Los productos para la piel que no necesitas: «Las mascarillas no suelen ser recomendables»

VIDA SALUDABLE

Muchos productos cosméticos están potenciados por el márketing, pero no tienen beneficios comprobados.
Muchos productos cosméticos están potenciados por el márketing, pero no tienen beneficios comprobados. iStock

Las rutinas de «skincare» de ocho pasos que se ven en redes sociales pueden tener efectos contraproducentes y acabar irritando la piel

28 feb 2024 . Actualizado a las 16:47 h.

En un mundo saturado de productos de cuidado de la piel y consejos de belleza, es fácil caer en la trampa de creer que necesitamos una amplia gama de elementos para mantener nuestra piel radiante y saludable. Pero lo cierto es que muchos de estos productos son innecesarios e incluso pueden ser perjudiciales para nuestra piel. Desde las rutinas de cuidado de ocho o nueve pasos que se han popularizado hasta tendencias como la aplicación de aspirina de manera tópica, los mitos y los consejos que circulan en redes sociales pueden ser más dañinos que beneficiosos si los seguimos sin consultar con un profesional.

A pesar de lo que podamos ver en redes sociales, en todo lo referido al cuidado de la piel, menos suele ser más. Esto no quiere decir que no se deban utilizar activos antioxidantes o rejuvenecedores en pieles adultas que puedan beneficiarse de ellos. Lo que quiere decir es que hay que evitar el exceso de productos y optar por una rutina simple para la mañana y otra para la noche.

Lo que sí hace falta

Aunque todo dependerá de la edad y de las necesidades de cada persona, los pasos esenciales no son más que tres. Se empieza por una limpieza suave, sin jabones, sino con productos formulados específicamente para nuestro tipo de piel, a poder ser, de farmacia, no de perfumería.

A continuación, se pueden añadir los activos que sean interesantes según nuestra edad. Los antioxidantes entrarían en este paso, pero su uso debe estar indicado y supervisado por un profesional y, desde luego, no puede incorporarse a edades demasiado tempranas. «Luego, hay que usar, de día, una crema hidratante que aporte nutrición y por la noche, a partir de los 25 o 30 años, cremas antienvejecimiento que ayuden a que la piel se mantenga en buen estado», aconseja el farmacéutico Jerónimo Ors.

El último paso de la rutina es, por la mañana, el protector solar. Cabe señalar que la cara es la parte del cuerpo que más expuesta está a los rayos solares durante todo el año. Entonces, el uso de fotoprotección tiene que estar presente. Y por la noche, se pueden usar los retinoides, activos potentes que favorecen a la reparación de la epidermis. «Si tenemos ya arrugas marcadas o daño solar, conviene añadir un sérum que rellene las arrugas de la piel. Por debajo, la piel es como una esponja que retiene líquido, pero, con los años, pierde esa capacidad, entonces, los sérums rellenadores son muy eficaces», señala Ors.

¿Necesito una crema cara?

La respuesta es un categórico «No». Los expertos coinciden en esto. «La eficacia de una crema no se determina por su precio. Tanto las cremas caras como las más asequibles pueden ser eficaces o no, dependiendo de sus ingredientes, concentraciones, base y estabilidad de la fórmula. El precio alto de una crema está más relacionado con el márketing, el branding y el empaque de lujo que con la calidad del producto en sí», señala en este sentido la farmacéutica Gema Herrerías.

«Hay que tener en cuenta que a los productos se les pone un precio en función del consumidor al que van dirigidos. Un consumidor de lujo, por muy buena que sea una crema de diez euros, no la va a comprar, porque está acostumbrado al lujo. Esta parte influye mucho en el precio. De hecho, hay laboratorios que tienen sus productos para droguería o para perfumería y luego, venden esos mismos productos con la misma fórmula y los mismos ingredientes a otro precio distinto en otro canal. También hay marcas que son excesivamente caras y que sus ingredientes principales son de lo más barato que hay en el mercado», explica Héctor Núñez, farmacéutico especializado en cosmética.

En definitiva, más que buscar productos caros o que tengan un nombre reconocido, debemos guiarnos por los ingredientes que tienen y su eficacia. Por ejemplo, Núñez sugiere buscar marcas que hagan estudios de eficacia de sus productos. Otra regla de oro es elegir productos de laboratorios farmacéuticos, en lugar de formulaciones cosméticas de perfumería. Esto garantiza que el producto sea seguro y, en general, hipoalergénico. En todo caso, si estamos perdidos y no sabemos qué comprar, lo ideal es consultar con un dermatólgo.

«Se debería invertir en productos que hayan demostrado su eficacia con estudios clínicos que contengan ingredientes que funcionen como retinol, niacinamida, ácido hialurónico, ácido glicólico, péptidos, etc. Y también invertir en la consulta con un profesional del cuidado de la piel que pueda analizar la piel y recomendar productos específicos que aborden las necesidades específicas, como el acné, la hiperpigmentación o las arrugas», resume Herrerías.

Ojo con las mezclas

Aunque pueda ser tentador usar varios productos a diario para potenciar el efecto y ver resultados más rápidos, esto suele ser contraproducente y puede dar lugar a reacciones indeseadas. «Cuidado con empezar a aplicar a la vez activos potentes en altas concentraciones. Es mucho mejor empezar poco a poco, e ir introduciendo los activos uno a uno», advierte en este sentido la farmacéutica especialista en dermocosmética Berta García.

Es especialmente importante prestar atención a los productos que tienen potencial irritativo, evitando mezclar varios de ellos en cada aplicación. Así, por ejemplo, se desaconseja utilizar retinol junto con vitamina C e hidroxiácidos AHA o BHA, porque esto puede producir enrojecimiento y sensibilizar la epidermis. Lo ideal sería utilizar la vitamina C por la mañana, y los otros activos mencionados por la noche.

«Hay que exfoliar, pero si estamos usando al mismo tiempo un retinol, hay que tener cuidado para no quemarse. Esto incluye los labios, que muchas veces nos olvidamos de protegerlos», indica la dermatóloga Cristina Ciudad.

Los productos que no necesitas

Cientos de cremas, sérums, ampollas, mascarillas y tratamientos que existen para la piel llenan los pasillos de las tiendas y ocupan un lugar privilegiado en las farmacias y perfumerías. Navegar a través de ese mar de productos y diferenciar qué es necesario y qué no para que nuestra piel esté sana y luminosa no es fácil. Pero los expertos revelan algunos trucos para no caer en engaños.

Cremas con colágeno

«El colágeno lo produce el propio cuerpo, como produce cualquier proteína. Dentro de las células, la secuencia está codificada en el ADN y es la propia célula la que fabrica el colágeno», explica José Miguel Mulet, catedrático de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia y director de investigación en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP). El ritmo de producción del colágeno disminuye a partir de los 25 años de edad, de forma que entramos en déficit a razón de un 1 % al año, aproximadamente. Pero, lamentablemente, las cremas que lo contienen no son efectivas. «Un suplemento de colágeno no tiene ningún beneficio, al igual que una crema de colágeno, que no va a atravesar la piel», señala Mulet.

Cremas con probióticos

«Muchísimas cremas que veo dicen llevar probióticos, cuando un cosmético no puede llevar bacterias vivas añadidas artificialmente; es una mentira. Lo que pasa es que se utiliza toda esta connotación positiva que, por la importancia que tiene en nuestro cuerpo la microbiota, el término probiótico ha ido adquiriendo. Y eso se ha aplicado a los cosméticos cuando directamente es mentira. No llevan bacterias vivas, es imposible», explica la farmacéutica Sandra Dubra.

Mascarillas

Usar una mascarilla no es necesario ni efectivo, salvo en circunstancias especiales. «No las usamos a nivel cosmético. Los dermatólogos podemos llegar a usar mascarillas secantes en pieles grasas, pero esto está bastante en desuso. Luego, hay unas calmantes que podemos usar después de un tratamiento dermoestéticocomo un láser o un peeling, pero no suelen ser recomendables fuera de esto», señala el dermatólogo Rubén Del Río, miembro del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (Gedet) de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

Jabones

«Echarse jabón a la cara se considera erróneo hoy en día. Antes se hacían tratamientos agresivos con jabones fuertes, pero esto se ha dejado de hacer porque altera el equilibrio lipídico de la piel y eso va a cambiar la microbiota de la epidermis», explica Rubén del Río. ¿La razón? Para que un jabón haga su trabajo, tiene que tener un pH mayor a 9,5. Dado que el pH de la piel se encuentra entre 4 y 6, el jabón dañará la piel. Al mismo tiempo, la estructura química de estos productos puede ser perjudicial para las proteínas de la cara. Mejor, elige un limpiador suave.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.