Así es la carrera de fondo de nuestro cuerpo para eliminar el alcohol: ¿cuánto tiempo dura su efecto?

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

El alcohol empieza a detectarse en la sangre a los 5 minutos de consumirlo y alcanza sus máximos entre los 30 y 90 minutos siguientes.
El alcohol empieza a detectarse en la sangre a los 5 minutos de consumirlo y alcanza sus máximos entre los 30 y 90 minutos siguientes. iStock

El hígado tan solo es capaz de metabolizar 0,12 g/l de alcohol en sangre cada hora, con lo cual, el proceso de eliminación podría llegar a finalizar incluso 19 horas después

14 ago 2023 . Actualizado a las 17:23 h.

En el momento en el que entran unas gotas de alcohol en nuestro cuerpo, empieza un recorrido del que ningún sistema se salva. Desde la boca pasa al estómago por el esófago y, de ahí, al intestino, donde se absorbe. La mayor parte de él, entre el 80 y el 90 %, se metaboliza en el hígado y el 10 % restante, se elimina directamente a través de los pulmones, la piel o a través del riñón, por la orina. Pero una vez que pasa a la sangre, «todas las parte del organismo, de alguna forma, reciben algo de etanol», indica Francisco Pascual, médico especialista en adicciones y presidente de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías (Socidrogalcohol). 

«Hay mucha gente que se pregunta: "Si se metaboliza en el hígado, ¿por qué se detecta en otros sitios?". Y la respuesta es que existe una pequeña parte en el estómago y otros órganos que también secretan un poco, como los pulmones o los riñones. Por eso el alcohol se puede detectar en aire espirado u orina», explica Ignacio Novo, secretario y portavoz del Grupo de Alcohol y Otras Drogas de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y médico internista en el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS). 

Cuando el hígado llega a su tope

El órgano que más sufre es, sin duda, el hígado. «Es nuestro gran laboratorio; metaboliza el alcohol y lo transforma en una sustancia que se llama acetaldehído. Esta, posteriormente, vuelve a modificarse, en acetato, una especie de sustrato energético», comenta Marta Casado, hepatóloga y presidenta de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD). El problema recae en que, cuando se ingieren grandes cantidades alcohol, el hígado ve colapsada su capacidad de transformar el acetaldehído. «No puede con tanto, no es capaz de transformarlo y eso sí que es una sustancia tóxica para nuestro hígado», añade la doctora. 

«El hígado posee una capacidad de eliminar toxinas muy alta, pero tiene un límite que depende de la actividad de algunas enzimas. Las enzimas son unas sustancias que hay en las células, que tienen que deshacer los tóxicos. A veces son capaces de eliminarlos y otras, su capacidad se ve superada. El motivo puede ser por dos circunstancias: el consumo de una cantidad de alcohol tan alta que supera la capacidad del hígado para eliminarlo o el consumo de una forma habitual o diaria que hacen que se alteren las rutas metabólicas», explica Novo. 

En el momento en el que el hígado se ve superado y no es capaz de transformar el acetaldehído en acetato, nuestro cuerpo empieza a experimentar sus efectos tóxicos nocivos. «Por un lado, la intoxicación aguda que afecta sobre todo a nivel cerebral. Pero también a nivel del hígado. A veces, sobre todo los chavales jóvenes que beben mucho alcohol, creen que no se les daña el hígado porque "total un día no pasa nada”. Sí pasa. Es importante recalcarlo. Sí que puede haber un problema agudo en el hígado», asegura Novo. 

El hígado no da a basto: la explicación de por qué beber «engorda»

El problema recae en que el hígado tiene otras «tareas» que se pausan por todo el tiempo que debe dedicar al alcohol cuando consumimos este en exceso. «Podría decirse que el alcohol distrae las rutas metabólicas. El hígado debe hacer un esfuerzo enorme para eliminar el alcohol y así, provoca que no tenga capacidad para formar glucosa. Por eso, cuando uno bebe mucho alcohol puede tener hambre. Es un clásico, porque el hígado está tan entretenido en eliminar el alcohol, que no es capaz de formar glucosa y la tienes que tomar por otro lado», afirma el médico internista. 

Además, el alcohol también interfiere en otra ruta metabólica: en la del colesterol. «Si tiene que ser eliminado por el hígado, pero este se encuentra saturado porque está trabajando en otras cosas como es la eliminación de alcohol, se acaba depositando en el tejido graso y esta es la explicación de por qué el alcohol aumenta nuestra grasa corporal. No es que la aumente en sí o que el alcohol se transforme directamente en grasa, sino que se disminuye la capacidad del hígado para eliminarla», cuenta Novo. 

A largo plazo, el problema recae en que el organismo no es capaz de responder a otro tipo de agresiones. «Si consumimos alcohol de forma habitual y sufrimos una infección, un cáncer o cualquier otra agresión a nuestra salud, el hígado tiene que aportar energía a través de esta formación de glucógeno, que digamos que es la moneda de intercambio energético en el cuerpo y si no puede, las cosas van a ir peor seguro».

El sistema nervioso 

Mientras el hígado sufre por no ser capaz de eliminar el alcohol de nuestro cuerpo, el sistema nervioso también comienza a verse afectado. Aunque la gente suele pensar que es un estimulante porque nos desinhibe, en realidad, su efecto es depresor. Provoca una sensación de euforia, de desinhibición, pero también de mareo, tristeza e incluso agresividad. Todo dependiendo del grado de embriaguez: la cantidad que bebamos, la velocidad y las circunstancias que tiene la persona en ese momento. Por ejemplo, los especialistas confirman que el alcohol se absorbe más rápido si no hemos ingerido comida previamente y que las mujeres suelen verse más afectadas que los hombres. 

«Cuando hablamos del sistema nervioso, vamos a tener dos efectos: el agudo (el que se produce cuando se da la intoxicación por alcohol) y el crónico, propio de la persona que consume alcohol habitualmente. Sobre el primero, se va a producir una incoordinación motora porque afecta también al cerebelo. A todos se nos puede venir a la mente una persona embriagada que intenta buscar su eje de equilibrio para no caerse», apunta Pascual. 

Al igual que el cerebelo, también se ven afectadas otras zonas de nuestro sistema nervioso central, como las interconexiones neurológicas. «Quedan dañadas temporalmente. De alguna forma, es como si metieras una interferencia en una conducción eléctrica, provocando que tu coordinación se vea alterada. Y no solo en el andar, también en el hablar. Una descoordinación a todos los niveles», amplía el doctor. 

¿Mejor tres cervezas o un vasito de whisky?

Partiendo de la base de que lo ideal para nuestra salud es no beber ninguna, sí que es cierto que existe una falsa creencia sobre bebidas «mejores» o «peores» para nuestro cuerpo. Cuando en realidad, la importancia recae en la cantidad de gramos de alcohol que ingerimos. 

«Existe una forma de cuantificar el alcohol que ingerimos y es un concepto que, a veces, la población no entiende muy bien. Se llama unidad de bebida estándar. En España, en algunas bebidas importadas sí aparece. En Reino Unido, por ejemplo, es obligatorio que aparezca cuántas unidades o qué significa una unidad de bebida estándar. En nuestro país esta última equivale, más o menos, a 10 gramos de alcohol. Suele ser equivalente a tomarse una caña, una copa de vino o un chupito, pero muy pequeño. Más o menos suelen ser equivalentes», señala Novo. 

De esta forma, da igual si bebemos vino, cerveza o una bebida destilada, lo importante sería la cantidad de gramos de alcohol. «Si una cerveza tiene 5 %, un vaso de whisky, muchos más. Eso hace que la cantidad de alcohol que en ese momento nuestro cuerpo absorbe y pasa a la sangre, es mucho mayor. Si yo ahora me tomo cinco cervezas, es el mismo efecto que un vaso de whisky por los gramos de alcohol que tiene. Eso es lo importante, no el tipo de alcohol que consumimos, sino los gramos que ingerimos en cada bebida en un tiempo determinado», remarca Casado. 

Una diferenciación con la que también concuerda Pascual: «No importa el tipo de bebidas. Muchas veces se banaliza diciendo: "No, yo solo bebo cerveza". Ya, ¿y si te has tomado dos litros? Son 80 gramos de etanol y estos, provocan embriaguez. Pero también depende del tiempo que estés bebiendo. Lo que se suma es la cantidad global de alcohol y creo que hay que desmontar el mito de "el vino o la cerveza son buenos". Todo depende de lo que bebas y de la cantidad de alcohol que ingieras.También influye si eres mujer o hombre, si has comido antes o estás en ayuno... hay toda una serie de variables».

Cuánto tarda nuestro cuerpo en eliminar el alcohol por completo

«El alcohol se absorbe a los cinco minutos de haberlo tomado, más o menos, y tiene su máximo pico entre los 30 y los 45 minutos», expone Casado. No obstante, el tiempo que dure en sangre va a depender de muchos factores. El primero, el sexo, porque el metabolismo masculino y femenino no son iguales: «En líneas generales podemos decir que un tercio de cerveza un hombre lo puede tardar en metabolizar un par de horas. Y una mujer, un poco más, entre dos y tres horas». 

No existen formas de acelerar el proceso de metabolización del alcohol. El cuerpo lo elimina de tres maneras posibles: evaporación, excreción y a través del metabolismo, siguiendo su curso y ritmo normal. Según apuntan desde el Ministerio de Sanidad, el hígado tan solo es capaz de metabolizar 0,12 g/l de alcohol en sangre cada hora, con lo cual el proceso de eliminación (dependiendo del alcohol consumido) podría llegar a finalizar incluso 19 horas después.

Poniendo el foco en ese proceso de eliminación, para entenderlo mejor, Pascual propone que nos pongamos en el supuesto de la conducción de vehículos a motor después de beber alcohol. A día de hoy en España, está permitido conducir con una tasa de alcoholemia que no llegue a los 0,5 g/l de alcohol en sangre. Si se trata de aire espirado, equivale a 0,25 mg/l (y en el caso de conductores noveles y profesionales la cantidad se reduce a 0,3 g/l en sangre y 0,15 g/l en aire espirado). «Es importante diferenciar las dos posibles medidas porque a veces se confunde diciendo: "Solo he dado 0,2 soplando". Ya, pero eso es un 0,7 en sangre. Teniendo en cuenta que todavía puedes tener alcohol en el estómago, por eso cuando te para la policía te dice que esperes un rato y vuelvas a soplar. Puede que estés en una fase de eliminación porque te has ido a comer, estás haciendo la digestión y, al cabo de un momento, esa cantidad va disminuyendo, o que todavía te quede alcohol en el estómago y al cabo de un rato este se termina de absorber y la alcoholemia segunda es más elevada que la primera», explica el doctor. 

Tiempo que tarda el organismo en eliminar una sola consumición de las bebidas alcohólicas más frecuentes. Fuente: Ministerio de Sanidad
Tiempo que tarda el organismo en eliminar una sola consumición de las bebidas alcohólicas más frecuentes. Fuente: Ministerio de Sanidad Cinthya Martínez - La Voz de la Salud

Dicho esto, ¿cuánto tardaría en eliminarse el alcohol de nuestro cuerpo? «Aproximadamente un 0,1 g/l por hora», responde Pascual. Y amplía: «Es decir, una persona que se ha tomado tres cervezas, está cerca de tener una alcoholemia de 0,6 o 0,7 en sangre, tres tercios, que es un litro. Pero la cantidad que uno bebe cuando se va de fiesta suele ser superior a eso, al tomar cubatas. A lo mejor puede alcanzar una alcoholemia de 1,2 o 1,4 g/l en la que ya tienes una sensación de euforia, embriaguez e incluso una desinhibición total. En ese caso, puedes tardar doce o catorce horas en eliminarlo. Siempre aproximadamente porque cada cuerpo es distinto».  

Falsos trucos sobre eliminación de alcohol de nuestro cuerpo

Una de las mayores preocupaciones de las personas que beben alcohol y que conducen es “pasar” el control de alcoholemia. Los mitos sobre masticar chicle, caramelos o granos de café, usar espráis bucales, beber agua o aceite, tomar clara de huevo, fumar o consumir cocaína, no reducirá la tasa de alcoholemia. La única forma de no dar positivo en un control de alcoholemia es no consumir alcohol. 

Tomar café o leche, ducharse, hacer ejercicio o dormir no son estrategias eficaces para reducir el nivel de alcoholemia.

Fuente: Ministerio de Sanidad

 Y llega la temida resaca

Después de eliminar un tóxico que ha interferido en nuestro metabolismo y en nuestro sistema nervioso, lo raro sería que no sufriéramos resaca al día siguiente. «Está producida por el síndrome de abstinencia agudo del alcohol. Por todo lo que ha ido quemando este cuando ha pasado por tu cuerpo y porque se produce un déficit de vitamina B. Los metabolitos del etanol, el acetaldehído, es la sustancia que se queda un poco más de tiempo en el cuerpo. El tóxico que te va a provocar la sensación de resaca, dolor de cabeza, mareo y de estar hecho polvo al día siguiente. Es una cuestión metabólica puramente», indica Pascual. 

«Al día siguiente nuestro cuerpo se tiene que recuperar, volver a su sitio, pero lo hace lentamente porque, a pesar de que el etanol ya se ha eliminado, la otra sustancia, el acetaldehído, que queda como un tóxico tanto o más potente a nivel de estas interconexiones neuronales. Es lo que te provoca, como decía, que al día siguiente tengas dolor de cabeza, ganas de vomitar y falta de fuerza», concuerda el médico internista. 

Aunque Pascual reconoce que no todos sufrimos la resaca de la misma forma porque cada cuerpo metaboliza el alcohol de forma diferente y porque «aquí no existe la matemática pura», insiste: «Cuidado con la edad porque los efectos son mayores. También existe menos tolerancia en los menores, no deberían beber nada». 

«Me tomo tres cubatas y estoy como si nada»: el autoengaño

Aquellas personas que consumen alcohol en cantidades importantes, de forma habitual, tienden a pensar que «su cuerpo ya está acostumbrado» y que, por lo tanto, los daños de esta sustancia tóxica en su cuerpo no son tan graves. En realidad, es un autoengaño. «No es que tu cuerpo esté acostumbrado, es que las rutas metabólicas ya están desviadas hacia la eliminación del consumo de alcohol. Digamos que todo lo que comentamos hasta ahora ya está activado de forma crónica. Lejos de ser bueno, es nefasto, porque hace que uno note los efectos nocivos del alcohol y que se siga consumiendo habitualmente». 

El doctor Novo se refiere a efectos nocivos como el metabolismo de la glucosa o de los líquidos, «que se perpetúan sin que la persona se de cuenta». Y además, añade otro factor importante: el estrés oxidativo. «Este último se podría definir como los desperdicios del metabolismo de nuestro cuerpo. Si estás todo el tiempo consumiendo alcohol, aunque sean cantidades pequeñas, pero de forma diaria, todas esas rutas metabólicas anómalas están activadas y se van acumulando una serie de desperdicios que son los radicales libres de oxígeno. La oxidación de esas células hace que estas mueran y se provocan problemas como la cirrosis hepática, daño cerebral sostenido o el desarrollo de diversos cánceres como cabeza y cuello, tubo digestivo o de hígado. Todas estas enfermedades tienen que ver con el consumo de alcohol porque se acumulan estas sustancias y van haciendo que estas células se degraden o mueran, pudiendo aparecer células tumorales», subraya. 

Por su parte, la presidenta de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) también menciona las consecuencias del consumo de alcohol en nuestro hígado: «Se relaciona con daño hepático que, a lo largo del tiempo, va progresando. Pasa de ser una enfermedad que no altera la función del hígado, una esteatosis, un acúmulo de grasa, que progresa a lo largo de los años, aumenta la cirrosis y puede evolucionar a una enfermedad irreversible: la cirrosis hepática». 

Datos a tener en cuenta: 

  • Cuanto más rápido se bebe, más rápida es la absorción y más cantidad de alcohol llega la sangre.
  • Las bebidas fermentadas (cerveza o vino) se absorben más lentamente que las destiladas (ron o ginebra).
  • Acompañar el alcohol de bebidas gaseosas (refrescos o tónica) o beberlo caliente acelera los niveles de alcoholemia.
  • Los menores de 18 años y los mayores de 65 son más sensibles al consumo de alcohol.
  • La eliminación del alcohol es más lenta si se duerme.
  • Las mujeres alcanzan niveles más elevados de alcohol en sangre, bebiendo lo mismo, que un hombre.
  • La fatiga, la somnolencia, la ansiedad o el estrés afectan sobre el grado de alcoholemia.
  • El alcohol empieza a detectarse en la sangre a los 5 minutos de consumirlo y alcanza sus máximos entre los 30 y 90 minutos siguientes. 

Fuente: Ministerio de Sanidad

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.