Resfriado, dolor de cabeza, lumbalgia o resaca: guía para elegir entre paracetamol o ibuprofeno

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

El ibuprofeno y el paracetamol se pueden alternar para mejorar la seguridad del tratamiento.
El ibuprofeno y el paracetamol se pueden alternar para mejorar la seguridad del tratamiento. iStock

Te contamos cómo funcionan estos analgésicos y cuál tomar para aliviar cinco tipos de dolores frecuentes

16 nov 2023 . Actualizado a las 18:41 h.

La temporada de catarros ya está aquí y con ella aparecen todos esos síntomas tan molestos. Dolor de cabeza o de garganta, tos, cansancio o incluso fiebre. A esto se suman los achaques del día a día: agujetas tras un entrenamiento intenso en el gimnasio, dolor lumbar al final de un día largo, o cólicos menstruales.

Por eso, no es sorprendente que por estas fechas empiece a aumentar el volumen de búsquedas en Google de términos como «ibuprofeno» o «paracetamol». Estos analgésicos están al alcance de todos en la farmacia, pero el hecho de que se puedan adquirir sin receta (las dosis más bajas) no significa que se puedan tomar de manera indiscriminada. Hay que tener en cuenta que se trata de dos principios activos totalmente distintos y cada uno tiene efectos específicos que van a ser más útiles para unos casos u otros. Además, conocer la máxima dosis diaria es fundamental para prevenir los problemas hepáticos, renales o gastrointestinales relacionados con su consumo excesivo. Te contamos qué tomar para cada problema y cómo hacerlo de manera segura.

Diferencias

El ibuprofeno es un antiinflamatorio no esteroideo (AINE), un tipo de fármaco que actúa bloqueando la síntesis de prostaglandinas. Estas son sustancias que causan inflamación y dolor. Esto significa que es el analgésico más indicado para tratar los procesos inflamatorios. Pero a la hora de tomarlo, hay que tener en cuenta que los AINE son un grupo de medicamentos que causan irritación a nivel del estómago. Por lo tanto, es recomendable evitarlos si se tiene o se ha tenido una úlcera. También se puede acompañar el ibuprofeno con un protector gástrico, o tomarlo junto con alimentos, para evitar que cause dolor estomacal.

Con el paracetamol no tenemos ese problema. Este fármaco pertenece a la familia de los antitérmicos y analgésicos, lo que significa que es apropiado para el tratamiento sintomático de los procesos febriles. Pero el paracetamol no está exento de riesgos como el daño hepático, por lo que no se recomienda tomarlo si se tiene una patología del hígado ni, mucho menos, para aliviar la resaca.

Gripes o resfriados

«Para virus habituales como el resfriado, no hay tratamientos específicos antivirales que podamos usar de manera razonable. Debemos hacer un tratamiento sintomático y dejar que el sistema inmunitario elimine el virus por sí solo», indica Ignacio Molina Pineda de las Infantas, catedrático de inmunología del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada. En este sentido, el paracetamol es un buen aliado, sobre todo si hay fiebre. Como se explica en el prospecto, este fármaco está diseñado para estados de dolor leve o moderado, lo que suele ocurrir cuando contraemos un virus.

Para evitar que haya problemas, es importante respetar las dosis y no pasarse. De lo contrario, el remedio podría ser peor que la enfermedad. «Es un medicamento muy seguro y eficaz siempre y cuando se respeten las dosis. A veces, la gente está sobredosificada. La Agencia de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos aconseja que la dosis máxima sea la de 650 miligramos por toma en adultos», explica Isabel Jurjo, presidenta de Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (Sefac) en Galicia.

Utilizar la mínima dosis eficaz garantiza que los efectos adversos también se minimicen. Cuando la cantidad ingerida aumenta, también lo hace el riesgo de afectación del hígado, se puede alterar la función plaquetaria, puede haber reacciones cutáneas o shock anafiláctico, aunque esto último solo sucede en raras ocasiones. Por eso, nunca se deben superar los 4 gramos al día en adultos, ni la dosis ajustada al peso en niños. Si el dolor es intenso y persiste a pesar de esta medicación, lo mejor es acudir al médico.

También se puede alternar el uso de paracetamol con el ibuprofeno a lo largo del día. Esto ayudará a que remita el dolor de una forma más segura. En otras palabras, se potenciará el beneficio utilizando una dosis más baja de cada uno. Cabe recordar que en ningún caso los analgésicos generan tolerancia ni dependencia, pese a la creencia popular.

Dolor de cabeza

Para la cefalea pueden estar indicados tanto el ibuprofeno como el paracetamol. De hecho, estos son los tratamientos de primera línea para reducir este dolor. Pero en líneas generales, los expertos recomiendan optar por el paracetamol. «El paracetamol es un medicamento analgésico y antipirético. Es decir, está indicado para el dolor y la fiebre. Por ejemplo en el dolor de cabeza, de huesos o malestar general. A diferencia del ibuprofeno, este no es antiinflamatorio», precisan Coral Lomba y Natividad Rivas, responsables del Centro de Información del Medicamento del Colegio de Farmacéuticos de Ourense.

Según la Sociedad Española de Neurología, el 50 % de los pacientes con cefalea se automedican con analgésicos sin receta, pero esto no se debe convertir en una práctica habitual o rutinaria. Si el dolor persiste o se repiten los episodios a lo largo del tiempo, es importante conocer la causa del dolor para darle un tratamiento adecuado.

Sobre todo, es importante conocer los indicios de que el dolor puede ser una migraña. Estas suelen aparecer en un solo lado de la cabeza, con un dolor pulsátil y que empeora con la actividad física. Pueden ir acompañadas de náuseas, vómitos o hipersensibilidad a la luz y al ruido, y suelen durar entre 4 y 72 horas. En cambio, la cefalea tensional suele abarcar toda la cabeza, irradiando desde la nuca con una sensación de presión, y suelen estar asociadas al estrés o a una mala postura.

Dolor menstrual

El dolor que acompaña a la regla se conoce a nivel médico como dismenorrea y es causado por las contracciones del útero al expulsar el endometrio que se ha desprendido tras el ciclo sin fecundación. Aquí entran en acción las prostaglandinas, esas moléculas sobre las que actúan los antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno. «Esas moléculas lo que hacen es contraer la musculatura de nuestro útero para que salga el contenido menstrual. Se puede simular a cuando aprietas una esponja y sale agua. Tu mano serían las prostaglandinas y lo que hacen es contraer», explica la doctora Isabel Castaño, ginecóloga y obstetra.

Por lo tanto, para este dolor el ibuprofeno está indicado y es la forma más rápida de aliviarlo. Normalmente, se aconseja tomarlo antes de que baje la regla. Pero ojo: a mayor dosis no habrá un resultado superior o más duradero. De hecho, los expertos advierten contra esta creencia. «Con 400 miligramos obtenemos los mismos beneficios que con 600, y el perfil de reacciones adversas es menor. Tenemos que entender que, para la mayoría de los casos por los cuales se toma este medicamento, el de 400 es efectivo y el perfil de seguridad, mejor», aclara Iván Espadas, responsable de área de Información del Medicamento del Consejo General de Farmacéuticos.

Hay que recordar que el dolor menstrual no siempre significa que haya un problema. En muchos casos, si es un dolor que dura uno o dos días y no impide realizar las actividades diarias, sobre todo si remite tras tomar ibuprofeno, no se trata de algo patológico. En cambio, si hay una molestia que va en aumento progresivamente y no se siente alivio con el uso de analgésicos, es conveniente consultar para descartar enfermedades como la endometriosis.

Dolor de espalda

Esta es una de las molestias más frecuentes en adultos y cuando es intensa, puede llegar a ser incapacitante. Pero en la búsqueda de alivio es fundamental recordar que no todos los medicamentos para el dolor han mostrado eficacia para tratar específicamente estos problemas. De hecho, los relajantes musculares «han demostrado ser bastante poco eficaces», dice el doctor Francisco Kovacs, el mayor investigador sobre dolor de espalda a nivel nacional.

Como explica Kovacs, «el paracetamol, que durante muchos años los médicos hemos recetado porque en otros dolores había demostrado ser eficaz, cuando se han hecho ensayos clínicos específicamente en dolor de espalda no ha tenido más efecto que el placebo», por lo que tomarlo en ese caso está desaconsejado.

Entonces, ¿qué analgésico puede ser útil? «Dentro de los medicamentos de uso habitual, se ha visto que los antiinflamatorios mejoran la intensidad del dolor en los pacientes agudos, así que tiene sentido tomarlo con las limitaciones que conllevan. La idea es consumirlos el menor tiempo posible y solo cuando sean necesarios», explica el experto. Así, se puede tomar ibuprofeno de manera aguda, durante unos días. Pero si el síntoma persiste, es importante acudir al médico.

Resaca

Se acercan las fiestas y, con ellas, las noches de excesos en las que la celebración es una excusa para beber alcohol. Al día siguiente, el cuerpo pasa factura y despertamos con una desagradable resaca. Dolor de cabeza, náuseas, fatiga, sensibilidad a la luz y al sonido, e irritabilidad. Pero antes de intentar paliarla con medicamentos, es prioritario beber agua: muchos de los síntomas mencionados se deben, en realidad, a la deshidratación que provoca el alcohol.

Si uno o dos vasos de agua no resuelven el dolor de cabeza, se puede tomar ibuprofeno, pero nunca paracetamol. Hay que evitar este último, ya que puede empeorar el daño que el alcohol le está causando al hígado. Para metabolizar el paracetamol, el órgano se puede servir de una de las mismas enzimas que necesita para procesar el alcohol. Esto conlleva un exceso de metabolitos que, si no se llegan a eliminar, debido al exceso de alcohol, pueden provocar ese daño hepático.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.