La pastilla que imita los efectos del ejercicio cada vez está más cerca

La Voz de la Salud

VIDA SALUDABLE

Imagen de archivo de una mujer corriendo, en Ferrol.
Imagen de archivo de una mujer corriendo, en Ferrol. CESAR TOIMIL

Un nuevo fármaco, probado en ratones, consiguió mejorar su resistencia y activar el metabolismo de los animales sin que ellos moviesen una pata

19 mar 2024 . Actualizado a las 15:22 h.

La práctica de ejercicio físico regular lleva mucho tiempo formando parte de la receta de salud. Médicos de unas y otras especialidades recomiendan una vida activa tanto en la prevención, como en el tratamiento de distintas patologías. No es para menos, el deporte ha demostrado mejorar el estado muscular y cardiorrespiratorio de quienes lo practican, también refuerza la salud ósea y funcional, reduce el riesgo de hipertensión, accidentes cerebrovasculares, diabetes o distintas tipos de cáncer y, además, tiene efectos positivos en el peso corporal y en la salud mental. Sus beneficios se producen a todas las edades, por ello, en el 2020, la Organización Mundial de la Salud lanzó su campaña Cada movimiento cuenta, para luchar contra el sedentarismo—en aumento en las sociedades occidentales— y promover una actividad física regular. 

Pese a la larga lista de ventajas, muchos siguen viendo el ejercicio como un castigo, como algo que, o bien no desean hacer, pero lo hacen; o bien, como algo por lo que no vale la pena ni esforzarse. Para estos últimos, la ciencia trae un mensaje: en el futuro, una pastilla podría suplir parte de sus beneficios. Un compendio de investigadores de universidades estadounidenses acaba de presentar, en la reunión primaveral de la Sociedad Química Estadounidense, un fármaco que imita algunos efectos del deporte, como la pérdida de peso y el aumento de la actividad muscular. 

La investigación, que hasta el momento solo se ha probado en ratones, consiguió que el compuesto empleado — denominado SLU-PP-332 — convenciese al organismo de roedores obesos de que su cuerpo estaba haciendo más ejercicio del que realmente hacían, lo que estimulaba el metabolismo de los animales. Además, aumentó su resistencia hasta el punto de que pudieran correr casi un 50 % más que antes. Eso sí, todo ello, sin que estos pequeños animales moviesen una pata. 

Un nuevo uso de un compuesto que aparece en plena revolución de fármacos para atajar la obesidad, como el Ozempic, el cual se ha visto que ayuda a reducir el apetito y contribuye en el tratamiento de esta y otras enfermedades metabólicas. 

Con todo, este estudio no es motivo suficiente para lanzar las campanas al vuelo y desechar la práctica deportiva. Pocas afirmaciones son tan seguras, en la actualidad, como que el ejercicio siempre se tendrá que recomendar. «No podemos reemplazarlo; porque es importante en todos los niveles», afirma Bahaa Elgendy, investigador principal del proyecto, que presenta el trabajo en la reunión. «Si puedo hacer ejercicio, debería seguir adelante y realizar actividad física. Pero hay muchísimos casos en los que se necesita un sustituto», indica en referencia a los hipotéticos usos del fármaco en cuestión. 

¿La razón? Este compuesto podría compensar la atrofia y debilidad muscular que padecen los pacientes de cáncer, las personas de edad avanzada o los afectados por condiciones genéticas que no pueden tener una actividad física regular. Además, según explica Elgendy, también podría contrarrestar las desventajas de otros fármacos, como los nuevos medicamentos empleados en la pérdida de peso, que no solo reducen el nivel de masa grasa, sino también muscular. 

Cómo funciona

El nuevo fármaco se centra en un grupo de proteínas conocidas como ERR, responsables de la activación de algunas de las vías metabólicas más importantes de los tejidos que consumen energía, como los músculos, el corazón y el cerebro. Están relacionadas con el estrógeno y se presentan en tres formas. Este tipo de receptores están más activos en personas que hacen ejercicio, pero ha resultado difícil encontrar un medicamento que haga lo mismo.

Es más, solo ha sido posible tratar la obesidad con fármacos cuando estos fueron desarrollados para la diabetes. Precisamente, ha sido este impulso el que ha despertado el interés en la investigación y financiación de drogas que permitiesen abordar esta enfermedad metabólica a través de distintas vías biológicas. 

Para identificar este compuesto, los investigadores estudiaron la estructura de los ERR y la unión de las moléculas que los activan. Después, diseñaron nuevas moléculas para dar con una que tuviese una respuesta más fuerte que el mismo SLU-PP-332. El equipo comparó todas las moléculas disponibles, observando el ARN de unos 15.000 genes en células del músculo cardíaco de la rara, y encontró que los nuevos compuestos tenían una mayor presencia, lo que sugiere que simularían de manera más potente los efectos del movimiento. 

Otros estudios hechos en animales con este compuesto preliminar concluyeron que podría tener un beneficio contra la obesidad, la insuficiencia cardíaca o el deterioro de la función renal con la edad, ventajas similares con estos nuevos compuestos. 

La lista de beneficios encontrados podría ir más allá, ya que la actividad de ERR parece contrarrestar los procesos perjudiciales en el cerebro de pacientes de alzhéimer y de otras patologías neurodegenerativas. Si bien SLU-PP-332 no puede llegar al cerebro, algunos de los nuevos compuestos se desarrollaron para hacerlo. «En todas estas condiciones, estas proteínas desempeñan un papel importante», concluye Elgendy. «Si tienes un compuesto que pueda activarlos de manera efectiva, podrías generar muchos efectos beneficiosos», añade. 

Hasta el momento, el nuevo fármaco no ha generado efectos secundarios graves. El siguiente paso a dar por el grupo de investigación es el refinamiento de su estructura para que, en lugar de una inyección, se pueda administrar mediante una píldora. Posteriormente, se volvería a probar en otros modelos animales hasta tener la capacidad y el permiso para dar el salto a los ensayos en humanos.