Gómez Rial, inmunólogo: «Una persona joven y sana no tiene que acudir al médico por una gripe»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Gómez Rial es jefe del Servicio de Inmunología en el CHUS.
Gómez Rial es jefe del Servicio de Inmunología en el CHUS.

El experto y jefe de servicio del CHUS explica que, este año, la coincidencia entre el virus circulante y el vacunal es muy alta: «Las personas que más están consultando son quienes no están vacunados»

12 ene 2024 . Actualizado a las 18:48 h.

«Con la gripe hay que tener paciencia», dice el doctor Jose Gómez Rial, jefe del Servicio de Inmunología del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS). Como buen conocedor de las infecciones respiratorias —coordina un destacado grupo de investigación sobre genética, vacunas y enfermedades infecciosas—, recuerda que hablar de picos de gripe, saturación y urgencias era muy habitual antes de la pandemia, «lo que ocurre es que tenemos poca memoria histórica». 

El experto del CHUS señala que, con la infección encima, no hay mucho que hacer. «El virus de la gripe con tratamiento dura siete días y sin tratamiento dura una semana». Hidratación y abordaje de los síntomas; poco más. 

—¿Cómo se diferencia la gripe de un catarro?

—Es una enfermedad respiratoria causada por un virus respiratorio. Solo infecta al árbol respiratorio, al epitelio. Sin embargo, su afectación es sistémica, generalizada. Esto es una diferencia con la multitud de virus que producen un catarro, que solo tienen una afectación local y síntomas respiratorios. 

—¿Por qué?

—La manifestación sistémica y generalizada de la enfermedad se debe a la potente respuesta inmunitaria inflamatoria que produce el virus de la gripe. Esa sensación de que nos ha atropellado un camión, el dolor muscular que se conoce como mialgia. Yo suelo decir que la gripe es un virus que se suele atragantar a nuestro sistema inmunitario, porque su reacción es lo que hace que nos encontremos tan mal. Por ejemplo, el covid no era una infección exclusivamente respiratoria porque podía afectar a cualquier otro órgano, pero la gripe solo es capaz de infectar a las células del epitelio respiratorio y solo se replica en este epitelio, aunque su manifestación sea en todo el cuerpo.

—¿Que biología tiene la gripe para que “se atragante”?

—Eso todavía no lo sabemos. Su forma de infectar dificulta el control por parte de nuestro organismo. Para nuestro sistema inmunitario resulta sencillo combatir otro tipo de virus, y no necesita darlo todo, basta con que se activen unas cuantas células inmunitarias para manejarlo. En cambio, es algo muy difícil con la gripe. Además, es un virus cambiante, que es lo peor para nuestro sistema inmunitario, lo despista mucho, porque al final, se parece pero no es el mismo. Si lo fuese, tendríamos memoria acumulada con lo que la reacción ya no sería la misma.

—¿De qué forma cambia?

—Todos los virus tienen una serie de proteínas que son claves en la infección; en la gripe son la hemaglutinina (HA) y la neuraminidasa (NA). De hecho, esto es lo que da nombre a los diferentes tipos de virus. Ahora, el que más está circulando es el H1N1. Una de esas proteínas, la HA, se emplea para entrar, para anclarse a los ácidos siálicos del epitelio de la célula e introducirse. Esta es como la famosa proteína spike del Sars-COV-2. Después, para salir, porque para un virus es tan importante entrar como salir de la célula, utiliza la NA, la cual rompe ese anclaje. Si el patógeno no saliese, podría seguir reproduciéndose y contagiando. Por eso, ambas proteínas son las más importantes en la infección y también las que siempre utilizamos en las vacunas. Es más, el virus es conocedor de esto y por eso las va cambiando. De esta forma, evita ser neutralizado por el sistema inmunitario. 

—Cuando llega el virus, ¿cómo reacciona este batallón de defensas?

—Hay una serie de mecanismos inmunes innatos, que es la primera barrera de defensa. Hay unas células patrullando por el epitelio que detectan la señal de alarma. Esa señal es la que se produce cuando un virus entra en una célula, que son las famosas moléculas del interferón. Cuando esto se produce, se activa la primera barrera y el primer componente del sistema inmune innato. Por ejemplo, los macrófagos capturan esas proteínas extrañas, las llevan al ganglio linfático más próximo, que son como los cuarteles generales del sistema inmunitario, y ahí se activa el sistema inmune específico, compuesto por esas células B que van a producir anticuerpos. 

—¿Cuánto tiempo pasa entre un proceso y otro?

—La primera activación del sistema inmune innato suele darse entre las primeras 24 o 48 horas. Pero hasta que se produce la respuesta inmune completa pueden transcurrir hasta 15. Nuestro sistema inmunitario es muy efectivo pero muy lento en su actuación. 

—¿Y si hay memoria?

—Cuando hay memoria, todo va mucho más rápido. Es lo que consiguen las vacunas. Su objetivo es que nunca sea la primera vez que te enfrentas a un virus. Así, este proceso se acelera. Se acortan los tiempos, de forma que en cinco días, aproximadamente, la respuesta ya es completa. Esa es la ventaja de tener memoria frente a un virus. El problema con la gripe es que no nos hemos enfrentado al virus que llega cada año, porque siempre hay variaciones —sean menores o mayores—. La ventaja de la vacuna es que nos va a permitir reconocerlo; el problema, que hay que acertar con el virus que nos va a infectar cada año. Para ello, hay una serie de centros centinela repartidos por todo el mundo que se encargan de anticipar el patógeno circulante. Esta temporada, por ejemplo, la coincidencia es muy alta y ya estamos viendo que hay mucha efectividad vacunal. De hecho, las personas que más están consultando son quienes no están vacunados. 

—¿Cuánto tiempo suele tardar en manifestarse?

—Normalmente, la fase de incubación dura entre 3 y 5 días. Solo que luego, la sintomatología dura mucho más tiempo. Los síntomas agudos de una gripe, lo que es la fiebre y el malestar generalizado, se suele extender a una semana. Es más, hay una frase que dice: «El virus de la gripe con tratamiento dura siete días y sin tratamiento dura una semana». Es así. Da igual lo que tomes, que una semana de estar enfermo no te la quita nadie. 

—¿Y después?

—El cansancio y la tos pueden durar hasta 15 días. Son síntomas menores que permiten tener actividad como ir a trabajar, pero son molestos. La tos es una consecuencia de la hiperreactividad bronquial, que está producida por la infección. Al final toses porque en tu epitelio respiratorio ha habido una lucha y hay una inflamación, una reactividad. 

—¿Cómo se explica la saturación actual de consultas con el aumento de casos?

—Tenemos poca memoria histórica. Los que trabajamos en hospitales sabemos que esto siempre pasa. Está claro que en años pandémicos, el virus de la gripe no circuló porque se produjo un fenómeno de interferencia. El Sars-COV-2 copó todo el nicho ecológico. Pero antes de la pandemia, vivíamos este colapso todos los años. En parte, se debe a que no hay educación sanitaria. Es algo que se repite, pero hay mucha gente que va a Urgencias porque tienen fiebre, mocos y, no lo podemos negar, porque tienen que cubrir el parte de baja, una cuestión que se debería solventar. En cualquier caso, echamos mucho en falta que haya herramientas de educación sanitaria para que la gente sepa cuando hay que ir al médico. Una persona joven y sana no tiene que acudir porque tenga gripe. 

—La campaña de vacunación también ha tenido menos éxito que otros años, aunque en Galicia la diferencia no sea muy acusada. 

—Sí, eso es la fatiga vacunal. La inmunización sirve para evitar la enfermedad grave, no para evitar la infección. Y cuando hubo coacción de libertades, como por ejemplo el pasaporte covid, se generó desconfianza, que es lo que ahora estamos pagando. No se supo transmitir a la población lo que era la vacuna, cuál era el objetivo. Recuerdo que había una campaña de vacunación del covid que decía que había que vacunar a los niños para proteger a los abuelos. Eso es una incongruencia, porque es imposible evitar la infección de un virus a través de una vacuna, lo que se consigue es evitar las complicaciones que genera esa infección. Te prepara para cuando llegue el virus. ¿Qué pasa? Que esto no se explicó bien, la gente se vacunaba, después se infectaba y decían: «Esto no sirve». 

—¿El frío nos enferma? 

—El frío, realmente, disminuye la capacidad del sistema inmunitario para hacer frente a las infecciones. La primera barrera de defensa, que es todo el epitelio ciliado y los mocos, con frío se paraliza. Esa función de expulsión a través del movimiento ciliar de los patógenos de dentro hacia fuera. Eso se detiene con el frío. Es más, con una bajada de cinco grados en el epitelio respiratorio, la capacidad de nuestro sistema inmunitario de hacer frente al virus se reduce en un 50 %. Esto se debe a que hay unas vesículas que forman parte de las defensas que con el frío no se liberan. En Twitter, hice un hilo que se lo dediqué a mi hijo, porque nunca se abriga. 

—Ahora, que todos sabíamos que una infección está causada por un virus, nos dice que el frío enferma. 

—Bueno, está claro que cuando hay una infección hay un virus, pero con el frío, se disminuye la capacidad que tiene nuestro sistema inmunitario de luchar y hacer frente al virus. Siempre se decía que el virus era el culpable, no el frío. Pues no, es cuestión de ambas cosas. Por un lado el virus, que también prefieren las bajas temperaturas para replicarse, y por otro, la pérdida de efectividad de nuestras defensas que causa el frío. De ahí la importancia de abrigarse cuando es necesario. 

Lucía Cancela
Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.