir la enfermedad.
  • Impulsando la investigación oncológica para lograr un futuro sin cáncer. 

Además, todos sus programas y servicios son gratuitos para todos los pacientes y familias que así lo necesiten. 

Se encuentran disponibles las 24 horas del día los 365 días del año en el teléfono gratuito 900 100 036.

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.