Carlos Casabona, pediatra especializado en nutrición infantil: «Me preguntan cuántos huevos puede tomar un niño, pero no cuántas galletas»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Carlos Casabona es pediatra especializado en nutrición infantil y autor de dos libros.
Carlos Casabona es pediatra especializado en nutrición infantil y autor de dos libros.

El doctor recuerda las señales que indican que un pequeño no come lo suficiente y describe el daño que hacen las bebidas energéticas

22 dic 2022 . Actualizado a las 10:07 h.

Según una encuesta elaborada por la Sociedad Española de Obesidad (Seedo), uno de cada cuatro jóvenes, de entre 16 y 30 años, tiene sobrepeso u obesidad en España. Un 35 % de ellos destacó que nunca hace ejercicio físico y más de un 40 % pasa más de seis horas frente a una pantalla, rasgos que han empeorado desde la pandemia. Por su parte, el estudio Aladino 2019 sobre la Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad en España, concluyó que el 23,2 % de niños procedentes de familias con rentas inferiores a 18.000 euros brutos anuales sufre obesidad. Un dato que desciende al 11,9 % en el caso de familias con rentas superiores a 30.000. ¿Es esta enfermedad un problema de clase social? El pediatra especializado en nutrición infantil, Carlos Casabona, lo confirma sin tapujos. Se licenció en Medicina y Cirugía en el 1983, y desde entonces, además de ejercer, ha dado numerosas charlas a sus compañeros de profesión y colaborado con distintos medios de comunicación. Es autor de los libros Tú eliges lo que comes (Planeta) y Beber sin sed (en coautoría con el dietista-nutricionista, Julio Basulto, Paidós), con los que pretende ofrecer dos herramientas prácticas a la hora de saber qué llevarse a la boca.

—¿Cuál es el mito de nutrición infantil que todavía cuesta desterrar?

—El de mi niño no come nada. Las familias se quejan de que a ellos les parece que su hijo come menos de lo que tendría que comer, sobre todo, de un año a dos, cuando es lógica la bajada de la velocidad de crecimiento. Los bebés vienen de estar un poco llenitos, lo normal entre los seis y ocho meses, y luego se le empiezan a estirar las piernas y el ritmo de crecimiento baja. Ahí no tienen que comer tanto. Esto ya nos lo dijo Carlos González, el pediatra sabio le llamo yo, que hace más de 20 años ya escribió un libro con este título, y que yo creo que los padres jóvenes lo están olvidando. Él ya dijo «mi niño no me come». Un niño sano, en principio, se autorregula perfectamente. Eso sí, hay que ponerle comida normal delante, y no solo lo que él quiera como chuches o macarrones con tomate.

—Me dice que las familias tienen miedo de que su hijo no coma lo suficiente. ¿Qué señales hay de que a un niño le falta comida?

—Aquí hay que diferenciar. Una cosa es una pérdida de apetito aguda. Es decir, un bebé o un niño pequeño que estaba comiendo de una cierta manera, y con unas ciertas cantidades, y que de repente deja de hacerlo o reduce su cantidad. Este niño puede tener un problema, con una infección en la boca, una viriasis u otro tipo de alteraciones. Por el contrario, es muy típico ver como la madre o el padre vienen a la revisión con un niño de dos o tres años, y te dicen que no come desde que nació. Bueno, pues en ese caso ya sabes que eso no es un problema. Suelen ser niños con constituciones más delgadas, que no necesitan tanto. En principio, cuando un pequeño deja de comer, está apático, más pálido y pachucho, es ahí cuando podemos tener un problema. Lo que nos debe preocupar es una disminución en su apetito de una manera más o menos aguda.

—¿De qué depende que un niño coma bien y con calidad nutricional?

—Del barrio dónde viva. Si vive en un barrio rico, con muchos centros deportivos, con unos parques geniales, sin avenidas ruidosas, en urbanizaciones, con sus jardines... Las familias que tienen ingresos más elevados están más al día, tienen mayor accesibilidad a sus médicos y pediatras. Vivir en un barrio rico es lo que marca la manera de comer de los niños y de los adultos.

—Cuando los adultos comemos mejor, nos encontramos mejor. ¿La alimentación marca una diferencia en los niños? Quiero decir, ¿cómo les beneficia una dieta de calidad? Muchos apuntan a mayores niveles de concentración o de rendimiento escolar.

—No. En esto hay mitos. Desgraciadamente, que coman mucho ultraprocesado, de manera no adecuada, no produce cambios a corto plazo. Veo a familias con un niño en normopeso y otro con exceso, los dos comen lo mismo e incluso, el que está más delgado tiene una dieta peor, y sin embargo, saltan, corren o tienen buen color. Lamentablemente, eso no se ve. Hay estudios que dicen que los que no desayunan luego no rinden. Eso es mentira, lo que pasa es que a lo mejor han dormido poco. Pero ojo, a medio plazo sí que podemos ver alteraciones, cuando una mala alimentación se traduce en un exceso de grasa, y a los 10 o 12 años, vemos problemas de rodillas, de tobillos, de orden psicológico porque empieza a haber bullying, o incluso, problemas con la glucemia, con un nivel que empieza a subir por encima de lo normal. También problemas de orden de la actividad física, que se cansan mucho y luego no sabes si tiene asma o fatiga de esfuerzo. Por eso digo que a medio plazo el exceso de grasa llevará a bastantes alteraciones en muchos niveles, tanto en órganos, como de aparatos, o sanguíneos. Y a largo plazo, ni te cuento.

—Claro, de adultos.

—Eso es. A los niños que están delgados y comen mal, siempre les digo que sus arterias, poquito a poco pueden ir creando una capa de grasa que cuando tenga 45, tenga problemas de arteriosclerosis o accidentes cerebrovasculares. O sea, que es indudable la relación entre comer saludable y las alteraciones que pueden aparecer. Pero a corto plazo en niños, no les pasa nada visible.

—Cuando se habla de obesidad infantil se dice que uno de los mayores problemas más allá de la alimentación rica en ultraprocesados es la falta de ejercicio físico de los pequeños. ¿Hacen falta más horas en el cole, o piensas que por el contrario, esa una actividad que se debe trasladar al exterior?

—Es un tema complejo en el cual hay dos grupos de estudios o de opinadores. Según quien financie el estudio, si es una multinacional de la alimentación saldrá que el exceso de peso, y sobre todo grasa, se debe al sedentarismo. Sin embargo, hay otros grupos de investigadores, entre los que me encuentro, en el que pensamos que esto no es verdad y que son unas mentirijilas interesadas. El ejercicio físico es vital, buenísimo, hay que hacerlo todos los días y es cierto que no hacen lo suficiente ni nuestros niños, ni nuestros jóvenes, ni nuestros adultos, somos una sociedad muy sedentaria. Pero no cuenta tanto como el comer mal a la hora de coger peso. Están los factores genéticos, el sedentarismo y el factor dieta. Pero hay una frase que incluí en mi libro: «No se puede correr más que una mala dieta». Es decir, el niño que come mal, con ultraprocesados, con productos altos en energía y deficientes en vitaminas, no tiene tiempo material para poder metabolizar, gastar o usar toda esa energía. Tendría que estar tres horas caminando sin parar, o en lugar de ponerse a nadar media hora, tendría que estar dos. Además de que intrínsecamente el producto ya es insano en sí mismo, el problema es que es demasiado energético, y no hay tiempo para poder gastar esas calorías. El ejercicio físico no es un carné o autorización para comer mal.

—La obesidad infantil es un problema de salud pública reconocido por la Organización Mundial de la Salud. En cambio, la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (seedo) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición publicaron un estudio que decía que el 60 % de los padres no admiten que su hijo tiene un exceso de peso cuando, en realidad, sí lo tiene. ¿Está de acuerdo?

—Así es. Y según qué estudios, un 90 %. Se ha preguntado en el último estudio Aladino, que salió en el 2019-2020, y en este documento, si juntamos el sobrepeso y la obesidad, hasta un 80 o 90 % de padres no lo reconocen. Dicen que su hijo está fuerte, está lustroso. Sobre todo, por debajo de los seis años, cuando hay una ceguera total. Unos compañeros pediatras publicaron un artículo en una entrevista titulado “¿Los padres de niños obesos necesitan gafas?”. No ven el exceso de peso hasta que es demasiado evidente a los 12 años.

—¿Lo ha visto en consulta?

—A mí me ha pasado de pacientes que he visto con cuatro o seis años, a cuyos padres les digo: ojo, ojo. Me llaman exagerado, que no lo ven tan claro, y que no le van a quitar las cosas que le gustan. Y luego, los ves con doce años, y resulta que sufre bullying o que tiene la cadera mal.

Carlos Casabona es pediatra especializado en nutrición infantil, y con frecuencia da charlas y cursos formativos a compañeros de su profesión.
Carlos Casabona es pediatra especializado en nutrición infantil, y con frecuencia da charlas y cursos formativos a compañeros de su profesión.

—Respecto al azúcar en las bebidas. Creo que ya tenemos muy asentado que los zumos industriales o los refrescos no son buenos pero, ¿y las bebidas energéticas? Uno de sus públicos objetivos son adolescentes.

—Doy charlas monográficas sobre este tema. De hecho, casi podría ser motivo de otra entrevista. Es triste que no haya una regulación política y que se vendan en cualquier quiosco o tienda pequeña de alimentación, y tengan la categoría de refrescos. El acceso es tremendo, y enganchan tanto a los niños grandes y adolescentes, debido a una publicidad dirigida y directa a ellos, con sexismo en la que muestras a chicas en biquini, con regalos en las bibliotecas en época de exámenes, y luego con sus anuncios de patrocinios de grandes motoristas o de coches. Son imperios que se han creado en muy poco tiempo, en menos de 30 años. En Francia estuvieron prohibidas diez años, porque tras investigarlas, se dieron cuenta de que eran muy peligrosas.

—¿Qué tienen?

—Hay una mezcla de sustancias como la taurina, ginseng, gluconolactona, además de tremendas dosis de cafeína y azúcar. Así fue que durante 10 años, en Francia, no permitieron su venta. Pero al formar parte de Europa, hubo una normativa con presiones por detrás y al final, le dijeron que al ser un país europeo no se podía negar a una normativa. Tuvieron que doblar el brazo. Es una vergüenza. El actual gobierno hizo una especie de pre-proyecto para regular su publicidad y acceso, al igual que con el alcohol. Vemos a niños con taquicardias, con ansiedad y con problemas de sueño, y ha habido casos de muertes por el abuso de estas bebidas en jóvenes, que han tenido problemas renales, miocardiopatías. Hay que preguntar en cada revisión de los 10 o 12 años, con cariño y empatía, si las consumen. Lo último de la casa Monster es que ha sacado una bebida de unos 600 mililitros que pone monster sport, y sale la silueta de un jugador de basket, para posicionarla como una bebida deportiva. Esa es otra, en los estudios que han hecho en institutos y universidades, los jóvenes no saben identificar o separar las bebidas isotónicas o deportivas, de las energéticas. Es una confusión que alimenta la misma publicidad. Cuando voy al súper, esta bebida está posicionada al lado de las deportivas o isotónicas, cuando tiene 160 miligramos de cafeína, lo equivalente a tres o cuatro cafés.

—¿Son bebidas energéticas?

—Yo no les llamo así. Son bebidas estimulantes, y así lo dice la OMS. No se deberían publicitar de esta manera. Es algo de márketing, igual que las leches de crecimiento. Se lo inventan, y no hay una regulación que los vigile. Tendrían que llamarse bebidas estimulantes con alto contenido en cafeína, y otras sustancias que pueden desarrollar efectos secundarios a corto, medio y largo plazo. Igual que en el tabaco pone «fumar mata».

—¿Cómo de importante son las grasas en los niños? Parece que con los pequeños nos centramos mucho en los azúcares.

—La grasa es necesaria porque la cubierta que recubre nuestras células tiene lípidos. El cerebro está constituido sobre todo por lípidos, que es el nombre más químico de las grasas. Por lo tanto, las necesitamos. Pero no tienen que ser, sobre todo, saturadas, que no sean todas de origen animal, ni grasas trans. Estas últimas son las que están hidrogenadas, o que han sufrido procesos químicos para alterar su estructura. Por ejemplo, muchos aceites vegetales se hidrogenan para que sean untables, y así sólidos. Estas no son aconsejables. Una grasa saludable desde el puntos de vista de su perfil lipídico es el aceite de oliva, que es grasa pura. El aguacate también, que es una grasa de origen vegetal, no transformada. Después está la grasa de palma, que es un poco más sólida, y por eso se pone tanto en las bollerías, porque además es muy barata. El croissant es omnipresente y la gente se lo toma como si fuera una cosa normal, y no es normal, es un producto insano, de bollería, y que sea integral me da igual. Otro ejemplo de grasa de origen animal, con colesterol, es la yema de huevo. Hay familias que me preguntan cuántos huevos se puede tomar el niño a la semana, pero jamás me han preguntado cuántas galletas le pueden dar por semana. La grasa del huevo no tiene problema alguno, salvo enfermedades genéticas. Pero en general, el colesterol de nuestra dieta no tiene tanta influencia en la cifra de colesterol total de nuestra sangre.

—Muchas veces, tratamos de entretener a los niños para que coman. ¿Es una buena idea?

—¿Tú qué crees?

—Creo que se sabe que la pantalla es un error, eso desde luego. Pero, ¿y los cuentos?

—En principio, creo que no es bueno. Lo mejor es contarle el cuento después de comer, porque así se concentra en lo que hace. Despacio, saboreando cada bocado, y aunque hablemos de un bebé, es importante que disfrute o que coja el brócoli con la mano. Eso es fantástico. Pero no estar distrayendo, ya sea con una pantalla o contándole El Quijote, cada cosa a su tiempo. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.