Mi hijo tiene tos: ¿se puede tratar?, ¿la miel es efectiva?, ¿cuándo debo acudir al médico?

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

En la mayoría de casos, la tos se suele resolver de forma espontánea.
En la mayoría de casos, la tos se suele resolver de forma espontánea. iStock

La Asociación Española de Pediatría recuerda que los antitusígenos deben evitarse en niños menores de seis años, por la escasa efectividad y efectos secundarios relacionados

06 dic 2023 . Actualizado a las 16:29 h.

Si bien molesta, la tos es un mecanismo de defensa del organismo que no siempre indica la existencia de una enfermedad. Es un reflejo causado por una irritación, compresión mecánica o inflamación de la vía aérea cuya función no es otra que eliminar el elemento ajeno de esta zona y regular la temperatura. 

En niños, se considera uno de los motivos más frecuentes de consulta al pediatra y, además, suele llevar parejo la pauta de un tratamiento sintomático. Con todo, esta respuesta no siempre es la más indicada: «La falta de inocuidad de antitusígenos y otros medicamentos utilizados para el tratamiento de procesos catarrales está ampliamente documentada, sobre todo, en niños menores de cinco años», recuerda la Asociación Española de Pediatría (AEPap).

¿Qué suele causar la tos?

Es habitual que la tos aguda se presente con las infecciones de las vías respiratorias superiores, como son los catarros. Los resfriados suelen ser autolimitados y se pasan, de manera espontánea, «en una o dos semanas sin medicación», detalla la entidad pediátrica. 

Este episodio de obstrucción nasal, aumento de moco y tos se produce, especialmente, en invierno y puede deberse a más de 200 tipos de virus, aunque los más frecuentes son los rinovirus. La puerta de entrada al organismo suele ser «la boca, la nariz o la fina mucosa que recubre los ojos», pero las manos también tienen su peso. 

Como es lógico, cuanto más pequeño sea el niño mayor riesgo de contagio suele tener. Situación que se explica mediante dos factores: en primer lugar, que otros menores y adultos les transmiten los virus; y, en segundo, «porque sus defensas, es decir, su inmunidad, todavía es inmadura», detalla la AEPap.

Mientras que un adulto puede tener de uno a dos catarros al año, los pequeños de la casa pueden padecer hasta ocho. Así lo resume la asociación pediátrica: «Es como si se tuvieran que pasar a la fuerza por esta etapa de catarros en los primeros años de la vida. Los niños que han ido antes a la guardería, al llegar al colegio, faltan menos a clase por enfermedad que sus compañeros más “novatos” en el mundo de los resfriados», indica. 

Tipos de tos, varía en función de la causa y del tiempo

Reconocer el tipo de tos tiene truco porque no siempre es la misma. Su sonido será diferente en función de las vías aéreas que estén afectadas, la causa y el tiempo. Si la infección se produce en las vías respiratorias altas, como la nariz y la faringe, «la tos será irritativa, como de picor», indica la AEP.

Si afecta a la laringe, se parecerá más a la conocida como tos perruna, «más ruidosas y metálica», a la vez que se acompañará de ronquera o afonía. Por el contrario, si el niño produce una especie de pitido al expulsar aire, «significará que la infección afecta a las vías respiratorias bajas, como en la bronquiolitis, pero también puede ocurrir en el asma o cuando un cuerpo extraño está obstruyendo las pequeñas vías aéreas», desvela la entidad. 

El tiempo también hace mella en ella. Al principio del episodio, la tos tiende a ser seca y poco eficaz, para después hacerse más blanda, con moco y flema. Esto trae consigo un problema de sobra conocido para los adultos, las náuseas: «En los primeros años de la vida, los niños no saben eliminar el moco con la tos, se lo tragan. Muchas veces tosen tanto que se les activa el reflejo de la náusea, lo que les hace vomitar», explica. 

¿Cuándo debe ser motivo de consulta?

La tos no debe ser motivo de preocupación en la mayoría de casos, aunque existen situaciones en las que será necesario consultar con el pediatra. La AEP describe como tales las siguientes: 

  • Si hay dificultades para respirar, lo hace con esfuerzo y más deprisa de lo habitual. 
  • Cuando los labios o boca se han puesto de color azulado. 
  • Si el niño hace un sonido fuerte o un silbido agudo al coger aire. También si estos se producen al expulsarlo. 
  • Si el pequeño tiene fiebre y es menor de tres meses. 
  • Si la fiebre dura más de 72 horas, «especialmente si el niño tose pero no tiene mocos o congestión nasal». 
  • Cuando la tos se acompaña de dolor de oídos, irritabilidad o está decaído. 
  • La tos también se debe consultar en las primeras 72 horas desde su comienzo, cuando el niño tiene menos de seis meses y, sobre todo, si aparece entre los meses de noviembre y marzo. 
  • Con sospecha de que haya podido aspirar un cuerpo extraño. 
  • Si la tos aumenta y dificulta las actividades del día a día del niño, o si se acompaña de mucosidad y perdura más de 10 días. 

¿Se puede prevenir?

No existe una fórmula perfecta para evitar un catarro, pero las manos suelen ser un vehículo de contagio bastante frecuente. De hecho, «más del 80 % de las infecciones más habituales se transmiten a través de ellas». Por eso, el lavado de manos se considera la medida individual «más importante» para evitar el contagio.

El procedimiento que debe seguir el pequeño no se aleja de la higiene propia de un adulto: uso de agua templada y jabón; el lavado tiene que durar, como mínimo unos 20 segundos y hay que prestar especial atención a las yemas y uñas, «ya que más del 95 % de las bacterias se encuentran bajo el borde de estas», detalla la AEP. Las manos se deben aclarar durante unos diez segundos, y «conviene que se sequen por completo». 

¿Cómo se puede tratar la tos del niño?

Tal y como explica la entidad pediátrica, la tos es un síntoma más que se presenta como una respuesta defensiva del orgasmo. «Por eso, hay que tratar la causa que lo produce». Con todo, en la mayoría de ocasiones tendrá un origen viral, infección para la cual no existe un tratamiento concreto. 

Por el contrario, es probable que la tos ceda por sí misma con el paso de las semanas. «Por ello, en la infancia, los medicamentos para la tos no son necesarios. Es posible que ayuden a no toser, pero no tratan la causa y pueden tener efectos secundarios», recuerda la AEP. 

Es más, los antitusígenos deben evitarse en niños menores de seis años, «ya que se han investigado poco a edades tan temporadas, su eficacia es controvertida y tienen riesgos importantes», contempla la entidad. Se dividen en dos tipos: los centrales, «que deprimen el centro del cerebro que controla el reflejo de la tos»; y los periféricos, cuya acción anestésica se centra en las terminaciones nerviosas de la vía respiratoria, área en la que se inicia el reflejo.

Los pediatras insisten en que no deben utilizarse en niños con asma, ni mezclarse con mucolíticos y expectorantes, ya que al evitar el reflejo de la tos «pueden producir una obstrucción de los bronquios si aumentan las secreciones bronquiales». 

Medidas para aliviar la tos que se alejan de los fármacos

La Asociación Española de Pediatría propone diferentes medidas que si bien no solucionan la tos, sí pueden mejorar la sintomatología y ayudar a que el pequeño lo lleve mejor. La miel es el producto de abuelos y abuelas por excelencia y, parece que también, de los pediatras. Según la asociación de expertos, esta sustancia es mejor que algunos tipos de antitusígenos y antihistamínicos en la acción de reducir las molestias, la gravedad y la frecuencia de tos. Además, «mejora el sueño de los niños y sus padres», añade. Es barata, segura y se puede emplear a partir del año de vida. Basta con tomar 10 miligramos de miel, diez minutos antes de irse a la cama, para notar sus beneficios. 

La hidratación es igual de importante. «Ya que ayuda a eliminar los mocos del niño» y, por lo tanto, la tos que aparece como consecuencia. En este punto, se incluye la leche porque, al contrario de lo que se suele pensar, no produce más mocos. 

La entidad incluye los lavados nasales con suero fisiológico en la lista de medidas efectivas, así como la humedad ambiental. «Si el hogar tiende a ser seco, un humidificador de vapor frío en la habituación puede mejorar el sueño». De igual forma, también destacan una breve exposición al aire fresco para aliviar la molestia. 

Para la tos “de perro”, el vapor de agua caliente, como el que se produce en la ducha, ha resultado ser eficaz. «Los padres pueden quedarse sentados dentro del baño con su hijo durante unos 20 minutos», proponen. Por último, la AEP apunta que nadie debe fumar en ningún lugar de la casa y mucho menos permitir que el humo entre en contacto con el menor.

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.