Nuevos casos de tosferina en Galicia: ¿cuáles son los síntomas y cómo protegerse de «la tos de los cien días»?

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

La tosferina es una infección bacteriana altamente contagiosa.
La tosferina es una infección bacteriana altamente contagiosa. iStock

La vacunación en el embarazo y durante la primera infancia son las medidas preventivas más importantes para evitar las complicaciones de esta infección bacteriana altamente contagiosa

22 mar 2024 . Actualizado a las 15:19 h.

En los últimos días se han detectado múltiples casos de tosferina entre los alumnos de varios centros educativos de Ferrol. Conocida coloquialmente como la tos de los cien días, se trata de una infección bacteriana de las vías respiratorias altamente contagiosa, debido a que se transmite a través del aire. Los médicos han alertado acerca de la necesidad de aislar a los niños durante cinco días tras la administración del tratamiento antibiótico para evitar la propagación del patógeno. Se aconseja asimismo prestar atención a sus síntomas, que se manifiestan al principio en forma de catarro y, conforme avanza la enfermedad, progresan hacia unos ataques de tos intensa e incontrolable.

Qué es la tosferina

La tosferina es la consecuencia de una infección causada por la bacteria Bordetella pertussis, que afecta al aparato respiratorio. «En los adolescentes y los adultos suele ser más leve, pero los menores de 4 meses de edad son el grupo más vulnerable, con frecuentes complicaciones e incluso mortalidad», señala la Asociación Española de Pediatría (AEP).

La enfermedad puede empezar como un cuadro de catarro que evoluciona rápidamente y va a más. En los bebés, la tosferina puede ser muy grave, llegando a causar complicaciones como neumonía, suspensión de la respiración, convulsiones e incluso la muerte. El 70 % de los niños menores de un año y casi el 100 % de los menores de tres meses requieren hospitalización.

Síntomas

Los síntomas de la tosferina suelen aparecer entre siete y diez días después de la exposición a la bacteria, aunque en algunos casos pueden pasar hasta seis semanas antes de que la enfermedad se manifieste. Los primeros signos son similares a los de un resfriado o catarro: congestión nasal, mocos, estornudos, tos o fiebre.

A medida que avanza la enfermedad, aparece la sintomatología asociada a la tosferina, que incluye ataques de tos seguidos de un fuerte «silbido» al coger aire, vómitos con la tos y cansancio después de estos episodios. Estos signos suelen aparecer tras una semana o dos y pueden ir acompañados de una coloración roja o azul en el rostro en algunos casos.

«La tos intensa suele durar unas dos semanas y, a partir de entonces, va disminuyendo en frecuencia y gravedad. El paciente puede tardar meses hasta la recuperación completa», observan desde la AEP.

Las complicaciones más frecuentes son la neumonía, la otitis media, la insuficiencia respiratoria, la encefalopatía y las convulsiones. La complicación más grave, que puede causar incluso la muerte, es la apnea, es decir, la detención de la respiración. También es un signo de alerta el fallo respiratorio progresivo.

En determinados casos, los ataques violentos de tos que caracterizan a la enfermedad pueden llegar a provocar fisuras o incluso fracturas en las costillas, hernias abdominales o vasos sanguíneos rotos en la piel y los ojos, especialmente en adultos. En los bebés, la tosferina puede desencadenar, además de la neumonía o la interrupción de la respiración, una deshidratación o pérdida de peso debida a la dificultad en la alimentación.

Es necesario acudir al médico cuando los ataques de tos prolongados causan vómitos, coloración roja o azul en el rostro, dificultad para respirar o pausas notorias en la respiración, o inhalaciones con un sonido similar a un silbido.

Diagnóstico

La confirmación del diagnóstico en la tosferina se puede diagnosticar con una prueba de PCR cuando hay sospecha clínica. «La técnica diagnóstica de elección es la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en aspiradolavado o exudado nasofaríngeo», detalla la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (Seip). 

«El diagnóstico frecuentemente se retrasa, debido a su presentación clínica generalmente inespecífica, con síntomas catarrales al inicio. Es una enfermedad de declaración obligatoria en España. Aun así, su incidencia real se estima entre tres y siete veces superior a la detectada por los sistemas de vigilancia pasivos, debido a la existencia de infradiagnóstico e infranotificación», explica la Seip.

«El diagnóstico se consigue frecuentemente tras el periodo ventana de 21 días, cuando el tratamiento antibiótico podría ser útil para prevenir su transmisión. Puede no ser sospechada inicialmente en pacientes con vacunación completa, al asumir una inmunidad perpetua. Debe sospecharse e incluirse en el diagnóstico diferencial en pacientes de cualquier edad con tos en accesos de más de 14 días de duración. La persistencia de los síntomas durante dos semanas es de ayuda, pero no determinante para el diagnóstico», señala la Seip.

Tratamiento

La tosferina se trata con antibióticos que permiten eliminar la bacteria causante de la infección. Dado que esta medicación es más eficaz cuando se la administra mientras los síntomas son todavía leves, sobre todo dentro de las tres semanas desde el comienzo de la tos, es importante la detección temprana. «Una vez establecida la tos convulsa, el tratamiento no servirá para mejorarla en el enfermo afectado, pero sí limitará la transmisión de la enfermedad», explican desde la AEP.

La recuperación de la tosferina puede ser lenta. La tos se vuelve más leve y menos frecuente a medida que el paciente mejora, pero los episodios de tos pueden reaparecer incluso meses después del inicio de la enfermedad. Muchas personas son susceptibles a otras infecciones respiratorias durante varios meses debido a haber pasado la tosferina.

«La tos puede persistir hasta tres meses, no habiéndose demostrado un tratamiento sintomático eficaz», señala la Seip. Es por esta razón que la tosferina se conoce también como la tos de los cien días.

Prevención

La tosferina es altamente contagiosa. Se propaga por el aire a través de las gotitas que se expulsan cuando una persona infectada habla, tose o estornuda. En la mayor parte de los casos, la transmisión se produce por parte de un adulto que convive en la misma casa que el bebé o niño. Por esto, la AEP recomienda que las madres se vacunen contra la enfermedad en el embarazo a partir de la semana 27 de gestación. «De esta manera, el bebé se inmunizará a través de la placenta. La protección le durará los tres primeros meses, hasta que alcance la edad para ponerse la vacuna», explica la entidad.

La vacuna para los bebés está pautada en varias dosis. Se aplica a los dos, cuatro, seis y 18 meses. Más adelante, se coloca nuevamente entre los 4 y 6 años. «Otra forma de proteger al bebé es la vacunación de su entorno más cercano. Asegúrate de que tus familiares (padres, hermanos y abuelos del bebé) y quienes le cuiden estén vacunados», recomienda la AEP. Dado que la inmunidad de la vacuna tiende a disminuir a los 11 años, los médicos recomiendan una vacuna de refuerzo a esa edad para proteger contra la tosferina.

La vacunación es fundamental ya que, como señala la AEP, la gran mayoría de las personas no vacunadas que están en contacto con un enfermo de tosferina desarrollan la enfermedad. «Una persona afectada puede transmitir la enfermedad hasta dos semanas después del comienzo de la tos. Por eso, la vacunación es la medida preventiva más eficaz para el control de la transmisión de la tosferina», remarcan.

Cabe aclarar que es posible pasar la enfermedad más de una vez, ya que haberla sufrido no garantiza la inmunidad permanente, por lo que incluso las personas que la hayan padecido deben vacunarse. Una vez recuperadas de la enfermedad, las personas no vacunadas previamente o los casos hasta los 7 años de edad parcialmente inmunizados deben completar la vacunación primaria y la dosis de recuerdo según el calendario vacunal.

Para evitar el contagio, el aislamiento de los pacientes desde la aparición de los primeros síntomas y durante los cinco primeros días del tratamiento antibiótico y el uso de mascarillas en espacios públicos o comunes son medidas eficaces y necesarias.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.