Emilio Salgado, toxicólogo clínico: «Cada vez más, la gente joven toma bebidas de mayor graduación en el menor tiempo posible»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Emilio Salgado, responsable de la unidad de Toxicología Clínica dependiente del área de urgencias del Hospital Clínic de Barcelona.
Emilio Salgado, responsable de la unidad de Toxicología Clínica dependiente del área de urgencias del Hospital Clínic de Barcelona. Hospital ClínicFrancisco Avia

El experto, que ejerce en el Hospital Clínic de Barcelona, describe los efectos de la «mal llamada» cocaína rosa: «Es un timo», indica

21 feb 2024 . Actualizado a las 13:48 h.

La Unidad de Toxicología Clínica dependiente del área de urgencias del Hospital Clínic recibe, cada año, unos 2.500 casos de intoxicaciones agudas. El doctor Emilio Salgado, responsable de esta unidad y portavoz del Grupo de Toxicología de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), alerta del incremento de pacientes afectados por nuevas sustancias de abuso como la cocaína rosa. Del 2023, supuso el 2 % de las llegadas a urgencias, «una cifra que comparado al 2020, que era nada, es bastante significativa», explica. El caso del menor de 14 años que falleció después de ingerir una bebida energética a la que otros jóvenes le habían echado dos gramos de esta droga vuelve a poner su control en la palestra pública. 

Por su parte, el doctor observa con preocupación el protagonismo de la cocaína en un número creciente de intoxicaciones, con especial énfasis «en lo que parece una normalización de su uso en el ámbito del ocio». Con todo, el alcohol sigue estando detrás del mayor número de problemas en urgencias. La forma de ingerirlo ha cambiado —ahora es por atracón, cuando antes solía ser más moderado— lo que aumenta el riesgo médico. 

—Según el Ministerio de Sanidad, las sustancias más consumidas en España son, por orden, el alcohol, el tabaco, los hipnosedantes, el cannabis y la cocaína. ¿Corresponde con las visitas a su unidad de Toxicología?

—El 60 % de los casos que atendemos en urgencias se deben a intoxicaciones por drogas de abuso. En primer lugar, está el alcohol etílico, que supone más de la mitad de los casos, ya sea solo o acompañado de otras sustancias. En nuestro ámbito, el segundo puesto lo ocupa la cocaína. De hecho, hay trabajos de análisis de aguas residuales que nos dicen que en Barcelona y en Tarragona, se toma una gran cantidad, hasta situarnos entre los primeros de Europa. Después están los derivados anfetamínicos, ya sea el éxtasis o el MDMA, o la metanfetamina, y el cannabis. Luego, también tenemos una parte de toxicovigilancia, que se centra en la valoración de pacientes que vienen a urgencias por intoxicaciones, ya sea por productos domésticos o por gases en incendios urbanos, y de igual forma, aunque son minoría, por productos industriales.

—¿Las intoxicaciones por cannabis son algo frecuente? Se tiende a banalizar en la sociedad. 

—Es difícil que alguien acabe en urgencias por su consumo. Pero, estamos viendo que cada vez es una droga que va teniendo más potencia en relación a la selección voluntaria de plantas con mayor porcentaje del principio psicotrópico del cannabis. Eso hace que tenga más potencia, cause más toxicidad y la persona pueda acabar en urgencias.

—¿Cómo tratan una intoxicación? 

—En el Clínic, atendemos unas 2.500 al año, y afortunadamente, la mayor parte presentan una sintomatología leve, sin ninguna complicación. De hecho, la mayoría se resuelven con un tratamiento de soporte, que incluye monitorización y una estabilización clínica.

—De todas las sustancias, ¿cuál es la que más le preocupa desde un punto de vista de salud pública? 

—Como toxicólogo clínico ubicado en la ciudad de Barcelona, que es uno de los sitios donde más cocaína se consume de toda Europa, diría que esta es la que más me preocupa. Sobre todo, el incremento constante de su consumo y la normalización de su uso en nuestro ámbito de ocio. También el empleo de derivados de metanfetamina, como derivado anfetamínico. Pero es algo que depende del área geográfica. Por otra parte, creo que todas las autoridades sanitarias estamos de acuerdo en que el mayor daño potencial podría ser la introducción de derivados sintéticos del opio, fundamentalmente, el fentanilo, en el mercado de sustancias de abuso. 

—¿La gente conoce lo que consume?

—Aquí conviene tener en cuenta algo, porque parte de nuestro trabajo también es realizar estudios epidemiológicos y análisis individuales. Vemos que una cosa es que una persona venga a urgencias diciendo que ha tomado una determinada droga y otra, lo que sucede en realidad. En un alto porcentaje de casos, lo que ellos nos cuentan no corresponde con lo que nos encontramos. Esto es algo muy importante en relación a la denominada cocaína rosa.

—De ella se dice que ni es cocaína, ni es rosa

—Claro. Esta sustancia se lleva poniendo de moda un tiempo, sobre todo, desde el 2021. Antes de la pandemia la teníamos de forma puntual, pero después empezó a tener mayor presencia. Es llamativa por su color, tiene buena publicidad porque se vende como algo muy novedoso y, clásicamente, se había asociado a una sustancia consumida por gente adinerada. Pero la del pasado no es la misma que la del presente. Una cosa era el Tusi o Tucibi en los años 90, el 2C-B, que era una molécula con un potencial alucinógeno, y otra cosa es la que se vende hoy en la calle. Esta 2C-B se ve de forma muy esporádica y en muy baja cantidad. De hecho, nosotros en el Clínic no la hemos encontrado en ninguno de los casos por presunta intoxicación por Tucibi. En cambio, lo que sí vemos, al igual que lo hacen otros organismos como Energy Control —que se dedica a la valoración analítica de las sustancias—, es que contiene un porcentaje variable de ketamina y de éxtasis, que es MDMA, junto con cafeína y otro tipo de estimulantes. Es un auténtico fraude. Es más, al principio, sí que podía engañar a quien lo compraba diciendo que era Tusi, pero ahora, la gente ya sabe que es ketamina mezclada con MDMA. 

—En el caso del menor fallecido, que se dio a conocer este lunes, las investigaciones apuntan a una dosis de dos gramos. 

—Aquí hay que ser muy cautos, porque se le hará un estudio médico legal para conocer las sustancias que hay en su organismo. Si realmente la cocaína rosa estuvo implicada, hay que decir que es una bomba de relojería por los porcentajes de ketamina y MDMA que suele tener. Y si se tiene en cuenta la cantidad, más. Esta presunta ingesta de dos gramos es potencialmente letal para cualquiera. La dosis estándar de MDMA suele ser de cien miligramos, en este caso se habla de 2.000. Y si después se le añade a la ecuación la ketamina o la cafeína, es peor. Es decir, si uno toma unos dos gramos de cafeína ya puede tener un problema muy serio de salud. 

—¿Esta mezcla se sustancias hace que se potencien los efectos de una con la otra? 

—Es un timo. El 2C-B como molécula tiene un efecto psicotrópico, alucinógeno, menos marcado que el LSD, y también empatógeno, una capacidad que tienen ciertas drogas para hacer que la persona empatice, socialice, tenga una sensación placentera en este sentido y se pueda ver en el otro. Era un efecto similar al éxtasis, pero claro, lo que aquí se vende es un timo. Tiene un efecto alucinógeno potente en determinadas concentraciones, como la ketamina —que es un fármaco de uso médico y que seguimos utilizando en la clínica —, y cuando se ingiere una alta dosis, los cuadros alucinatorios son muy importantes. En cuanto al consumo de MDMA, ¿qué le voy a decir? Es una droga que, aparte de la cocaína, en nuestro hospital ocasiona unas dos o tres muertes anuales. 

—¿Cómo afecta el tusi a los pacientes?

—Fundamentalmente, cuando uno lo consume a unas dosis no tan importantes, tiene un efecto, en primer lugar, alucinatorio como consecuencia de la ketamina; también una disminución del nivel de conciencia, cierta sensación de placer y un efecto estimulante que es propio del MDMA. A esto se le suma un efecto empatólogo, al parecer, una socializa más y lo hace con cierta sensación de euforia.

—¿Cuál ha sido la evolución del perfil de las personas que llegan a urgencias con una intoxicación?

—Desde la pandemia, hemos visto que el número de intoxicaciones urgentes está incrementándose. Es un continuo. Cada vez atendemos a más pacientes en urgencias por intoxicaciones agudas, en su mayor parte, que son voluntarias y están relacionadas con el consumo de sustancias de abuso. Los sospechosos habituales son siempre los mismos. Tenemos alcohol etílico, en el cual, vemos que el patrón de consumo está cambiando.

—¿Piensa que la gente bebe diferente a cómo se hacía hace unos años?

—Sí. Desde hace unas dos décadas, hemos pasado de un consumo más típico del ámbito mediterráneo, cuando uno se tomaba una copa de vino como forma de socializar, una bebida de baja gradación, que ahora se ha transformado en un consumo mayoritario propio del norte, que es por atracón. La gente joven cada vez más toma bebidas de más graduación en el menor tiempo posible, es decir, buscan la borrachera casi inmediatamente. Esto es muy peligroso, no solo por las consecuencias inmediatas, como es que baje el nivel de conciencia, los traumatismos, politraumatismos o accidentes de circulación; sino por las agresiones sexuales. 

—¿Cómo es el comportamiento respecto al resto de drogas?

—Estamos observando un incremento de la cocaína; y un aumento del tusi, aunque hay que tener en cuenta que el año pasado no llegó a un 2 % de las intoxicaciones, pero claro, comparado con el 2020 y antes, que no había nada, pues es algo muy significativo. 

—¿Existen sustancias cuyo consumo se reduce en detrimento de otras?

—Hay derivados sintéticos, como la mefedrona, y de forma puntual MDPV o AlfaPVP, que son otro tipo de sustancias más complejas de encontrar que han ido sustituyendo de forma progresiva durante los años a otros estimulantes clásicos como la cocaína.

—¿Han encontrado al fentanilo como culpable de alguna intoxicación?

—El consumo actual en nuestro ámbito es muy residual. El porcentaje de adictos a este tipo de sustancias es del 0,1 % de la población. Es muy poco probable que aquí suceda un fenómeno como el de Estados Unidos. Está claro que no puedo negar que se introduzca en el mercado o se altere la heroína con ello, pero hasta ahora, no lo hemos encontrado en los análisis de vigilancia que hemos hecho. 

—Pero antes decía que podría ser un daño potencial. 

—Sí, porque si se introdujese causaría una elevada mortalidad, igual que cuando llegó la heroína en los años 80 a nuestro país. El miedo está ahí. Eso sí, estamos haciendo estudios de cribado para ver si realmente está llegando el fentanilo a nuestro ámbito y a día de hoy, no está.

—En el Congreso de la Semes celebrado en noviembre, ustedes llamaban la atención sobre los casos que entraban en urgencias por Chamanismo. ¿Este tipo de rituales sucede más de lo que se piensa habitualmente?

—Esta en una situación que, desde el punto de vista de salud pública, las autoridades competentes están en alerta ya desde antes de la pandemia. Es un timo donde hay una persona que se autodenomina chamán y que utiliza ciertas sustancias con un potencial alucinógeno, en un supuesto ritual mágico, religioso o como una forma de curación. El más habitual es la ayahuasca, que es una mezcla de dos plantas, y puede provocar efectos médico psiquiátricos muy graves. Ojo no es algo mayoritario, pero se produce. Y curiosamente, no tiene nada que ver con el nivel socioeconómimco. No depende de un nivel cultural, una persona puede tener mucha formación y caer en este nivel de timos chamánicos, que obviamente ponen en riesgo la salud de una persona en situación de vulnerabilidad a cambio de lucrarse. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.