Estos son los riesgos de utilizar cremas o maquillaje que has abierto hace tiempo

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

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Aunque varía de los seis meses a los dos años, todos estos productos tienen fecha de caducidad

05 may 2024 . Actualizado a las 09:22 h.

¿Cuántas cremas tienes en el baño? ¿Y en el neceser de maquillaje? Acumular productos cosméticos y usarlos una vez pasada su fecha de caducidad trae consecuencias para nuestra piel. También abrirlos y no utilizarlos en el período recomendado por el propio fabricante. Porque, al igual que no comeríamos ese tomate frito que se nos quedó en la nevera durante días, los dermatólogos advierten que no deberíamos aplicarnos cosméticos que ni nos acordamos cuándo hemos comprado. 

Almudena Nuño, miembro del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (Gedet) de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), indica que «lo primero es utilizar aquellos productos que son los adecuados para nuestra piel». Y recalca que, en el ámbito dermatológico, menos es más: «A día de hoy existe una tendencia a comprarse muchas cosas y a dejarlas abiertas y hay que tener en cuenta que cuando abrimos un cosmético, con el tiempo va perdiendo propiedades». 

En el etiquetado, existen dos indicadores a tener en cuenta: la fecha de caducidad y el PAO (por sus siglas en inglés, period after opening). El primero hace referencia al período máximo en el que puede emplearse un producto determinado, se abra o no; mientras que el segundo indica el tiempo en el que el producto pierde utilidad desde el momento en el que se abre. Se representa mediante un envase abierto y el número de meses correspondiente (por ejemplo, si el PAO es de seis meses: 6M). Así lo explica Nuño: «Normalmente, los cosméticos tienen su fecha de caducidad en dos o tres años, pero luego se pone, normalmente a través de un símbolo de un bote con una tapita abierta, que duran entre seis y doce meses, dependiendo del producto. Eso significa que cuando pasa ese tiempo es como si estuviera caducado».

Los riesgos de utilizar una crema caducada o abierta hace mucho tiempo 

Los riesgos de utilizar un producto cosmético que almacenamos desde hace un tiempo, según Nuño, depende de los ingredientes que este contenga. «Por ejemplo, el retinol suele ver disminuida su eficacia. Por otra parte, si tiene antioxidantes, estos sí que suelen perder las propiedades e incluso pueden dejarnos un tono indeseado en nuestra piel. De hecho, la vitamina C suele venir en botes más pequeños o incluso en ampollas, para evitar esa pérdida». 

Otros productos con los que se debe tener especial cuidado son los protectores solares. «Cuando pasa ese tiempo, pueden no ejercer su función que es protegernos del sol. Podemos llegar a sufrir quemaduras». 

«Luego estarían aquellos productos naturales que, evidentemente, depende de lo que entendamos como tal. Hay que ver de qué están hechos porque si se trata de cremas artesanales o hechas a mano, se suelen estropear más rápidamente», explica la doctora. 

Además, entraría en juego el formato. Aquellas que disponen de un sistema airless (aquel que no propicia una cámara de aire en su interior, generando un vacío que protege al producto de contaminación o procesos oxidativos) suelen tener una mayor duración que las que no. «Las cremas de tarro, que además introducimos las manos y estas no siempre están del todo limpias, suelen llevar más conservantes para evitar que se estropeen. Duran más, pero también llevan más ingredientes de este tipo. Por otro lado, las que tienen sistema airless duran porque no les entra el aire, pero no necesitan tantos compuestos para ese fin», amplía la dermatóloga. 

Sobre todo en las de tarro, Nuño alerta que pueden provocar sobrecrecimiento de pequeñas bacterias que, en contacto con nuestra piel, pueden desencadenar en una foliculitis (una afección común de la piel que ocurre cuando los folículos pilosos se inflaman) u el agravamiento de otras circunstancias que padezca nuestra piel, como eccemas. 

Consejos de Nuño para evitar aplicarnos en la piel cosméticos en mal estado:

  • No comprar más productos de los que necesitamos. Una vez abiertos, pierden sus propiedades. Así evitaremos tener que tirarlos en el futuro. 
  • Poner una etiqueta de cuándo abrimos ese producto. Así, podemos compararla con el PAO y sabremos si el cosmético se encuentra en condiciones. 

Un ejército de bacterias: el maquillaje 

Otros cosméticos que solemos acumular (y utilizar incluso durante años), son todos los que engloba el maquillaje. «Sucede lo mismo que con las cremas. Normalmente este tipo de producto, abierto, dura como un año. Aunque en sus envases suele aparecer doce meses y es muy variable, recomiendo que cada persona mire las características de cada uno». 

La doctora asegura que cuando este tipo de productos caducan «se suelen cuartear, pierden propiedades y se nota. El rímel se reseca y los labiales también. No debemos esperar hasta que eso suceda». En cuanto a las bases de maquillaje, sucede lo mismo que con las cremas: «Suelen ser una mezcla de agua y aceite, para que nos entendamos. Si es más grasa predominan más los aceites y si es más fluida, el agua. Cuando ambos componentes se separan, quiere decir que se está deteriorando. Es mejor mirar si está caducado y si es así, deshacerse de él». 

Sin olvidarse de otro gran foco de bacterias: las brochas. «Muchas tienen pelo natural y para limpiarlas se puede utilizar champú o jabón. Pero lo que está claro es que hay que lavarlas para eliminar los restos de productos y suciedad». En cuanto a la frecuencia con la que debemos realizar esa limpieza, la doctora señala que depende del uso que les demos, pero añade que «si es diario, se recomienda lavarlas una vez a la semana». 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.