Personas que (casi) nunca se ponen enfermas, ¿cuál es su secreto?

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

ANGEL MANSO

Los expertos explican que este tipo de respuesta inmunitaria es «multifactorial», por lo que intervienen tanto variables genéticas como ambientales

18 ene 2024 . Actualizado a las 09:55 h.

Todo el mundo (o casi todo) conoce a alguien merecedor del galardón al más resistente en plena época de virus respiratorios. Esa persona que pase lo que pase nunca se siente atropellado por la gripe y que el catarro para por su cuerpo sin pena ni gloria. Un hombre o mujer de piedra con un sistema inmunitario de hierro que defiende, a capa y espada, el organismo en el que reside. La enfermedad puede llamar pero él declina la visita. 

Existen varios factores que lo explican y juegan su papel. Los niños, por ejemplo, tienen un batallón de defensas «más inmaduro, que está aprendiendo y entrenando, por eso se enferman más», explica el doctor Marcos López, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI). Durante la adolescencia, la juventud y la etapa de adulto de edad media, el sistema inmunitario es robusto y durante las primeras décadas «aguanta casi todo». Pero no está exento de la edad y del envejecimiento. Las defensas cumplen años y empeoran su actividad en personas de edad avanzada «con el conocido proceso de inmunosenescencia», indica el especialista. 

Las mujeres, mejor respuesta, en la que también media la genética

También importa el sexo ya que en el sistema inmunitario median los componentes hormonales. El covid, por ejemplo, dio a entender que las mujeres pueden presentar una mejor respuesta que los hombres: «Había genes que se codifican para elementos de la respuesta inmunitaria que están en el cromosoma X, de los cuales ellas tienen dos», indica. Sin embargo, la variante hormonal puede jugar en su cuenta, ya que las enfermedades autoinmunitarias —precisamente, en las que las defensas se vuelven atacantes— son más prevalentes en la población femenina. 

Algo innegable es la genética. El hecho de que el sistema inmunitario tenga una respuesta tan potente, capaz incluso de evitar que los virus se queden en la puerta de entrada, «forma parte de la idiosincrasia de cada persona, de la variabilidad del ser humano», detalla el presidente de la SEI. Así, el experto explica que existen polimorfismos que hacen que la respuesta inmunitaria funcione de forma diferente: «El más conocido es el sistema de Histocompatibilidad con moléculas HLA, que según lo que tenga una persona u otra, puede contribuir a una mejor respuesta frente a organismos», señala. 

Gómez Rial, jefe del Servicio de Inmunología del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, resume que manifestar una peor o mejor respuesta ante, por ejemplo, un virus, es algo multifactorial. «Al igual que durante la campaña de vacunación del covid, había personas a las que la vacuna les sentaba fatal y otras ni se enteraban. Esto se debe a que hay características a nivel genético e individual de cada paciente», detalla, no sin olvidar el peso de un buen estilo de vida. «El sistema inmunitario es un órgano más que se beneficia de todo ello. Si tienes una mala alimentación o no haces ejercicio lo dañas igual que a cualquier otro», señala. Así, sin miramientos, critica el uso de suplementos siempre y cuando no sean necesarios. «La única forma de cuidar tus defensas es con un estilo de vida saludable», aclara. 

Resiliencia inmunitaria, mejor aguante a los ataques

Como guinda del pastel a todo aquello que no depende del ambiente, se encuentra la resiliencia inmunitaria. Una variante presentada por el equipo de Sunil Ahuja, infectólogo y médico del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, San Antonio (Estados Unidos), en la revista Nature: «La definimos como la capacidad del organismo para preservar y/o restaurar rápidamente las funciones que promueven la resistencia a las enfermedad y a la longevidad, así como controlar la inflamación».

En otras palabras, esta vez, pronunciadas por el presidente de la SEI, «se trata de una capacidad del sistema inmunitario de responder mejor a todos los estímulos que nos pueden amenazar, como las infecciones, los tumores o los procesos inflamatorios, a la vez que tener un buen equilibrio para que no se promueva la aparición de alergias o enfermedades autoinmunes», contempla. En resumidas cuentas, que el batallón de defensas sea excelente a la hora de recuperarse. 

Así, en su investigación, el grupo estadounidense evaluó a casi 50.000 personas de diferentes edades, con distintos retos para su sistema inmunitario, y encontró que los individuos con niveles óptimos de resiliencia tenían más probabilidades de vivir más tiempo y resistir a la infecciones por VIH o gripe, o sobrevivir a la infección por covid y sepsis. 

Los hábitos de vida saludables modulan las defensas

Ahora bien, no solo la genética, la edad o el sexo con capaces de modular la respuesta inmunitaria. Existen hábitos de vida saludable que, de ponerlos en práctica, contribuyen a un mejor funcionamiento. «Sabemos que una alimentación sana y equilibrada, con alimentos frescos, hace que obtengamos todos los nutrientes y vitaminas a diario», apunta el experto. 

En relación con la dieta, se encuentra la microbiota, la comunidad de bacterias que viven en el organismo. «Cambiar la alimentación puede alterarla. Son microorganismos buenos que compiten frente a los malos que nos producen las infecciones», detalla el presidente de la SEI, que añade: «También modula las respuestas inmunitarias de forma que ayuda a entrenarla», cuenta. 

Es más, tal y como comentaba Narcisa Martínez Quiles, profesora titular en el Área de Inmunología de la Universidad Complutense de Madrid, «una microbiota sana (que a grandes rasgos depende de la dieta de su huésped), le indica al organismo que no es necesario desarrollar una respuesta inflamatoria». 

Con todo, y por hablar de ejemplos concretos, se ha visto que micronutrientes como las vitaminas A (beta-caroteno), B6, B12, C, y E, así como el hierro, zinc, cobre y selenio ejercen efectos inmunomoduladores e influyen en la susceptibilidad de la persona a sufrir infecciones. 

Del día a la noche

Una buena transición entre el día y la noche influye, a su vez, en el sistema inmunitario. Dormir correctamente ayuda a tener un correcto funcionamiento de los ritmos circadianos: «Esto es necesario para que los distintos componentes que se producen en nuestro sistema inmunitario lo hagan a lo largo del día sin estar alterados», cuenta. Un equilibrio que guarda relación con el estrés, nada recomendable si alguien quiere cuidar su batallón de defensas. «Un estudio reciente que se acaba de publicar encontró que una situación de estrés permanente es capaz de inducir una especie de tormenta de citoquinas, de reacción inflamatoria», explica. Un fenómeno perjudicial que podría favorecer las infecciones. 

Moverse más, una de las claves

El ejercicio, siempre y cuando no sea extremo, consigue optimizar la respuesta inmunitaria. «Tener sedentarismo o hacer poco ejercicio favorece un cúmulo de grasa en el organismo, lo que conlleva a una inflamación crónica, de nuevo perjudicial para las defensas», precisa. Por ello, un estilo de vida activo defiende ante la agresión externa.

¿Cómo se puede saber si alguien ha sobrepasado los límites? Que aparezca un aumento del cansancio o una falta de recuperación después de cada entrenamiento puede indicar que el ejercicio está siendo extenuante. 

¿Fumas?

Por último, se encuentra el consumo de tóxicos como el tabaco o cigarrillos electrónicos, los cuales aumentan la inflamación —parte de la respuesta inmunitaria— en el sistema respiratorio. Es más, algunos estudios recogen que fumar puede contribuir al desarrollo de una respuesta inflamatoria excesiva frente a los virus respiratorios, como el de la gripe. Ahora cabe preguntarse, ¿la persona que no enferma es fumadora?

Lucía Cancela
Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.