Juan G. Soler, experto en obesidad: «Los médicos nos equivocábamos al recomendar caminar una hora al día»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

El doctor Juan G. Soler es médico internista en el CHUO.
El doctor Juan G. Soler es médico internista en el CHUO. MIGUEL VILLAR

El presidente de la Sociedad Gallega de Medicina Interna recuerda que «no podemos decir que una persona es obesa porque come mal y no se mueve»

09 mar 2024 . Actualizado a las 13:55 h.

El doctor Juan G. Soler, internista del CHUO y presidente de la Sociedad Gallega de Medicina Interna (Sogami) no es ajeno a los debates habidos —y por haber— en redes sobre nutrición y ejercicio físico. Sabe que se habla de dietas cetogénicas, de ayuno intermitente, de correr maratones en un año o de levantar cientos de kilos en crossfit. El experto, que coordina una unidad de obesidad en la medicina privada, confía en que la tradición del estilo de vida mediterráneo y el sentido común es suficiente ejemplo de buenos hábitos para seguir. 

En consulta, lleva años viéndose cara a cara con la obesidad. «Siempre se pensó, erróneamente, que su origen estaba en comer mucho y moverse poco», lamenta. Ahora, reconoce que es innegable que tiene una causa multifactorial. Sin embargo, el perjuicio para este tipo de pacientes ya está hecho. «Tienen un estigma y es algo que les molesta mucho», señala.

—¿La obesidad es una enfermedad complicada de abordar?

—Sí. La Organización Mundial de la Salud la definió, hace muchos años, como una enfermedad crónica, compleja y que, por lo tanto, no tiene cura. Podemos intentar controlarla, pero no la vamos a resolver en 24 horas porque es crónica. 

—La OMS habla de ella como una epidemia de tipo no infeccioso. 

—Es que lo es. Estamos hablando de que un 50 % de los adultos tienen exceso de peso, más porcentaje de grasa que lo ideal, pero casi un 30 % cumple con criterios de obesidad. Creo que cada vez más, los profesionales de la salud lo vemos como un problema principal porque conlleva muchas otras comorbilidades y patologías que, cuando tratamos la obesidad como causa principal, se controlan. Si a una persona obesa que lleva años con hipertensión, diabetes, colesterol alto o trastornos del sueño se le controla el peso, se controla el resto. Esto lo vemos con los pacientes operados de cirugía bariátrica. 

—La tasa nacional de exceso de peso en niños es preocupante. ¿Cómo se puede explicar en un país que alardea de dieta mediterránea?

—En primer lugar, por los malos hábitos nutricionales de los niños, para los que se tiende a elegir comida de peor calidad nutricional. Y especialmente, debido a los niveles de sedentarismo. Los niños que antes jugaban en la calle, ahora lo hacen en casa y en una consola, comunicándose entre ellos por un chat. Estamos en una sociedad muy obesogénica. A nosotros nos preocupa porque existe un recuerdo metabólico; el pequeño con problemas de obesidad va a ser un adulto con problemas de salud. El momento para trabajarlo es ahora. Sé que hay algunos proyectos como retirar las bebidas azucaradas y la bollería industrial de los colegios, pero todavía queda mucho por hacer. 

—Se ha retirado de los colegios, pero todavía sigue en las máquinas expendedoras de los hospitales. 

—Claro, si vemos comida precocinada y ultraprocesada en un centro de salud, imagínate en cualquier otro sitio. En realidad, si se mira todo lo que nos rodea, parece que no ha calado la evidencia de que la obesidad es uno de los principales factores que alteran la salud y es prevenible. Por supuesto que hay muchos factores que influyen en ella, pero si desde niños se inculcan buenos hábitos de vida, como una correcta alimentación, la práctica del ejercicio físico y el descansar bien, se avanzaría mucho. Hoy en día, uno de los pilares en los tratamientos de cualquier cáncer es la práctica de ejercicio para no ganar masa grasa y tener masa muscular. Lo mismo sucede en otras patologías como insuficiencia cardíaca o EPOC, en las que ya se habla de rehabilitación cardiaca que incluye ejercicio, nutrición y buenos hábitos para mantenerse en normopeso. Por eso que, por ejemplo, los niños empezasen a saber leer etiquetas en un producto de un supermercado, con educación y formación, sería fundamental. 

—Seguramente ha percibido una mayor preocupación en la sociedad por comer mejor, pero al mismo tiempo, parte de la población rechaza esta tendencia porque parece que todo está mal. ¿Cómo se encuentra el equilibrio?

—Claro. En consulta, y una de las cosas que promuevo, es no poner dietas estrictas de moda. Ahora es el ayuno, mañana será la cetogénica. Nuestra dieta es la mediterránea, que de por sí es variada, y que se puede mejorar porque, como gallegos, tenemos muy buen pescado. Es una dieta rica en grasas saludables como el aceite de oliva, los frutos secos, el pescado azul, y en la que nos debemos basar para adaptarla a las calorías que cada uno necesita. Muchas veces, cuando los expertos hacemos un cálculo, vemos que se doblan las necesidades porque al final todo va sumando: el desayuno, el pincho a media mañana, el postre de la comida… Pero es importante transmitir una dieta que no aburra, que se base en productos de cercanía y temporada. La clave está en que, dentro de todas las opciones, elijamos la de mejor calidad sin ser unos talibanes de la alimentación y sin sentirse culpables por comer algo diferente algún día. Como profesionales, hay que buscar un equilibrio que sea razonable, porque tampoco puedes generar gente muy sana pero muy infeliz. Un niño tiene que poder tomar helados, no se trata de prohibir sino de instruir. 

—Cada vez está más claro el perfil multifactorial de esta patología. 

—Así es. Se define por un acúmulo de masa grasa en el organismo. Siempre se consideró, erróneamente, que solo hay un mecanismo por el que se produce, que una persona ingería más alimentos de las calorías que gastaba, y por lo tanto, engordaba. Lo típico de comer mucho y moverse poco. Esto nos ha llevado a estigmatizar a estas personas cuando no era cierto. Es más, todos sabemos que puedes ser una persona delgada y tener los mismos hábitos que tu hermano con obesidad, con un estilo de vida similar o parecido. Hay personas que tienen una tendencia genética al engorde. El prehistórico mataba a un animal y comía un día para mantenerse 15, así que el humano fue desarrollando genes ahorradores que se encargaban de acumular energía para los días que pasaba sin alimento. Dentro de la población actual, hay personas que tienen una hiperexpresividad de estos, que están más presentes. Esto es la tendencia genética, que muchas veces se ve en una misma familia con varios miembros que presentan un exceso de peso.

—¿En qué sentido es crónica la obesidad?

—Lo es porque el cúmulo de grasa provoca una inflamación crónica de bajo grado. La grasa que se almacena es disfuncionante y la inflamación que conlleva se refleja en las arterias, a nivel cardíaco o a nivel pulmonar. Afecta prácticamente a todos los órganos y se relaciona con muchas enfermedades. Pero no podemos decir que una persona es obesa porque come mal y no se mueve. Por no hablar de los trastornos psicológicos, como una depresión; o una mujer que se queda embarazada y después no logra volver a su normopeso. Con esto quiero decir que hay alteraciones neurohormonales que lo explican. 

—Como se decía, todavía existe este estigma. 

—Simplificar todos estos mecanismos es algo que enfada mucho a quienes la padecen, y es normal. A veces se escucha por ahí: «Las personas con obesidad hacen la compra y llevan los carritos llenos de productos insanos». Pues no, esa será una persona que ha visto quien lo dice. Hay gente que se cuida muchísimo, solo que es una enfermedad muy difícil de controlar. De hecho, pueden pasar temporadas con el peso adecuado, y que llegue un problema o una situación estresante, y retome parte de lo perdido. Parece que tienen una espada de Damocles durante toda su vida, una lucha continua por controlar ese peso, que en algunas personas resulta muy agotador. Es muy difícil gestionar lo que uno come en una sociedad que todo lo hace con comida de por medio. Para hacer esta entrevista sería normal haber quedado para tomar algo. 

—Para la próxima sería mejor proponer un paseo por la calle. 

—Claro. Yo entiendo que es muy difícil encontrar un equilibrio cuando se tiene tendencia a ganar peso.

El doctor Juan González Soler, experto en obesidad, en una foto de archivo.
El doctor Juan González Soler, experto en obesidad, en una foto de archivo. MIGUEL VILLAR

—¿Todos los fármacos que están saliendo pueden ser la solución?

—Los medicamentos tienen que ser el último tratamiento, la prevención es lo que realmente tiene interés. Fallamos en este tipo de políticas. Tenemos una enorme oferta de alimentos. Por eso, el reto es conseguir culturalmente cambiar los hábitos y darle el valor que tiene al buen estado físico y nutricional de la persona. Cada vez vivimos más años y es importante llegar bien a los últimos de tu vida. Para eso tienes que haber tenido una buena salud metabólica. 

—Si los medicamentos son la última opción, ¿cuál es la cirugía bariátrica? 

—Es la ultimísima de todas. 

—¿Qué desayuna un experto en obesidad?

—Me tomo un café con leche, en mi caso semidesnatada porque me sienta mejor, y lo acompaño con una tostada de pan de pueblo —que congelo para tener todos los días en casa —. La paso por la tostadora, y le pongo aceite y tomate. A veces lo varío y cambio el tomate por aguacate o crema de cacahuete. No tengo mucho tiempo, así que después, a media mañana, como algo más. 

—¿Qué tipo de ejercicio prefiere hacer?

—Lo cierto es que he practicado casi todos. Lo que no recomiendo es entrenar a nivel de competición sin ser deportista de élite, porque hoy en día vemos cómo la gente que no ha hecho deporte en su vida se pone a correr maratones o a hacer crossfit. Lo que sí recomiendo es hacer deporte todos los días, que sea combinado. Es decir, que se trabaje el cardio —que puede ser caminar, nadar o andar en bici, me da igual— y se combine con varios de fuerza, ya sean pesas o gomas. Lo que sea, pero que se trabaje la fuerza. 

—¿Por qué?

—Hoy en día, todos los entrenamientos que muestran beneficios en salud son los programas de ejercicio mixto, que se centra tanto en el cardio como en la fuerza. Y cuanto más edad tenemos, mejor. Tengo a todos mis pacientes ancianos haciendo ejercicios de fuerza dos o tres días a la semana, porque se ha encontrado una mayor supervivencia en los pacientes bien musculados, tanto a nivel cardiovascular como respiratorio. La capacidad muscular consigue que el paciente se mantenga autónomo. 

—Antes no era así. 

—No, para nada. La indicación que dábamos los médicos cuando los pacientes venían a consulta era que caminasen una hora diaria. Pues no, lo estábamos haciendo mal. Ahora les digo que, como ejercicio, porque actividad física es otra cosa, caminen media hora con intensidad y a buen ritmo, y al llegar a casa, que hagan unas series de sentadillas, que trabajen con unas pesas o con gomas de tonificación. El beneficio es tremendo. 

—Dígame un consejo para mejorar los hábitos. 

—Replantearnos nuestra vida individualmente y no por modas, no por lo que se dice en instagram o en tik tok, sino por lo que a nosotros nos parece sensato. El sentido común nos dice que nuestros abuelos consumían comida con más grasa porque se iban al campo a trabajar y pasaban todo el día haciendo ejercicio físico. Hoy en día, no estamos en esa situación porque muchos de nosotros trabajamos en una oficina y vamos en coche o en transporte público. Al final, necesitamos una ingesta mucho menor y tenemos que concienciarnos. 

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.