Fresas con hepatitis A: ¿qué riesgo tenemos en España?

VIDA SALUDABLE

Las fresas contaminadas provenientes de Marruecos no representan una alerta según la OCU.
Las fresas contaminadas provenientes de Marruecos no representan una alerta según la OCU. iStock

La OCU explica que la principal medida que deben tomar los consumidores es lavar la fruta y las hortalizas y mantener una higiene de manos correcta antes de comer y después de ir al baño

18 mar 2024 . Actualizado a las 17:11 h.

La Unió Llauradora i Ramadera ha detectado un nuevo cargamento de fresas contaminadas con hepatitis A proveniente de Marruecos. Nueve días después de otro suceso similar, que había sido denunciado por la Asociación Valenciana de Agricultores, la Unió da esta vez la voz de alarma por la presencia de contaminación por el virus y reclama que se garantice la seguridad alimentaria. Sin embargo, desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) señalan que la incidencia «no está clasificada oficialmente como alerta».

La información proporcionada por el Sistema de alerta rápida para alimentos y piensos (RASFF) detalla que estas fresas presentan niveles de hepatitis A superiores al límite máximo permitido, lo que significa que plantean un riesgo serio y significativo a la salud pública. Se cree que la contaminación pudo haberse originado a partir del uso de aguas que estaban en contacto con materia fecal para irrigar los cultivos.

Cómo actuar

Como explica la OCU, el RASFF «es clave para reaccionar con rapidez cuando se detectan riesgos para la salud pública en la cadena alimenticia». Existen cuatro tipos de notificaciones del RASFF, que implican diferentes niveles de riesgo e importancia. El nivel más alto de gravedad es el de las notificaciones calificadas como alertas, que exigen una acción inmediata por parte de las autoridades. El segundo nivel en cuanto a importancia es el de las notificaciones de información, como es el caso de las fresas contaminadas con hepatitis A. En estos casos, «se ha identificado un riesgo, pero el producto no ha llegado al mercado o el riesgo no requiere una acción rápida», aclara la OCU.

El RASFF dispone de una base de datos pública y de libre acceso en la que se pueden consultar todas las notificaciones registradas por los distintos países. En total, en esa base de datos hay actualmente tres notificaciones por hepatitis: «una de moluscos bivalvos procedentes de España, una de unas bayas de Polonia y la recién conocida de las fresas de Marruecos. En este caso, se trata de un alimento contaminado, probablemente por las aguas con que se ha regado», detalla el organismo.

La notificación no deja de ser simplemente eso: una notificación. No se trata, en este caso, de una alerta. En este sentido, remarca la entidad, «con la información disponible nada indica que se trate de un motivo de alarma. El alimento no ha llegado al mercado o no requiere una acción urgente. No debes dejar de consumir fresas por esta información».

Si bien se recomienda el consumo habitual de frutas y verduras como parte fundamental de una dieta saludable, la OCU aconseja hacerlo siguiendo las prácticas adecuadas para prevenir riesgos. Estas son las medidas recomendadas:

  • Lava las frutas y verduras cuando te las vayas a comer (no antes) y elimina todas las zonas dañadas.
  • Frota la piel para eliminar una mayor cantidad de residuos y otros posibles contaminantes, siempre y cuando la superficie de la fruta o vegetal lo permita, como por ejemplo en el caso de manzanas, peras o calabacines.

Cabe señalar que los virus responsables de la hepatitis A son resistentes a distintos ambientes y pueden soportar los tratamientos comunes aplicados en la producción de alimentos para eliminar o controlar bacterias dañinas, por lo que conviene tomar las precauciones indicadas y reforzar las medidas de higiene de manos.

Qué es la hepatitis A

La hepatitis A es una infección que provoca la inflamación del hígado y está causada por el virus VHA. La transmisión se produce fundamentalmente a través del contacto oral-fecal o, en otras palabras, cuando un individuo ingiere alimentos o bebidas contaminados con las heces de pacientes que portan el virus.

En el ámbito doméstico, la vía más frecuente de transmisión de la enfermedades la manipulación de alimentos por parte de una persona que no se ha lavado de manera correcta las manos. El contagio a través del consumo de agua, si bien no es tan común, puede ocurrir cuando esta se contamina con aguas residuales o no ha sido tratada adecuadamente.

Por otro lado, el virus también se puede propagar a través del contacto directo con una persona infectada, por ejemplo, a través de las relaciones sexuales que impliquen contacto bucal-anal.

Síntomas

La hepatitis A tiene como síntoma característico el cambio de color de la orina, que se vuelve oscura. Puede provocar, también, fiebre, malestar, pérdida de apetito, diarrea, náuseas, dolor articular, molestias abdominales e ictericia (coloración amarilla de la piel y/o los ojos). Aunque suele ser de corta duración, puede resultar en complicaciones graves, especialmente en individuos con condiciones hepáticas preexistentes o sistemas inmunológicos comprometidos.

A diferencia de las variantes B y C, la hepatitis A no provoca enfermedad hepática crónica, si bien puede causar síntomas debilitantes y, en determinados casos, llega a provocar una hepatitis fulminante o insuficiencia hepática aguda, complicación que conlleva un alto riesgo de mortalidad. En ocasiones, la hepatitis A puede recidivar, es decir, que la persona que se acaba de recuperar puede caer enferma de nuevo con otro episodio agudo, aunque, por lo general, se acaba recuperando.

El período de incubación de la enfermedad suele ser de entre 14 y 28 días, según detalla la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los adultos presentan signos y síntomas con mayor frecuencia que los niños. De hecho, la gravedad y la mortalidad de la enfermedad aumentan con la edad. Los menores de seis años infectados no suelen experimentar síntomas apreciables, y solo el 10 % de ellos presentan ictericia.

Los principales factores de riesgo para sufrir la infección son, de acuerdo con la OMS:

  • saneamiento deficiente
  • falta de agua apta para el consumo
  • convivencia con una persona infectada
  • relaciones sexuales con una persona con infección aguda por VHA
  • consumo de drogas recreativas
  • mantener relaciones sexuales entre hombres
  • viajes a zonas de alta endemicidad sin inmunización previa

Tratamiento

No existen tratamientos antivirales específicos para la hepatitis A. Los síntomas tras la infección suelen remitir lentamente, y esta recuperación puede prolongarse a lo largo de varias semanas o meses. La OMS subraya que «es importante evitar el uso de medicamentos innecesarios que pueden afectar negativamente la función hepática, como el acetaminofeno o paracetamol».

Prevención

Además de la vacunación, que se puede solicitar en centros de salud y cuya indicación debe ser valorada por el médico en función de los factores de riesgo individuales, las prácticas de higiene personal, como lavarse regularmente las manos antes de comer o cocinar y después de ir al baño, son las medidas preventivas más indicadas para la población a nivel individual.

En caso de viajar a una zona altamente endémica, el Ministerio de Sanidad recomienda realizar la vacunación, iniciándola al menos dos semanas antes de la partida. La segunda dosis debe colocarse entre seis y doce meses después de la primera.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.