Anna Freixas, psicóloga: «¿Te imaginas que tuviésemos la regla hasta los 80 años? Sería una cosa horrible»

SALUD MENTAL

La psicóloga y escritora feminista, Anna Freixas.
La psicóloga y escritora feminista, Anna Freixas. Remedios Malvárez

La escritora vuelve a aportar su visión feminista sobre el envejecimiento de la mujer y pone el foco sobre la menopausia, un proceso normativo que «ha sido patologizado»

12 mar 2024 . Actualizado a las 20:21 h.

Decir que Anna Freixas es, simplemente, psicóloga, es quedarse muy corto. Lleva toda una vida dedicada a estudiar el fenómenos social y cultural del envejecimiento en la mujer desde una perspectiva feminista; un trabajo que comenzó ya durante su tesis doctoral. Ha publicado Sin Reglas (Capitán Swing, 2018) o Yo vieja (Capitán Swing, 2021). En este 2024 y con 77 años, vuelve a lanzar al mercado una reedición de Nuestra Menopausia. Una versión no oficial (Capitán Swing), una visión distinta de un proceso al que nos han acostumbrado a ver rodeado de «alternativas terapéuticas». Ante eso, Anna se rebela y pregunta: ¿por qué razón un proceso natural necesitaría un tratamiento?

—Estamos acostumbrados a ver libros de profesionales de la ginecología sobre la menopausia, pero no tanto a que una psicóloga nos dé una visión histórica y desde un prisma feminista, ¿por qué lo ha hecho?

—Lo primero es que yo soy no médica ni pretendo serlo y tampoco mi libro pretende ser un manual médico porque no considero la menopausia como un proceso que tenga que ser mirado desde una perspectiva patológica. Sí, es un proceso de nuestro cuerpo, pero normativo en la vida de las mujeres. Si eres mujer y llegas a la mediana edad, sí o sí, en el 99,9 % de los casos, dejarás de tener la regla porque ya no la necesitas. Nuestras abuelas y bisabuelas también la han pasado, del mismo modo que hemos atravesado la menarquia. Sin embargo, durante la menarquia, nadie consideró que necesitábamos un tratamiento por exceso de hormonas, pero ahora resulta que sí necesitamos tratamiento por un déficit. 

—¿Cuándo se empezó a patologizar la menopausia?

—Entre pitos y flautas, hace ya casi un siglo. En los cincuenta y sesenta ya se empezó con el tema de las hormonas. De hecho, pasados los setenta ya sabían que los tratamientos con hormonas de entonces producían cáncer. Creo que ha habido un pensamiento subyacente que responde a que, ya que vosotras no vais a parir, «vais a tener» la menopausia sí o sí. Y así, un montón de industrias paralelas vieron en las mujeres un nicho de negocio muy importante, una oportunidad de mercado facilitada por el mensaje patriarcal de que, a partir de la menopausia, las mujeres empezamos nuestro proceso de envejecer y demás, algo que desata el pánico. Es una sucesión de intereses económicos que han transformado la menopausia en un problema emocional y personal para las mujeres; un enorme negocio.

—Insiste en el libro en que, por ejemplo, se hable de signos de la menopausia y no síntomas. 

—Porque un síntoma es un indicativo de una enfermedad. La menopausia no puede considerarse una enfermedad porque es un proceso normativo. No es una enfermedad la menarquia, ¿verdad? Cuando a una mujer le llega la regla se produce una gran alegría familiar. «¡Ay qué bien, ya tiene la regla. Va evolucionando de acuerdo con el programa». Pues con la menopausia tendrá que ser lo mismo: «¡Ay qué bien!, ya tiene la menopausia porque sigue evolucionando según el programa». ¿Te imaginas que tuviésemos la regla hasta los 80 años? Sería una cosa horrible. 

—El tabú histórico con la regla, donde incluso en la publicidad se recurría a eufemismos audiovisuales como nubes y líquidos azulados, parece haber caído, ¿la menopausia sigue silenciada?

—En general, todo lo que se relaciona con el cuerpo de la mujer ha estado rodeado de un cierto misterio. Ahora las chicas hablan y explican que no quieren ir a tal sitio o no tienen ganas porque tienen la regla. O al revés, si no les viene, genera preocupación. La gente, ahora, habla. Se ha normalizado también porque han entrado dentro de la normativa estatal ciertos derechos relacionados con la regla. Pero no ha sido normal hasta hace muy poco. Con la menopausia también se ha mantenido el tabú. Las mujeres lo hemos ocultado y, si teníamos un sofoco, decíamos eso de «qué calor hace aquí» y disimulábamos. Si estábamos en plena reunión de un consejo de dirección no parábamos un segundo y decíamos en alto que íbamos a por un abanico «porque esto de la menopausia es un rollo» y ya está, que es por lo que yo abogo; por normalizar el sofoco y desvanecer todos los tabúes que tienen relación con el cuerpo de las mujeres. 

—En su libro se plantea una pregunta: ¿a quién beneficia la menopausia como enfermedad?

—A un montón de industrias: la farmacéutica, la médica, la estética e incluso te diría que a los psicólogos. Porque al final atemorizas a una población. Y una población atemorizada trata de superar este miedo. Sea a través de medicamentos, de productos de cualquier tipo, terapias o ejercicios. Es cierto que en la menopausia se dan una determinada serie de signos que en algunas aparecen muy frecuentemente y, en otras, nada en absoluto. También que todo lo que tiene que ver con el estilo de vida puede aliviar muchos de estos signos. Por ejemplo, los sofocos están muy relacionados con el estrés. Frecuentemente, las mujeres en la menopausia tenemos unas vidas muy, muy estresadas. Cuidamos de padres y madres mayores, atendemos a los hijos y a nuestras parejas que, más o menos, están también disimulando sus crisis como pueden, hay situaciones laborales complejas. Todo eso genera un estado en el que tú puedes necesitar plantearte dónde estoy, a dónde voy, cómo quiero vivir esto o cómo quiero acompañarme. Tenemos que poder hablar de esto con otras personas que lo han vivido, con otras que lo van a vivir, con compañeras, amigas, madres, hermanas, abuelas. Es decir, se deben de desvanecer los pánicos que cultural y socialmente se nos transmiten.

—¿Y ese pánico se está desvaneciendo?

—Todo aquel tabú del que se habla, se desvanece. El hecho de que salgan cada vez más libros sobre el tema, que se hable cada vez más, ayuda a que estemos más informadas, conozcamos más. Y la información es libertad. Solo a través del conocimiento podremos mirar las cosas que nos suceden de una manera o de otra. Que haya bastantes libros desde posiciones diferentes ayuda a verlo de otra manera.

—Hace referencia al «ímpetu de la menopausia» que hace que las mujeres se movilicen, incluso socialmente, con la desaparición de la regla, ¿a qué se refiere?

—Es algo a lo que ya hizo referencia la antropóloga estadounidense Margaret Mead a mediados de los años cincuenta del siglo XX. Ella reconoció que la menopausia permite una enorme energía. Nosotras ya no tenemos la regla, ya no perdemos hierro todos los meses, nuestra vitalidad mejora y aumenta. Y además, tenemos ya mucha vida recorrida. Sabemos más y, por lo tanto, podemos actuar, vivir, mostrarnos con mucho mayor poderío y conocimiento: de la vida, de la experiencia, del trabajo. Tú le preguntas a las mujeres que han pasado la menopausia si la perciben como un buen momento en la vida y te responden que es lo mejor que les ha pasado. Que con la menopausia se han liberado. Hay muchos textos que definen la menopausia como el tiempo de la libertad. 

—¿Y las parejas? Y estoy pensando en parejas heterosexuales. ¿Qué papel juegan y cómo lo hacen?

—Ellos también tienen sus crisis. De hecho, fíjate en la cantidad de hombres que a los cincuenta empiezan otros caminos en sus vidas. Dejan a sus parejas o entran en sus propias crisis. Lo que pasa es que la andropausia masculina no tiene ese cartel. Vivimos en una sociedad patriarcal y el patriarcado se encargado de no estigmatizar nada que tenga que ver con ellos mismos. Ellos no dicen: «Oye mira, es que estoy con la andropausia y tengo dificultades en mi vida sexual». De esto no se habla y es importante. Las dificultades que surgen en la pareja heterosexual para la sexualidad son importantes para la pareja. Y quizás sea un cambio para mejor, porque pueden permitir una negociación de la sexualidad que fue de una manera y ahora puede ser de otra. Incluso más satisfactoria para las mujeres y la pareja. Lo que pasa es que nosotras nos dedicamos mucho a perfeccionarnos, a que cualquier cosa que pueda afectar a la relación de la pareja se hable, pero ellos difícilmente se sientan a decir que su sexualidad es ahora diferente, a primar lo sensual sobre lo sexual, algo que sería fantástico porque es lo que las mujeres deseamos a medida que pasas los años. Que todo el acercamiento y la ceremonia tenga un papel muy importante, pero en la educación masculina esto es un déficit que les perjudica a ellos y, desde luego, a sus parejas durante este tramo. Ellos, en este sentido, también son víctimas de esta educación.

—Pero es que sigue habiendo debate con el tratamiento hormonal sustitutivo, con profesionales médicos que argumentan que se les ha hecho perder a las mujeres una gran oportunidad suprimiéndolo como opción. Y hay mujeres que demandan esta alternativa. 

—Pero claro que hay mujeres que lo demandan y es posible que haya mujeres a las que les vaya bien con él, yo no lo niego. Yo lo que digo es que tu cuerpo se tiene que adaptar a vivir con un determinado número de hormonas. Y que cuando tú te administras hormonas, tu cuerpo va a pensar que las sigues produciendo de manera natural. Cuando dejes de hacerlo, volverás a un punto en el que tu cuerpo tendrá que empezar a adaptarse de nuevo. Repito, puede ser que haya personas a las que les convenga o les haga falta porque tengan muchas dificultades, pero debería ser algo excepcional y no algo normativo. 

—Usted habla de los beneficios de la menopausia, ¿cuáles son?

—Por supuesto el aumento de la energía, de la sensación de libertad, el no quedarte embarazada, o el fin de algunas dificultades que hemos tenido durante años y años en nuestro período con regla, como el dolor en el pecho, el sentirte emocionalmente cíclica o el fin de las migrañas. Hay muchas cosas y, sobre todo, esa vitalidad que proporciona el hecho de no estar perdiendo hierro cada 28 días. Aparte de las ventajas económicas de dejar de pagar unos productos sanitarios a unos precios a precio de un Mercedes o un BMW. 

—Sobre esto último, ahora Cataluña está entregando gratis a las mujeres en las farmacias copas menstruales, bragas menstruales o compresas de tela reutilizables. ¿No debería haberse financiado esto antes?

—Tengo una amiga que siempre dice que, si los hombres tuvieran la regla, cada 28 días llegarían puntualmente a sus buzones todos los productos sanitarios necesarios para el mes. Vamos despacio, sin prisa pero sin pausa, vamos consiguiendo cosas como que ya haya productos sanitarios en la farmacia gratuitos para las chicas, también hay preservativos para los chicos. Vamos avanzando hasta llegar a cotas como poder incluir en la constitución el derecho al aborto como han hecho las francesas. Creo que tenemos camino por delante, pero vamos avanzando.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.